Sue Grafton - I de Inocente

Здесь есть возможность читать онлайн «Sue Grafton - I de Inocente» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

I de Inocente: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «I de Inocente»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una bala a través de la mirilla de la puerta acabó con la vida de Isabelle. En el juicio por el asesinato, el acusado David Berney, esposo de la victima, fue absuelto por falta de pruebas. Seis años despúes, uno de los ex maridos de Isabelle decide interponer una demanda por lo civil contra Barney.
El investigador que llevaba el caso ha fallecido recientemente y Kinsey Millhone lo sustituye en el que es su primer trabajo para el bufete de abogados Kingman e Ives. Uno de los principales escollos que Kinsey deberá afrontar es la caótica acumulación de datos. Algunos de sus archivos están vacios, otros contienen información relativa a entrevistas que al parecer nunca mantuvo, y toda la acusación se basa en las declaraciones de un ex convicto cuya credibilidad es más que cuestionable.
Resuelta a recomponer esta embrollada historia, Kinsey se pierde en un mar de dudas e incongruencias. Hay tantos cabos sueltos, tantas preguntas sin respuesta que ni siquiera la probada pericia de la detective parece suficiente para desvelas el venenoso secreto del asesino.

I de Inocente — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «I de Inocente», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los muebles del patio eran de hierro y lona, y los cojines de los asientos parecían descoloridos por permanecer a la intemperie. Peter Weidmann dormía la siesta; sobre su vientre descansaba un libro grueso, de tapa dura y abierto. No hacía mucho había visto en una librería un ejemplar de la misma obra: el volumen primero de la aburrida autobiografía de no sé qué celebridad que había contado «con la colaboración de» un periodista contratado para dar coherencia y legibilidad al producto. Al parecer lo había leído todo hasta la página cinco. Los alrededores de la tumbona estaban alfombrados de colillas. Lo más seguro es que no le dejaran fumar dentro de la casa.

Daba la impresión de haberse pasado la vida con el traje y la corbata puestos. Ahora que estaba jubilado, aprovechaba la ocasión para ponerse unos tejanos negros y una camisa de franela recién comprada, con los pliegues del empaquetado aún visibles; se había desabrochado los dos botones superiores y se le veía la camiseta de color blanco. ¿Por qué un hombre así parecía tan indefenso con la ropa de estar por casa? Tenía la cara estrecha, las cejas negras y despeinadas, y el pelo cano y muy corto. Después de cincuenta años de casados, Peter y Yolanda habían llegado a esa etapa en que la esposa parece más bien la madre.

– Esto es lo que se llama jubilación activa -dijo Yolanda echándose a reír-. También a mí me gustaría jubilarme, lo que pasa es que nunca he trabajado. -Lo decía con jovialidad, pero había cierta amargura en el comentario. El presunto sentido del humor no podía ocultar el resentimiento que palpitaba en las profundidades. Le zarandeó el hombro, saboreando el pretexto que mi visita le proporcionaba para turbar la paz y tranquilidad del marido-. Peter, hay aquí una persona que quiere verte.

– Ya volveré más tarde. No hace falta que le despierte.

– Le es igual. Hoy no ha hecho nada en todo el día. -Se inclinó sobre él-. Peter.

El aludido despertó sobresaltado, desorientado a causa del sueño y la voz que de pronto había sonado en sus oídos.

– Tenemos visita. Es por lo de Isabelle y David. Esta joven es secretaria del señor Kingman. -Se volvió hacia mí con el ceño fruncido-. Es usted su secretaria, ¿no? ¿O es abogada también?

– Soy detective.

– Ya decía yo que no tenía cara de abogada. ¿Cómo ha dicho que se llama?

Weidmann puso el libro a un lado, se levantó y me tendió la mano.

– Peter Weidmann.

Se la estreché.

– Kinsey Millhone. Siento molestarle.

– No se preocupe. ¿Le apetece un café o prefiere una taza de té?

– Nada, gracias, es igual.

– Hace mucho frío aquí fuera -dijo Yolanda al marido. Y a mí a continuación-: Este año ha tenido la gripe dos veces y no me gustaría repetir la experiencia. Acabé reventada de tanto ajetreo. Los hombres son como niños cuando se ponen enfermos. -Me hizo un guiño mientras renegaba. Así podría afirmar que lo decía en broma si Peter se daba por ofendido.

– Es verdad, me pongo insoportable cuando caigo enfermo -confesó Peter.

– Nadie soporta las enfermedades -comenté.

Hizo un ademán en dirección a la casa.

– Vamos al estudio, si le parece.

Entramos en fila india en la casa, que parecía sofocante después de haber estado a merced de la humedad exterior. El estudio era de dimensiones reducidas y el mobiliario tenía el mismo aspecto desvencijado que las sillas y tumbonas del porche. Me dio la sensación de que la casa estaba dividida en «la parte de él» y «la parte de ella». El sector de Yolanda estaba decorado hasta el techo y rebosante de objetos caros que seguramente había comprado en varios viajes al extranjero. Tras someterlo a votación, la mujer se había encargado de la sala de estar, de la cocina, del rincón del desayuno y seguramente también de todos los cuartos de baño, la habitación de los huéspedes y el dormitorio. El marido se había quedado con el porche de atrás y el estudio, donde había atesorado todos los enseres domésticos que la mujer le había amenazado con tirar a la basura.

