– Cuando volvamos, organizaremos una boda de verdad, con toda la familia y los amigos. Pero no quiero esperar ni un segundo más para ser tu mujer.
– Mi sueño se está haciendo realidad.
– Espero que incluya tener hijos, porque Kevin y yo hablamos a corazón abierto cuando tú no estabas.
– ¿Ah, sí?
– Sí. Cuando le dije que yo siempre había querido tener hermanos, me dijo que a él le pasaba lo mismo -los ojos de Gideon se iluminaron-. Dice que su madre no quiere tener más hijos, pero sabe que tú sí quieres. Estoy convencida de que era su forma de decirme que le parece bien que nos casemos.
Gideon la asió por los brazos y se los acarició.
– Esto cada vez se pone mejor. La verdad es que quiero dejarte embarazada enseguida -le tembló la voz al decirlo.
– Yo también lo estoy deseando. Pero hay un problema. No sé si Kevin está preparado para que nos vayamos de luna de miel.
– Sé que no lo está, pero vivir contigo será como estar de luna de miel.
– Bueno -musitó ella-, entonces prepárate para que te quieran como no te han querido nunca. Habrá días que te encierre en la habitación para que no te vayas a trabajar.
– Heidi… -sus ojos brillaron.
– Es verdad. Mientras escuchaba los comentarios del juez, me di cuenta de lo hermosa que es la vida. No hay ni un momento que perder. A menos que quieras que trabaje, no pienso dar clases este otoño. Embarazada o no, me quedaré en casa con Kevin y contigo. Estoy dispuesta a mimar a mi detective privado todo lo que quiera.
Heidi lo besó, ofreciéndole una muestra de los placeres que los aguardaban.
* * *
El viernes por la tarde, Gideon le entregó un premio a Bob, el alumno que había sacado mejor nota en el examen que habían hecho tras la charla del forense. El diccionario de bolsillo de términos legales y policiales causó inmediata sensación.
Cuando disminuyó el bullicio, Gideon dijo:
– Si recordáis, Heidi nos leyó una sinopsis acerca de una mujer que se consumía en prisión. Esa mujer había sido acusada falsamente de matar a su hermana. En aquel momento, Heidi no sabía aún el final de la historia -todos asintieron y comentaron lo emocionante que les había parecido aquella historia-. Pero sé de buena tinta que ya la ha acabado. ¿Heidi? Espero que no te importe que lo haya contado, pero estoy seguro de que el resto de la clase quiere saber cómo termina tu historia.
Su mujer desde hacía tres maravillosos días y noches le lanzó una mirada de sorpresa antes de ponerse en pie. Gideon contempló su pelo rojizo, que le caía reluciente sobre los hombros, y recordó que, apenas dos horas antes, había enterrado la cara en aquella hermosa cabellera, después de hacer el amor.
– Bien, así es como acaba mi historia. Aquella mujer llamada Dana tenía una amiga que creía en su inocencia. Como por milagro, su amiga, una profesora, se enteró de que un detective de homicidios estaba dando un curso nocturno de criminología en su aula. Así que se unió a la clase con la intención de aprender cómo se llevaba a cabo una investigación criminal Pero se enamoró perdidamente del guapo detective y de su hijo -todos empezaron a sonreír-. Por pura bondad, el detective le dijo que investigaría el caso si ella aceptaba ser su ayudante. En menos de una semana, el detective le dio la vuelta al caso, y Dana Turner es ahora una mujer libre -dijo con lágrimas en los ojos-. Al parecer, su hermana, Amy, tenía un tumor cerebral que había trastornado su mente y que la empujó a las drogas. Acabó suicidándose, pero lo dispuso todo de modo que pareciera que su hermana la había asesinado. Desde el principio, el detective sospechó que era drogadicta. Insistió en que se realizara la autopsia, que no se había hecho en el momento de la muerte porque la familia no soportaba que el cuerpo de su hija fuera mancillado. Sin embargo, el detective convenció a los padres de Amy de que era necesario hacerla para averiguar la verdad, y le pidió al mejor forense del condado que se encargara de realizarla. El informe de la autopsia desveló que se había encontrado un tumor cerebral y rastros de morfina en el hígado. Ello demostró que la víctima murió por una sobredosis de heroína, y no por intoxicación de monóxido de carbono, como afirmaba el primer informe médico.
Emily alzó la mano.
– Estás hablando de ti y del detective Poletti.
– ¡Sí! -exclamó Nancy.
– ¡Lo sabía!
– ¡Todos lo sabíamos! -gritó Carol.
Heidi miró a Gideon con adoración.
– Me da miedo pensar qué habría ocurrido si Gideon no hubiera aceptado sustituir a Daniel Mcfarlane. Gracias a que nos conocimos, ahora mi amiga es libre para seguir con su vida, y yo he encontrado al hombre de mis sueños. Ahora mi apellido es Poletti. Gideon y yo nos casamos el martes por la noche. Por eso tuvo que cancelar la clase del miércoles. Kevin iba a venir, pero al final prefirió irse a pescar con mi padre, su nuevo abuelo.
Todos rompieron a aplaudir y luego se levantaron de sus sillas y abrazaron a Gideon y a Heidi para felicitarlos. En medio de aquel tumulto, Heidi miró a Gideon.
– Te quiero -musitó en voz muy baja.
Gideon susurró las mismas palabras, y comprendió que su vida no podía ser más feliz.
Cuando la clase acabara, llevaría a Heidi a casa de Daniel. Ya era hora de presentársela y de darle las gracias por haberle ofrecido la oportunidad de encontrar a su alma gemela.
Ya se imagina a Daniel diciendo:
– Sé que en realidad no querías sustituirme. Pensabas que el curso sería un tostón. Así aprenderás a respetar mi regla número uno: nunca dar nada por sentado.
***