– Un material encantador.
– La sheriff Crowe cree que ésa es una reproducción de una pintura de Goya.
– Tiene razón. Se trata de Saturno devorando a sus hijos.
Señaló una fotografía de la escena de la balsa.
– Ésta es una pintura de Theodore Géricault. ¿Lo conoce?
Sacudí la cabeza.
– Se titula La balsa de la Medusa.
– ¿Cuál es la historia?
– Estamos investigando.
– ¿Quién es el oso?
– La misma respuesta. Investigamos el nombre pero no encontramos nada. No puede haber muchos Baxbakualanuxsiwae por ahí.
Quitó una chincheta con la uña y me dio una lista.
– ¿Le resulta familiar alguno de los nombres del programa?
– ¿Los que aparecen en las paredes del túnel?
– Sí. El agente especial Rayner está trabajando en ellos.
Tres mesas plegables se alineaban en la parte posterior de la habitación. Encima de una de ellas había un ordenador, en las otras dos había cajas de cartón, cada una marcada con la fecha y su procedencia: Cajón de la cocina 13. Sala de estar, estantería pared norte. En el suelo había más cajas.
Un joven en mangas de camisa y corbata trabajaba en el ordenador. Le había visto en la casa de Arthur, pero no nos habían presentado. McMahon le hizo un gesto al agente hacia mí.
– Roger Rayner, Tempe Brennan.
Rayner alzó la vista y sonrió, luego volvió a concentrarse en la pantalla.
– Hemos identificado a los personajes más obvios. Los dioses griegos y romanos, por ejemplo.
Advertí algunos comentarios que acompañaban a algunos de los nombres encontrados en las paredes. Cronos. Dionisos. Las Hijas de Mineo. Las Hijas de Peleas. Polifemo.
– Y el papa y el emperador azteca aparecieron en seguida. ¿Pero quién diablos es Dasakumaracarita? ¿O Abd al-Latif? ¿O Hamatsa? -Pronunciaba los nombres sílaba a sílaba-. Al menos puedo decir «Sawney Beane» o «John Gregg».
Se pasó una mano por el pelo pero la cresta volvió a alzarse.
– Imagino que un antropólogo podría reconocer a alguna oscura diosa o algo por el estilo.
Yo miraba fijamente uno de los nombres de la lista. Hamatsa.
Moctezuma. Los aztecas.
Saturno devorando a sus hijos.
– ¿Hay algún lugar donde podamos hablar en privado?
Mi voz sonaba aguda y temblorosa.
McMahon me miró sorprendido y luego me llevó a un despacho que había a unos pocos metros.
Me llevó un momento ordenar las ideas.
– Lo que voy a decirle puede sonarle absurdo, pero me gustaría que me escuchara hasta el final.
Se reclinó en su silla y cruzó los dedos sobre el estómago.
– Entre los kwakiutl del noroeste del Pacífico, los Hamatsa formaban una sociedad de élite tribal. Los jóvenes que aspiraban a convertirse en Hamatsa debían soportar un largo período de aislamiento.
– ¿Como en las pruebas de una hermandad universitaria?
– Sí. Durante su estancia en la selva, los iniciados aparecían periódicamente en las afueras de la aldea, desvariando y gritando, se lanzaban sobre el poblado, mordían y arrancaban la carne de brazos y pechos de los desafortunados que estaban presentes y luego volvían a desaparecer en la selva.
McMahon se miraba las manos.
– Poco antes de que acabase ese exilio voluntario, cada iniciado recibía una momia previamente empapada en agua salada, limpiada y abierta por la mitad. Se esperaba que el iniciado curase con humo el cadáver para el ritual final.
Hice un esfuerzo para tragar.
– Durante el transcurso de ese ritual, el aspirante y los miembros más importantes de la hermandad devoraban trozos del cadáver.
McMahon continuó con la mirada clavada en las manos.
– ¿Está familiarizado con los aztecas?
– Sí.
