– Eso ocurrió durante el primer centenar de intentonas, cierto -admitió Marini-. Pero esa noche de 2001 fue diferente: conseguimos una imagen del vaso intacto sobre la mesa. Esa imagen nunca la habíamos filmado , ¿comprendéis? Procedía del pasado: en concreto, de dos horas antes de empezar a filmar… Tíos, esa noche nos fuimos a la ciudad a emborracharnos. Recuerdo haber estado en un pub de Zurich con David, completamente ciegos los dos, cuando un suizo no menos cocido que nosotros me preguntó: «¿Por qué tan contento, amigo?». «Porque conseguimos el vaso intacto», le respondí. «Qué suerte -dijo él-, yo ya he roto tres esta noche.»
– ¡No es un chiste, ocurrió así! -decía Blanes mientras las carcajadas resonaban en la pequeña sala. Hasta Valente, que siempre se mostraba distante con las bromas del «vulgo» (según Elisa), parecía divertirse de lo lindo.
– Cuando mostramos esa imagen a los que debían aflojar la pasta -siguió Marini-, ¡uf!, entonces sí empezamos a recibir financiación de verdad… Eagle Group tomó las riendas y comenzó la construcción de esta estación científica en Nueva Nelson. Colín os contará el resto…
Colin Craig se levantó y Marini ocupó su asiento. Aún perduraba la diversión y los comentarios en voz alta. Nadja estaba roja de risa, la señora Ross (que había lanzado una inesperada y estrepitosa carcajada con la anécdota del borracho) se secaba las lágrimas. El ambiente en la sala era alegre y distendido.
Sin embargo, Elisa percibía algo.
Un detalle distinto, incongruente.
Creyó detectarlo en las miradas que se lanzaban entre sí Marini, Blanes y Craig. Era como si la consigna fuera: «Más vale que se diviertan con la primera parte».
Quizá el resto no sea tan agradable , supuso.
– A mí se me encargó coordinar todos los cacharros del proyecto -dijo Craig-. En 2004 se lanzaron, en secreto, una decena de satélites con órbitas geosíncronas, o sea, se los programó para girar de acuerdo con el movimiento de la Tierra. Sus cámaras poseen una resolución de medio metro en gama de colores multiespectrales, y abarcan unos doce kilómetros de área. Están preparadas para tomar secuencias telemétricas de cualquier lugar de nuestro planeta, de acuerdo con las coordenadas que se les suministren desde Nueva Nelson. Dichas imágenes son reenviadas a nuestra estación en tiempo real (de ahí el nombre del proyecto, «Zigzag», por la trayectoria de bumerán que realiza la señal, desde la Tierra al satélite y de éste a la Tierra), donde un ordenador las procesa a veintidós bits, aislando la zona geográfica que interesa explorar. Eso no nos da para contar el número de pelos en la cabeza de Sergio…
– Pero sí en la de David, que tiene pocos -terció Marini.
– Exacto. En una palabra: podemos observar lo que queramos y cuando queramos, como ocurre con los satélites-espía militares. Os pondré un ejemplo. -Craig caminó hacia la consola del ordenador mientras se ajustaba las gafas de alambre con un gesto delicado. A Elisa le pareció que era un hombre con elegancia natural, capaz de no llamar la atención si acudía a una recepción en el palacio de Buckingham con la camiseta y los vaqueros que llevaba en aquel momento. Tras un rápido tecleo en la pantalla apareció un dibujo a gruesos trazos de las pirámides de Egipto. En una esquina, dos momias de pie: sus rostros eran fotos cortadas y pegadas de las facciones de Marini y Blanes. Hubo risitas-. Supongamos que le pedimos a los satélites una secuencia del delta del Nilo. Los satélites la captan, nos la envían, un ordenador la procesa y obtiene una serie de planos de las pirámides. Después de hacer pasar el haz de electrones por nuestro sincrotrón, recuperamos las partículas recién formadas y otro ordenador se encarga de perfilar y grabar la nueva imagen. Si la cantidad de energía ha sido la correcta, podríamos ver la misma zona espacial, las pirámides de Egipto, pero, pongamos, tres mil años antes… Con un poco de suerte, veríamos, durante unos cuantos segundos, la construcción de una pirámide, o la ceremonia del entierro de un faraón.
– Increíble -oyó Elisa murmurar a Nadja, dos asientos a su izquierda.
Marini se levantó de repente.
– Oye, Colin, vamos a convencer al público de que no contamos fantasías…
Craig tecleó en la consola. En la pantalla apareció una imagen borrosa pero identificable, de un tenue color rosa pálido, casi sepia, como el de las fotos antiguas.
Hubo un repentino silencio.
