Oscar Sanchez - El beso de la finitud

Здесь есть возможность читать онлайн «Oscar Sanchez - El beso de la finitud» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El beso de la finitud: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El beso de la finitud»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Los que repiten aquello de que la vida es corta secundan sin quererlo un tópico lacrimógeno cristiano. La vida dura justo lo que tiene que durar, aunque todos firmaríamos doscientos años más, seguramente sin saber muy bien lo que hacíamos. Sócrates, el Jesucristo de la filosofía, murió porque ya no podía más de sabiduría, porque ese cuerpo de viejo de setenta años no daba ya más de sí en lo que a plétora de júbilo podía contener. Sócrates se suicidó ante el jurado de Atenas, esto es claro, pero antes formuló ante sus más queridos allegados su sueño más entrañado. Y este era sólo lo siguiente: una eternidad de diálogo. Lo cuenta Platón, el hombre que más le amó. A Sócrates no le importaba perecer por orden de los atenienses, siempre que el más allá consistiera en una interminable conversación. Esa conversación perpetua que anhelaba Sócrates no es más que la que cualquier lector pudiera iniciar hoy tan sólo con abrir un libro, un libro de verdad. La diferencia está, únicamente, en que en el Hades ni Homero ni Hesíodo callan al llegar a la última línea, sino que siguen hilvanando versos o quejándose indefinidamente cuando uno habla con ellos después de muerto. ¿Y si lo que hizo Platón fue únicamente dar a Sócrates nuevos temas sobre los que reflexionar en el Inframundo, no ya los temas de Homero o Hesíodo, sino aquellos recién inventados por su más devoto discípulo?
Así, la Teoría de la Ideas no sería sino el más precioso regalo jamás hecho por amante alguno a su afable y anciano amado. Los ensayos aquí recogidos, tan vehementes, tan improvisados la mayoría de ellos, se proponen como un intento de ponerse al servicio de algo superior a la autogratificación filosófica como sin duda lo es el entramado del mundo actual, con toda su complejidad, que sin duda subsistirá a la vigencia de la propia filosofía. Si además consiguieran complacer en algo a los viejos maestros de su autor en la eternidad circular y parlanchina de los difuntos, nada más nos quedará ya por pedir…

El beso de la finitud — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El beso de la finitud», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Algunas fuentes indican también que Aristóteles, el cual, desde luego, nunca estuvo ni presintió siquiera la existencia de Japón, se despedía de sus amigos con la expresión “cuida del mundo”. No “cuídate”, sino “cuida del mundo”, y, dentro de él, por supuesto, también a tí mismo. Aristóteles, además, nunca limitó su consideración del valor de lo existente exclusivamente a los humanos, como hacemos hoy en los inicios del s. XXI, ni siquiera únicamente a los organismos vivos, agrandando el círculo, a la manera del movimiento ecologista. Para él, todo era susceptible de perfección. Si hurgas en un viejo caserón y encuentra un cuchillo viejo y mellado, puedes llevar a cabo con él dos líneas de conducta posibles: o bien lo dejas como está, pero exponiéndolo como una romántica obra de arte, o bien lo limpias, lo afilas y lo haces útil de nuevo. Cuidar del mundo, si esa es la opción que finalmente escogiéramos ante el riesgo apocalíptico de una quiebra ecológica y el triunfo subsiguiente del autoritarismo en la Tierra, consistiría en expandir también nuestra atención a todas las realidades no– humanas y hasta no-vivas, como el viejo cuclillo, la calidad del aire o, qué se yo, la Aurora Boreal o la Sucesión de Fibonacci.

El que esto suscribe no es, ni por lo más remoto, ni el gran Aristóteles ni una pequeña flor de cerezo en primavera, qué más quisiera. Pero sí que entiende humildemente que la meta de cada ser (substantivo) es ser (verbo) en su máxima expresión, aunque luego se deteriore y muera, porque incluso muerta habrá servido de ejemplo de que tal objetivo es alcanzable, una y otra vez y para siempre. Los siguientes ensayos, escritos de un modo demasiado personal y bastaste crítico, en el fondo tienen el propósito pacífico y confiado de facilitar un hanami general respecto de ciertas cuestiones filosóficas controvertidas. Sólo espera, pues, que el bondadoso lector le sea en esto favorable…

1Excepto, claro, algo de los haikus clásicos de Matsuo Basho, s. XVII:

Mi mente evoca multitud de recuerdos.

¡Estos cerezos!

La secularización/naturalización de la ciencia

La vulgaridad es un hogar. Lo cotidiano es materno. Después de una incursión larga en la gran poesía, por los montes de la inspiración sublime, por los peñascos de lo trascendente y de lo oculto, sabe mejor que bien, sabe a todo cuanto es cálido en la vida, regresar a la posada donde ríen los tontos felices, beber con ellos, tonto también, como Dios nos hizo, contento del universo que nos fue dado y dejando lo demás a los que trepan montañas para no hacer nada allá en lo alto.

