Robert Silverberg - La ida
Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Silverberg - La ida» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Год выпуска: 1978, ISBN: 1978, Издательство: Albia, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:La ida
- Автор:
- Издательство:Albia
- Жанр:
- Год:1978
- ISBN:84-7436-302-0
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La ida: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La ida»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
La ida — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La ida», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Por un instante sintió la tentación de meter lo que había compuesto en el sintetizador y recibir a cambio una orquestación aproximada. Oír el sonido de aquello con el barítono montando tensamente por encima de las cuerdas que bajan en picado, oírlo le podría llevar a componer la siguiente página de la partitura, y la siguiente y la siguiente. Se resistió. El mundo ya tenía bastantes óperas que nadie escuchaba. Meneando la cabeza, sonriendo tristemente, puso fecha a la página, la firmó con iniciales de la manera acostumbrada, anotó un número de opus —adivinándolo porque estaba lejos de sus manuscritos— y doblando la hoja la guardó entre sus papeles. Pero la música seguía desplegándose en su mente.
9
Durante su novena semana en la Casa de Realización, encontrándose varado en aguas estancadas, Staunt buscó al Dr. James y pidió la sacudida de la memoria. Parecía la única alternativa que le quedaba aparte de la Ida misma, y en estos días raras veces pasaba por su mente la idea de Irse. Había terminado la lectura de Jonson y el impulso de pedir otros libros no le había venido; echó una mirada de vez en cuando a la hoja de La nueva posada, pero no volvió a trabajar en ella; mantenía una actitud cautelosa y distante en sus conversaciones con Bollinger y con sus visitas infrecuentes; se daba cuenta de que se deslizaba casi imperceptiblemente hacia una pasividad de muerte, sin acercarse de veras a la salida. No podía regresar a su vida anterior y no podía rendirse e Ir. Posiblemente, la sacudida de la memoria le empujaría fuera del punto muerto.
—Harán falta seis horas para prepararle —dijo el Dr. James, su larga nariz crispándose de entusiasmo por el proyecto de Staunt—. Hay que aclarar el cerebro de todo producto de la fatiga, y el sistema nervioso autónomo necesita ajustarse. ¿Cuándo quiere empezar?
—Ahora —dijo Staunt.
Le limpiaron, le ajustaron, le llevaron a su apartamento, le acostaron y le enchufaron a su monitor metabólico.
—Si se sobreexcita —explicó el Dr. James—, el monitor ajustará, bajándola automáticamente, la intensidad del flujo emocional. —Staunt estaba dispuesto a arriesgarse con la intensidad de su flujo emocional, pero el médico insistió.
El monitor se quedó en su sitio.
—No es el dolor psíquico lo que nos preocupa —dijo el Dr. James—. Nunca hay nada de eso. Pero a veces —un exceso del amor recordado, ¿sabe?— un estallido de felicidad, hemos encontrado que podría ser demasiado.
Staunt asintió con la cabeza. No iba a discutir. El médico sacó una aguja hipodérmica y apretó el pico ultrasónico contra el brazo de Staunt. Brevemente Staunt se preguntó si todo esto era un engaño, si la droga le enviaría a la Ida en vez de hacerle viajar por su camino del tiempo, pero dejó a un lado la idea irracional, el pico hizo su breve son de zángano y el líquido oscuro misterioso saltó hacia sus venas.
10
Oye las últimas cuerdas estrepitosas de Las pruebas de Job y el telón, una cortina de densa luz purpúrea surge del suelo del escenario. Aplausos. Llamadas a escena para los cantantes. El director en la escena ahora, inclinándose, sonriendo. El director del coro, incluso. Cascadas de vítores. A su alrededor giran los centelleantes candelabros móviles del Teatro de la Ópera de Haifa. Alguien le grita al oído incomprensibles palabras jubilosas: la lengua es el hebreo, Staunt se da cuenta. Dice, sí, sí, muchísimas gracias. Quieren que se ponga de pie para aceptar los aplausos. Edith está sentada a su lado con las mejillas enrojecidas y los ojos brillantes. Su mente produce la fecha: el 9 de septiembre de 1999.
—Déjales verte —Edith susurra en medio del tumulto.
Una mano le golpea el hombro. Unos ojos fogosos brillan en los suyos: Mannheim, el crítico.
—¡La ópera del siglo!, —grita.
