Ursula Le Guin - La rueda del cielo

Здесь есть возможность читать онлайн «Ursula Le Guin - La rueda del cielo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Buenos Aires, Год выпуска: 1975, Издательство: Grupo Editor de Buenos Aires, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La rueda del cielo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La rueda del cielo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La premonición de los sueños se convierte en realidad. En un futuro esta posibilidad se convierte en una facultad de los seres humanos. George Orr es el primero en disponer de la misma. Su caso pasa a ser tratado por un psiquiatra quien trastornado mentalmente lo induce a soñar nuevas realidades que llevarían a un mundo feliz sin superpoblación, sin guerras y sin paz. Sueño a sueño esas inducciones se van transformando en realidades catastróficas.
Una novela magistral de la ganadora de los premios Nébula y Hugo, que la muestra nuevamente como uno de los autores mas importantes de la actualidad en el campo de la ciencia ficción.

La rueda del cielo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La rueda del cielo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Fue un regalo —dijo George, pero el hígado emitía un chasquido en la sartén y ella debió separarse de él para cuidarlo.

Mientras comían, George la observaba; ella lo miró a él bastante, también. Hacía siete meses que estaban casados. No dijeron nada importante. Lavaron los platos y se fueron a la cama. Hicieron el amor; el amor no se está quieto, ahí, como una piedra, sino que hay que hacerlo, como el pan; rehacerlo todo el tiempo, hacerlo de nuevo. Después se abrazaron, sosteniendo el amor, dormidos. En su sueño, Heather oyó el rugido de un arroyo, poblado por las voces de niños no nacidos que cantaban.

En su sueño, George vio las profundidades del mar abierto.

Heather era la secretaria de una antigua y ociosa sociedad legal, Ponder y Rutti. El día siguiente, viernes, cuando salió del trabajo a las cuatro y treinta de la tarde, ella no tomó el funicular y el trolley hasta su casa, sino que fue con el funicular hasta Washington Park. Ella le había dicho que iría a buscarlo a IHID, ya que la sesión empezaba a las cinco, y después podrían volver juntos al centro y comer en uno de los restaurantes del CPM en el Paseo Internacional.

—Todo va a ir bien— él le dijo a ella, comprendiendo los motivos que la inquietaban y dándole a entender que nada le ocurriría.

Ella replicó:

—Lo sé. Pero va a ser divertido comer afuera, y he ahorrado algunas estampillas. No hemos intentado la Casa Boliviana todavía.

Heather llegó temprano a la torre IHID y esperó en los enormes escalones de mármol. Él llegó en el coche siguiente; ella lo vio descender con otros a quienes no veía. Un hombre bajo, de buen físico, muy formal, con una expresión amable. Se movía bien aunque se encorvaba un poco, como todos los que trabajan en oficinas. Cuando la vio, sus ojos, que eran claros y luminosos, parecieron brillar más , y sonrió: otra vez esa sonrisa conmovedora de infinita alegría. Ella lo amaba con pasión; si Haber volvía a lastimarlo ella entraría allí y lo haría pedazos. Los sentimientos violentos eran extraños en ella, en general, pero no cuando George estaba en juego. Además, por alguna razón hoy ella se sentía diferente, más atrevida, más fuerte. Había dicho “mierda” en voz alta dos veces en la oficina, asustándolo al viejo señor Rutti. Casi nunca había dicho “mierda” en voz alta antes, y no se había propuesto decirlo en las dos oportunidades, pero lo dijo, como si se tratara de una costumbre muy antigua a la que no se podía substraer…

—Hola George —lo saludó ella.

—Hola —contestó él, tomando sus manos—. Estás hermosa, hermosa.

¿Cómo podía pensar alguien que este hombre estaba enfermo? Muy bien, él tenía sueños extraños. Eso era mejor que ser cruel y odioso, como casi una cuarta parte de la gente que ella había conocido.

—Ya son las cinco —dijo ella—. Esperaré aquí. Si llueve, estaré en el hall. Parece la tumba de Napoleón, ahí adentro, con todo ese mármol negro. Pero es lindo esto, acá afuera. So oye el rugido de los leones del zoológico.

—Entra conmigo —dijo él— ya está lloviendo. Efectivamente, llovía, la interminable garúa cálida de la primavera, el hielo de la Antártida que caía suavemente sobre las cabezas de los hijos de los responsables de su derretimiento.

