Lucy Gordon - Una vida despreocupada

Здесь есть возможность читать онлайн «Lucy Gordon - Una vida despreocupada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una vida despreocupada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una vida despreocupada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A Jane le producía una gran satisfacción ser la directora más joven de una sucursal del banco Kells y trabajaba mucho… hasta que Gil Wakeman le pidió: primero, un préstamo, y segundo, que compartiese con él una vida despreocupada. Y a Jane la tentaron ambas cosas…
Pero la vida de Gil resultó ser menos romántica de lo que Jane había esperado. Tenía que convivir en la caravana con un hombre endemoniadamente atractivo y su adorable perro de caza, Perry. Uno, le robaba los bocadillos, el otro estaba a punto de robarle el corazón…

Una vida despreocupada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una vida despreocupada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Voy a llamarlo.

– Hazlo, pero dile que no venga aquí. Sarah necesita tiempo para ella.

Jane colgó mientras se preguntaba por qué nunca había notado lo pedante que era su hermano George.

Pronto descubrió que ir corriendo a ver a su esposa era lo último en lo que Andrew estaba pensando. Llamó diez minutos más tarde para preguntar:

– ¿Cómo está?

– Está perfectamente bien.

– Estupendo -y colgó.

Jane esperó. Tras un minuto exacto, el teléfono volvió a sonar.

– No me hablo con ella -declaró Andrew sin preámbulos.

– Estupendo, porque ella tampoco te habla -dijo Jane, exasperada.

– Pues bien, no me hablo con ella y puedes decírselo de mi parte.

– No le puedo decir nada porque está dormida.

– ¡Dormida! ¿Cómo puede dormir cuando nuestro matrimonio acaba de derrumbarse? Siempre he dicho que esa mujer no tenía corazón.

– Cuando se despierte, ¿quieres que le dé el mensaje?

– Sí. Dije que no me hablo con ella.

La línea se cortó.

Dudando de si echarse a reír o a llorar, o de golpearse la cabeza contra la pared, Jane se quedó mirando el teléfono con indignación. Al momento, volvió a sonar. Era su hermana Kate.

– George me ha dicho que…

Después de aquella llamada, el teléfono no dejó de sonar. La noticia de que Sarah se había ido a casa de Jane había corrido por toda la familia, y todos llamaron para expresar su horror y ofrecer consejos. Con diferentes palabras, todos dijeron lo mismo: su mundo ordenado se había derrumbado, dejándolos atónitos y escandalizados.

Eran casi las dos de la mañana cuando Jane, por fin, se acostó. Aunque cansada, permaneció despierta mucho tiempo y deseó poder hablar con Gil. Estaba segura de que un espíritu libre ofrecería un punto de vista diferente sobre la situación.

Se despertó más tarde que de costumbre y encontró a Sarah, muy bien arreglada, dejando una taza de té encima de la mesilla de noche. De la cocina salía un olor delicioso.

– Anoche llamó Andrew.

– No me hablo con él -dijo Sarah al instante.

– No te preocupes, él tampoco se habla contigo -Jane se preguntó si no estaría en un jardín de infancia sin saberlo.

Mientras desayunaban, Sarah dijo:

– Hoy me voy a Londres, necesito ropa nueva.

– Londres es una ciudad que cansa mucho -objetó Jane-. ¿No seria mejor que…?

– No, no sería mejor -interrumpió Sarah con firmeza-. Tengo setenta años, no ciento setenta.

– Pero hay unas tiendas muy buenas en Wellhampton.

– Jane, querida, llevo cincuenta años con una astilla clavada en la carne, no me digas que me la he sacado para meterme otra.

– ¿Una astilla en la carne? -repitió Jane muy ofendida-. ¿Yo?

– Si no tienes cuidado, te vas a hacer muy seria demasiado joven.

Un comentario que se parecía mucho a lo que Gil le había dicho.

– La seriedad es algo propio de nuestra familia -le recordó a Sarah con gesto defensivo-. ¿Y de quién es la culpa?

– De tu abuelo, no intentes echármela a mí.

Jane se quedó sin habla.

Llevó a su abuela a la estación de ferrocarril.

– Volveré a casa a tiempo para preparar una buena y sólida cena -le prometió su abuela.

Y desapareció antes de que Jane tuviera tiempo de explicarle que no tomaba cenas sólidas.

A media mañana, llamó a Andrew a su cómodo bungalow junto al río donde él y Sarah habían vivido durante los últimos diez años. Su abuelo parecía animado y contento.

– Acabo de comprarme un barco -anunció su abuelo-. Una pequeña lancha, siempre he querido tener una.

– No lo sabía.