Staunt hace un esfuerzo y se levanta. Están gritando su nombre. ¡Staunt! ¡Staunt! ¡Staunt! El público es suyo. Dos mil israelíes enloquecidos, suyos para mandar. ¿Qué va a decirles? ¡Sieg! ¡Heil! ¡Sieg! ¡Heil! ¡Heil Hitler! Le atraganta su propio horroroso chiste no expresado. Al fin no puede hacer más que saludar con la mano y sonreír tontamente y caerse en la silla. Edith le toca el brazo con cariño. Su novia radiante. Su noche de triunfo. Escribir siquiera una ópera en estos días es una tarea extraordinaria; gozar de un estreno como éste es la perfección. Ahora el público pide la repetición. El director en su lugar. El telón se esfuma. Job está solo en el escenario: es su escena final; la orgullosa voz de bajo gritando: «He aquí que soy vil», y la voz del Señor contestándole por mil altavoces, llenando el mundo entero con el sonido: «Atavíate ahora de majestad y de alteza.» Staunt llora al oír su propia música. Si vivo cien años, nunca me olvidaré de esta noche, se dice.
11
—El cóptero cayó tan rápido, señor Staunt. Lo seguían con el haz de estabilización por toda la tempestad, pero sabe que no es posible siempre...
—¿Y mi mujer? ¿Mi mujer?
—Lo sentimos, señor Staunt.
12
Está sentado frente a la fila de teclas del piano, impacientándose con la teoría y el enlace de acordes. Las piernas todavía no alcanzan los pedales; una molestia que durará poco. Cierra los ojos y golpea el teclado. Éste es el tono de do mayor, el fácil. La cuerda tónica. La dominante. ¿Por qué esperaron tanto para hablarle de estas cosas? Construye cuerda tras cuerda. Ahora moderaré a re menor. Modular. Hago esto y esto y esto. Tiene nueve años. Durante toda la calurosa tarde de sábado ha explorado este otro lenguaje maravilloso de los sonidos. Mientras su familia está sentada, helada, frente al televisor.
—¿Henry? ¡Henry, van a salir del módulo en cualquier momento!
Él se encoge de hombros. ¿Qué le importa a él caminar por la Luna? La Luna está muerta y muy remota. Y éste es el mundo de re menor. Tiene sus propias exploraciones que hacer hoy.
—¡Henry, ya está fuera! ¡Bajó la escalera!
Bien. Tónica. Dominante. Y la séptima disminuida. Las palabras son extrañas. Pero qué fácil es ir más y más profundo en el laberinto del sonido.
13
Los profesores y los estudiantes tenemos gran placer, señor Staunt, al presentarle en esta ocasión de su centesimo aniversario, este recuerdo de un compositor que compartía la divina productividad de usted, si no su longevidad afortunada: el manuscrito original de «Divertimento en si» de Mozart, Kóchel número...
14
—Un niño. Sí. Vamos a llamarle Paul, por el padre de Edith. Y qué sensación más rara es decirme que tengo un hijo. Sabes, tengo cuarenta y cinco años. Ha pasado más de la mitad de mi vida, supongo. Y, ahora, un hijo.
15
El sol es enorme en el cielo y la playa está ardiendo con resplandecientes furias de calor, y más allá de la media luna rosada de arena, el verde Caribe descansa en su lecho como agua en una tina quieta. Éstas son las horas cuando él se queda a la sombra en una hamaca, leyendo o tomando notas para un ensayo o su próxima composición. Pero allí está esa chica otra vez, agachada cerca de la ribera, dando suaves golpes con los dedos a los bichitos en un charco que formó la marea, las tímidas anémonas y las pequeñas caracolas y los ermitaños inquietos. Así que él tiene que exponer la piel vulnerable porque mañana volverá en avión a Nueva York, y ésta puede ser la última oportunidad de presentarse a la muchacha. La ha observado durante la semana entera de vacaciones. No una chica, exactamente. Por lo menos tiene veinticinco años. Muy suya: reservada, distantemente precisa, alerta, elegante. Una tentación. Rara vez se ha sentido tan atraído hacia nadie. Conservar su estado de soltero no ha sido difícil para él; pasa tan suavemente de mujer en mujer como de ciudad en ciudad. Pero hay algo en los ojos de esa Edith, algo en su sonrisa que tira de él. Sabe que se hace el tonto. Todo esto es pura fantasía: no tiene idea de cómo es ella, qué intereses tiene. Ese aspecto de inteligencia y simpatía puede ser su propia invención; la chica detrás de la cara puede ser de veras vacía y ordinaria, alguna programadora en vacaciones, el alma de ella una oscura confusión de ensueños de estrellas encantadoras de la holovisión. Pero tiene que acercarse. El sol golpea sobre su piel sensible. Ella le mira sonriendo desde el charco. Un caracol violeta se arrastra levemente por su palma. Él se arrodilla junto a ella. Ella le ofrece el animalillo y él le deja arrastrarse por la mano, y se ríen, y ella va mostrándole conchas, caracolas marinas, crustáceos, hasta que hay alguna especie de contacto humano por medio de las criaturas de este charco salado, y por fin él dice, sintiéndose torpe:
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «La ida»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La ida» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «La ida» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.