Richelle Mead - Succubus

Здесь есть возможность читать онлайн «Richelle Mead - Succubus» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Succubus: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Succubus»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Súcubo (n.): Demonio seductor, capaz de cambiar de forma, que tienta y proporciona placeres a los mortales de sexo masculino.
Georgina Kincaid es un súcubo y la protagonista de esta historia. En apariencia es una joven veinteañera de estatura media y cabello largo, pero lleva mucho más tiempo en el mundo gracias a la inmortalidad de los seres de su condición. Un súcubo vive gracias a los años de vida que va robando a los hombres con los que se acuesta. Su misión es propagar el mal a través de la tentación carnal, pero Georgina intenta llevar una vida normal y sólo hace sus tareas de súcubo con hombres que no se verán perjudicados por ello. En otras palabras, Georgina no es feliz con su condición de súcubo y por eso trata de llevar una vida humana, con su trabajo en una librería y sus amigos humanos.

Succubus — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Succubus», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cerré los ojos por un segundo, deseando que todo esto hubiera acabado. Deseando estar en otra parte. O ser otra persona. Seth debía de pensar que me había vuelto loca.

– No puedo decirte de qué se trata, pero sí hay algo. Tendrás que conformarte con eso. -A continuación, vacilante, estiré el brazo y le apreté la mano, volviendo una mirada implorante hacia él-. Por favor. Quédate conmigo.

Afianzó la presa sobre mi mano y avanzó un paso, con gesto preocupado y compasivo. Por un momento, me olvidé del nefilim. ¿Qué importaban los demás hombres cuando Seth era capaz de mirarme así? Sentí deseos de abrazarlo y sentir sus brazos a mí alrededor.

Casi me eché a reír. ¿A quién quería engañar? No me hacía falta preocuparme por alentarlo. Era yo la que estaba quedándose prendada aquí. Yo la que corría peligro de intensificar esta relación. Era yo la que necesitaba dejar de buscar pretextos para «cortar de raíz» con él.

Me separé atropelladamente y agaché la cabeza.

– Gracias.

Se ofreció a conducir a West Seattle, dejándome así libre para llamar a más facultades. Casi había terminado cuando llegamos a la intersección de Alaska con California. Aminoró ligeramente, y los dos escudriñamos en rededor, buscando una casa verde.

No tiene pérdida. Qué estupidez. ¿Qué podía calificarse de «verde»? Vi una casa de color salvia, otra aceitunada, y una que lo mismo podía ser verde que azul. Algunos edificios tenían las esquinas verdes, o las puertas, o…

– Guau -dijo Seth.

Una casita destartalada, pintada de un verde chillón mezcla de menta y lima, se levantaba a la sombra de otros dos edificios mucho más agradables a la vista.

– No tiene pérdida -musité.

Aparcamos y nos dirigimos a ella. Por el camino, el sonido de la banda de Doug llegó claramente hasta nosotros procedente del garaje. Cuando llegamos a la puerta abierta, vi a los Nocturnal Admission en pleno apogeo, con Doug entonando las letras con esa voz tan maravillosa que tiene. Se interrumpió de golpe al verme.

– ¿Kincaid?

Sus compañeros lo observaron desconcertados mientras bajaba de un salto y corría hacia mí. Seth retrocedió discretamente unos pasos y se dedicó a estudiar unos arbustos de hortensias cercanos.

– ¿Qué haces aquí? -preguntó Doug, más asombrado que ofendido.

– Estoy de baja -fue mi boba respuesta. ¿Qué iba a hacer ahora?

– ¿Te encuentras mal?

– No. Yo… tenía algo que hacer. Todavía tengo que hacerlo. Pero me… me preocupa haber dejado la tienda sola. ¿Hasta cuándo estarás aquí? ¿Podrías cubrirme cuando termines?

– ¿Has venido hasta aquí para pedirme que te sustituya? ¿Por qué te has cogido el día de baja? ¿Por fin vas a fugarte con Mortensen?

– Yo… no. No puedo explicarlo. Pero prométeme que después de esto te dejarás caer por la tienda a ver si necesitan una mano.

Estaba mirándome fijamente con la misma expresión que había tenido Seth toda la tarde. Una expresión que venía a sugerir que necesitaba un calmante.

– Kincaid… me estás asustando…

Lo miré con la misma expresión implorante que había empleado con Seth. Carisma de súcubo en acción.

– ¿Por favor? Todavía me debes una, ¿recuerdas?

Entornó los ojos oscuros en un gesto de consternación comprensible.

– Está bien -dijo, al cabo-. Pero no podré ir hasta dentro de un par de horas.

– De acuerdo. Ve directamente, eso es todo. Nada de paradas. Y no… No le digas a nadie que me has visto. Se supone que estoy de baja. Invéntate algún motivo para estar allí.

Sacudió la cabeza, exasperado, y le di las gracias con un breve abrazo. Mientras nos íbamos, vi que Doug interrogaba a Seth con la mirada. El escritor se encogió de hombros, respondiendo a la muda pregunta del músico con la misma confusión.

