Bob Shaw - Una guirnalda de estrellas

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Una guirnalda de estrellas: краткое содержание, описание и аннотация

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En el verano de 1993, millones de gentes observan en el cielo con incredulidad, ayudados por los recientemente inventados lentes Amplite, mientras el planeta de Thornton se acerca peligrosamente a la Tierra. Diseñados para ver en la oscuridad, los lentes Amplite, iluminan un misterioso mundo de materia antineutrínica que coexiste con la Tierra en otra dimensión

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— ¿Estás bien, Gil? — la voz de Murphy era distante, un indicio de que estaba realmente preocupado.

Snook asintió y se puso de pie.

— ¿Cuánto tiempo he estado desmayado?

— No se ha desmayado — dijo Ambrose, severamente profesoril—. Cayó de rodillas. Fue entonces cuando George encendió la luz, contraviniendo mis órdenes, dicho sea de paso, y puso fin al experimento en forma prematura, casi cegándonos — se volvió hacia Murphy—. Usted sabe, George, que las instrucciones de las gafas de magniluct prohíben expresamente encender una luz brillante delante de alguien que las está usando.

Murphy no cedió.

— Pensé que Gil estaba herido.

— ¿Cómo podía estar herido? — la voz de Ambrose recobró el tono profesional—. En fin, no tiene sentido discutir lo que ya no tiene remedio. Esperemos que los pocos segundos que hemos podido registrar valgan la pena…

— Un momento — terció Snook agitadamente, tratando de reorientarse en lo que debía haber sido un universo familiar—. ¿Qué ha pasado con Felleth? ¿Vieron como ha reaccionado?

— ¿Quién es Felleth?

— El averniano. Felleth. ¿Ustedes…?

— ¿De qué está hablando? — Ambrose clavó los dedos en los hombros de Snook— ¿Qué está diciendo?

— Estoy tratando de descubrir cuánto tiempo ha estado la cabeza del averniano… y a saben, dentro… de la mía.

— Prácticamente ni ha estado — dijo Culver frotándose los ojos con los nudillos—. Me ha parecido ver que él retrocedía de un salto, luego George me ha quemado las retinas con esa…

¡Silencio! — dijo Ambrose, casi frenético—. ¿Ha dado resultado, Gil? ¿Ha obtenido una impresión del nombre del averniano?

— ¿Una impresión? — sonrió fatigosamente Snook—. Más que eso. He sido parte de su vida durante un tiempo. Por eso quería saber cuánto ha durado el contacto… Minutos… Tal vez, horas…

— ¿Qué recuerda usted?

— No es el lugar apropiado, Boyce. Algo ha fallado. Es curioso, pero antes que bajáramos esta vez presentí…

— Gil: voy a interrogarle ahora mismo, ya grabar mientras todavía lo tiene presente en la memoria. ¿Podrá hacerlo? ¿Nota algún efecto nocivo?

— Estoy un poco aturdido, pero eso es todo.

— Bien — Ambrose acercó el magnetofón de pulsera a la boca de Snook—. Ya nos ha dicho que el nombre de la criatura es Felleth… ¿Ha captado el nombre que le dan al planeta?

— No. Parece que no le han puesto ninguno. Es el único mundo que conocen, así que tal vez no necesita un nombre. De todas maneras, el contacto no ha sido así. No entablamos una conversación — Snook empezó a dudar de su capacidad para ofrecer una descripción adecuada a la experiencia, y al mismo tiempo empezó a vislumbrar la enormidad del acontecimiento. Un habitante de otro universo, un fantasma, le tocó la mente. Sus vidas se habían mezclado…

— De acuerdo. Procure volver al principio. ¿Qué es lo primero que recuerda?

— Paz profunda de la corriente ondulatoria — dijo Snook cerrando los ojos.

— ¿Eso era un saludo?

— Creo que sí… Pero para él parecía más importante. El mundo de ellos parece estar compuesto de agua, en su mayor parte. El viento podría arrastrar una ola… Oh, no sé.

— Bien, olvide el saludo… ¿Qué ha ocurrido después?

— Felleth se denomina a sí mismo Reactivo. Es algo así como un líder, pero él no piensa en sí mismo como un gobernante. Luego ha habido una especie de discusión acerca de los oráculos y las predicciones, y era él quien llevaba la voz cantante. Ha dicho que la predicción era imposible.

