Greg Iles - Gas Letal

Здесь есть возможность читать онлайн «Greg Iles - Gas Letal» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Gas Letal: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Gas Letal»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Enero de 1944. Las tropas aliadas se prepararan para el día D y el mundo entero espera la invasión aliada de Europa. Pero en Inglaterra, Winston Churchill ha descubierto que los científicos nazis han desarrollado un gas nervioso tóxico que puede repeler y eliminar cualquier fuerza invasora, el arma química final. Sólo una jugada desesperada puede evitar el desastre.
Para salvar el planificado asalto, dos hombres muy diferentes pero igualmente decididos -un médico pacifista estadounidense y un fanático sionista – son enviados a infiltrarse en el campo de concentración secreto donde está siendo perfeccionado el gas venenoso en seres humanos.
Sus únicos aliados: una joven viuda judía que lucha para salvar a sus hijos y una enfermera alemana que es la imagen de la perfección aria. Su único objetivo: destruir todos los rastros del gas y los hombres que la crearon, sin importar cuántas vidas se pueden perder, incluso las suyas propias…
Lo que se ven obligados a hacer en el nombre de la victoria y la supervivencia demuestra con terrible claridad que, en un mundo donde todo esta en juego, la guerra no tiene reglas.
Desde la primera página, Greg Iles lleva a sus lectores en un viaje en montaña rusa emocional, escenas de acción llenas de tensión, representaciones horribles de crueldad y descripciones de sacrificio y valentía.

Gas Letal — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Gas Letal», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La enfermera miraba a Benjamín Jansen, quien trataba vanamente de pasar inadvertido bajo la cama de Rachel.

– Es de los que llegaron ayer -explicó Frau Hagan-. Vino a visitar a sus nietos. Lo echaremos apenas se vaya usted.

– Cuanto antes mejor. Si lo caza el sargento Sturm, pasará la noche en el Árbol.

– Yo me ocuparé -prometió Frau Hagan-. ¿Habrá más selecciones? La de anoche fue la peor.

– Roguemos que haya pasado lo peor -contestó la enfermera Kaas, quien parecía tener prisa por salir.

Frau Hagan asintió:

– Será mejor que se vaya.

Antes de salir, la enfermera se acomodó su espesa melena con las dos manos. A Rachel le recordó un caballero que se enderezaba la armadura.

– Esperamos que pueda volver próximamente -dijo Frau Hagan en tono de súplica.

– No se hagan demasiadas ilusiones.

– Lo que pueda. Auf Wiedersehen ,

Anna Kaas se alejó. Frau Hagan se volvió y marchó como un sargento al camastro de Rachel.

– A ver, viejo, ¡sal de ahí!

Benjamín Jansen salió de abajo de la litera y se paró junto a Rachel.

– Escucha lo que tengo que decir y vete de una vez. ¿oíste a la enfermera hablar del Árbol?

– Sí. Pero no he visto árboles en este campo.

– No es un árbol de verdad, glupi . Es un poste alto clavado en el suelo que tiene dos travesaños. Uno arriba, el otro cerca del suelo. ¿Lo has visto?

– Sí. Al costado del hospital.

– Bueno, los alemanes lo llaman el Árbol de Castigos. Nosotros lo llamamos el Árbol. -Indicó con un gesto a una de las mujeres que se alejara con los hijos de Rachel. -Hay tres castigos oficiales en este campo. Todos se cumplen en el Árbol y pueden ser fatales. El látigo, la soga y los perros. El látigo se usa para castigar la primera infracción. Te llevan al Árbol, te atan las manos y te bajan los pantalones o te alzan la falda delante de todos los prisioneros. Te echan sobre el travesaño inferior y te azotan con un látigo hasta despellejarte el culo. Sólo sobreviven los más fuertes. Algunos mueren de frío, otros del shock.

– La soga es peor. Te atan las manos a la espalda, te las enlazan con una soga y te alzan al travesaño de arriba. Se te descoyuntan los hombros. Si pierdes el sentido, como le ocurre a la mayoría de la gente después de quince minutos de dolor terrible, los SS te despiertan a baldazos de agua. La soga lo vuelve loco a uno cuando no lo mata. En invierno se tarda poco en morir.

Rachel miró con temor a sus hijos, que la miraban con ojos muy abiertos, sentados contra la pared del fondo.

– ¿Y los perros? -preguntó Benjamin Jansen.