Hice más llamadas mientras conducíamos, terminé con mi lista de facultades y le dejé otro mensaje exasperado a Román.

– ¿Ahora qué? -preguntó Seth, que se había quedado callado. Era difícil saber qué pensaba de mi acoso a Román y Doug.

– Yo… no lo sé.

Había llegado al final de mis opciones. Todo el mundo estaba avisado excepto Román, y no tenía manera de llegar hasta él. Pasaba el tiempo. No sabía dónde vivía. Pensé que había mencionado Madrona una vez, pero era una zona muy grande. No podía empezar a llamar a todas las puertas. El nefilim había dicho que tenía hasta el fin de mi turno. Pese a haber escapado del trabajo, supuse que eso significaba aún hasta las nueve. Me quedaban casi tres horas.

– Me parece que voy a recoger mi coche y volveré a casa.

Seth me dejó en el restaurante y me siguió de regreso a Queen Anne. Lo detuvo un semáforo, por lo que llegué a casa a mi apartamento casi un minuto antes que él. En la puerta había otra nota.

Buen trabajo. Seguramente terminarás por espantar a todos estos hombres con tu errática conducta, pero admiro tu iniciativa. Falta uno. Me pregunto hasta qué punto es realmente hábil con los pies tu bailarín.

Estaba arrugando la nota cuando Seth me dio alcance. Saqué la llave del bolso e hice un débil intento por introducirla en la cerradura. Me temblaban tanto las manos que fui incapaz. Seth cogió la llave y abrió la puerta por mí.

Cuando entramos, me dejé caer encima del diván. Aubrey salió a hurtadillas de detrás y saltó a mi regazo. Seth se sentó a mi lado, contemplando el apartamento (incluida mi colección de sus libros, que ocupaba un puesto de honor en la estantería nueva), antes de dirigir su expresión preocupada hacia mí.

– Georgina… ¿qué puedo hacer?

Sacudí la cabeza, sintiéndome impotente y derrotada.

– Nada. Me alegra que estés aquí.

– Yo… -Vaciló-. Detesto tener que decírtelo, pero debo irme enseguida. He quedado con alguien.

Levanté la cabeza de golpe. Otra de sus misteriosas citas. La curiosidad reemplazó temporalmente al miedo, pero no podía interrogarlo. No podía preguntarle si iba a ver a una mujer. Por lo menos había dicho que había quedado con alguien. No estaría solo.

– ¿Estarás con… alguien… mucho rato?

Asintió con la cabeza.

– Podría volver esta noche, si quieres. O… podría cancelarlo.

– No, no, no te preocupes.

Para entonces, todo habría acabado.

Se quedó un rato más, de nuevo intentando entablar una conversación en la que yo era incapaz de participar. Cuando por fin se levantó para marcharse, podía ver la ansiedad que lo embargaba y me sentí fatal por haberlo implicado en esto.

– Mañana todo estará arreglado -le dije-. Así que no te preocupes. Estaré bien de nuevo. Te lo prometo.

– Vale. Si necesitas cualquier cosa, me avisas. Llámame, pase lo que pase. Si no… En fin, te veré en el trabajo.

– No. Mañana tengo el día libre.

– Ah. Bueno. ¿Te importa si me paso?

– Claro. Hazlo. -Le habría dicho que sí a todo. Estaba demasiado agotada como para seguir guardando las distancias. Ya me preocuparía de eso más tarde. En serio. Todo a su debido tiempo.

Se fue a regañadientes, perplejo sin duda cuando le pedí que no se separara de quienquiera que fuese a ver. En cuanto a mí, me paseé por todo el apartamento, sin saber qué hacer. A lo mejor no podía localizar a Román porque el nefilim había sido más rápido. Eso sería injusto, puesto que no había tenido ocasión de prevenirlo realmente, pero este nefilim no parecía preocupado por jugar limpio.

En un arrebato de inspiración, llamé a información, comprendiendo que se me había pasado por alto la manera más fácil de encontrarlo. Daba igual. No estaba en la guía.

Dos horas antes del término de mi turno, le dejé otro mensaje a Román.

– Por favor, por favor, por favor llámame -le supliqué-. Aunque estés enfadado conmigo por lo ocurrido. Hazme saber que estás bien.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Succubus»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Succubus» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Richelle Mead - Silver Shadows
Richelle Mead
Richelle Mead - Succubus Revealed
Richelle Mead
Richelle Mead - Bloodlines
Richelle Mead
Richelle Mead - Last Sacrifice
Richelle Mead
Richelle Mead - Succubus Shadows
Richelle Mead
Richelle Mead - Blood Promise
Richelle Mead
Richelle Mead - Vampire academy
Richelle Mead
Richelle Mead - THORN QUEEN
Richelle Mead
Richelle Mead - Succubus Heat
Richelle Mead
Richelle Mead - Succubus Dreams
Richelle Mead
Richelle Mead - Succubs on Top
Richelle Mead
Richelle Mead - Succubus Blues
Richelle Mead
Отзывы о книге «Succubus»

Обсуждение, отзывы о книге «Succubus» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x