La cúpula desapareció. Desde un triángulo de cápsulas-diván, dos humanos y un kzin contemplaban una domesticada selva de plantas desconocidas, a las cuales se aproximaba un extraño titerote. O bien la cúpula misma era invisible desde dentro, o la escena del parque era una proyección. El ambiente olía a multitud de titerotes.
El extraño titerote se abrió paso entre la última fila de brotes escarlata. (Luis recordó que por un tiempo había considerado a Nessus un «animal». ¿Cuándo le había ascendido a la categoría de «persona»? Sin embargo, a Interlocutor, un extraterrestre conocido, le había tratado como «persona» desde el principio.) El titerote se detuvo, justo al borde del supuesto límite de la cúpula perlada. Tenía la crin plateada, a diferencia de Nessus que la tenía de color castaño, y la l evaba cuidadosamente peinada en unos complicados bucles; pero hablaba con la misma voz de contralto que Nessus.
— Debo presentaras mis excusas por no haber acudido a recibimos. Podéis llamarme Chiron.
Luego, era una proyección. Luis y Teela saludaron educadamente. Interlocutor-de-Animales mostró los dientes.
— Aquel al que l amáis Nessus sabe todo lo que ahora voy a contaros. Ha tenido que acudir a otro lugar. Sin embargo, ha mencionado vuestras reacciones al conocer nuestras técnicas de ingeniería. — Luis se estremeció. El titerote continuó —: Puede ser una circunstancia afortunada, os ayudará a comprender nuestras propias reacciones ante una obra de ingeniería aún más ambiciosa.
La mitad de la cúpula quedó a oscuras.
Por desgracia, era el lado opuesto al que aparecía la imagen proyectada del titerote. Luis encontró un botón que le permitió hacer girar su diván; pero de inmediato advirtió que hubiera necesitado dos cabezas giratorias con ojos independientes para contemplar ambos lados de la cúpula a la vez. En el lado oscuro se veía un fragmento de espacio sembrado de estrellas que servía de telón de fondo a un pequeño disco reluciente.
Un disco con un anillo. La escena era una ampliación del grabado instantáneo que Luis Wu tenía en el bolsillo.
La fuente de luz era pequeña y de un blanco reluciente, muy parecida a la imagen de Sol vista desde los alrededores de Júpiter. El anillo era de gran diámetro y lo suficientemente ancho para abarcar la mitad del lado en sombras de la cúpula; pero era delgado, poco más grueso que la fuente de luz de su eje. El lado más próximo era negro y tenía agudos rebordes en el punto de contacto con la luz. El lado más alejado era una cinta azul celeste suspendida en el espacio.
Aunque comenzaba a acostumbrarse a los milagros, Luis no tenía aún la flema de soltar estúpidas especulaciones. Conque se limitó a decir:
— Parece una estrella rodeada de un anillo. ¿Qué es?
La respuesta de Chiron no fue muy espectacular:
— Es una estrella rodeada de un anillo. Un anillo de materia sólida. Un artefacto.
Teela Brown aplaudió y soltó una risita. Al cabo de unos instantes logró reprimir la risita y adoptar un magnífico aire de circunstancias; pero sus ojos seguían echando chispas. Luis lo comprendía perfectamente. El sol con su anillo se había convertido en su juguete particular: algo nuevo en un universo mundano.
El kzin agitaba nervioso la cola. Chiron continuó:
— Ya sabéis que comenzarnos a viajar hacia el norte en dirección al eje galáctico hace doscientos cuatro años terrestres. En años kzin son…
— Doscientos diecisiete.
— Correcto. Como es lógico, todos estos años hemos estado observando el espacio que se extendía ante nosotros, en busca de señales de peligro o de algo inesperado. Ya sabíamos que la estrella EC-1752 estaba rodeada de una banda de materia oscura anormalmente densa y estrecha. Suponíamos que sería un anillo de polvo y de rocas. Pero su regularidad resultaba sorprendente. Hace unos noventa años nuestra flotilla de mundos alcanzó una posición desde la cual el anillo tapaba la estrella en sí. Pudimos ver que el anillo tenía bordes afilados. Posteriores investigaciones revelaron que no era un anillo gaseoso ni de polvo, ni siquiera de rocas asteroidales, sino una banda sólida muy resistente. Como es lógico, sentimos pánico.
