Otros investigadores son más conservadores y positivos al respecto.
Común a la mayor parte de los investigadores en teología es el hecho de que, en grado variable, están marcados por su fe (o por su falta de fe). La teología no es una ciencia absoluta. En gran medida, los puntos de vista están coloreados por la fe personal del investigador y por su posición teológica (y, hasta cierto punto, política). Diferentes investigadores le dan peso a datos e hipótesis diferentes.
Junto con mi personaje Bjorn Belto, yo me limito a deslizarme sobre la superficie de la emocionante materia de la teología. Supongo que los teólogos especializados sonreirán con condescendencia, o con provocación, ante muchos de los diálogos y las ideas de este libro. Como la mayoría de los escritores, yo también he elegido una posición, y los ficticios teólogos e investigadores del libro representan las posturas que le convienen a la acción de la novela. Así, no son representativos de la mayoría más reconocida de los teólogos. Yo, al igual que Dan Brown, he escrito una novela. No afirmo haber encontrado la verdad.
¿Lo han hecho los investigadores?
Los evangelios que nunca llegaron a lo alto
¿Cómo de literal o críticamente ha de ser leído el Nuevo Testamento?
Cada lector ha de encontrar su propia respuesta.
El Nuevo Testamento es una colección de escritos, un así llamado canon, del que en gran medida se disponía ya en el siglo II, pero que fue finalmente compuesto y reconocido por los Padres de la Iglesia en el sínodo de Hipona (año 393) y de Cartago (397).
Los cuatro evangelistas -Marcos, Mateo, Lucas y Juan- eran, según todo indica, cristianos de segunda generación que escribieron sus textos a finales del siglo I (algunos teólogos opinan que el evangelio de Juan puede estar escrito realmente por el apóstol Juan). Mateo y Lucas conocían lo redactado por Marcos. Pero antes de que apareciera ninguno de los cuatro evangelistas, se escribió lo que más tarde se ha llamado Q.
El evangelio Q no existe. Sin embargo, es visto por muchos como el «primer evangelio», que más tarde fue usado por Mateo y Lucas como fuente (de ahí Q, de Quelle, «fuente» en alemán). Fueron investigadores alemanes quienes llegaron a la conclusión de que tenía que haber una fuente escrita para las palabras de Jesús en los evangelios de Mateo y Lucas. Tomando los evangelios de que se dispone, investigadores del Institute for Antiquity and Christianity de EE.UU. {http://iac.cgu.edu) han reconstruido Q palabra por palabra. En sentido estricto, Q no contiene nada nuevo ni desconocido, sino que es un modelo teórico que puede explicar el material común en Mateo y Lucas. Quienes se interesen especialmente por Q pueden encontrar más información en http://iac.cgu.ed// qpoject.html y en http://home-page.virgin net/ron.price.
Cuando los textos de la Biblia iban a ser reunidos -el proceso llevó varios siglos-, había una serie mucho más larga de textos de los que los «redactores de la Biblia» dieron por buenos. Los evangelios apócrifos -los evangelios ocultos y secretos- no fueron incluidos en la Biblia. Entre otras cosas, se debió a que no se consideraban originales (fueron redactados demasiado tarde, cien o doscientos años después que los otros evangelios) respecto a los hechos que describen. Otros teólogos opinan que los escritos eran considerados heréticos por los cristianos ortodoxos, o dibujaban imágenes desviadas de Jesús. Debe también mencionarse que varios virtuosos evangelios cristianos tampoco hallaron su lugar porque, al igual que los textos más controvertidos, no eran lo suficientemente originales (se puede encontrar una serie de ejemplos en www.earlychristianwritmgs.com).
