Robin Cook - Cromosoma 6
Здесь есть возможность читать онлайн «Robin Cook - Cromosoma 6» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Cromosoma 6
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Cromosoma 6: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cromosoma 6»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Cromosoma 6 — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cromosoma 6», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Es absurdo -afirmó Jack y le explicó a Bart que los análisis de Ted confirmaban la teoría del trasplante.
– No sé qué decir.
– ¿En qué otro sitio, aparte de Estados Unidos o Europa, puede hacerse un trasplante? -preguntó Jack.
Bart se encogió de hombros.
– Hay muy pocas posibilidades de que la operación se haya llevado a cabo en otro sitio -respondió Bart-. Podrían haberla hecho en Australia, Sudáfrica o incluso América del Sur. Pero después de hablar con mi contacto en UNOS, no lo creo posible.
– ¿Hablas en serio? -preguntó Jack, que esperaba oír otra cosa.
– Es un misterio-señaló Bart.
– Este caso no deja de complicarse -dijo Jack.
– Seguiré investigando.
– Te lo agradecería.
Desanimado, Jack salió del área forense. Tenía la inquietante sensación de que estaba pasando por alto un detalle importante, pero no sabía cuál era ni qué podía hacer para descubrirlo.
En la sala de identificaciones se sirvió otra taza de café, que a esa hora del día parecía barro. Con la taza en la mano, subió por las escaleras hacia el laboratorio.
– He analizado tus muestras -dijo John DeVries-. No hemos detectado ni ciclosporina ni FK506.
Atónito, Jack se quedó mirando fijamente la cara pálida y demacrada del jefe del laboratorio. No sabía qué era más sorprendente, si el hecho de que ya hubieran analizado las muestras o el de que los resultados fueran negativos.
– Bromeas -atinó a decir.
– Claro que no -repuso John-. Yo nunca bromeo.
– Pero el paciente tenía que seguir necesariamente un tratamiento con inmunosupresores -dijo Jack-. Le habían hecho un trasplante de hígado poco tiempo antes. ¿Hay alguna posibilidad de que se trate de un falso negativo?
– Siempre hacemos pruebas de control -respondió John.
– Esperaba que detectaríais la presencia de un fármaco u otro.
– Lamento no haberte dado los resultados que esperabas -dijo John-. Y ahora, si me disculpas, tengo trabajo.
El director del laboratorio se dirigió a un instrumento e hizo algunos ajustes. Jack dio media vuelta y se marchó.
Ahora sí que estaba deprimido. Los resultados de los análisis llevados a cabo por Ted Lynch y John DeVries eran contradictorios. Si Franconi había sido sometido a un trasplante reciente, tenía que estar tomando ciclosporina A o FK506.
Era el tratamiento habitual.
Salió del ascensor en la quinta planta y, de camino al departamento de histología, buscó una explicación racional para los datos que acababan de proporcionarle. No se le ocurrió nada.
– Vaya, si es nuestro buen doctor otra vez lo saludó Maureen O'Connor con su característico acento irlandés-. ¿Qué pasa? ¿Sólo tienes un caso? ¿Por eso nos das tanto la paliza?
– Sólo tengo uno y me está haciendo perder la chaveta -dijo Jack-. ¿Qué pasa con mis preparados?
– Algunos están listos -respondió Maureen-. ¿Quieres llevártelos o prefieres esperar a que estén todos?
– Me llevaré los que pueda.
Con pericia, Maureen cogió las muestras que estaban secas y las colocó en el portaobjetos. Luego le entregó la bandeja a Jack.
– ¿Por casualidad hay algún corte de hígado aquí? -preguntó el forense, esperanzado.
– Eso creo -dijo Maureen-. Al menos uno o dos. Las demás las tendrás más tarde.
Jack saludó con una inclinación de cabeza y salió al pasillo en dirección a su despacho, que estaba a pocas puertas de allí. Cuando entró, Chet alzó la vista y sonrió.
– Hola, colega, ¿qué tal va todo?
– No muy bien -respondió Jack. Se sentó y encendió la luz del microscopio.
– ¿Problemas con el caso Franconi?
Jack asintió con un gesto. Empezó a buscar los cortes de hígado entre los portaobjetos. Sólo encontró uno.
