– Al, al menos cincuenta – susurró – pero es un tirador formidable.
– ¿El mayordomo?
– Sirvió en el ejército – explicó ella – en las Colonias. Creo que le fue concedida una medalla al valor.
– Solo me pasa a mi – murmuró Blake – supongo que no es tan hábil con un arco y una flecha.
– Toma, no, pero yo lo vi una vez lanzando a un árbol con un cuchillo desde veinte pasos.
– ¿Qué? – Blake juró por lo bajo, otra de esas espléndidas maldiciones creativas que tanto la impresionaban.
– Estoy de guasa – dijo ella rápidamente.
El cuerpo de él se tensó completamente de furia
– Este no es el momento ni el lugar para…
– Si, ya me he dado cuenta – refunfuño.
James apareció por la esquina, andando sobre sus manos y sus rodillas, mirandolos con interés.
– No tenía ni idea de que os estabais divirtiendo tanto aquí.
– Nosotros no nos estamos divirtiendo – Blake y Caroline sisearon al unísono.
James hizo un gesto negativo con su cabeza con tal solemnidad, dejando claro que se estaba burlando de ellos.
– No, obviamente no. – entonces centró su mirada en Blake, que todavía permanecía tumbado sobre Caroline – Volvamos al trabajo, el mayordomo se ha ido a su habitación.
– ¿Estás seguro?
– Vi la luz desaparecer del salón, después se fue por las escaleras.
– Hay una ventana en el hueco de la escalera – explicó Caroline – podéis verla desde el lado sur.
– Vale – dijo Blake rodando para quitarse de encima de ella y agachándose – Volvamos al trabajo abriendo esas ventanas.
– Mala idea – dijo Caroline. Ambos se volvieron a mirarla, y en la oscuridad ella no podía estar segura si sus expresiones eran de estar interesados o desdeñosas.
– Farnsworth os oirá desde su habitación – dijo – solo son dos pisos y desde que hace calor, lo más probable es que él haya abierto las ventanas; si se le ocurre mirar hacia afuera, lo más seguro es que os vea.
– ¿Podrías habernos dicho esto antes de que intentáramos entrar por la fuerza? – dijo Blake bruscamente – aún te puedo llevar de regreso.
Ella respondió cortante.
– ¿Cómo? Gracias, Caroline – dijo ella sarcásticamente – es muy considerado de tu parte. Claro, de nada, Blake, no es ningún problema ayudarte.
El no parecía divertido.
– No tenemos tiempo para bromas, Caroline. Dinos que hacer.
– ¿Podéis forzar una cerradura?
Parecía ofendido porque ella incluso lo preguntara
– Por supuesto, Riverdale es el más rápido, creo.
– Estupendo. Seguidme.
Él apoyó su mano fuertemente sobre el hombro derecho de ella.
– Tú no vas a entrar.
– ¿Supongo que debo permanecer aquí fuera yo sola? ¿Donde cualquiera que pase me reconocería y me volvería a llevar con Oliver? Por no hablar de ladrones, bandidos,…
– Disculpa, Caroline – la interrumpió James – pero nosotros somos los ladrones y bandidos en este pequeño escenario.
Caroline contuvo la risa.
Blake estaba furioso.
James miró de un lado a otro a los dos con abierto interés. Finalmente dijo
– Ella lleva razón, Ravenscroft, no podemos dejarla sola aquí fuera. Dirige, Caroline.
Blake pronunció maldiciendo que parecía echar sapos y culebras, pero caminó penosamente tras James y Caroline sin comentar nada más negativo.
Ella los llevó a una puerta lateral parcialmente oculta por un gran arce inglés. Entonces se agachó y puso su dedo sobre sus labios, indicando que debían permanecer quietos. Los dos hombres la miraron con confusión e interés mientras ella se enderezaba y golpeaba la puerta con su hombro, oyeron abrir un picaporte, y Caroline balanceando la puerta abierta.
– ¿El mayordomo no habrá oído esto? – preguntó James.
Ella negó con la cabeza.