– Hay muchas cosas que siempre he querido tener y, ahora que estoy libre, voy a tenerlas.

– ¿No te parece que un barco es demasiado ejercicio para ti?

Andrew se echó a reír.

– No me voy a lanzar a un viaje en vela. Lo quiero para recibir visitas de mujeres jóvenes.

Jane respiró profundamente. La situación era peor de lo que había imaginado.

– No sé qué va a decir Sarah de eso -dijo Jane, tratando de hacer una broma.

– No tiene nada que decir, ha sido ella quien ha puesto fin a nuestro matrimonio, no yo. Y lo mejor que ha hecho en su vida. Ahora voy a empezar a disfrutar de verdad. Vino, mujeres, música y nadie que me diga: «no hagas eso, te sienta mal». Dile que me las estoy arreglando estupendamente sin ella. ¿Está bien?

– Sí, está bien. También ella quiere pasárselo bien.

– No me interesa. Y no pronuncies su nombre delante de mí.

– De acuerdo, no lo haré.

– Ya verás que pronto viene corriendo a casa, apuesto a que está sentada al lado del teléfono esperando a que la llame,

– No, se ha ido a Londres a comprarse ropa.

– Te lo he dicho, no me interesa lo que haga. Si es todo lo que tienes que decirme, voy a colgar. Estoy esperando la visita de una amiga.

– ¡Dios mío, dame paciencia! -murmuró Jane, mientras colgaba el auricular.

Tenía miedo de que Gil no estuviera cuando aquella tarde fue a buscarlo. Pero, con alivio, vio su caravana bajo los árboles.

Tan pronto como llamó a la puerta, Gil sacó la mano, la agarró y la metió dentro. Al instante siguiente, Jane se encontró en sus brazos.

– Tenía miedo de que no vinieras -murmuró él junto a sus labios.

– Y yo tenía miedo de que no estuvieras aquí.

Con la respiración entrecortada, Gil la soltó.

– Mira, he pasado parte de la tarde arreglándolo todo -anunció él, señalando la mesa.

Jane lanzó un gemido de placer al ver la elegante mesa que Gil había preparado para dos.

– Oh, Gil, lo siento, pero no puedo.

– Claro que puedes.

– No en serio. Mi abuela me está esperando para cenar, ha preparado una cena especial. Verás, anoche, cuando llegué a casa, ella estaba allí. Ha dejado a mi abuelo y toda la familia anda loca porque habían estado preparando una fiesta sorpresa para celebrar sus bodas de oro. Se ha ido a Londres a comprar ropa nueva y mi abuelo se ha comprado un barco para recibir en él a mujeres jóvenes.

– ¡Eh espera un momento! Tranquilízate. No entiendo nada.

– Ni yo tampoco -dijo ella, enfadada-. Se están comportando como dos niños. Mi abuelo dice que no se habla con ella y ella dice que no se habla con él. Los dos tienen más de setenta años y lo único que dicen es: «jQué asco! Qué horror!»

Gil sonrió maliciosamente.

– Si llevan juntos tantos años, deben estar ya listos para decir: «¡Qué asco! ¡Qué horror!» -observó él-Probablemente se han dicho todo lo demás docenas de veces.

– No docenas de veces, miles de veces. Sarah dice que si vuelve a oír la anécdota preferida de mi abuelo acabará en un manicomio.

– Me parece lógico.

– Es un encanto. Me temo que tengo que darle prioridad en estos momentos.

– ¿Quieres decir que no vamos a estar juntos esta noche? -preguntó él, desilusionado.

Jane estaba a punto de decirle que no cuando, de repente, se le ocurrió una idea brillante. Si Sarah conocía a Gil, inmediatamente le produciría una mala impresión y ello la haría volver en sí.

– No, creo que deberías venir conmigo a cenar a casa. Sarah siempre cocina para un regimiento.

– Me pilla un poco de sorpresa -Gil sonrió burlonamente y a Jane le dio un vuelco el corazón-. No querrás utilizarme para algo, ¿verdad?

– Claro que no. Es sólo que… -Jane vaciló, no sabía cómo decirlo con palabras.

– Es sólo que, al verme, se horrorizará y se dará cuenta de que no está pisando tierra firme, ¿no?

– Bueno, no es exactamente… eso.

– Cielo, podría divertirme mucho dejándote explicar qué es exactamente -dijo él con una ronca carcajada-, pero no es necesario. Además, no me importa que me utilices como una terrible muestra del problema en el que podría estarse metiendo. ¿Estoy vestido suficientemente horrible para tu abuela?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una vida despreocupada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una vida despreocupada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Una vida despreocupada»

Обсуждение, отзывы о книге «Una vida despreocupada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x