Liz Fielding - Amores Olvidados

Здесь есть возможность читать онлайн «Liz Fielding - Amores Olvidados» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Amores Olvidados: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Amores Olvidados»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tenía que luchar por el hijo que hasta hacía poco no había sabido que tenía…
Fleur Gilbert y Matt Hanover se habían casado en secreto, creyendo que el amor que sentían el uno por el otro podría acabar con la disputa que enfrentaba a sus familias. Pero se habían equivocado.
Seis solitarios años más tarde, Fleur había dejado de soñar con volver a ver a Matt. Sin embargo, Matt no había podido olvidarla… ni perdonarla. Y cuando se enteró de que su matrimonio de una sola noche había dado como resultado un hijo al que no conocía, decidió recuperar al niño… ¿Y a su mujer?

Amores Olvidados — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Amores Olvidados», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Matt apartó la mano de su boca y ella se sintió… sola, abandonada.

– ¡Idiota! ¡Qué susto me has dado!

Fue lo primero que se le ocurrió. No sabía qué decir.

– ¿Qué es esto? -preguntó él, quitándole la linterna.

– Una linterna, ¿no lo ves? Pero creo que se están acabando las pilas.

– ¿Y te atreves a llamarme idiota? ¿Cómo se te ocurre venir por el camino casi sin luz?

Fleur llevaba todo el día preguntándose qué podrían decirse cuando se encontraran. A pesar del tono de la carta y la conversación por teléfono, había tenido la esperanza de que, cuando se vieran, todo fuera como antes. Pensó que él había elegido el granero como sitio de encuentro no para hacerle daño, sino para recordar los momentos más felices de su vida…

Pero nunca se le habría ocurrido que iban a empezar la conversación discutiendo.

– Yo también me alegro de verte -dijo por fin.

– Podrías haberte roto una pierna.

– O el cuello, que sería peor. Aunque no creo que te importase mucho.

– Claro que me importaría -replicó él-. Porque me gustaría tener el placer de retorcértelo yo mismo.

Matt no esperó respuesta y, dándose la vuelta, empezó a caminar hacia el granero.

Y ella debería haberse dado la vuelta en dirección contraria, pensó. Pero, ¿para qué? A menos que quisiera llevarse a Tom de allí y estar huyendo toda su vida…

No, imposible. No había podido abandonar a su padre seis años antes, cuando Matt apareció en su puerta con las maletas hechas, exigiendo que se fuera con él y que dejara a su madre moribunda en el hospital, a su padre a punto de perder la cabeza…

Ni lo hizo entonces ni podía hacerlo ahora, cuando todo dependía de ella.

No sabía cuáles eran los planes de Matt, pero sí sabía que estaba a su merced en lo que se refería a Tom.

Él abrió la puerta del granero, pero no sonó como antaño, cuando estar allí con Matt era como estar en el cielo.

No, sonaba como un mal augurio.

– Todo está igual -murmuró, cuando Matt encendió una lamparita de gas.

– La lámpara es nueva. La vieja estaba rota.

– Ah, has venido antes. No pensé…

– Supongo que tenías otras cosas en la cabeza. ¿Dónde se supone que estás esta noche?

Siempre le hacía esa pregunta cuando eran novios y, por un momento, Fleur pensó que todo iba a salir bien. Casi esperaba que se echara a reír, que la abrazara, que maldijera al destino que los había separado, que le pidiera perdón, que le dijera que había sido un estúpido por marcharse y dejarla sola… Que le dijera que nunca había dejado de amarla.

Pero Matt no se movió. Estaba frente a ella, con las manos en los bolsillos del abrigo oscuro.

Parecía un extraño. Y mayor. Sí, los dos eran mayores. Había pasado una vida entera en seis años, desde que se miraron a la cara y descubrieron que el amor no era suficiente.

Pero mientras ella había envejecido en seis años, él… él estaba más atractivo. Tenía algunas canas en las sienes y arruguitas alrededor de los ojos, pero eso le daba carácter. Incluso cuando era el niño al que veía desde su ventana, Matt Hanover hacía que todas las chicas del pueblo volvieran la cabeza.

Iba bien vestido, con un caro abrigo de cachemir y parecía más seguro de sí mismo, incluso arrogante. Quizá no hubiera cambiado tanto, pensó, recordando cómo la había convencido para que se casaran en secreto, cómo la había convencido de que era lo único que podían hacer.

Pero había cambiado. Aquel hombre no era el Matt Hanover con el que ella se había casado. No tenía nada que ver con la imagen que había conservado en su cabeza y en su corazón durante seis largos años. Ahora era un hombre y, por el brillo de sus ojos, parecía un hombre inflexible.

