• La nueva teoría de la argumentación: exposición a la vez enciclopédica, teórica y polémica de los distintos enfoques contemporáneos. La sección inicia con el malentendido, que fija el umbral inferior de la argumentación. Después se exponen los temas yendo de lo lógico a lo dialéctico y luego a lo retórico hermenéutico y por último a lo lingüístico discursivo y semiótico, de manera que el lector vaya construyendo en su mente la complejidad del argumentar y de las teorías de la argumentación.
• La teoría emergente de la argumentación: tratamiento de puntos clave de la argumentación excluidos por mucho tiempo por las teorías más conservadoras y que sin embargo son capitales para una comprensión de la argumentación natural tal cual es: el modo emocional del argumentar, la argumentación no verbal y la discusión erística que fija el umbral discursivo superior de la argumentación, la cual se mueve dentro de los límites del malentendido con que abre la sección «La nueva teoría de la argumentación» y el conflicto que rebasa la palabra para cerrar la sección «Teorías críticas y emergentes»; emoción, visualidad y combate constituyen todos —cada uno a su manera— umbrales de la argumentación en cuanto rebasan la lógica, el discurso y la convicción dialéctico crítica y retórica.
• La peroración: resumen que retoma las tesis principales en forma retórica para puntualizarlas y permitir que queden en la memoria de los lectores. Además, postula un modelo analítico operativo susceptible de aplicarse a cualquier discurso argumentativo. El modelo permite plantear en forma práctica las más diversas propuestas de integración teórica y disciplinaria, según el interés y posición de cada analista.
• El corpus: la transcripción completa y señalada con números de línea en cada renglón del discurso de la primera «Declaración de la selva lacandona», la cual sirve de ejemplo para los análisis al término de los capítulos que requieren ilustración.
• La bibliografía: una referencia extensa, que permita la consulta de cualquier autor o tema de interés en cualquiera de los enfoques de la teoría de la argumentación.
Considero que el cuerpo del libro puede ser leído por gran parte de las personas informadas. El texto permite al lector, con leves ajustes de las correferencias, seleccionar su propia ruta: la vía propuesta por el orden del texto; la lectura por subdisciplinas que va desde la lógica y la dialéctica hasta el discurso; o incluso una lectura que salte los capítulos y apartados lógicos, que suelen ser los más difíciles para el lector no formado en tales materias pero interesado en conocer el campo fundamental de la teoría de la argumentación. Otra ruta posible de lectura es iniciar con la revisión del modelo analítico operativo al final de la peroración para que se comprenda el panorama general y de ahí se parta a los puntos de interés particular o a la lectura general, ya que el acudir al modelo operativo puede permitir no perderse en el conjunto del texto y de las discusiones particulares. El lector o lectora ideal que pueda leer y comprender el conjunto del texto en profundidad y de acuerdo con su disposición original será sobre todo aquel con una formación en filosofía, en lingüística, en lógica o con un nivel de posgrado. Sin embargo, creo que el libro puede ser revisado por cualquier lector crítico, si bien su diferente nivel de formación lo puede llevar desde una lectura ingenua hasta una lectura teórico-filosófica o crítica en los apartados más vinculados con su interés y formación. Todo lo anterior es un exordio, un prólogo a este libro, un intento de ganar la benevolencia del lector (la captatio benevolentiae era una parte inicial y básica del discurso retórico clásico) que se enfrenta a una materia difícil. Muchos conocimientos y experiencias están en la base de mi reflexión sobre la necesidad de abrirse a la comprensión de las diversas teorías y modalidades de la argumentación. Pero sobre todo, si pensar la teoría y práctica de la argumentación no ha de servir para tratar de construir una humanidad mejor, más solidaria y feliz —una verdadera humanidad— no sólo más «lógica lógica» y productiva, entonces no me importaría teorizar. De hecho, comparto en las universidades el espacio con filósofos del pensamiento crítico lógico o lingüístico y me parece que ese pensamiento analítico o estructural, sino se acompaña de una vocación de hacer el bien a la mayoría de la humanidad, de carne, sangre y emoción, no es el producto excelso de lo humano sino el producto de la deshumanización.
No sólo importa la argumentación, sino sobre qué se argumenta y quién argumenta, no sólo es de interés la forma si no el contenido, no sólo es relevante lo universal sino la diversidad respetable. Resulta indispensable además comprender y acotar la argumentación dentro de las relaciones de poder, que se traducen en relaciones de sentido, como afirmaba Pêcheux. De cualquier manera, escribo y estudio porque creo que es posible pensar con seriedad en la argumentación desde una perspectiva que se ubique en la totalidad de lo concreto, como sugería Karel Kosik, para construir una teoría que haga suyo el viejo lema humanista de Publio Terencio tan querido por Marx, figura hoy vilipendiada pero cada día más necesaria cuando nos hundimos sin freno en los pantanos de la globalización neoliberal: «nada humano me es ajeno» (humani nihil a me alienum puto) lema cuyo fundamento critican filósofos emergentes como Slöterdijk, pero que no por ello deja de expresar la vocación necesaria de apertura, de encuentro con el otro, de entender la forma de cada argumento que encierra su propio contenido de pensamiento, de dialogar para conocernos y acordar en forma convencida al menos el desacuerdo con los demás argumentadores, de alcanzar la complejidad de la razón expresada en sus variadas mate-rialidades de la lógica, la retórica, el poder, la ideología, la sociedad, la cultura y la historia. Expresa la convicción de persuadirnos mediante lo verosímil y razonable (no sólo lo racional) que nos mueve a adherirnos a lo que creemos, intuimos, vemos, escuchamos y nos emociona para tratar de entendernos y entender el sentido que el otro construye. El sentido es dirección, razón, sensación y significación en un mundo que, más que nunca, se reproduce a escala global y donde la única manera de sobrevivir es mantener al grupo, que es hoy toda la humanidad en su multiculturalismo y diversidad.
La argumentación
El estudio de la argumentación constituye un campo complejo, sin embargo, en la vida cotidiana todos somos argumentadores y podemos comprender la argumentación. Por ello, en esta sección inaugural partiremos de ese saber compartido y luego, para facilitar nuestro entendimiento de las polémicas y teorías del campo nos adentraremos en los siguientes elementos de base:
• Las diferentes definiciones que existen de la argumentación, así como los juegos que se juegan y las reglas que se siguen a partir de ellas; este acercamiento nos permitirá comprender de qué se habla cuando se dice «teoría de la argumentación» o «el arte de argumentar»
• Las funciones de la argumentación; esta discusión nos facilitará entender las finalidades y la función que cumple la argumentación como forma de la comunicación humana
• La concepción del argumentar como una macro-operación fundamental del discurso que se deslinda de la demostración, la descripción y la narración; este enfoque nos permitirá ubicar la argumentación dentro de los tipos discursivos más generales de acuerdo con el funcionamiento de un texto y con el cómo comprenderlo a partir de la centralidad de persuadir o de convencer para conducir al otro hacia deter-minadas acciones, reforzamientos o cambios de creencia
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