Elisa sintió una emoción ambigua: como si deseara reír y llorar al mismo tiempo. Valente, en el asiento contiguo, se inclinó hacia delante con la boca abierta, como un niño al descubrir el regalo más soñado, el que pensó que nadie le regalaría.
La fotografía no aparentaba merecer tanto: mostraba, simplemente, un primer plano de un vaso de cristal lleno de agua hasta la mitad y colocado sobre una mesa.
– Lo increíble de esta imagen -dijo Marini con calma- es que nunca fue fotografiada . La extrajimos de la filmación de veinte segundos que mostraba la misma mesa, pero con el vaso roto en el suelo dos horas después. Estáis contemplando la primera imagen real del pasado que el ser humano ha visto nunca.
Las lágrimas resbalaban por el rostro de Elisa.
Pensó que la ciencia, la verdadera ciencia, la que cambia de repente y para siempre el curso de la historia, consistía en eso: en llorar al ver una manzana caer de un árbol.
O un vaso de cristal intacto sobre una mesa.
Era el turno de Reinhard Silberg. Al plantarse junto a la pantalla dio la impresión -correcta, según Elisa- de ser inmenso. Vestía una camisa de manga corta y pantalones de algodón con cinturón de piel, y era el único que llevaba corbata, aunque con el nudo flojo. Todo en él imponía, y quizá por eso parecía a veces querer atenuarse a sí mismo con una sonrisa que, en su rostro lampiño y carnoso tras unas gafas de montura dorada, resultaba curiosamente infantil.
En aquel momento, sin embargo, no sonreía. Elisa sospechaba la razón. Quizá le ha tocado a él contar la parte desagradable . Las primeras palabras del historiador y científico alemán le hicieron saber que no se equivocaba.
– Me llamo Reinhard Silberg y mi especialidad es la filosofía de la ciencia. Fui reclutado para el Proyecto Zigzag con el propósito de que los asesore sobre aquello que no es física, pero que posee enorme importancia. -Hizo una pausa y movió un pie, como si ejecutara algún dibujo en el suelo metálico-. Este proyecto, ya lo saben, está calificado como alto secreto. Nadie más conoce que estamos aquí, ni los colegas, ni los amigos, ni nuestras familias, ni siquiera muchos de los directores de Eagle Group. Naturalmente, a la comunidad científica no podemos engañarla, pero les hemos ido brindando, mediante congresos y artículos, algunas zanahorias. Saben que con la «secuoya» se puede hacer madera, valga la expresión, pero no de qué forma. Este proyecto, pues, es único en el mundo, al menos hasta ahora. Hemos sido seleccionados tras un estudio detallado de nuestras vidas, aficiones, amistades e inquietudes. Vamos a trabajar en algo en lo que nadie tiene experiencia previa. Somos pioneros, y necesitamos medidas especiales de seguridad debido a… varias razones.
Hizo otra pausa y volvió a observar los movimientos de su pie.
– En primer lugar, no piensen ni por un momento que van a ver películas en esta pantalla. En el cine contemplamos la escena de la muerte de César, por ejemplo, como si se tratara de la grabación de un videoaficionado de la época romana. Pero las imágenes de las cuerdas de tiempo abiertas no son películas, ni siquiera películas de la vida real: son el pasado . Podemos verlas en una pantalla, como las películas, y grabarlas en DVD, igual que las películas, pero deben recordar siempre que se trata de cuerdas de tiempo abiertas de las que hemos extraído información. Nuestro «asesinato de César» será el suceso en sí, tal como quedó y ha quedado para siempre registrado en las partículas de luz que reflejó la escena real, es decir, en la realidad del pasado . Esto acarrea ciertas consecuencias. Ignoramos qué sucedería, por ejemplo, con personajes o acontecimientos que forman parte de nuestra cultura o nuestros ideales. Se han hecho estudios secretos, y aún no existen conclusiones. Por ejemplo, si viéramos a Jesucristo, Mahoma o Buda… tan solo verlos y saber con certeza que se trata de ellos… No digamos si descubrimos aspectos de la vida de estos fundadores de religiones que se oponen a lo que las iglesias de cada fe han estado haciendo creer a millones de personas durante siglos, incluyendo, probablemente, a varios de nosotros. Todo esto constituye motivo más que de sobra para que el Proyecto Zigzag sea secreto. Pero hay otro motivo. -Hizo una pausa y parpadeó-. Me gustaría explicarlo mostrándoles una nueva imagen. Se trata de la única que hemos conseguido obtener, aparte de la del Vaso Intacto. La mayoría de ustedes no conoce su existencia… Jacqueline, te vas a llevar una sorpresa… Colin, ¿te importaría…?
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