– Su habitación está demasiado lejos. La única persona que vive en este lado del pasillo es el ama de llaves, y ella es totalmente sorda. Yo he salido y entrado furtivamente de esta manera muchas veces. Nunca me pilló nadie.
– Podrías habernos dicho esto antes – dijo Blake.
– No lo has entendido bien. Tienes que golpear la puerta exactamente así. Me llevó semanas aprender.
– ¿Y que hacías escapando furtivamente por las noches? – le reclamó.
– Eso no es asunto tuyo.
– Te convertiste en asunto mío cuando te quedaste a vivir en mi casa.
– Vale, ¡ yo no me habría trasladado, si tú no me hubieras raptado !
– No te habría raptado si tú no hubieras estado deambulando por medio del campo, sin pensar en tu propia seguridad.
– Seguramente estaba más segura en el campo que lo estuve en Prewitt Hall, y tú bien lo sabes.
– Tú no estarías a salvo ni en un convento – murmuró él.
Caroline puso sus ojos en blanco
– Si eso no es lo más ridículo… Oh, no importa, si estás tan molesto porque yo no te dejé abrir la puerta, venga, la cerraré de nuevo y podrás intentarlo.
Él dio un paso amenazador hacia delante
– ¿Sabes? si yo te estrangulara ahora mismo, no habría ningún tribunal en este país que no me absolviera.
– Si ambos enamorados pueden dejar de hablarse en tono brusco – cortó James – me gustaría investigar el estudio antes de que Prewitt vuelva a casa.
Blake miró enfurecido a Caroline como si todo el retraso fuera por su culpa, lo que la llevó a sisear
– No olvides que si no fuera por mí…
– Si no fuera por ti – le respondió – sería un hombre muy feliz.
– Estamos perdiendo el tiempo – les recordó James – vosotros podéis permanecer aquí, si no paráis de discutir, pero yo voy a investigar el salón.
– Yo iré delante – anunció Caroline – puesto que me sé el camino.
– Tú irás detrás de mí – la contradijo Blake – y me dirás hacia donde nos dirigiremos.
– Por el amor de Dios – soltó James finalmente – mostrando la exasperación en cada fibra de su cuerpo – yo iré delante, si los dos cerráis el pico. Caroline, sígueme y me vas guiando. Blake, tu protégela por detrás.
El trío se encaminó hasta entrar en la casa, asombrosamente sin pronunciar otra palabra salvo las instrucciones susurradas por Caroline. Pronto se encontraron enfrente de la puerta del salón del ala sur. James sacó una extraña herramienta plana y la metió en la cerradura.
– ¿Esa cosa en realidad funciona? – susurró Caroline a Blake.
Él afirmó con un movimiento de cabeza brusco.
– Riverdale es el mejor, el puede forzar una cerradura con más rapidez que cualquiera, mira, observa, tres segundos más, uno, dos…
Clic. La puerta de pronto se abrió.
– Tres – dijo James con una sonrisa ligera de satisfacción hacia sí mismo.
– Bien hecho – dijo Caroline.
El se giró para sonreírle.
– Nunca he encontrado una mujer o una cerradura que se me resista.
Blake murmuró algo entre dientes y pasó delante de ellos a grandes zancadas
– Tú – dijo volviéndose y señalando a Caroline – no toques nada.
– ¿Quieres que te diga también lo que Oliver no quería que tocara? – preguntó con una sonrisa evidentemente falsa.
– No tengo tiempo para juegos, señorita Trent.
– Oh, nunca se me ocurriría hacerte perder el tiempo.
Blake se volvió hacia James.
– Voy a matarla.
– Y yo voy a matarte – le contestó James – a los dos – pasó por delante de ellos bruscamente y se dirigió directamente hacia el escritorio – Blake, tu examina las estanterías. Caroline, tú… bueno, no sé que deberías hacer pero intenta no gritar a Blake.
Blake sonrió satisfecho.
– Él me gritó a mí primero – murmuró Caroline, totalmente consciente de que estaba comportándose como una niña.
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