Anne Perry - Luto riguroso

Здесь есть возможность читать онлайн «Anne Perry - Luto riguroso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Luto riguroso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Luto riguroso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Nunca se había visto envuelto en el escándalo el aristocrático clan de los Moidore, una de las mejores familias de Londres, a cuya mansión de Queen Anne Street acuden los más encumbrados personajes. Ahora, sin embargo, la bella hija de sir Basil ha aparecido apuñalada en su propia cama y la noticia corre de boca en boca por la ciudad. El inspector William Monk recibe la orden de encontrar al asesino sin demora, aunque evitando causarle mayores trastornos a una familia ya abrumada por la tragedia. Monk se halla aún bajo los efectos de la amnesia que le dejó como secuela un grave accidente, pero sus facultades continúan intactas y, con la ayuda de Hester Latterly, se aproxima paso a paso a un asombroso descubrimiento.

Luto riguroso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Luto riguroso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Basil se quedó estupefacto y Cyprian parecía clavado en el sitio.

– Por lo que dice llegó de la calle, ¿verdad? ¿Dónde había estado la señora Haslett, señor Thirsk? -preguntó Monk con voz tranquila.

– No tengo ni idea -replicó Septimus con una expresión en los ojos que pasó de la rabia a la pena-. Aunque se lo pregunté, no me lo dijo, sólo añadió que un día yo lo comprendería mejor que nadie. No dijo más.

– Pregunte al cochero -dijo Cyprian inmediatamente-. Él lo sabrá.

– No salió en ninguno de nuestros coches -dijo Septimus, pero al captar la mirada de Basil añadió-: De tus coches, quiero decir. Entró de la calle a pie y supongo que se fue andando o que tomó un hansom.

Cyprian masculló una maldición entre dientes. Basil parecía confuso, pero sus hombros se distendieron debajo de la tela negra de la chaqueta y dejó vagar la mirada a lo lejos, más allá de ellos, más allá de la ventana. Habló con Monk dándole la espalda.

– Parece por todas las trazas, inspector, que mi pobre hija se enteró de algo aquel día. Su trabajo consiste en saber de qué se trata, pero si no lo averigua tendrá que encontrar el modo de deducir quién la mató. Es posible que no lleguemos a descubrir nunca las razones, y la verdad es que eso no es tan importante. -Vaciló, por un momento sumido aún más en sus propias cavilaciones, en las que nadie se inmiscuyó.

– En caso de que alguien de la familia pudiera serle de ayuda, no le quepa duda de que recurriremos a usted -continuó-. Ya es más de mediodía y no se me ocurre en qué otra cosa podemos serle útiles. Tanto usted como sus ayudantes están en libertad de interrogar a los criados cuando quieran sin necesidad de molestar a la familia. Daré órdenes a Phillips en este sentido. De momento no puedo hacer otra cosa que agradecerle su cortesía y confiar en que seguirá observándola. Le agradeceré que me mantenga al corriente de sus averiguaciones. Si yo no estuviera, informe a mi hijo. Preferiría que no afligiese a lady Moidore más de lo que ya está.

– Entendido, sir Basil. -Monk se volvió a Cyprian-. Gracias por su cooperación, señor Moidore.

Monk se excusó y esta vez no fue el mayordomo quien lo acompañó a la salida sino un lacayo de muy buen porte y de mirada atrevida, cuya apostura quedaba afeada tan sólo por una boca pequeña y de gesto astuto.

Ya en el vestíbulo encontró a lady Moidore y, cuando se disponía con toda intención a pasar por su lado sólo con un saludo de cortesía, la señora fue a su encuentro y, despidiendo al criado con un gesto de la mano, obligó a Monk a pararse a hablar con ella.

– Buenos días, lady Moidore.

Habría sido difícil saber hasta qué punto era natural la palidez de su rostro, muy en armonía con sus hermosos cabellos, pero lo inequívoco eran sus grandes ojos y la agitación que revelaban sus movimientos.

– Buenos días, señor Monk. Me ha dicho mi cuñada que usted cree que quien cometió el delito no fue ningún intruso. ¿Es así?

Nada se ganaba con mentir. No por venir de otra persona las noticias serían más tolerables y, en cambio, si Monk optaba por mentir, difícilmente conseguiría que le diesen crédito en un futuro. Y además, no habría hecho sino añadir confusión a la ya existente.

– Sí, señora. Lo siento.

La mujer permaneció inmóvil. No se percibía en ella ni siquiera el más leve aleteo de la respiración.

– Esto quiere decir que uno de nosotros mató a Octavia -murmuró. A Monk le sorprendió que no rehuyera la verdad ni intentara disfrazarla con palabras elusivas. Por otra parte, era la única persona de la familia que no había tratado de achacar la responsabilidad exclusivamente a los criados, por lo que Monk sintió por ella una admiración todavía más grande, ya que valoró la valentía que requería su postura.

