Imagínate que…
Así comienza todo escritor la labor que, con el paso del tiempo, quizá llegue a ser un libro.
Imagínate que…
Los primeros brotes para El final del círculo surgieron del siguiente seductor juego mental: imagínate que un arqueólogo encuentra un tesoro que contiene un antiquísimo manuscrito capaz de cambiar la historia del mundo.
Pero el camino entre una idea y una novela es largo. En los cinco años que me llevaron la investigación previa y la redacción del libro, valoré con frecuencia la posibilidad de convertirlo en una pura novela policíaca… completada con agentes especiales del Vaticano, fanáticos asesinos, intercambios de disparos y arrebatadoras persecuciones de coches. Pero Bjorn Belto se resistía. El final del círculo acabó siendo un libro a media voz sobre un enigma.
Cuando le entregué el manuscrito a la editorial Aschehoug en el otoño de 2000, lo presenté como una novela policíaca sin crimen. La intriga está construida como en las novelas negras, pero a falta de asesinato -y siendo, al parecer, el único delito algo tan poco emocionante como la transgresión de la ley de patrimonio noruega-, el motor dramático es el desenvolvimiento de un misterio.
El final del círculo salió en Semana Santa de 2001. Como libro principal del Dagens Boker del círculo de lectores, alcanzó unas ventas bastante aceptables, dentro de las medidas noruegas. Pero al igual que la mayor parte de los libros, desapareció rápidamente en el olvido de las librerías.
El código Da Vinci: unéxito ya antes de salir
El 18 de marzo de 2003, dos años después de que Aschehoug publicara El final del círculo, salió una novela policíaca que es la causa de que, en estos momentos, tengas este libro en tus manos y de que El final del círculo esté a punto de aparecer en Suecia, Dinamarca, Finlandia y Brasil.
Ya el primer día, la novela El código Da Vinci, del desconocido autor Dan Brown, vendió seis mil ejemplares.
Dan Brown, hijo de un matemático y una profesional de la música, se mudó a California al acabar sus estudios, donde se mantuvo como compositor de pop, pianista y cantante. En 1993 volvió a New Hampshire y empezó a dar clases de inglés en su antigua facultad. Cinco años más tarde publicó su primera novela policíaca, La fortaleza digital, seguida por Ángeles y demonios (2000) y Deception Point (2001). Los tres libros vendieron en total veinte mil ejemplares.
Cuando el editor de Brown dejó Pocket Books y pasó a trabajar para la reconocida editorial Doubleday en 2001, se llevó la obra de Dan Brown consigo. «¿Dan qué?», preguntaron en la editorial. Eso fue antes de que Brown entregara la propuesta para una nueva novela que tenía en mente. Imagínate que… La editorial se encendió (para decirlo con cuidado) con su idea. Compraron los derechos. Y Dan Brown se puso a escribir El código Da Vinci.
Como bien saben todos los escritores y editores, a veces algunos libros despegan sin más: son supernovas en el centelleante cielo estrellado de la literatura. Algunas veces se debe a las cualidades literarias del texto. Otras, a oscuros mecanismos de mercado. No basta con que una obra sea buena. Tiene que llegar al mercado en el momento preciso.
¿Por qué El código Da Vinci se ha convertido en éxito mundial?
«Una novela policíaca para aquellos a quienes no les gustan las novelas policíacas», dice la editorial. Emocionante, desafiante y rico en conocimientos, según los entusiasmados lectores. El código Da Vinci es, a pesar de temas tan pesados como la teología, la historia o la simbología, una novela que se lee con facilidad. Nos reta. Nos emociona. Nos proporciona la sensación de que estamos entendiendo cosas importantes. «Como Umberto Eco», constataba lacónicamente el San Francisco Chronicle.
Pero también el efecto de bola de nieve de las fuerzas del mercado literario ha contribuido al éxito.
Para estimular el interés, Doubleday envió diez mil ejemplares de prueba a críticos y librerías seleccionadas, más ejemplares de lo que tiene una edición normal de tapa dura americana. Querían crear a bullet -«una bala»-, es decir, un superéxito de ventas. Y querían demostrar que el libro de un escritor completamente desconocido podía hacer historia editorial. Mucho antes de la fecha oficial de publicación, El código Da Vinci ya era la comidilla del sector. La atención previa alcanzó la cima cuando el New York Times hizo algo tan inusual como romper el plazo y publicar, el 17 de marzo de 2003, una reseña -que se puede resumir en una palabra como «¡Hala!»- en la primera página de la sección de cultura.
El código Da Vinci estaba a punto de convertirse en una profecía que se cumplía sola y en el sueño del departamento de ventas: la editorial había previsto una campaña publicitaria masiva y un voluminoso envío de ejemplares a los libreros de EE.UU. Mandaron a Dan Brown a una extensa gira de lanzamiento. Y como los libreros creyeron en la promesa de la editorial de que esa novela policíaca iba a ser un éxito sin precedentes, la gran mayoría pidió tantos volúmenes que no les quedó más remedio que tapizar los escaparates y los mostradores con El código Da Vinci para no quedarse con un montón de ejemplares sin vender.
No había peligro.
El código Da Vinci es uno de esos libros que no puedes dejar de leer. Todo el mundo hablaba de él. Un libro de acción masculino y, al mismo tiempo, un libro meditado, con profundo respeto por los valores femeninos. Un libro que apela a mujeres y a hombres, a intelectuales y a lectores más pendientes de la trama. Transcurrida la primera semana desde el lanzamiento, había vendido casi veinticinco mil ejemplares y había entrado en las listas de mayores ventas. Allí lleva desde entonces. En el momento en que se escriben estas páginas, ha vendido nada menos que doce millones de volúmenes en, al menos, cuarenta y dos idiomas.
En Noruega, la editorial Bazar -que, por cierto, es la que publica El final del círculo en Suecia, Dinamarca y Finlandia- se aseguró los derechos de El código Da Vinci. Bazar es una empresa nórdica de propiedad noruega que fue fundada por el editor 0yvind Hagen en 2002. Hagen, que descubrió el libro de éxito mucho antes que sus competidores, es el mismo que introdujo El alquimista y la literatura de Paulo Coelho en los países nórdicos y que en 1998 apostó por otro libro en el que no creía ninguna otra editorial noruega: Harry Potter. En Noruega, en estos momentos, se han impreso más de ciento veinticinco mil ejemplares de El código Da Vinci y lleva en la lista de éxitos de ventas desde 2004.
Y esto lo escribo antes de que empiece la campaña de Navidad…
Parecidos y diferencias
¿Qué relación hay entonces entre El código Da Vinci y El final del círculo ?
Ninguna en absoluto.
Bueno, ninguna en absoluto más allá de un serie de rasgos similares, curiosos y del todo casuales.
Aunque El final del círculo y El código Da Vinci son dos obras completamente distintas, no resultan difíciles de comparar. Como le respondí a Kaja Korsvold, de Aftenposten, cuando en septiembre de 2004 hizo un reportaje sobre el parecido entre ambos libros: «Me alegro de haber escrito el mío antes. En caso contrario me habrían acusado de plagio.»
Porque:
• Ambos libros tratan de enigmas relacionados con Jesús.
• Ambos libros cuestionan la exposición del Nuevo Testamento de la vida y doctrina de Jesús, y de su muerte.
• Ambos libros son críticos con los dogmas y los mitos entorno a Jesús.
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