Fernando Pessoa

Propongo un experimento mental fácil y casi tontorrón, a ver si con él consigo mostrar por qué los filósofos no están del todo locos ni se inventan los problemas como piensan, muchas veces sin decirlo expresamente, los legos. Imaginemos un mundo en el que, en efecto, los hechos existan y hablen por sí mismos, de modo que no puedan ser puestos en cuestión por charlatanes, sectas o ideologías políticas. No existirían los tribunales de justicia, para empezar, porque lo que el sospechoso haya cometido o no colgaría de su simple percepción inmediata como el color de su piel o su altura. Llevaría, como dicen en las películas noir, “el crimen pintado en la cara”, y a Bárcenas le pertenecería la propiedad “caja b” tan manifiestamente como su elegante pelo platino. No existiría la ciencia, tampoco, porque bastaría con dirigir tu interés a Venus en un atardecer cualquiera para conocer en el acto, como por una intuición perfecta, que Venus posee el día más largo del sistema solar –243 días terrestres–, que su movimiento es dextrógiro y que en un día venusiano el Sol sale por el oeste y se oculta por el este. No existirían tampoco, por tanto, las escuelas, ni la educación, ni esfuerzo mental alguno. ¿Para qué, si los hechos se manifiestan a sí mismos de modo nítido, inequívoco? Me siento en una silla sabiendo al detalle el número de electrones y protones que la componen, quién se ha sentado en ella antes y en qué vertedero terminará cuando yo ya haya muerto, o quizá mucho antes, a causa de la obsolescencia programada. El futuro... ya no habrá futuro. A la porra también los seguros, la lotería, el fútbol, Aramis Fuster y las ganas de vivir. No existiría el lenguaje, tampoco, haríamos todos como ese personaje de Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, que llevaba en una mochila a su espalda todo lo que necesitaba comunicar a los demás, de manera que sólo tenía que señalarlo con el dedo –pero a ver cómo se señala objeto físico alguno que muestre un “oye, viniendo aquí casi me atropella un coche...” Nada estaría, pues, oculto, y si mi muerte es, como todo, un hecho, es ya, está manifestándose ahora, no habría que esperar, viviría yo en la constancia de su cómo y de su cuándo, igual que en La llegada de Villeneuve. Lo que quiero decir, en fin, por reducción al absurdo, es que resulta evidente que no vivimos en un mundo que consista en una colección de “hechos”, ni hay que entender por “mundo” el conjunto interelacionado de los hechos (“todo lo que es el caso”, decía la proposición del Tractatus), puesto que eso que he descrito muy rápidamente no se parece lo más mínimo al mundo tal y como lo conocemos, por fortuna, y lo que es aún más significativo: de ser así, expulsaría de su seno completamente al ser humano tal y como lo conocemos –vivir de ese modo requeriría la serenidad y la visión de un coro de ángeles…

Es por ello que Martín Heidegger insistió tanto en Ser y tiempo sobre el punto de que Occidente ha tenido la peculiaridad de entender el ser como presencia. Un hecho es algo presente, eso significa precisamente “hecho”: lo dado en este mismo instante –pero en el propio uso del participio ya se adivina que es cosa del pasado, o no podría estar determinado… Y, bueno, quizá haya un Dios para el que todo es dado, como pensaba la Patrística cristiana, o animales que viven como en un “eterno presente”, como decía Borges, pero está claro que nosotros no. Los seres humanos, los mortales, son cosas muy raras: viven en y de la ausencia, en y de lo que no-es, de lo que no está presente ni se ve, y por eso existen los tribunales, la ciencia, las escuelas, la matemática probabilística, el lenguaje, los seguros y el fútbol, porque estamos forzados, no nos queda más remedio, que interpretar la realidad. Es una condición horrible, incierta, angustiosa, si eres un poseur como Jean Paul Sartre, el comunista de salón, pero un extraño privilegio, una revelación del abismo real que subyace bajo toda determinación, un “don” del ser, si lo miras como Heidegger, el odioso nazi. Porque sólo el animal que interpreta su entorno y también a sí mismo erige mundos a base de sus desciframientos, siempre precarios, pero siempre nuevos y fascinantes. Dile tú a un canguro que levante un mundo sobre su pobre base de hechos elementales. Ese mundo estaría compuesto de “salto”, “hembra”, “llueve”, “alimento”, y poco más. En cambio, el Dasein, nosotros, fabrica un coche, fabrica leyes de circulación, y es capaz de comunicarle a un amigo en la calle un no– hecho mediante palabras no-reales, esas que el enfermo de alogía de Swift es incapaz de concebir ni transmitir: “oye, viniendo aquí casi me atropella un coche...” (Heidegger, en su curso de 1929, Conceptos fundamentales de la metafísica, llamaba a las cosas welt-loss, sin mundo, a los animales, welt-arm, pobres de mundo, y al Dasein, welt-bilder, constructor de mundos…).

La filosofía, por tanto, no consiste en buscar “hechos verdaderos”, como si todos los demás fueran falsos o aparentes, o no desde Kant. Consiste más bien en averiguar si a nuestra capacidad de hacer mundos corresponde alguna lógica igual para todo ser pensante. Y, la verdad, no veo por qué tendríamos que renunciar a nuestra sagrada capacidad de levantar mundos porque el tovarisch Lysenko2 fuera un fanático o un vendido del sistema comunista, o porque haya tanto charlatán de pacotilla suelto por el mundo tratando de venderte su humo y a sí mismo lo más caro posible para lo poquito que es, cosa que sucede, sobre todo, y por cierto, en el orbe capitalista. La filosofía occidental ha consistido, durante largos siglos, en el empeño de que un único lenguaje depurado de todo lastre subjetivo –hoy lo llaman “sesgos”– sea apto para identificar, espejear, recoger el mundo único a que está destinado a referirse. Esa era ya, creemos, la pretensión del poema de Parménides en el s. VI a.C., y se trata de una idea fija tan atornillada a nuestra tradición –que es esa misma tradición, esencialmente, capaz de asociarse al Dios de la Biblia hebrea pero que sobrevive tranquilamente a la muerte de tal Dios– que sólo hay que ver cómo se amosca el lógico alemán Gottlob Frege cuando se la pone en cuestión, aunque sea desde la propia matemática y a principios del s. XX, es decir, unos milenios y pico después

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El beso de la finitud»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El beso de la finitud» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El beso de la finitud»

Обсуждение, отзывы о книге «El beso de la finitud» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x