—Él tiene una linda sala de espera. Probablemente vas a estar acompañada por un grupo de personajes del estado y tres o cuatro jefes de estado. Todos esperando que los atienda el director de IHID. Y yo tengo que arrastrarme entre ellos para pasar primero, cada maldita vez. El psicótico domado del doctor Haber. Su número de atracción… —él la conducía por el enorme hall bajo el domo del Panteón, por pasillos móviles y una increíble, aparentemente interminable escalera mecánica en espiral—. IHID realmente maneja el mundo —dijo él—. No puedo dejar de preguntarme por qué Haber necesita alguna otra forma de poder. Tiene suficiente, por cierto. ¿Por qué no se conformará con esto? Supongo que es como Alejandro el Grande; necesita nuevos mundos para conquistar. Nunca pude entender esto. ¿Cómo te fue en el trabajo hoy?

Orr estaba tenso, por eso hablaba tanto; pero no parecía deprimido o angustiado, como había estado por semanas. Algo le había devuelto su calma habitual. Ella nunca había creído realmente que él pudiera perderla por mucho tiempo, perder su modo, cambiar; sin embargo, había estado muy mal, cada vez peor. Ahora no, y el cambio fue tan repentino y completo que ella se preguntaba qué podía haberlo producido. Según pudo recordar, había empezado cuando se sentaron en la sala de estar, aún sin amoblar, para escuchar aquella alegre y profunda canción de los Beatles la tarde anterior y ambos se quedaron dormidos. Desde entonces, él había vuelto a ser él mismo.

No había nadie en la enorme y bruñida sala de espera de Haber. George pronunció su nombre frente a un aparato parecido a un escritorio que estaba junto a la puerta, un autorecepcionista, según le explicó a Heather. Ella estaba haciendo una broma acerca de si también tenían autoeroticistas, cuando se abrió una puerta y apareció Haber en el umbral.

Ella lo había visto una vez, brevemente, cuando inició el tratamiento con George. Había olvidado qué hombre grande era, qué barba larga tenía, y qué impresionante resultaba.

—¡Pase, George! —atronó la voz de Haber; ella se sintió espantada, retrocedió; Haber advirtió su presencia—. Señora Orr… ¡encantado de verla! ¡Me alegra que haya venido! Entre usted también.

—Oh, no. Yo…

—Sí, sí. ¿Se da cuenta de que ésta es probablemente la última sesión de George aquí? ¿Se lo dijo él? Esta tarde terminamos. Por cierto, usted debería estar presente. Entre. He dejado salir temprano a mi personal. Me imagino que habrán visto la estampida por la escalera que baja. Tuve deseos de tener el lugar para mí solo, hoy. Eso es, siéntese ahí —él siguió hablando; no había necesidad de contestarle en forma coherente.

Heather estaba fascinada por el proceder de Haber, la clase de energía que traslucía; ella no había recordado que era una persona dominante, afable, enorme. Era increíble, realmente, que ese hombre, un líder mundial y un gran científico, hubiera dedicado todas esas semanas de terapia personal a George, que no era nadie. Pero, por supuesto, el caso de George era muy importante desde el punto de vista de la investigación.

—Una última sesión —estaba diciendo Haber mientras ajustaba algo en un aparato parecido a una computadora que estaba en la pared, en la cabecera del diván—. Un último sueño controlado, y luego, creo, habremos resuelto el problema. ¿Está dispuesto, George?

Él usaba el nombre de su marido con frecuencia. Recordó que George le había dicho, un par de semanas antes:

—Siempre me llama por mi nombre; supongo que lo hace para recordarse a sí mismo de que hay alguien presente.

—Seguro, estoy dispuesto —contestó George, y se sentó en el diván, levantando un poco el rostro; miró una vez a Heather y sonrió. Haber comenzó de inmediato a colocarle pequeñas piezas unidas a cables en la cabeza, apartando el cabello. Heather recordaba el proceso por el electroencefalograma que le habían hecho, como parte de la batería de tests y análisis a que se sometía a todos los ciudadanos. Le resultó incomodo ver que se lo hacían a su marido, como si los electrodos fueran pequeñas ventosas que drenarían los pensamientos de la cabeza de George para convertirlos en garabatos en un trozo de papel, la escritura incomprensible de los locos. El rostro de George tenía ahora una expresión de suma concentración. ¿En qué estaba pensando?

Haber puso su mano sobre la garganta de George repentinamente, como si estuviera por estrangularlo, y con la otra mano puso en funcionamiento un aparato que transmitía su propia voz en el acto de hipnotizar: “Usted está entrando en el estado hipnótico…” En unos pocos segundos lo detuvo e hizo una prueba, comprobando que George ya estaba hipnotizado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La rueda del cielo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La rueda del cielo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La rueda del cielo»

Обсуждение, отзывы о книге «La rueda del cielo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x