– Apaciguaban la ira de los dioses a través de un ritual en el que comían seres humanos.
– ¿ Canibalismo?
Los ojos de McMahon finalmente se encontraron con los míos.
– A gran escala. Cuando Cortés y sus hombres entraron en la capital de Moctezuma, Tenochtitlán, encontraron montones de cráneos humanos en la plaza de la ciudad, otros empalados en estacas. Calcularon que había más de cien mil.
Silencio. Luego:
– Saturno comiendo a sus hijos.
– Polifemo capturó a Ulises y se comió a sus compañeros.
– ¿Qué tiene que ver un papa en todo esto?
– No estoy segura.
McMahon se marchó para reaparecer al cabo de unos minutos.
– Rayner lo está buscando.
Miró una de las notas y se rascó la cabeza.
– Rayner encontró la pintura de Géricault. Está basada en el naufragio en 1816 de una fragata francesa, La Méduse. Según la historia, los supervivientes se comieron a los muertos mientras vagaban perdidos en el mar.
Estaba a punto de mostrarle a McMahon mis propios hallazgos cuando Rayner apareció por la puerta. Escuchamos mientras leía las notas que había escrito en su cuaderno.
– No creo que quieran escuchar todo el resumen de la vida de este tío, de modo que me limitaré a los puntos más importantes. El papa Inocencio III es conocido sobre todo por haber organizado el cuarto concilio de Letrán en 1215. A todo el que era alguien en el mundo cristiano se le dijo que moviese el culo para estar presente en esa reunión.
Alzó la vista.
– Estoy haciendo una paráfrasis. Con todos los peces gordos reunidos, Inocencio decretó que a partir de entonces las palabras hoc est enim corpus meum debían interpretarse de forma literal, y se exigía a los fieles que creyeran en la tran-substanciación. Es la idea según la cual, durante la celebración de la misa, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Volvió a alzar la vista para ver si le seguíamos.
– Inocencio decretó que ese acto no es simbólico sino real. Aparentemente esta cuestión había sido debatida durante cerca de mil años, de modo que Inocencio decidió ponerle punto final. A partir de aquella fecha, si dudabas de la transubstanciación eras culpable de herejía.
– Gracias, Roger.
– De nada.
Volvió a su ordenador.
– ¿Cuál es la relación? -preguntó McMahon.
– Inocencio definió el acto ceremonial más sagrado del cristianismo como una verdadera ingesta de Dios. Es lo que los antropólogos llaman antropofagia ritual
Un recuerdo de mi infancia. Una monja vestida con su hábito tradicional, el crucifijo sobre el pecho, una tiza en las manos.
– ¿Conoce el origen de la palabra host ?
– Hostia. Significa «víctima sacrificatoria» en latín.
– ¿Cree que nos enfrentamos a algún grupo de chalados que disfruta con el canibalismo?
Inspiré profundamente.
– Creo que es mucho peor que eso.
– ¿Peor que qué?
Ambos nos volvimos. Ryan se encontraba en el mismo lugar que hacía pocos minutos había ocupado Rayner. McMahon le indicó una de las sillas.
– Peor que jugar con mitos y pinturas alegóricas. Me alegra que hayas venido, Ryan. Podrás confirmar lo que estoy a punto de describir.
Saqué del maletín las fotografías que me había enviado Jim y le pasé la primera a McMahon.
– Lo que aparece en esa fotografía es el fémur reconstruido de un venado. Los cortes fueron hechos con un instrumentó afilado, probablemente un cuchillo de piedra. Se puede observar cómo se agrupan alrededor de los puntos de unión del tendón y el ligamento, y en las articulaciones.
McMahon le pasó la foto a Ryan y yo le alcancé varias más.
– Ésos también son huesos de animales. Se puede apreciar una distribución similar de las estrías y las marcas de los cortes.
Siguiente fotografía.
– Esos son fragmentos de huesos humanos. Fueron hallados en la misma cueva del sureste de Francia donde se descubrieron los huesos de los animales.
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