Ira Franco - La reina está muerta

Здесь есть возможность читать онлайн «Ira Franco - La reina está muerta» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La reina está muerta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La reina está muerta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

"El camino de los recuerdos está plagado de atajos largos. Ira Franco nos presenta, así como si nada, los saltos en el tiempo de la memoria de una joven que busca a su madre mientras investiga sobre una canción. Y así como hace más de veinte años teníamos la paciencia (y gozo) de permitir a un track reproducirse por completo dentro del walkman para llegar al ansiado coro, nuestra protagonista nos lleva de la mano para dar con el destino señalado.
"La reina está muerta" no solo es una referencia a The Smiths y su parafernalia de melodías tristes que bailamos sin vergüenza, es la historia de una mujer que decide recontarse la vida de su madre, y de su hermana y la propia, mientras persigue al compositor de un éxito pop que hasta Madonna interpretó por honor a la nostalgia. Ira Franco nos marca el ritmo y nos abre únicamente las puertas necesarias para que nosotros bailemos como si nadie nos viera, revueltos entre discos viejos y recuerdos ajenos que, si nos descuidamos, nos van a dejar un sabor demasiado familiar." —Abril Posas

La reina está muerta — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La reina está muerta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—No digas tonterías, aquí no vive nadie, todos somos artistas, esas casas son temporales. Seguramente buscas a un artista, ¿cierto?

—¿Cómo lo sabes?

—Sé que estás lejos de casa y quisiera ayudarte, pero yo voy hacia el otro lado.

—Estoy buscando a Don McLean.

—No lo conozco, ¿es un actor?

—El de «American Pie».

—¿La película? Estás muy lejos de casa, girl. Ellos viven en Beverly Hills.

—No, no. La canción.

—Pues no la conozco, ¿para qué lo buscas?

—A long long time ago… I can still remember how this music, used to make me smile…

—Me suena, sigue cantando.

—And I knew if I had my chance, I would make this people dance and…

—No es Don McLean, esa canción la canta Madonna. Definitivamente Madonna es un ser difícil de encontrar en Venice Beach. Difícil, sin duda, aunque no imposible.

—No, no. Está bien, déjalo.

—¿Así que ya no te interesa mi ayuda?

—No, ya no, gracias.

—No conozco al tal McLean, pero conozco a Madonna, si te sirve.

—¿Conoces a Madonna?

—Contando cuántas personas conocen a Madonna, eso no es ningún logro.

—¿Sabes por dónde podría empezar a buscar a Don McLean?

—Así que vienes sin un plan… te digo, aquí todo el mundo es artista, lo único que debes hacer es acercarte a los meseros. Ellos son los mejores artistas del mundo, lo ven todo. Mira, I’ll tell you what, invítame una bien fría y platicamos. Necesitas un plan.

(15 AÑOS)

Siempre tengo la impresión de que mamá parece un sol, aun metida en una cama de hospital y con tubos por todos lados. Un sol con arroces negros, como les llaman los astrónomos. Los soles con manchas, como el nuestro, producen llamaradas que a veces afectan las comunicaciones en la Tierra. «Los investigadores catalogan las llamaradas solares de acuerdo a la cantidad de rayos X que provocan. Las llamaradas tipo C son las más débiles, seguidas por las M. Las X son las más potentes». Cuando mi mamá se pone X es extraordinaria, pero quema. Lo más impresionante de acercarse al Sol, si esto fuera posible para un ser humano, no debe ser la luz ni el calor, sino el barullo de las flamas. El Sol debe hacer un tipo de música que nadie ha escuchado jamás, un concierto de fuego.

(20 AÑOS)

¿Verdad que es guapísima? Pregunto cuando le enseño la foto. Es una foto de estudio en sepia que la muestra con el cuello y los brazos totalmente desnudos, el pelo hecho un croissant en la parte de atrás de la cabeza y su mirada de: soy-un-animal-del-bosque, un-amiguito-de-Bambi, como si para esa fotografía no tuviera ya tres hijos y un divorcio. Ahora veo que quizá mi madre era bonita de joven, pero todas las jóvenes de esos años lo eran: el sepia disimula las imperfecciones en la piel y la foto fue tomada en uno de esos buenos días donde todo está dispuesto por un profesional que ya tiene el ángulo medido. Creo que ahora todos somos más feos. Las instantáneas tomadas en cualquier situación nos hacen ver espantosos, tal como somos. Cerramos los ojos, hacemos una sonrisita zalamera, magnificamos un emoción mediocre. Somos feos, qué se le va a hacer. Todo se registra, pero no todo permanece. ¿Cuál es el filtro? ¿Qué inundación, qué guerra, qué cajón? Si algún día tengo hijos sabrán que fui muy fea, les tocará parecerse a mí en los ojos o tendrán mi nariz sin la salvedad de ningún estudio fotográfico ni croissant en la cabeza. Van a verme y pensarán lo que tradicionalmente se piensa en esos casos: «Mi madre era fea, pero era mía».

(19 AÑOS)

Ayer quisimos estar un ratito juntas, pero nos peleamos. No es raro. En estos días las cosas no van muy bien. Tuve que irme. Hubiera sido mejor quedarme, aun con el silencio que suele sobreponerse entre nosotras cuando estamos peleadas, pero no pude. La mayor parte de las veces, me da miedo hablar con mi hermana.

