Alma Katsu - Inmortal

Здесь есть возможность читать онлайн «Alma Katsu - Inmortal» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Inmortal: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Inmortal»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿Para qué usaríamos la inmortalidad? Una historia de amor y venganza a través de los siglos, con Maine, Boston, París y
Hungría como telón de fondo.
En St. Andrews, un pequeño pueblo de Maine, ingresa en urgencias una joven acusada de haber matado a un hombre. Luke, el médico de guardia, un hombre atormentado por demonios interiores tras haber abandonado a esposa e hijas, está dispuesto a escuchar la versión de la bella Lanore. Dice ser una inmortal desde hace doscientos años.
Tiempo atrás, con el corazón roto, Lanore se vio obligada a esconder la vergüenza de un embarazo incómodo lejos de casa, en Boston. Pero antes de llegar al convento, cayó en las garras de un hombre a la vez fascinante y aterrador: Adair, un noble de origen húngaro, que le prometió un mundo de sensualidad y placer ignotos, de poder sin límites… Lanore creyó que si se unía a su séquito recuperaría a Jonathan. Pero ¿a qué precio?
Inmortal es una historia sobre la fuerza del amor, capaz de corromper, capaz de empujarnos a actos terribles en su nombre, y también sobre el valor que requiere sacrificarse por amor y redimirse.

Inmortal — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Inmortal», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Recé por que pudiera existir otra causa. Maldije al espíritu de Sophia, convencida de que se estaba vengando de mí. Pero una vez invocado, el espíritu de Sophia no iba a ser fácil de contener.

Sophia empezó a visitarme en sueños. En algunos, su cara aparecía simplemente entre una multitud, discordante y acusadora, y después desaparecía. En un sueño recurrente, yo estaba con Jonathan y él me dejaba bruscamente, alejándose de mí como si obedeciera una orden silenciosa, desoyendo mis ruegos de que se quedara. Después reaparecía con Sophia, los dos cogidos de la mano en la distancia, sin que Jonathan pensara para nada en mí. Siempre me despertaba de aquellos sueños sintiéndome herida y abandonada.

El peor sueño hacía que me despertara como un caballo encabritado y tenía que sofocar mis gritos para no despertar a mis hermanas. Los otros sueños podrían ser trucos que maquinaba mi mente culpable, pero aquel sueño no podía ser más que un mensaje de la misma muerta. En él, yo caminaba por un pueblo desierto, con el viento ululando a mi espalda mientras yo recorría el principal camino de carros. No se ve ni una sola persona, ni se oye una voz o señal de vida, ni ruido de cortar leña ni golpes en el yunque del herrero. Enseguida estoy en el bosque, blanco de nieve, siguiendo el medio congelado Allagash. Me detengo en una garganta en el río y veo a Sophia de pie en la orilla opuesta. Es la Sophia que se suicidó, azul, con el pelo congelado en mechones, la ropa empapada y colgándole pesadamente. Es la amante olvidada que se pudre en la tumba, a cuya costa he obtenido mi felicidad. Sus ojos muertos se posan en mí y después señala el agua. No se pronuncian palabras, pero yo sé lo que me está diciendo: «Salta al río y pon fin a tu vida y a la vida de tu hijo».

No me atrevía a hablar con nadie de mi familia acerca de mi padecimiento, ni siquiera a mis hermanas, con las que tenía bastante confianza. Mi madre comentó una o dos veces que yo parecía mohína y preocupada, aunque añadió en broma que, a juzgar por mi conducta, debía de estar sufriendo mucho por la maldición mensual. Ojalá hubiera hablado con ella de mi situación, pero, ay, mi lealtad era para Jonathan; no podía revelarles nuestra relación a mis padres sin consultarle antes.

Esperaba encontrarme con Jonathan en el oficio del domingo, pero la naturaleza intervino de nuevo. Pasaron varias semanas hasta que los caminos al pueblo volvieron a ser transitables. Para entonces, yo sentía la presión del tiempo: si me veía obligada a esperar mucho más, no me sería posible guardar el secreto. Rezaba durante todos mis momentos de vigilia para que Dios me diera la oportunidad de hablar pronto con Jonathan.

El Señor debió de oír mis plegarias, porque al fin el sol de invierno salió en todo su esplendor durante varios días seguidos, fundiendo una buena parte de la última nevada. Aquel domingo pudimos por fin enganchar el caballo, envolvernos bien en capas, bufandas, guantes y mantas, y apretujarnos en la parte trasera del carro para bajar al pueblo.

En la sala de cultos me sentía observada. Dios sabía de mi situación, por supuesto, pero me parecía que todo el pueblo lo sabía también. Temía que mi abdomen hubiera comenzado a hincharse y que todos los ojos se fijaran en el repugnante bulto bajo mi falda, aunque seguramente era muy pronto para eso y, en todo caso, era dudoso que alguien pudiera ver algo extraño con tantas capas de ropa de invierno. Me coloqué pegada a mi padre y me oculté detrás de un poste durante todo el oficio, deseando ser invisible, esperando la oportunidad de hablar con Jonathan en privado más adelante.

En cuanto el pastor Gilbert nos despidió, corrí escalera abajo sin aguardar a mi padre. Me situé en el último escalón, esperando a Jonathan. Él apareció enseguida y se abrió camino hacia mí entre la multitud. Sin una palabra, le agarré con fuerza la mano y lo arrastré detrás de la escalera, donde tendríamos más intimidad.

