La hierba es tres veces más alta que él. Crece alrededor, como las paredes de una gran habitación circular. El cielo azul es un techo que contiene el calor. Hace demasiado calor, y él está sudando. Se inclina, mirando curiosamente los insectos que corren y se filtran entre los tallos de las plantas verdigrises.
—Vamos, levántate. No tenemos tiempo que perder mientras holgazaneas.
Se endereza ante el grito y corre detrás de los otros. Mami sigue caminando junto al tío Darren, agarrándole de la mano sin mirar atrás.
Él camina detrás de ellos e impulsivamente extiende la mano para agarrarla por las rodillas. Puede oler su sudor, y verlo brillando en sus piernas.
¿Lo quiere todavía?
—Mami, cógeme en brazos. —Mira hacia arriba inseguro, esperando un arrullo y temiendo un golpe. Hace mucho tiempo que ella no le abraza sin que se lo pida—. Cógeme.
Ella no le mira.
—Ahora no tenemos tiempo para eso. ¿No ves que tenemos prisa? —otra vez la voz airada.
El hombre ríe, pero no es una risa auténtica.
—Cierto, tenemos prisa. Pero este sitio puede ser tan bueno como cualquier otro. Vamos, hagámoslo.
Mami mira ahora hacia él, y él puede ver su cara fría.
—Tío Darren y yo vamos a estar muy ocupados durante un rato. Quiero que te sientes aquí y esperes hasta que volvamos.
—Quiero ir contigo, mami —él se abraza con fuerza a sus piernas—. No quiero quedarme aquí.
—No podemos hacer eso, ChicoMayor. —Tío Darren se agacha hasta que su cara está a su mismo nivel. Sonríe—. Mira, esperamos aquí a tu mami y a mí, sólo un minuto. Y si eres bueno, te dejaré esto para que juegues mientras volvemos. ¿Ves?
Tío Darren tiene en la mano la pequeña linterna eléctrica, esa con la que habían estado jugando en el campamento anoche. Lo habían pasado bien, los tres a salvo y cómodos en la tienda, y mami había estado riéndose mucho. No le había dejado acercarse a ellos, pero parecía feliz, y el tío Darren le había contado una historia para dormir.
Alargó la mano, atraído por la linterna.
—Mira como lo hago yo. —Tío Darren maneja el control—. Encendido... apagado. ¿Crees que podrás hacerlo solo?
El asiente, coge la linterna y se sienta para colocarla en la dura tierra.
—Ése es mi ChicoMayor. —Tío Darren se levanta y se aleja—. Vamos, Lucy. Ahora está tranquilo.
Él los mira, contemplando cómo se internan en la alta hierba. Tienen las cabezas juntas y hablan como lo hicieron anoche en la tienda. Él se inclina hacia la linterna, con el deseo de complacer a mami y hacer todo lo que ella desee para que le quiera. Estoicamente empieza a encender y apagar la linterna. Parece más brillante que cuando tío Darren la encendió por primera vez. El cielo es más oscuro, y cuando mira hacia lo alto puede ver las estrellas que aparecen una a una y que también parecen las luces de una linterna.
Siente una repentina urgencia de correr detrás de mami, pero sabe lo que conseguirá con eso. Mami se enfadará mucho y él se ganará otra tunda de tío Darren o de ella misma. Mira a su alrededor, deseando que estuviera aquí la tienda para meterse dentro. Anoche, en la tienda fue maravilloso. La luz era muy débil, pero pudo oírlos susurrando juntos en la oscuridad. Eso le hizo sentirse cálido y protegido.
—¿Estás absolutamente seguro? —Ésa era mami—. Su voz era divertida, con las palabras cálidas y en susurros—. Tenemos que estar seguros.
—Claro que lo estoy. Mira, lo he comprobado con las autoridades del parque..., hice como que estaba asustado. Los faros de control de animales hacen que sea perfectamente seguro. Nada se nos acercará. Pero si no los tuviéramos, o si los desconectáramos, tendríamos problemas. ¿Sabes lo que hay afuera, Lucy? Leones, leopardos, rinocerontes... —él escuchó con más atención, pues había visto dibujos de esos animales—, y chacales, y hienas, y buitres. Haz ruido cuando oscurezca, o sal corriendo por la noche, y no quedará nada que recoger por la mañana. ¿A qué vienen ahora esas preguntas? Creí que ya lo habíamos decidido.