– Es como intentar sacar agua de una roca -respondió.
– Oye -dijo Chet-, me alegro de que hayas vuelto. Estoy esperando una llamada de un médico de Carolina del Norte.
Necesito saber si un paciente suyo tenía problemas cardíacos.
Pero tengo que salir a hacerme fotos para el pasaporte, para mi próximo viaje a la India. ¿Te importaría coger la llamada?
– Claro que no -repuso Jack-. ¿Cómo se llamaba el paciente?
– Clarence Potemkin-respondió Chet-. La carpeta está encima de mi escritorio.
– De acuerdo -dijo Jack mientras ponía el portaobjetos con la muestra de tejido hepático en el microscopio.
Chet se puso el abrigo y se marchó. Jack reguló el objetivo del microscopio para examinar la muestra y, cuando se disponía a mirar por el ocular, se detuvo en seco. El recado de Chet le había hecho pensar en los viajes al extranjero. Si Franconi había salido del país para hacerse un trasplante, lo cual cada vez se le antojaba más probable, debía de haber una manera de descubrir adónde había ido.
Jack levantó el auricular, marcó el número de la jefatura de policía y preguntó por el detective Lou Soldano. Esperaba que le dijeran que dejara un recado, así que se sorprendió gratamente cuando respondió el propio Lou.
– Eh, me alegra oírte -dijo Lou-. ¿Recuerdas que esta mañana te comenté que, según uno de nuestro confidentes, los Lucia habían robado el cadáver de Franconi? Pues acabamos de recibir una confirmación por otra fuente. Supuse que querrías saberlo.
– Interesante -dijo Jack-, pero quería hacerte una pregunta.
– Dispara.
– Quiero saber si es posible hacer alguna gestión en Aduanas para averiguar si Franconi salió del país en los últimos tiempos y, en caso afirmativo, adónde fue.
– Se puede intentar en aduanas o en inmigración -respondió Lou-. La vía más segura es inmigración, a menos que el tío haya comprado tantas cosas en el extranjero que tuviera que pagar impuestos. Además, tengo un amigo en inmigración. De esa forma lo sabremos mucho antes que si seguimos los cauces burocráticos. ¿Quieres que lo compruebe?
– Me encantaría -respondió Lou-. Este caso me tiene en ascuas.
– Será un placer -repuso Lou-. Como te dije esta mañana, te debo una.
Jack colgó el auricular con una sombra de esperanza ante esa nueva posibilidad.
Sintiéndose más optimista, se inclino, miró por el ocular y comenzó a enfocar.
La jornada de Laurie no había salido según lo previsto. Aunque se había propuesto hacer una sola autopsia, había terminado haciendo dos. Luego George Fontworth había tenido problemas con un caso de múltiples heridas de bala y Laurie se había ofrecido a ayudarle. Pese a que no había parado para comer, no salió del foso hasta después de las tres.
Laurie se puso la ropa de calle y, cuando se dirigía a su despacho, vio a Marvin en la oficina del depósito. Marvin acababa de empezar su turno y estaba ocupado poniendo orden en el caos de un día de trabajo normal. Laurie se desvió de su camino y asomó la cabeza por el hueco de la puerta.
– Encontramos las radiografías de Franconi -dijo-. Y resultó que el tipo que habían encontrado en el agua era nuestro hombre desaparecido.
– Lo leí en el periódico -repuso Marvin-. Buen trabajo.
– Lo identificamos gracias a las radiografías -explicó Laurie-. Así que me alegro de que las hicieras.
– Es mi trabajo.
– Quería disculparme otra vez por sugerir que no las habías hecho-dijo Laurie.
– Ningún problema -repuso Marvin.
Laurie salió, pero no había dado ni cuatro pasos cuando se volvió y regresó a la oficina del depósito. Esta vez entró y cerró la puerta a su espalda.
Marvin la miró con expresión inquisitiva.
– ¿Te importa que te haga una pregunta confidencial? -preguntó Laurie.
– Supongo que no -respondió Marvin con cautela.
– Naturalmente, me interesa saber cómo desapareció el cuerpo de Franconi -dijo-. Por eso hablé contigo anteayer. ¿Recuerdas?
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Cromosoma 6»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cromosoma 6» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Cromosoma 6» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.