Él sintió que el corazón le daba un vuelco. Se odiaba por haberlos llevado a ambos hasta aquel punto solo para que todo tuviera que terminar de aquel modo.
– Cielo, no tengo preservativos…
– No importa -dijo Alexis, sonriendo-. No lo necesitas…
Jackson abrió la boca para protestar, pero recordó la conversación que habían tenido sobre los chequeos y su estado de salud, lo que le hizo darse cuenta de que Alexis debía de estar preparada para aquello. El alivio se apoderó de él y, a partir de aquel momento, lo único que le importó fue hacerla suya. Alexis levantó la cabeza y lo sedujo de nuevo con un apasionado beso, haciendo que volviera a colocarse plenamente encima de ella. Con urgencia, se hundió completamente dentro de ella, más profundamente…
Alexis se movía incansablemente debajo de él y emitía sensuales e impacientes sonidos que lo animaban aún más. Empezó a moverse como se lo pedía su cuerpo, con largos y calientes movimientos que le hacían vibrar por dentro. Cuanto más fuerte y más rápido la penetraba él, más la excitaba.
Alcanzó el clímax con rapidez. En el momento cumbre, apartó la boca de la de ella. Alexis se entregó a él sin pedir nada a cambio. Mientras él descansaba apoyado contra el hombro de la joven, se dio cuenta de que, por primera vez en su vida, se sentía vivo y querido… Solo por sí mismo.
El amanecer llegó demasiado temprano para lo que Alexis hubiera querido. ¿Cómo iba a desear que terminara la noche en la que había disfrutado de una de las experiencias más sensuales de toda su vida? Aquello había sido precisamente lo que había querido encontrar cuando había reservado su billete para ir a Fantasía de Seducción.
Suspiró de plenitud y se acurrucó contra Jackson. El calor y el aroma que exhalaba, el contacto entre sus cuerpos, y el embriagador aroma que les había dejado su noche de pasión hizo que la piel le palpitara nuevamente de deseo. Rápidamente, se apoderó de ella el deseo de volver a empezar, a pesar de que en el curso de aquella noche habían satisfecho todos los anhelos que pudieran tener.
Suavemente, le colocó la mano sobre el corazón y disfrutó de aquel momento de intimidad con el hombre que le había hecho sentirse tan plena y tan completa en un periodo de tiempo tan breve. Notaba sus latidos constantes y relajados y veía cómo la mano se le levantaba suavemente con su respiración, que era profunda y relajada. Alexis sonrió. Ella también se sentía igual de satisfecha y de saciada.
A pesar de que la noche les había dado momentos para dar y recibir, Alexis estaba segura de que había conseguido darle a Jackson bonitos recuerdos que reemplazaran los dolorosos recuerdos que él le había confesado al atardecer. A cambio, Jackson le había demostrado lo maravilloso que era hacer el amor y Alexis había sentido que, en algún momento de la noche, se había enamorado irremisiblemente de Jackson. Era exactamente el hombre sincero, atractivo… que no se había dado cuenta de que estaba buscando hasta que no lo había encontrado.
A pesar de que aceptaba aquellos sentimientos, sabía que no podía pedir nada. No sabía los motivos que habían llevado a Jackson a la isla ni cómo encajaba ella en su fantasía. Nunca había habido promesas entre ellos, solo la del placer, y esa la habían cumplido con creces. Un compromiso futuro resultaba poco probable considerando que vivían a miles de kilómetros de distancia, pero, ¿y si ella había quedado embarazada?
Sin duda, concebir un hijo había formado parte de su fantasía, pero había sido lo último que le había ocupado la mente durante la noche anterior. Su única preocupación había sido que Jackson se olvidara del dolor del pasado y poder darle algo en lo que confiar y en lo que creer. Era a partir de aquel momento cuando debía pensar en las consecuencias emocionales de un embarazo.
Si descubría que estaba embarazada, sentía que debía decírselo a Jackson, aunque sin pedirle nada, sin ataduras y sin esperar nada de él. Reconocía que se había equivocado al creer que podía quedarse embarazada sin decírselo al padre. A pesar de lo que había pensado en un primer momento, no podía arrebatarle algo tan importante a Jackson, sobre todo cuando había carecido de tantas cosas a lo largo de su vida.
Sin embargo, hasta que pudiera confirmar al cabo de unas pocas semanas si estaba embarazada o no, no había nada que pudiera hacer. Solo le quedaban dos días con Jackson y pretendía aprovecharlos al máximo para poder estar segura al final de sus vacaciones de lo que sentía por él.
Jackson se estiró a su lado y se giró, abrazándola al mismo tiempo. Alexis esperó que él anunciara de algún modo que estaba despierto, pero Jackson volvió a quedarse dormido. Ella se relajó entre sus brazos y saboreó el momento. Sabía que todo aquello pasaría demasiado rápidamente. De repente, sin poder evitarlo, susurró las palabras que le inspiró su corazón:
– Te amo…
No se sorprendió en absoluto de que aquel sentimiento se le escapara de los labios con tanta naturalidad como si se lo hubiera estado diciendo a Jackson durante años.
«Te amo».
Cinco horas más tarde, las palabras de Alexis todavía resonaban con claridad en la mente de Jackson. Estaban ya de nuevo en la isla y él se dirigía a su bungalow , después de haber dejado a Alexis en el hotel, con la promesa de volver a reunirse con ella una hora más tarde para comer. Cuando la oyó pronunciar aquellas palabras, estaba en un delicioso duermevela. Al principio, había creído que había estado soñando, pero luego había comprendido enseguida que todo era verdadero.
Alexis estaba enamorada de él. Ya había conseguido exactamente lo que quería para llevar a cabo su fantasía. Tenía la implicación sentimental que había estado buscando. Lo único que le quedaba por hacer era decirle quién era y marcharse. Ya tenía la venganza que había buscado desde un principio, entonces, ¿por qué se sentía decaído en vez de victorioso?
Conocía perfectamente la respuesta a aquella pregunta. Llevaba días luchando contra sus propios sentimientos. En algún momento, su sed de venganza se había enredado con sentimientos hacia Alexis, por lo que ella se había convertido en un ser demasiado importante como para herirla tan vilmente. No podía viciar el regalo que ella le había dado solo por el robo de un código. No tenía pruebas físicas de su inocencia, pero su instinto le decía que así era. Dado que la conocía ya tan íntimamente, podía decir con toda seguridad que aquel acto de piratería no encajaba con su generosa personalidad.
Al principio, se había dejado llevar por su ira y no le había otorgado el beneficio de la duda, pero en aquellos momentos sí estaba dispuesto a concedérselo. Lo único que podía hacer era tratar de rectificar lo que había hecho… y rezar para no perder a Alexis en el proceso.
Muy agitado, se sacó la llave del bolsillo trasero y la introdujo en el mecanismo de la puerta del bungalow . Fuera cual fuera el modo en que analizara la situación, no podría evitar que, tarde o temprano, ella descubriera quién era. Alexis no era tonta y muy pronto sumaría dos y dos se daría cuenta de por qué había ido tras ella a la isla. Lo único que podría hacer en ese caso era reaccionar con sinceridad. Cuándo y cómo eran otro asunto, pero sabía que tendría que divulgar la verdad si quería tener alguna oportunidad de salvar su relación.
Su relación. Esperó que la noción de querer algo más duradero con Alexis le provocaría miedo en el corazón, pero lo único que temía era que ella lo odiara cuando lo descubriera todo. Tendría todo el derecho para despreciarlo por el modo en que la había engañado. Él conocía muy bien el dolor que provocaba la mentira.
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