Chan se preguntaba si debería decirles a los otros lo que le sucedía; eso, al menos, abriría unas cuantas fisuras en la sólida muralla de autoconfianza que ahora tenían. Allí estaban ahora, observando la aproximación a la órbita de Travancore con la misma alegre curiosidad de un grupo de turistas.
Un intento más.
—Mirad, tenéis que meter una cosa en vuestro cerebro, o tendremos problemas. Por mucho que se parezcan, un Simulacro no es una Criatura de Morgan. Un Simulacro está menos armado y es menos agresivo. Sé que nos las arreglamos bien con el de Barján, pero este trabajo será diez veces más difícil.
—Y somos un equipo más compenetrado ahora que entonces —replicó S'greela. Sonaba alegre, por supuesto, y estaba alegre; Chan podía leer su estado bastante bien—. Chan, normalmente es función de un Tubo-Rilla ponerle pegas a todo. Pero me encuentro bastante tranquila. ¡Somos un equipo!
Y eso era todo. No se bajarían del burro.
Parecían creer que se dirigían a Travancore para tener una confrontación clara y racional. Incluso la destrucción de Nimrod, si pensaban en ella, era imaginada como algo breve y ordenado. Tal vez contemplar el vídeo en que el Equipo Alfa fue aniquilado les haría pensar de modo distinto. Chan odiaba la idea de ver aquel encuentro, pero eso arrastraría a los otros miembros de su grupo a comprender lo que su propio encuentro con Nimrod podría hacerles realmente.
Desgraciadamente, no había grabaciones de aquel hecho. El último vídeo en los archivos de la Anabasis mostraba a Nimrod dirigiéndose tranquilamente por el pozo hacia el Equipo Alfa. La criatura no parecía beligerante o particularmente poderosa. Pero lo era. ¿Y si los miembros del Equipo Alfa habían sobrevivido, horriblemente heridos, durante días y días?
El Equipo Rubí había estudiado todas las transmisiones que el otro grupo había enviado a la Anabasis. Esos registros, completos, se encontraban ahora en la memoria del Ángel, dispuestos para ser analizados en una fracción de segundo cuando hiciera falta. Shikari había realizado una exploración de todo el planeta desde la Nave. El Ángel había utilizado esa investigación, más los registros del Equipo Alfa, para marcar una docena de zonas donde pudieran localizar a Nimrod.
Chan los miró excitado. Pensó que un lugar cerca del ecuador de Travancore mostraba un punto de luz ligeramente más brillante en el radar. ¿Podría ser que allí hubiera metal sólido? Nimrod debía de ser el único componente metálico en la superficie del planeta. Pero la señal quedaba interferida por la densa vegetación.
—¿Qué piensas, Ángel? ¿No es en ese lugar donde es más probable que encontremos a Nimrod?
Hubo un lento e irritante movimiento de las hojas medias: el equivalente de una sonrisa escéptica en Ángel.
—Es un error capital teorizar antes de tener datos —dijo por fin.
Y ésa fue toda la respuesta que Chan pudo conseguir.
Mientras Chan estudiaba los registros efectuados por microondas, S'greela y Shikari habían realizado sus propios análisis del descenso del Equipo Alfa por los pozos. Llegaron a la conclusión de que la baja gravedad de Travancore haría que los túneles resultaran independientemente navegables para el Ángel, siempre que colocaran un cinturón gravitatorio alrededor de su sección media. Eso permitiría mayor movilidad a S'greela.
Su hallazgo fue el único resultado positivo que Chan pudo ver en los dos días de análisis. Llegó a una conclusión. Podrían observar a Travancore desde la órbita eternamente y nunca sabrían más de lo que sabían ahora. Les gustara o no, tendrían que bajar a la superficie.
Antes de entrar en la cápsula de aterrizaje, Chan dio a los otros un último aviso.
—Aseguraos de que tenéis todo lo que necesitaréis en Travancore antes de dejar la nave en cuarentena. La Anabasis tiene miedo de Nimrod, aunque vosotros no lo tengáis. Conocen todo el potencial de que disponen las Criaturas fabricadas por Morgan. No se nos permitirá volver a bordo hasta que podamos probar que hemos destruido a Nimrod. Y el peso de esa prueba recaerá en nosotros. Ni siquiera nos enviarán nada desde la órbita, a menos que estén seguros de que los envíos no le serán útiles a Nimrod si las cosas salen mal. ¿Comprendido?
