Almas que habéis elegido solo el amor. A cada una de vosotras os dirijo mis palabras de vida eterna. Desde el cielo he venido, por medio de esta mano amiga, escriba del cielo, para deciros de este modo particular cuánto os amo. Cuán bellos son vuestros corazones. Cuánta alegría dais a mi ser. Sois las delicias de mi divinidad. En vuestras mentes santas y vuestros corazones enamorados he hallado mi complacencia. He anidado para siempre. He hecho mi morada santa.
Corazones enamorados. Alegría del cielo. Pasión de la vida. Vosotros sois la salvación del mundo. Sois la esperanza que no defrauda. Sois la garantía de la segunda venida de Cristo, pues yo solo vivo en los corazones ardientes que viven consumidos en el amor divino. Aquellos que han sido incinerados en el fuego del amor hermoso. Los que han llorado ante la falta de amor. Los que han sido quebrantados ante el desamor de un mundo que pide a gritos que le mostréis el amor perfecto, el cual vosotras conocéis muy bien. Vivo también en los corazones que se alegran por poder amar y ser amados. Los corazones que sonríen a la vida aún en medio de los desafíos del mundo, porque en el centro de su ser reconocen que el amor vive en ellos.
Mi morada se levanta también en aquellos que han hecho de la verdad su única realidad, los que han aceptado que son santos, bellos, perfectos. Los que han reconocido su eterna inocencia. Ellos son un regalo del cielo para la tierra. Son los tesoros de mi divino amor, traídos al mundo para que este conozca la belleza de un amor que no tiene contrario. El amor de Dios.
Vosotros que recibís estas palabras, daos cuenta de que sois quienes tenéis una misión sin igual. Vuestra función es ahora traer a vuestras hermanas y hermanos a este lugar al que vosotros habéis llegado. Al lugar donde la libre expresión del poder del amor que sois en verdad se manifiesta en toda su gloria. Un lugar de pura expresión. Un lugar donde cada cual será lo que es en verdad, y expresará esa verdad. Un lugar de libertad y ternura. Un lugar de amplitud. Un lugar de santa aceptación e inclusión. Un lugar de alegría sin fin.
¿Podéis acaso comenzar a imaginar cuántos cuadros bellos serán ahora pintados? ¿Nuevos cuadros, llenos de hermosura y pureza, que antes no existían en la expresión visible del mundo? ¿Podéis ya empezar a imaginar la belleza de las nuevas melodías de amor que serán entonadas, en razón del poder que tiene el amor para crear música? Comenzad ya mismo a saborear de las nuevas poesías que nuevos poetas regalarán al mundo y con ello lo embellecerán. Nuevas expresiones, nunca antes vistas, serán ahora puestas a la vista de todos.
Comienza un tiempo sin igual para la humanidad. El tiempo de la libre expresión del poder del amor. Un tiempo signado por la libertad de ser. Libertad que se manifestará con expresiones muy concretas, todas ellas llenas de amor y bondad. Vosotros que habéis llegado primero entre muchos a este lugar, tomad consciencia de lo que se os está diciendo. Habéis recorrido un largo camino a casa. Un camino que os trajo hasta aquí. Lo habéis hecho porque este lugar al que habéis arribado era el propósito de vuestra existencia en este mundo.
El haber llegado hasta aquí es el medio perfecto para poder ser conscientes de lo que sois. El ser fue creado por amor, nada más. Es extensión de la santidad. Es expresión perfecta de la verdad. No tiene ninguna tarea que hacer. No tiene una misión propiamente dicha. No tiene obligaciones, ni planes de ninguna especie. No busca nada. No desea nada. No necesita nada. Simplemente es. Y porque es, tiene un impulso inherente a expresarse libremente y en armonía con aquello que es. Esa fuerza impulsora del ser lo lleva a crear formas de expresión siempre nuevas, siempre bellas, siempre auténticas. Esta es la razón por la que no existe camino más elevado, que se pueda recorrer, que el camino de ser. Un camino donde lo que eres en verdad se manifiesta plenamente.