Aquel acto atrevido le puso nervioso, y miró por encima del hombro para ver si alguien había notado que nos escabullíamos sin acompañante.

– Dios mío, Lanny, si piensas que voy a besarte ahora…

– Escúchame. Estoy embarazada -solté.

Dejó caer mi mano, y la expresión de su hermoso rostro fue mudando: del sobresalto a un sofoco de sorpresa, y luego a una lenta comprensión que lo hizo palidecer. Aunque no había esperado que Jonathan se alegrara de la noticia, su silencio me asustó.

– Jonathan, dime algo. No sé qué hacer. -Le tiré del brazo.

El me lanzó una mirada de soslayo y después carraspeó.

– Querida Lanny, no tengo ni idea de qué decir.

– No es eso lo que una chica quiere oír en una ocasión como esta. -Los ojos se me llenaron de lágrimas-. Dime que no estoy sola, dime que no me abandonarás. Dime que me ayudarás a decidir qué hacer.

Siguió mirándome de muy mala gana, pero dijo fríamente:

– No estás sola.

– No puedes imaginarte lo asustada que he estado, encerrada en casa con mi secreto, sin poder hablar de ello con nadie. Sabía que primero tenía que decírtelo a ti, Jonathan, te lo debía.

«Habla, habla -le incité mentalmente-. Dime que confesarás a mis padres tu parte en mi deshonra y que te portarás como es debido conmigo. Dime que todavía me amas. Que te casarás conmigo.» Contuve el aliento mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas, al borde del desmayo de tanto como deseaba oírle decir aquellas palabras.

Pero Jonathan ya no pudo seguir mirándome. Bajó la vista al suelo.

– Lanny, hay algo que debo confesarte, pero créeme cuando te digo que preferiría morir a tener que darte esta noticia precisamente ahora.

Me sentí mareada y un estremecimiento de miedo me recorrió de arriba abajo como si fuera sudor.

– ¿Qué puede ser más importante que lo que te acabo de decir?

– Me he prometido. Se ha decidido esta semana. Mi padre está en el salón ahora mismo, anunciando la noticia, pero yo tenía que encontrarte y decírtelo en persona. No quería que te enteraras por algún otro… -Sus palabras quedaron en suspenso al darse cuenta de lo poco que significaba para mí su consideración en aquel momento.

Cuando estábamos creciendo, a veces bromeábamos acerca del hecho de que Jonathan no estuviera comprometido. Aquel asunto de los compromisos era complicado en un pueblo tan pequeño como Saint Andrew. Los mejores candidatos a novias y maridos quedaban seleccionados pronto, se arreglaban matrimonios hasta para niños de seis años, de modo que si tu familia no había actuado con presteza, podía no quedar ningún buen candidato. Se podría pensar que un muchacho con los medios y la posición social de Jonathan sería un candidato atractivo para todas las familias con hijas del pueblo. Y así era, pero nunca se había establecido un compromiso, y tampoco para sus hermanas. Jonathan decía que era debido a las aspiraciones sociales de su madre, que no pensaba que ninguna familia del pueblo tuviera categoría suficiente para sus hijos. Tendrían mejores posibilidades entre los socios comerciales de su padre o a través de sus propios contactos familiares en Boston. A lo largo de los años habían circulado rumores, algunos con más apariencia de solidez que otros, pero todos parecieron quedar en nada, y Jonathan se iba acercando a su vigésimo cumpleaños sin novia a la vista.

Sentí como si me hubieran abierto el vientre con un cuchillo de carnicero.

– ¿Con quién?

Él negó con la cabeza.

– No es momento para hablar de esas cosas. Deberíamos ocuparnos de tu situación.

– ¿Quién es? ¡Exijo saberlo! -grité.

Había vacilación en sus ojos.

– Es una de las chicas McDougal, Evangeline.

Aunque mis hermanas eran amigas de las chicas McDougal, tuve que esforzarme para recordar cuál de ellas era Evangeline, porque no eran pocas. Los McDougal tenían en total siete hijas, todas muy guapas a la robusta manera escocesa, altas y recias, con pelo rojo en gruesos rizos, y la piel tan pecosa como una trucha cobriza en verano. Pude imaginarme también a la señora McDougal, práctica y simpática, con su mirada de astucia, tal vez más capaz que su marido, que se ganaba pasablemente la vida como granjero, pero todo el inundo sabía que era la señora McDougal la que había logrado que la granja diera buenos beneficios y ellos hubieran ascendido en la jerarquía social del pueblo. Intenté visualizar a Jonathan con una mujer como la señora McDougal a su lado, y aquello hizo que deseara caer desvanecida a sus pies.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Inmortal»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Inmortal» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Жан-Мари Леклезио - Alma
Жан-Мари Леклезио
Alma Katsu - The Descent
Alma Katsu
Alma Katsu - The Taker
Alma Katsu
Evelyne Quadrelli - Alma
Evelyne Quadrelli
Patricia Ramírez Aranda - Pedacitos de tu alma mujer
Patricia Ramírez Aranda
Omar Casas - Memorias del alma
Omar Casas
José Miguel Coulthard - Relatos del alma
José Miguel Coulthard
Отзывы о книге «Inmortal»

Обсуждение, отзывы о книге «Inmortal» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x