Un ejemplo de texto apócrifo es el evangelio de Tomás. Allí Jesús aparece como alguien que transmite conocimientos secretos. La verdad es presentada como algo que debe averiguar cada uno. El evangelio de Tomás puede interpretarse como controvertido por varios motivos. Algunos señalan la clara influencia gnóstica de Tomás (que en muchos puntos se desvía de lo que conocemos como «cristianismo»). Una minoría de los teólogos cree que el evangelio de Tomás puede contener versiones más antiguas, y por tanto más originales, de las palabras de Jesús que las de los evangelios bíblicos. Sin embargo, la mayor parte de los teólogos parece creer que el evangelio de Tomás, tal y como lo conocemos hoy, es del siglo III.
A medida que el contenido y el alcance de estos escritos alternativos vayan estando más claros para nosotros, muchas de las representaciones sobre la enseñanza de Jesús serán desafiadas. Es fácil que Jesús sea interpretado como más radical, más crítico con la sociedad, y no siempre será conforme a la imagen más tardía de Jesús de la Iglesia. El evangelio de Tomás contiene sus palabras… sin relato ni contexto. No dice nada sobre la crucifixión ni sobre la muerte y resurrección de Jesús, nada sobre la historia de sus sufrimientos, su bautizo o la última cena. No hay milagros. Algunos piensan que tanto Q como el evangelio de Tomás demuestran que la muerte de Jesús -y los episodios posteriores- no formaba parte del cristianismo temprano, sino que esa dimensión se desarrolló más tarde basándose en los ritos sacrificiales del judaísmo. Allí donde la Biblia insiste en nuestra fe individual, el evangelio de Tomás invita a responsabilizarnos de nuestra propia evolución a través del saber (esto es, los rasgos clásicos del gnosticismo). Jesús tenía una comunidad abierta a su alrededor, compuesta de hombres y mujeres en pie de igualdad (cosa a la que Dan Brown también le da mucha importancia en su novela). Jesús no es llamado hijo de Dios ni Mesías. Junto a los rasgos gnósticos, Tomás se atiene al uso de las palabras de los manuscritos coptos y a los cambios en las traducciones de finales del siglo IV. Muchos indicios textuales indican que Tomás conocía a Marcos, cosa que debilita la teoría de que su evangelio es más antiguo (y, por tanto, más original) que los del Nuevo Testamento.
Aunque, paradójicamente, los evangelios del Nuevo Testamento a veces dibujan imágenes diferentes de Jesús, la imagen de Jesús según Tomás encontró mucha oposición entre los cristianos tempranos. Una de las razones puede estribar en que Tomás lo describe, en gran medida, como un filósofo. Eso pudo provocar a los primeros padres de la Iglesia, que pretendían delimitar la enseñanza para que fuera unitaria y autoritaria, además de divina, en un tiempo en que la fe y su comprensión era desafiada y desgarrada en todas las direcciones. También merece la pena señalar que el Jesús de Tomás se centra en lo espiritual allí donde el Jesús del Nuevo Testamento tiene visión tanto para lo espiritual como para la acción. El Jesús de la Biblia desafía a su contemporaneidad, el Jesús de Tomás responde preguntas que no tienen una pertenencia física a lo cotidiano.
Muchos creyentes se representan el tamaño de la Biblia como inamovible y absoluto. Los escritos apócrifos demuestran que el canon bíblico está creado por los hombres: es el resultado de valoraciones y selecciones, de retoques y omisiones.
Muchos teólogos afirman que los escritos apócrifos no «revelan» más que lo bien que eligió la Iglesia temprana los textos correctos. De hecho, el hallazgo de Nag Hammadi (www.nag-bammadi.com) muestra lo meticulosamente que procedieron los Padres de la Iglesia en su labor de incluir y rechazar escritos para el Nuevo Testamento. Aunque es evidente que los apócrifos no puedan refutar nada en absoluto del Nuevo Testamento, nos proporcionan un marco alternativo para comprender no sólo los propios evangelios, sino también su selección y el turbulento tiempo y proceso que configuró el canon bíblico. Pero con independencia del punto de vista teológico, también pueden ser leídos como una prueba de que el autoritario canon parece el resultado de la mejor selección histórica y teológica.
Читать дальше