Dado que lo que eres ha sido establecido por Dios desde toda la eternidad, solo en la unión de tu corazón con el divino corazón es donde puedes ser tú mismo en espíritu y verdad. Solo en ese amor que procede de Dios, y que es la esencia de tu ser y de todo lo que existe, es desde donde puedes expresarte en verdad. ¿Por qué? Porque eres la verdad, el amor y la vida. Eres el camino.
El mundo no te puede enseñar a ser lo que eres en verdad, porque no te puede enseñar lo que es el amor. Tampoco lo necesitas. El mundo no enseña nada. Nunca tuvo la función de enseñar nada. El mundo es simplemente un escenario donde expresas lo que eres o lo que no eres. Es decir, es como una gran galería de arte donde cada uno de vosotros exponéis vuestras obras. Simplemente eso.
¿Verdad que no tiene sentido que un pintor culpe a la sala de exposiciones por lo que cree que son sus obras? Él mismo las pintó y las expuso, porque no podía dejar de expresarse. El impulso a exhibir lo que emanaba de sí mismo era más fuerte que él, por decirlo de algún modo. Y como era mejor expresarse que no hacerlo, expresó lo que podía conforme al conocimiento de la expresión. Quizá al pintor no le hayan gustado las obras que expuso, las cuales salieron de su corazón, pues este es la fuente de todo ser. Sin embargo, que eso haya ocurrido es un asunto de cuánto el autor de esas obras se ama a sí mismo en verdad y santidad.
Amar lo que eres, es amar también tu expresión. De tal modo que si, en algún momento de tu vida, crees que lo que salió de ti era algo indigno de ser amado, entonces lo que ha ocurrido es que no habías alcanzado la plenitud del amor. Cuando regresas al estado de ser, no puedes más que amar a tu ser, lo cual es lo mismo que decir que amar lo que eres y, consecuentemente, su expresión. Toda expresión que surge de ti es digna de ser amada, en razón de lo que eres. Es en el plano de la expresión donde has tenido tus caídas y donde te has levantado, donde han nacido tus frustraciones y enojos más encendidos. Es en el reino de la expresión donde has encontrado los obstáculos que has percibido como limitaciones a tu voluntad.
No ser el que eres en verdad es una auténtica tragedia. No solo para ti, sino para todo el mundo, pues cada vez que se niega al ser y, por ende, a su expresión, se niega una luz de hermosura y pureza para todos. Crear un nuevo mundo es regalar sin interrupción la expresión del amor que eres. No hay otro modo de crear nada porque, tal como se ha demostrado en esta obra, el amor es el fundamento de la creación y solo el amor crea.
Expresarse y crear es lo mismo. Lo que en este camino haremos es reconocer lo que es necesario para que tomes consciencia de que, en primer lugar, ya estás listo para permitir que tu ser se exprese libremente en unión con la verdad que es siempre verdad. Y, en segundo lugar, que reconozcas que el libre albedrío se te ha dado no para que elijas el amor o no, aunque puedas usarlo para ello, sino que se te ha dado para que elijas conmigo la forma en que expresarás el amor que eres en verdad.
¿Verdad que ahora todo cobra sentido? La idea de que se te había dado la libertad para poder eventualmente negar tu ser es una idea que no tiene ningún sentido, si se la examina bajo la serena luz de la verdad. Si bien es cierto que la mente hizo ese uso de lo que el don de la libertad era, lo cierto es que es un uso indebido. En otras palabras, usar la libertad para elegir no amar es un abuso del poder de ser libres. Nada de eso forma parte del plan de Dios, porque el amor es incapaz de pensar en nada que sea negar su esencia. ¿Con qué fin podría concebir una idea tan alocada?
Se te dijo en reiteradas oportunidades que eras libre, que siempre lo has sido y siempre lo serás. Eso es eternamente verdad. Sin embargo, lo que no se había aclarado lo suficiente es en qué sentido se había promulgado semejante verdad.
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