– ¿Vio usted a la señora Haslett cuando llegó a casa aquella tarde, señora? -le preguntó Monk con el máximo comedimiento.

– Sí, ¿porqué?

– Parece que en el curso de su salida se enteró de algo que la impresionó profundamente y, según palabras del señor Thirsk, tenía intención de proseguir las averiguaciones hasta descubrir una prueba concluyente. ¿Le habló a usted del asunto?

– No -respondió con los ojos tan abiertos que parecían fijos en algo muy próximo que le impedía parpadear-, no. Estuvo muy callada durante la cena, y se mostró ligeramente desagradable con… con Cyprian y con su padre. -Su expresión de preocupación se acentuó-. Pero yo supuse que tenía uno de sus dolores de cabeza. Ya se sabe que entre las personas surgen a veces incidentes desagradables, especialmente si viven en la misma casa día tras día. Inmediatamente antes de acostarse vino a mi cuarto a darme las buenas noches. Vi que tenía el salto de cama roto y me brindé a cosérselo… nunca fue muy hábil con la aguja… -La voz se le quebró un momento. El recuerdo debía de ser intolerable para ella por lo preciso y reciente. Su hija había muerto. Todavía no había tenido tiempo de acostumbrarse totalmente a la pérdida de esa vida que acababa de deslizarse al pasado.

Aunque le contrariaba tener que insistir, Monk comprendió que debía hacerlo.

– ¿Qué le dijo ella en aquel momento, señora? Aunque no fuera más que una palabra, podría sernos útil.

– Nada, tan sólo me dio las buenas noches -dijo en voz muy baja-. Era muy cariñosa, la recuerdo tanto… mi hija era verdaderamente cariñosa. Me dio un beso, como si supiera que no nos volveríamos a ver. -Se llevó las manos a la cara y se apretó con fuerza los pómulos con sus dedos largos y finos hasta que la piel se le puso tirante.

Monk tuvo la clara sensación de que, más que el dolor por la muerte de su hija, la trastornaba el pensamiento de que la hubiera asesinado alguien de la familia.

Era una mujer fuera de lo común, cuya sinceridad infundió a Monk un gran respeto. Le soliviantaba ser tan inferior a ella socialmente, tanto que no podía consolarla en absoluto; tenía que conformarse con testimoniarle una fría cortesía desprovista de cualquier expresión individual.

– Cuente con toda mi comprensión, señora -le dijo Monk torpemente-. Ojalá que no hubiera necesidad de proseguir las averiguaciones… -No añadió más, pero ella lo entendió sin necesidad de explicaciones morosas. Se retiró las manos de la cara.

– Por supuesto -dijo lady Moidore en voz muy baja.

– Buenos días, señora.

– Buenos días, señor Monk. Percival, acompaña al señor Monk a la puerta, por favor.

Reapareció el mismo lacayo de antes y, para sorpresa de Monk, cuando lo acompañaba hasta la puerta principal y le dejaba frente a la escalera que bajaba directamente a la acera de Queen Anne Street, experimentó una sensación que le era familiar, sin que recordara ni una sola situación que la hubiera producido: una mezcla de piedad, de interés de cariz intelectual y de creciente participación. Seguramente había hecho esto mismo centenares de veces: había empezado con un crimen y después, recorriendo un hecho tras otro, había acabado por conocer a las personas y también sus vidas y sus tragedias.

¿Cuántas habían dejado en él una marca, lo habían afectado tan hondamente hasta el punto de cambiarlo todo en su interior? ¿A quién había amado? ¿De quién se había compadecido? ¿Qué lo había enfurecido?

Como lo habían hecho salir por la puerta principal, ahora tendría que dar la vuelta a la casa para acercarse a la parte trasera y reunirse con Evan, a quien había dado la orden de hablar con los criados y tratar de hacer algunas averiguaciones encaminadas a localizar el cuchillo. Dado que el asesino seguía en la casa y no había salido de ella aquella noche, también el arma tenía que estar dentro, a menos que el interesado se hubiera deshecho de ella después. Sin embargo, en una casa como aquélla tenía que haber innumerables cuchillos, varios de los cuales seguramente se utilizaban para cortar carne. Nada más sencillo que lavarlo y volverlo a colocar en su sitio. Ni siquiera unos restos de sangre en el punto de empalme de la hoja con el mango habrían servido para probar gran cosa. Vio a Evan que subía la escalera. Quizá le habían comunicado que en aquel momento salía Monk y por esto también él había salido con intención de coincidir con él. Monk observó la cara de Evan mientras subía los peldaños con pie ligero y alta la cabeza. -¿Hay algo?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Luto riguroso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Luto riguroso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Luto riguroso»

Обсуждение, отзывы о книге «Luto riguroso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x