—Ya conoce a Aybee —dijo Sylvia. Volvió a aparecer en imagen—. Si está vivo, buscará una oportunidad para escapar…
—… como estoy seguro de que hacías —dijo Ransome. Desconectó la pantalla y Sylvia desapareció—. Pero en cuanto supimos que no habías dejado la Granja Sagdeyev con los demás, pudimos identificarte a partir de tu descripción y tomar precauciones especiales.
Aybee contemplaba todavía la pantalla en blanco.
—Eso era el apartamento privado de Baker. ¡Visto a través de sus propios ojos!
—En efecto. —Ransome se arrellanó cómodamente en su asiento—. ¿Te sorprende, Aybee Smith? No debería ser así. Mis fuentes para recopilar información por todo el Sistema, incluso dentro del apartamento privado de la coordinadora, no tienen rival. Cinnabar Baker no guarda secretos para mí. Si quieres más pruebas de eso, puedo proporcionártelas fácilmente. Hace más de tres años que conozco tu existencia y tu potencial. Si hubiera sabido que te encontrabas con Behrooz Wolf en la Granja Espacial, habría impedido que se produjera el accidente.
—¿Podría haberlo impedido?
—Fácilmente. Controlaba el destino de la Granja Sagdeyev, desde las unidades de cambio de forma a los sistemas de detección de materia. Pero antes de llegar a algo tan concreto, vamos a lo general. Eres joven y te fascina la ciencia. Déjame preguntarte algo: ¿sientes el mismo interés por la política?
El tono de voz de Ransome seguía siendo casual y despegado, pero Aybee detectó un nuevo grado de interés. Sacudió la cabeza.
—La política no es para mí. Dejo ese tipo de asuntos para gente como Baker.
—Ah. La juventud. Cambiarás a medida que te vayas haciendo mayor. Si no entiendes de política, ¿entiendes la teoría de los sistemas disipativos alejados del equilibrio?
—Conozco toda la obra clásica… Onsager y Prigogine y Helmut. Y he seguido lo que Borsten ha estado haciendo con los espacios de función reiterada durante los últimos años. —El brusco cambio de tema era sorprendente, pero Aybee pisaba ahora un terreno familiar. Tal vez por fin hablarían de ciencia.
—En ese caso, no te costará seguir lo que voy a decirte, aunque tengas al principio problemas para aceptarlo. —Los ojos de Ransome eran como imanes que atraían la atención de Aybee contra su voluntad—. Puedo demostrarte que la civilización entera del sistema solar está al borde de un enorme cambio… un cambio total e irreversible. Yo lo sé y pronto todo el mundo lo sabrá. En el lenguaje de los sistemas disipativos, ahora nos encontramos en un punto de bifurcación, en un momento singular en el tiempo. Como sabes, esta bifurcación implica inestabilidad. En tales situaciones, el futuro de un sistema grande puede ser controlado por fuerzas pequeñas. ¡Yo tengo esa fuerza a mi disposición! La misma fuerza que garantiza que ocupemos un punto singular en el tiempo. Pero antes de que el nuevo sistema pueda implantarse, el antiguo debe desmoronarse y desaparecer. El proceso ha comenzado; has visto las señales en el deterioro general del Sistema Exterior. Crearemos el nuevo orden a partir de sus ruinas. Las divisiones que hoy existen entre el Sistema Interior, el Halo y el Sistema Exterior desparecerán. Habrá un gobierno central, un solo punto de poder y control. Estará aquí, bajo mi dominio. Mi despacho se convertirá en el centro del sistema solar. —Se inclinó hacia delante, mirando a Aybee con ojos oscuros e hipnóticos—. El programa para conseguirlo está muy avanzado. Pero en ciertos temas científicos necesito ayuda. Estás bien dotado para proporcionármela y puedo garantizarte que encontrarás el trabajo completamente fascinante. Y piensa en la perspectiva. ¡Ayudarás a definir el futuro! Ayudarás a crear el futuro. ¿Qué puede compararse a eso?