– Supongo que no le habrás dicho a tu padre que habías quedado conmigo.

– No, claro que no. Le he dicho que… había quedado con otra persona.

– ¿Alguien que yo conozca?

– ¿Te acuerdas de Sarah Duncan?

– ¿La chica a la que le gustaban tanto los caballos?

– Sí. Se casó con Sam Carter.

– ¿Y se supone que has quedado con ella?

– Sí. Así que no puedo estar aquí mucho rato -contestó Fleur.

– No tendremos que quedarnos mucho tiempo.

Ella levantó la mirada y Matt cometió el error de mirarla a los ojos. Y descubrió que esos ojos verdes seguían hechizándolo. Que por mucho tiempo que hubiera pasado, por mucho que ella lo odiara, sólo tenía que mirarlo para tocarle el corazón. Y el alma.

Había pensado que sería inmune, que no sentiría nada por Fleur. Debería haberlo dejado todo en manos de los abogados, mantener las distancias…

– ¿Y qué excusa has puesto tú? -preguntó Fleur.

¿Excusa? Le habría gustado decir que ya no tenía que buscar excusas, que hacía lo que le daba la gana con su vida.

Y hasta veinticuatro horas antes eso era verdad, pero volver a casa era como volver atrás en el tiempo. Todo era como antes. Nada había cambiado.

Su madre, el padre de Fleur… los dos eran víctimas. Deberían haber llorado uno sobre el hombro del otro, pero… En lugar de eso, el accidente se había convertido en un veneno que afectaba todo lo que tocaban. Incluso a aquellos tan tontos como para pensar que eran inmunes.

– Fui a buscar las llaves de la casa que he alquilado antes de venir aquí. Supongo que mi madre piensa que voy a pasarme la noche haciendo inventario.

– ¿No vives con tu madre?

– No.

– ¿Y no se ha llevado un disgusto? Llevas muchos años fuera de casa.

– No he venido aquí por mi madre. He venido por mi hijo. Esto es entre nosotros, Fleur.

– Yo soy una Gilbert y tú eres un Hanover, de modo que esto no puede ser sólo entre nosotros, y tú lo sabes -replicó ella.

– Tú también eres una Hanover, te guste o no. Y quiero que sepas que lo de la custodia del niño lo he dicho en serio.

– ¿Piensas pedir la custodia? ¿De verdad crees que un juez te la daría?

– Estoy seguro. Cuando tu padre tenga que declararse en bancarrota y perdáis la casa y el negocio, el juez no tendrá más remedio que darme la custodia del niño.

– No vamos a declararnos en bancarrota. Además, tú me abandonaste, Matt. Nos abandonaste al niño y a mí.

Matt iba a contestar con toda la rabia que llevaba guardada dentro, pero decidió que el silencio jugaría a su favor.

– Puedes ver a Tom, eso sí -siguió diciendo ella-. Pero ningún juez en el mundo daría la custodia de un niño a un padre al que no conoce de nada.

– ¿Estás segura? Entre el hogar que yo puedo ofrecerle y un albergue de la comunidad, ¿qué crees que diría un juez?

– Eso no va a pasar -repitió Fleur, aquella vez con la determinación de una madre protegiendo a su hijo.

Matt pensó que debía tener cuidado. Lo último que deseaba era asustarla.

– Podríamos llegar a un acuerdo. Un divorcio y nuestro hijo a cambio de que yo pague todas tus deudas.

– No estoy interesada en un divorcio y no pienso darte a mi hijo.

A pesar de todo, Matt tuvo que sonreír. Parecía una tigresa defendiendo a su cachorro.

– Deberías pulir un poco tu habilidad como negociadora, Fleur.

– Tu hijo no es negociable.

Su hijo. ¿Se daba cuenta de lo que había dicho? ¿Que había dado el primer paso para darle lo que él quería?

– Vamos a tener que llegar a un compromiso, Fleur. Dime, ¿qué puedes ofrecerme?

– Derechos de visita.

– ¿Dos fines de semana al mes? ¿Puedo llevármelo a Hungría en verano? ¿Qué pasa en su cumpleaños, en Navidad?

Fleur se puso pálida.

– Necesitará tiempo para acostumbrarse a ti. Y eso lo decidirá el niño.

– ¿Con tus consejos?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Amores Olvidados»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Amores Olvidados» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Amores Olvidados»

Обсуждение, отзывы о книге «Amores Olvidados» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x