«Te dije que usaras esta y no aquella. Te dije que fueras conmigo. Te dije que no era así». Es muy probable que algún día me vuelva a limpiar los mocos, como cuando éramos pequeñas, pero ahora no podemos ni tocarnos un centímetro, un sentímetro. Es igual, de todas formas no entiendo nada de lo que quiere. Quiere cosas de mí, como que no tire los vasos llenos de líquido en las mesas. Yo no puedo hacer eso, nunca he podido. Quiere cosas como que me consiga un novio guapo, con los ojos azules, que me case, que sus sobrinos sean lindos y ella pueda salir a la calle y presumirlos. Quiere que yo sea feliz. Y yo no puedo hacer eso, nunca he podido. Salí de la casa leyendo para no decir nada. Tomé unos folletos que estaban en la entrada y cerré la puerta. «Lavamos su alfombra. Garantizado». Me gustan los folletos. Tienen ese tono como de amigo de toda la vida, casi quieres invitarles un café. La educación que te dieron te dice que tal vez deberías hacerlo. A veces hasta les pagarías para que se quedaran. Se supone que tengo una especie de síndrome en mi destino, me lo dijo una mujer con acento extranjero que me leyó mi carta astral: «Durante el curso de tu vida, personas entrarán y pensarás que son importantes, pero así como llegan se van. Solo vienen a enseñarte algo. Así ocurrirá de aquí a que te mueras. Esta es la vida que te tocó. Aprovéchalos». Todavía me dijo: «Aprovéchalos y déjalos ir». Estuve a punto de aventarle un zapato en la cabeza. Claro que no era su obligación decirme algo agradable, pero luego pensé ¿por qué me lo hizo más triste avisándome?, ¿no es exactamente lo que nos pasa a todos? Como si no nos pasara a todos, desde siempre. Tenía una amiga, Yedid, en la primaria. Buscábamos un lugar para ocultarnos debajo de las escaleras y aguardábamos el estruendo de las jovencitas de secundaria. Les veíamos bajar corriendo al recreo con aquellas piernas peludas, gorditas, que rompían el elástico de las calcetas blancas. Zapatos de goma negra, de escuela privada de monjas. Al bullicio de la salida al recreo le llamábamos «El paso de las elefantas». Era absolutamente real la sensación de que nos aplastarían si no nos manteníamos ocultas. Nos tomábamos del brazo y cerrábamos los ojos, y cuando todo había pasado, cuando el barandal de la escalera dejaba de temblar, nos poníamos a reír. Me veo, como si pudiera salir de mi cuerpo, me veo tomada del brazo de Yedid y me acuerdo de lo que me dijo la del acento extranjero. «Déjalos ir». Pues aunque no hubiera querido: a Yedid la expulsaron las putas monjas un mes después de que la conocí. Íbamos en primero de primaria.

(Se me caen los vasos llenos de líquido en las mesas, cuando los demás están pasándosela bien. Tengo eso. También siento que cada vez que no encesto un kleenex en el basurero algo muy malo me va a ocurrir. Ya he leído esto del kleenex, no es exclusivo, lo siente todo el mundo. Si suena el teléfono en la próxima media hora es señal de que puedo ganarme la lotería. Les pasa sobre todo a las personas solas).

(15 AÑOS)

Hace calor. Al salir del metro compré un Boing de guanábana que me refrescó. Odio la Coca-Cola. La Coca es tonta, simplona, aguada y me pica los labios. En cambio, amo el Boing. Me conformo con el de tamarindo o el de fresa, pero en esta parte de la ciudad, el sabor guanábana abunda. Todo un hallazgo. La estación bien puede estar en esta ciudad. ¿Dónde estoy? Si me dijeran que lo estoy imaginando les diría que están locos, pero en el fondo tendría que aceptar que no pueden probar que este lugar existe. Un lugar existe cuando has pasado mil veces por allí y cuando tu familia o tus amigos quedan de verse en esa esquina, o cuando los periódicos, los libros o las leyendas hablan del lugar, lo validan, lo hacen real. La realidad, decía mi papá —¿o lo decía del tiempo? Mi papá me dejaba sentarme junto a él para leer. Leíamos juntos, cosas distintas, nomás para acompañarnos y yo me reía si pasábamos la página al mismo tiempo—, es aquí; tú y yo leyendo en este cuarto y no existe nadie más en esta casa, aunque tu mamá y tu hermana estén arriba vistiéndose para salir un domingo por la tarde, la realidad es mi nariz, porque me la veo y eso a veces, porque no puedo verme la cara, ¿te das cuenta? Nunca podrás ver tu cara. Pero claro que la veo, papá, en los espejos, papá, ¿qué, nunca has visto un espejo? Esa no es tu cara, nena, ese es el reflejo de tu cara. Lo más que puedes alcanzar a ver, y solo si te asomas con un ojo cerrado y miras dolorosamente hacia abajo, es tu nariz.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La reina está muerta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La reina está muerta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La reina está muerta»

Обсуждение, отзывы о книге «La reina está muerta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x