Los otros gesticularon, asintiendo.
—Volveremos llevando nuestros escudos, o sobre ellos —dijo alegremente Ángel y Shikari lanzó la mejor de sus carcajadas estilo humano.
Chan renunció. Se acercó al comunicador e inició la secuencia de Enlace al Cuartel General de la Anabasis en Ceres. Esro Mondrian y Kubo Flammarion estaban en la sala de control.
—Vamos de camino —dijo Chan, en cuanto se estabilizó la conexión—. ¿Hay algo nuevo que tengan que decirnos?
Mondrian asintió.
—Hay un pequeño cambio, pero no afectará en nada a lo que estaréis haciendo. El Grupo Estelar insiste en que el Enlace Mattin con la Nave sea unidireccional todo el tiempo que paséis en la superficie de Travancore. Los mensajes y los materiales pueden llegar desde aquí a la nave, pero nada puede venir aquí. El Grupo Estelar no tolerará ninguna probabilidad de que Nimrod pueda escapar. Así que no podéis enviar más mensajes... y por supuesto, tampoco ningún objeto material.
—Pero si no podemos enviar mensajes, ¿cómo sabrán que hemos terminado nuestro trabajo y pueden recogernos?
—Enviaremos un equipo monitor desde aquí a la Nave. Podréis comunicaros con ellos —Mondrian sonrió sombrío—. Yo mismo formaré parte de ese equipo. Mientras Nimrod siga activo, estaremos en órbita alrededor de Travancore. Hasta que despachéis a Nimrod, es un viaje de un solo camino para todos nosotros. Estaremos con vosotros y observaremos todos vuestros pasos. Buena suerte, Chan.
Incluso a través de cincuenta y seis años luz, Chan pudo sentir la fuerza de la determinación de Mondrian. El otro hombre siempre puntualizaba que era el Grupo Estelar el que tomaba las determinaciones, pero Chan no tenía ninguna duda sobre quién estaba realmente detrás de todo. ¿Qué sabía el resto del Grupo Estelar acerca de batallas, cuarentenas y bloqueos? Nada. Mondrian los estaba manipulando, definiendo todas sus acciones, igual que Chan definía todos los procedimientos para el Equipo Rubí. Y Mondrian quería controlar a Chan y a los otros miembros cuando estuvieran en Travancore; ¿para qué otra cosa querría venir a la Nave?
Bien, no iba a suceder como Mondrian quería. La antipatía de Chan hacia él crecía rápidamente. Si era necesario, el equipo rompería todas las comunicaciones con la Nave en cuanto estuvieran en la superficie. Mondrian quería destruir una Criatura de Morgan ¿no? Bien. Que lo hiciera él mismo. El Equipo Rubí no sería una marioneta de nadie.
Chan hizo todo lo posible por ocultar su irritación; de otra manera, Mondrian podría leerla... y usarla en su provecho.
—Saldremos dentro de una hora —dijo tranquilamente—. Dénos una semana terrestre, y espero que para entonces tengamos resultados.
—Tómate tu tiempo. Festina lente. Y buena suerte.
Mondrian se volvió. La pantalla empezó a mostrar las cadenas de arcoiris típicas de la comunicación de Enlace al romperse.
—¿Festina lente? —preguntó Shikari.
—Parte de un consejo en una antigua lengua terrestre. Mondrian lo adoptó como lema de la Seguridad de Fronteras. Significa apresúrate despacio.
—No creo que tenga que advertirnos de nada —dijo S'greela indignada—. No tenemos prisa por meternos en líos.
—Los locos se apresuran —dijo Ángel—. Hmmm. Creo que estamos preparados, Chan. ¿Empezamos el descenso?
El análisis de los datos transmitidos por el Equipo Alfa habían conducido a Chan a tres conclusiones principales.
Primera, y peor: el Equipo Alfa había cometido un gran error, pues había descuidado verificar la localización de la Criatura fabricada por Morgan. Nimrod, obviamente, podía moverse por el planeta a gran velocidad. Esta vez, Chan establecería un sistema para localizar continuamente la posición de la Criatura.
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