Se detuvo y miró a Aybee, expectante. No había alzado la voz ni un decibelio, manteniéndola en tono reflexivo y razonable. Pero en términos de poder persuasivo, era como un grito triunfal.
Aybee luchó contra la sensación de entusiasmo y bienestar que lo inundaba. Siempre había sido un solitario, nunca se había unido a ningún movimiento, y ahora algún pequeño rincón de su cerebro se defendía. Pero era un rincón pequeño… la mayor parte de él aplaudía a Ransome.
Se obligó de nuevo a pensar en su viaje al Agujero de Ransome. Quería oír hablar de los nuevos avances científicos que hacían posible la pequeña nave ovoide. Si Ransome era el genio autor de aquellos progresos, Aybee tenía que oír la teoría… de cabo a rabo. En cambio, escuchaba a un hombre hablar de política. ¿Era concebible que el genio científico y el aspirante a emperador fueran la misma persona? Aybee conocía muy bien los sacrificios y exigencias en tiempo y energía que requerían los grandes avances científicos. Estaba preparado para satisfacer esas demandas, ¿pero podía alguien combinar una vida así con un intento de apoderarse del sistema solar? Sin duda, no.
Aybee sintió que la oleada de entusiasmo daba paso al pensamiento racional. Sabía que no era momento de discutir con Ransome. Así que asintió lentamente y dijo:
—Lo que me está diciendo es fascinante. Me gustaría oír más.
No se sorprendió cuando Ransome aceptó su aparente conversión. El otro hombre poseía tal magnetismo que probablemente le sorprendía todo aquel que no se convirtiera en seguidor suyo a la primera de cambio.
Ransome se levantó, tan cálido, amistoso y convincente que Aybee empezó a pensárselo mejor.
—Tienes mucho que aprender, Aybee Smith. Para los pocos miles de personas que ya son devotas de mi causa (sí, todavía somos pocos), sólo soy su experto científico. Me ven como su profeta y como la fuente de toda la nueva tecnología. Pero hay un límite a lo que un hombre puede hacer, y apenas he arañado la superficie de lo posible. Eso ha sido suficiente para permitirnos empezar la reorganización del Sistema. Tú me ayudarás a llevar nuestro trabajo mucho más lejos. Cuando estés preparado, iremos a los laboratorios. Puedes empezar a trabajar cuando quieras. Las instalaciones son las mejores que podemos permitirnos.
Hizo una pausa y frunció el ceño.
—Por supuesto —añadió mansamente—, hay ciertas precauciones que tomar ante un trabajo tan delicado. Como comprenderás, sería intolerable que nuestros planes y descubrimientos se filtraran prematuramente a los Sistemas Interior y Exterior —sonrió—. Los sistemas de seguimiento son automáticos, y están más allá de mi control. Todo intento de huida conduciría desgraciada e inevitablemente a tu captura, quizás a tu muerte. ¿Continuamos ahora?
Mary, Mary, siempre al revés.
Tu jardín, ¿ cómo va a crecer?
Con campos de espinar, y núcleos blindados,
y hombres guapos todos atados.
Canción infantil de la Cosechadora Opik
Las máquinas de autorreproducción que hacían posible, ellas solas, el rápido desarrollo de la Nube Oort nunca habían sido tan importantes en el Sistema Interior.
Quince mil millones de seres humanos se reproducían ya bastante bien. Bey Wolf, acostumbrado toda la vida a los límites humanos en cuanto a hábitos de trabajo y niveles de energía, aún no se había acostumbrado. Sabía lo que en teoría podía hacer un grupo de máquinas, pero su forma de funcionar aún le sorprendía. Parecía que nunca paraban, ni siquiera cuando Bey no veía nada útil que pudieran hacer.
Leo Manx le había explicado la extraña lógica de aquello durante su primer viaje a la Nube.
—En realidad, es más económico mantenerlas en funcionamiento —dijo—. Verá, si no están trabajando, están programadas para hacer más copias de sí mismas. Y eso requiere más materiales.
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