Interlocutor-de-Animales preguntó:
— ¿Cómo lograsteis calcular su tensión?
— El espectroanálisis y las variaciones de frecuencia nos permitieron deducir una diferencia en las velocidades relativas. No cabe duda de que el anillo gira en torno a su primaria a una velocidad de mil doscientos kilómetros por segundo, suficiente para compensar la atracción de la fuerza de gravedad de la primaria y para prestarle una aceleración centrípeta adicional de 9,94 metros por segundo. ¡Imaginad la tensión que se requerirá para impedir que la estructura se desintegre bajo semejante aceleración!
— Una tensión igual a la fuerza de gravedad — dijo Luis.
— Eso parece.
— Una gravedad ligeramente inferior a la de la Tierra. Alguien vive allí, en la superficie interna.
— Vaya — dijo Luis Wu, que sólo entonces había comenzado a comprender todo el alcance del asunto, mientras un estremecimiento recorría su espina dorsal: había oído el chasquido de la cola del kzin al cortar el aire.
El hombre ya había tenido otros encuentros con seres superiores. Hasta entonces los hombres habían tenido suerte.
Luis se levantó bruscamente y se acercó a la pared de la cúpula. Fue inútil. El anillo y la estrella fueron retrocediendo, y por fin se encontró frente a la lisa superficie. Sin embargo, logró distinguir algo que no había advertido antes.
El anillo estaba segmentado, Unas sombras rectangulares distribuidas de forma regular surcaban la parte posterior, de color azul.
— ¿No tenéis una instantánea mejor?
— Podemos ampliar ésta — dijo la voz de contralto.
La estrella G2 se proyectó hacia delante, luego salió disparada hacia la derecha y Luis se encontró contemplando la cara interior iluminada del anillo. La imagen era muy borrosa y Luis sólo pudo imaginar que las zonas más blancas y brillantes debían de ser nubes, que las regiones de un azul ligeramente más intenso debían de corresponder a la tierra, mientras que las zonas azul claro debían de ser el mar.
Las zonas sombreadas se distinguían claramente. El anillo parecía dividido en rectángulos: una larga franja de brillante azul cielo, seguida de una franja más corta de intenso azul oscuro, tras la cual venía otra larga franja azul claro. Puntos y rayas.
— Algo crea esas sombras — dijo —. ¿Algo situado en órbita? — Exactamente. Veinte formas rectangulares giran en órbita organizadas en una roseta de Kemplerer, mucho más próxima a la primaria. No sabemos para qué sirven.
— Es natural. Hace demasiado tiempo que vivís sin sol. Esos rectángulos en órbita deben servir para separar el día de la noche. De lo contrario siempre sería mediodía en el anillo.
— Ahora podéis comprender por qué hemos solicitado vuestra ayuda. Vuestro punto de vista de extranjeros puede sernos muy útil.
— ¿Cuánto mide el anillo? ¿Lo habéis estudiado bien? ¿Habéis hecho sondeos?
— Hemos estudiado el anillo lo mejor que hemos podido sin reducir nuestra velocidad ni l amar la atención de ningún otro modo. Como es lógico, no hemos efectuado sondeos. Sería preciso controlarlos a distancia por medio de hiperondas, lo cual podría delatar nuestra presencia.
— No se puede detectar el origen de una señal de hiperonda. Es teóricamente imposible.
— Tal vez los que construyeron el anillo hayan desarrollado teorías distintas. No obstante hemos estudiado el anillo con otros instrumentos. — Mientras Chiron seguía hablando, la escena proyectada en la pantalla cambió a tonalidades negras y blancas y grises. Los contornos comenzaron a moverse y a ondular —. Hemos obtenido fotografías y holografías en todas las frecuencias electromagnéticas. Si os interesa…
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