—Quiero asegurarme de que funcionará. Si no, nos saldría bastante mejor con una venta directa. Dan buen dinero por uno sano en Delmarva.
—Ni la centésima parte de lo que conseguiremos aquí. Pagarán para que nos callemos. —Se rió, y el oyó otra vez el sonido que hacía al beber de una botella—. Pagarán. ¿Qué clase de publicidad conseguirían para la reserva si quisiéramos hacerlo público? Lo dejan solo un instante... se aleja caminando por su cuenta... un niñito perdido, madre histérica a punto de colapso. Será toda una noticia.
—Shhh. Cuidado con lo que dices. Podría estar despierto todavía.
—¿Y qué? Por el amor de Dios, ni siquiera tiene tres años.
—Es muy listo. Podría estar escuchando, y recuerda todo lo que oye.
—No, está dormido. —Otra risa—. ¿Dices que es muy listo? ¿Y cómo es que te tiene a ti por madre?
—Un error por mi parte —la voz de mami cambió de la risa a la amargura—. El mayor error de mi vida. Nunca más. Y no te hagas el listo tú tampoco. ¿Cómo es que te echaron el anzuelo en un contrato matrimonial con esa perra? Contesta eso, ya que estamos jugando a las preguntas.
—¡Oh, vamos, Lucy! Eso se acabó, así que no empieces otra vez. Ni siquiera pienso en ella. Mira, en cuanto tengamos dinero, seremos sólo tú y yo. Podemos olvidar el pasado. ¿De acuerdo? Solos tú y yo.
Hubo un sonido de roce, y mami hizo algo parecido a un gruñido suave. Entonces la luz de la lámpara se apagó y todo quedó oscuro.
Ahora la luz también desaparece. Por encima de la hierba puede ver la gran colina, tan lejos como siempre. Parece que está siempre a la misma distancia, y cuando oscurece puede ver la columna de humo que sale de su cima. Allí está ahora, con el sol rojo detrás. Da un pasito en su dirección, entonces retrocede. La hierba es demasiado alta, demasiado intimidante.
El sol parece zambullirse en el terreno, fundiéndose con él. De repente ya no puede ver la hierba. El cielo está negro, lleno de estrellas.
—¡Mami! —grita con todas sus fuerzas hacia la oscuridad que todo lo envuelve, y echa a correr hacia la dirección por donde se fueron.
Entonces piensa en la linterna que ha dejado en el suelo. Vuelve corriendo a por ella y la enciende. Arroja un círculo brillante a su alrededor, excepto a su espalda. Cuando vuelve la cabeza, ve una cuña de oscuridad, la sombra de su cuerpo. Se mueve hacia atrás y la sombra sigue.
El círculo de luz se ha convertido en el mundo completo. Más allá empieza a oír los sonidos de la noche. Hay murmullos y rugidos en la oscuridad. Observa, intentando diferenciar detalles en el perímetro de las sombras («... leones, leopardos, rinocerontes... chacales, y hienas, y buitres». Las palabras de tío Darren suenan en su interior, y ahora le dan miedo. «Haz ruido cuando oscurezca... no quedará nada que recoger por la mañana...»).
No debería haber gritado. No tiene que gritar. ¿Dónde está mami?
Ha empezado a llorar; lentas, silenciosas lágrimas corren por sus mejillas. Quiere gritar llamando a mami, pero sabe que no puede hacerlo. Tras él oye un sonido susurrante, y el suave murmullo de la hierba al moverse («...leones, leopardos, rinocerontes... chacales, y hienas, y buitres»). Aguanta la lámpara con fuerza y enfoca el claro. El filo de oscuridad le sigue. Nuevos ruidos delante.
Se detiene y se apretuja contra el suelo. La linterna está empezando a debilitarse, la frontera del círculo seguro se encoge. Se muerde los dedos con fuerza y mira la noche. Le parece que ve ojos, luces verdes y amarillas. La linterna casi se ha apagado. Mira a su alrededor. Alza las manos a la oscuridad, intentando refrenarla.
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