Emilio Bustamante - La radio en el Perú

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Relata el surgimiento de la radio, en los años veinte, su posterior cambio de un medio de elite en uno de masas, su Edad de Oro, a mediados del siglo XX, el fracaso del experimento realizado por el Gobierno de la Fuerza Armada; y concluye con el estudio de las dos últimas décadas de caótica expansión, la conformación de nuevas cadenas y corporaciones, así como el desarrollo de la radio popular.

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Un hecho nuevo fue la asistencia de público a audiciones radiales en vivo. El primer “auditorio” lo constituyó la sala de conciertos de Radio Dávila (OAX4H), que se inauguró el 28 de octubre de 1935 con una función de gala en la que participaron la cantante Matilde Bonino y los músicos Alfonso de Silva y Teodoro Valcárcel ( La Crónica , 29 de octubre de 1935). Radio Goicochea no tardaría en anunciar una revista radio-teatral con todo su personal artístico en el Teatro Municipal, donde el público, por módicos precios, podría conocer “los secretos de las transmisiones” ( El Universal , 10 de diciembre de 1935).

Lo común, sin embargo, no era que el público llegara a la radio, sino que ella fuera a donde estaba el público. Se instalaron receptores en hospitales y en centros penitenciarios. Un representante al Congreso, Elio Dalmau, obsequió un aparato de radio a la cárcel de Trujillo ( La Crónica , 10 de octubre de 1935), y el Rotary Club de Chiclayo ofreció otro a los reclusos de esa ciudad ( La Crónica , 24 de noviembre de 1936).

También empezó a escucharse la radio en los automóviles. Al respecto, el periódico Tribuna alertaba en 1934 sobre lo que consideraba un peligro de accidentes de tránsito:

Actualmente circulan por Lima innumerables automóviles dotados de radio. Es la moda. Una moda de la que [se] hace muy mal uso. La radio en un automóvil está muy bien cuando se va [de] picnic; pero resulta un snobismo, una rastacuerada, utilizarlo, como lo hemos visto, cuando se circula por el Jirón de la Unión, en el que existen como cincuenta establecimientos que emiten la música de sus radios.

El chofer, en un auto con radio, va pensando en el baile, en un paso de tango, o se distrae con las reminiscencias que le trae la música.

Estamos seguros de que, en cuanto el número de autos con radio aumente, los choques se producirán con más frecuencia. Muchas veces, los accidentes sobrevendrán con un ritmo de minueto o de jarana ( Tribuna , 29 de octubre de 1934).

En la década de 1930, la radio se convirtió, a través de diversas modalidades, en un medio de consumo masivo. No obstante, también se elevaron voces —sobre todo en las provincias— que reclamaban mayor nitidez y alcance a las señales, especialmente a OAX4A Radiodifusora Nacional, que carecía de una estación de onda corta.

3.11 Hacia la creación de Radio Nacional del Perú

En setiembre de 1934, el técnico de radio J. Vásquez de Velasco, en una entrevista concedida a El Comercio , intentaba explicar las causas de la mala recepción de las señales de radio en Huancayo, atribuyendo el problema al bajo voltaje de las líneas (160 voltios), la interferencia de señales radiotelegráficas, los techos de calamina y los minerales de los cerros ( El Comercio , 3 de setiembre de 1934). Se decía en la nota que ni siquiera la señal de onda corta de DUSA llegaba con nitidez, escuchándose únicamente, y de vez en cuando, la de Grellaud. Sin embargo, en 1935, un nuevo reporte de Huancayo indicaba que sí eran bien recibidas algunas transmisiones en onda corta del extranjero (entre ellas la de Radio Illimani de Bolivia) y las de Antonio Santelló (OA4R) desde Lima. Los pobladores de Huancayo pedían al gobierno que modificara la señal de OAX4A Radiodifusora Nacional de larga a corta, o que implementara una estación de onda corta para mantenerlos informados de los acontecimientos ocurridos en el resto del país y evitar “la circulación de rumores falsos de supuestos movimientos revolucionarios, como ocurrió en días pasados” ( La Crónica , 30 de enero de 1935).