Nada más cruzar el umbral de la estancia, Yolanda se puso a hacer aspavientos, y cuando percibió el olor del tabaco se le contrajo la cara.

– Por el amor de Dios, Peter, esto no hay quien lo aguante. No sé cómo resistes aquí dentro. -Se acercó a la ventana y la abrió de par en par, cogió una revista y se puso a sacudirla en el aire.

A mí tampoco me gusta el olor del tabaco, pero aquello ya era exagerar.

– No se preocupe, señora. A mí no me molesta -dije.

Cogió un cenicero lleno e hizo una mueca.

– A usted no le molestará -dijo-, pero a mí me dan ganas de vomitar. Traeré un ambientador. -Salió de la estancia con el ultrajante cenicero. La tensión del ambiente descendió varios grados.

Me fijé en la colección de fotos de Peter «con famosos» que decoraba la campana de la chimenea. Me acerqué a echar un vistazo.

– ¿Está usted en todas?

– En casi todas -dijo.

Vi a Peter Weidmann con el alcalde durante la ceremonia de inauguración de unas obras, con Isabelle Barney al fondo; a Peter en un banquete, mientras recibía no sé qué placa; a Peter en el trabajo, junto al contratista. La última se había publicado al parecer en el periódico de Santa Teresa, ya que la habían recortado, enmarcado y colgado junto a la original; el pie de foto decía que se trataba de la inauguración de unas instalaciones recreativas. Por los coches que se veían al fondo, deduje que casi todas las fotos se habían hecho a principios de los años setenta. Los proyectos comerciales se mezclaban con los residenciales. En dos fotos había dos estrellas de cine de tercera magnitud cuya casa quizá Peter había proyectado y construido. Estuve un rato contemplando aquel álbum horizontal, tan interesada por ver a Isabelle como a Peter. Me gusta observar a la gente cuando trabaja. La actividad laboral hace salir a la superficie aspectos personales que nadie sospecharía si viera a los mismos individuos en un medio diferente.

Con el mono y el casco, Peter parecía más joven y muy seguro de sí mismo. Y no porque las fotos se hubieran hecho años antes, cuando aún podía hablarse de juventud en sentido temporal. Las fotos que tenía ante mí se habían hecho en el punto culminante de su trayectoria profesional, cuando todo estaba ya encauzado; cuando le encargaban proyectos importantes; cuando ya tenía fama, influencia, dinero y amistades. Parecía feliz. Me volví para mirar al hombre de carne y hueso que había a mi lado y que en comparación con el otro parecía un ciudadano mediocre. Le sorprendí observando mis reacciones.

– Es fabuloso -dije.

– Sí, he tenido mucha suerte. -Señaló una foto-. Sam Eaton, el senador -dijo-. Construí una casa para Sam y Mary Lee. Y éste es Harris Angel, el productor de Hollywood. Tal vez haya oído hablar de él.

– Me suena el nombre -dije, aunque no me sonaba en absoluto.

En ese instante Yolanda reapareció con el ambientador.

– María lo había guardado en el frigorífico, imagínate. -Puso la cajita encima de la mesa, rompió el precinto y dejó al descubierto la pastilla. Al oler el tufo que echaba, mezcla de betún e insecticida, añoré el olor del tabaco.

Eché una ojeada rápida al resto de la habitación. Había un revistero con periódicos junto al sillón de orejas y tapizado en piel, más periódicos amontonados encima del sofá, revistas en la mesita rinconera y huellas de platos. Había un buró debajo de las ventanas que daban al patio trasero. Sobre él descansaba una antigua máquina de escribir portátil, un rimero de libros y otro cenicero con colillas. Pegada al buró había una vieja silla de comedor y otra, no muy lejos de la primera, con una torre de libros en el asiento. La papelera estaba llena hasta el borde.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «I de Inocente»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «I de Inocente» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sue Grafton - T de trampa
Sue Grafton
Sue Grafton - U Is For Undertow
Sue Grafton
Sue Grafton - H is for Homicide
Sue Grafton
Sue Grafton - P is for Peril
Sue Grafton
Sue Grafton - O Is For Outlaw
Sue Grafton
libcat.ru: книга без обложки
Sue Grafton
Sue Grafton - F is For Fugitive
Sue Grafton
Sue Grafton - C is for Corpse
Sue Grafton
Sue Grafton - E Is for Evidence
Sue Grafton
Sue Grafton - K Is For Killer
Sue Grafton
Sue Grafton - Z Jak Zwłoki
Sue Grafton
Sue Grafton - S is for Silence
Sue Grafton
Отзывы о книге «I de Inocente»

Обсуждение, отзывы о книге «I de Inocente» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x