— ¿Una discusión? Creí que me había dicho que no han conversado…

— No lo hemos hecho, pero él debió tener acceso a mis ideas…

— Esto es importante, Gil — dijo con entusiasmo Ambrose—. ¿Cree que él ha obtenido tanta información de usted como usted de él?

— No sabría decirlo. Ha debido ser un proceso doble, ¿pero cómo podría decirle quién le ha sacado mayor provecho?

— ¿Ha tenido la sensación de que lo forzaban a hablar?

— No. De hecho, él parecía sufrir. Ha dicho algo acerca del dolor.

— De acuerdo. Adelante, Gil.

— Le ha asombrado saber de las estrellas. Parece que no tienen ninguna noción de astronomía. Hay una permanente pantalla de nubes… Felleth la asocia con un techo. No conocía la relación entre los planetas y los soles.

— ¿Está seguro? Sin duda podrían haber llegado a ciertas nociones astronómicas…

— ¿Cómo? — preguntó defensivamente Snook.

— No sería fácil, lo sé. Pero hay pistas en abundancia. Los ciclos del día y la noche, las estaciones…

— Ellos no lo ven de ese modo. Felleth no sabía que su mundo tiene rotación. Piensa en la noche y el día como marcas negras y blancas en una hebra recta. No tienen estaciones. No tienen años. Para ellos el tiempo… y todo lo demás… es lineal. No tienen fechas ni calendarios como nosotros los conocemos. Cuentan el tiempo hacia adelante y hacia atrás, a partir del presente.

— El sistema podría ser engorroso — declaró Ambrose—. Se necesitan puntos de referencia estables…

— ¿Cómo demonios lo sabe? — Snook, todavía impresionado, no pudo dominar su fastidio ante la presunción del otro—. ¿Cómo puede saber de qué manera piensan otros seres humanos?

— Lo siento, Gil. Pero no nos vayamos por las ramas… ¿Qué más recuerda? — dijo Ambrose, imperturbable.

— Bien, creo que lo único que no le ha sorprendido es la explicación acerca de los dos universos que yo aprendí de usted. Ha dicho: «Partículas, antipartículas. Correcto, nuestra relación definida casi con exactitud.»

— Eso es interesante… Física nuclear, pero sin astronomía. ¿Ha hecho, además, alguna pequeña evaluación? ¿Ha dicho casi perfecta?

— Sí. Además, ha habido algo acerca del tiempo. Y el Planeta de Thornton se les cruzó en… — la voz de Snook vaciló.

— ¿Qué ocurre?

— Acabo de recordar… Aquí es donde me ha parecido que perdía el dominio de sí… Ha dicho que había ocurrido algo hace mil días. Recuerdo la cifra por la manera en que la ha dicho. Tengo la sensación de que no quería decir exactamente mil días… Era como cuando decimos que algo ocurrió hace un año cuando queremos decir hace once o doce o trece meses.

— ¿Qué ha ocurrido, Gil? ¿Ha mencionado las mareas?

— ¡Usted lo sabía! — en medio de su confusión, Snook de nuevo comprendía que tenía que revisar una vez más sus opiniones sobre Ambrose.

— Cuénteme qué le ha dicho — Ambrose era amable y persuasivo, pero firme.

— «Hace mil días el peso de nuestros océanos disminuyó. Las aguas se elevaron al cielo hasta tocar el techo de nubes. Luego barrieron al Pueblo. Y las casas del Pueblo…»

— Esto confirma lo que yo pensaba — dijo serenamente Ambrose—. Seré famoso. De ahora en adelante seré famoso.

— ¿Quién está hablando de usted? — Snook, desconcertado y furibundo, se sintió acuciado por raros temores—. ¿Qué ha pasado en Averno?

— Es muy sencillo. El Planeta de Thornton es del mismo material que Averno, y por lo tanto pudo arrastrarlo fuera de la órbita. Los efectos en las mareas han sido catastróficos, naturalmente; Averno es un mundo acuático…

Snook se apretó las sienes con las manos, recordando.

— Casi todos perecieron ahogados.

— Por supuesto.

— ¡Pero es gente real! A usted parece no importarle…

— No es que no me importe, Gil — dijo Ambrose con voz neutra—. Se trata simplemente de que no podemos hacer nada al respecto. No tenemos manera de ayudarles.

Algo en el modo de hablar de Ambrose intensificó el torbellino de la mente de Snook. Se adelantó y aferró la chaqueta de Ambrose.

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