Semanas después, una nota desde Pampas se orientaba en el mismo sentido: los vecinos se quejaban de no recibir la señal de la Radiodifusora Nacional, por lo que se veían obligados a recurrir a emisoras extranjeras de onda corta para conocer las noticias del Perú. Según el artículo era posible escuchar a las emisoras peruanas de onda corta (Grellaud, DUSA y Santelló) solo dos veces por semana, haciéndose urgente el establecimiento de una estación nacional que transmitiera diariamente en esa frecuencia ( La Crónica , 11 de febrero de 1935).

Al año siguiente, un despacho aparecido en El Comercio daba cuenta de similar malestar entre los habitantes de Tacna:

Nuevamente se han acercado a esta corresponsalía numerosos radioescuchas a solicitar que se publique en los diarios de la capital su pedido para que las estaciones radiotransmisores transmitan un servicio noticioso de la República y también del extranjero, porque es una lástima oír en las estaciones transmisoras de otras repúblicas un buen servicio noticioso, mientras que nosotros los de provincias nos tenemos que contentar con los radiocomentarios que hace una estación de Lima dos veces por semana ( El Comercio , 29 de mayo de 1936).

La deficiente o nula recepción de la señal de onda larga de la Radiodifusora Nacional en varias provincias, trajo consigo en 1934 la rebeldía de los radioescuchas de Pisco y Talara, que se negaron a pagar la cuota semestral de diez soles por derecho de antena ( El Comercio , 13 de setiembre de 1934; El Comercio , 28 de octubre de 1934).

En febrero de 1936, el semanario Excelsior inició una campaña para abolir el cobro del derecho de antena que continuaba haciéndose a favor de la Radiodifusora Nacional OAX4A. Excelsior recordaba que la beneficiada con ese cobro era la empresa privada que todavía tenía en concesión la señal ( Excelsior , 15 de febrero de 1936).

Ante tales quejas, demandas y gestos de protesta, el Ejecutivo manifestó su intención de recuperar OAX4A y convertirla en una poderosa estación. Pidió para ello proyectos de inversión a empresas extranjeras y después de, supuestamente, evaluar varios de ellos, se inclinó por el que presentó la Marconi Wireless Telegraph Co. Ltd., nada menos. Para entonces el conflicto entre la Marconi y el Estado, surgido durante el régimen de Sánchez Cerro, había sido resuelto. Fue así como el 20 de noviembre de 1935 se emitió una resolución suprema autorizando al director de Gobierno para que, en representación del Presidente de la República, firmara un nuevo contrato con la empresa británica, esta vez conducente a la erección de la Estación Oficial Radiodifusora del Perú ( El Comercio , 24 de noviembre de 1935). 25

El contrato, que no fue publicado, contemplaba —según el diario La Crónica — la construcción de un local idóneo para la emisora en la avenida Petit Thouars y el establecimiento de dos transmisores: uno de onda larga y el muy reclamado de onda corta. El costo, de 800.000 soles, sería cubierto por la Marconi, que tendría a cambio la administración de la emisora por diez años, al cabo de los cuales pasaría al Estado. El ingeniero de la obra era el británico Charles James, quien venía de instalar una radiodifusora en Finlandia; cooperaban con él un señor de apellido Rice, el ingeniero Carlos Tudela, quien era jefe del Servicio Radiotelegráfico Nacional, y el ingeniero Jorge Vargas Escalante ( La Crónica , 13 de noviembre de 1936).

El 16 de junio de 1936 se promulgó la Ley 8341, mediante la cual se suprimió el cuestionado cobro de derecho de antena. La misma ley autorizaba al Poder Ejecutivo a destinar el producto de los derechos de importación a que estaban afectos los aparatos de radio y sus implementos a la amortización del costo y mantenimiento de la Estación Radiodifusora Nacional. Tales derechos podían ser elevados, según la norma, “hasta un cincuenta por ciento más de lo que pagan en la actualidad”. La ley entraría en vigencia el 1 de enero de 1937.

1925-1937

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