– ¿No lo imaginas? -preguntó Frau Hagan con una risotada sardónica-. Hay unos grilletes sujetos al travesaño inferior. Te desnudan, te sujetan por un tobillo y el sargento Sturm suelta los perros. -La polaca chasqueó los dedos para remedar las mandíbulas caninas. Ben Jansen se sobresaltó. -Nadie sobrevive a los perros, viejo. Sturm los alimenta y los entrena para matar. Es algo horrible de ver. Sturm era el encargado de los perros de un Einsatzgruppe en el este. Los cazadores de las SS. Su tarea era rastrear a los judíos que se escondían en los sótanos y las alcantarillas para matarlos. Dice que uno de sus ovejeros está entrenado para violar mujeres atadas.

Rachel sintió que se le revolvía el estómago.

Las facciones de Frau Hagan se endurecieron.

– Si oyen gritos durante la noche, no se levanten. A la mañana, no dejes que tus hijos miren hacia el Árbol. Puede ser más horrible que la peor de tus pesadillas.

Rachel se cubrió la cara con las manos.

– Dios mío, ¿adonde hemos venido a parar?

– Olvídate de Dios -dijo Frau Hagan-. Él se ha olvidado de ti. Pero hay algunas ventajas. Este campo no es el peor de todos. Aquí no somos esclavos sino ratas de laboratorio. Herr Doktor Brandt te hizo traer aquí para experimentar con tu cuerpo, y al doctor le gusta mantener sus ratas en estado razonablemente bueno. Eso significa que la comida es pasable y no dormimos revolcados en nuestra propia mierda. Claro que el paraíso dura hasta el día de la selección. O hasta que cometes una infracción. Los hombres de Sturm siempre andan a la busca de infractores. Es su diversión.

– ¿Pero cuáles son las reglas? ¿Dónde están escritas?

– ¡En la cabeza de los alemanes! -resopló Frau Hagan con su risa brutal-. ¡Por eso son tan difíciles de cumplir! Tú ya tienes un punto en contra, muchachita holandesa.

– ¿Cuál es?

– Eres demasiado bonita. No has pasado hambre y conservas tus tetas. -La polaca le acarició el cuero cabelludo, donde ya brotaba una pelusa negra. Rachel apartó bruscamente la cabeza. Frau Hagan rió otra vez: -Sí, tal vez a alguno se le ocurra llevarte a la cama. Schörner es un borracho, pero a veces se pone sobrio. La bebida hace aflorar lo mejor y lo peor de él. Cuídate sobre todo del sargento Sturm. Es un cerdo. Sigue mi consejo, trata de mostrarte lo más fea que puedas, aunque estoy segura de que ya te vieron en la inspección médica.

Rachel se estremeció al recordar.

– Los SS son unos bestias, pero recuerda muy bien lo que voy a decir. -Miró a Benjamin Jansen. -Tú también, viejo. ¡El peor enemigo de un prisionero es otro prisionero!

La jefa de la cuadra miró a Rachel para ver si era capaz de comprender la tosca sabiduría de sus palabras.

– Viví tres años en Auschwitz -dijo-. No me tatuaron un número. ¿Sabes qué significa? Que no existo. Ayudé a construir esa porquería. Era una buena kapo . Conocí a muchos holandeses. Morían rápidamente, sobre todo las mujeres. No soportaban el cambio. Dejaban de bañarse y de comer. Espero que no seas como ellas, holandesita. En Auschwitz, las holandesas se convertían en musselmen en menos de dos semanas.

– ¿Qué es un musselmen ?

– Una bolsa de huesos, princesa. Una bolsa de huesos a la que no le importa si le dan de comer o no. Un cadáver ambulante.

– ¡Pero no he visto nada de eso aquí!

– Claro, porque aquí es distinto. No te trajeron para hacerte trabajar sino para trabajarte.

– No termino de entender.

Frau Hagan miró a los niños:

– No te preocupes, ya te enterarás. -La polaca se llevó las manos a la cintura.

– ¿Entiendes todo lo que te he dicho?

Rachel asintió, temblorosa.

– Rancho dentro de dos horas. Cuida los zapatos, la cuchara y la taza con tu vida. Guarda las cosas de tus chicos. Come el pan apenas te lo dan. Tu panza es el único lugar donde estará a salvo de los ladrones. -Tomó a Ben Jansen del cuello de la camisa:

– ¡Fuera de aquí.

Atónita, Rachel vio cómo la jefa de cuadra arrastraba al viejo a la puerta y lo echaba de un empujón a la nieve. Corrió a la puerta. Su suegro ya arrastraba los pies hacia la cuadra de hombres judíos. Oyó pasos a su espalda. Al volverse, vio a Frau Hagan repartir unas salchichas del paquete llevado por la enfermera Kaas. La polaca vio sus ojos hambrientos pero no le dio una salchicha.

Rachel apartó la vista. Estaba segura de que un diamante compraría unas salchichas para Hannah y Jan. Pero los niños no estaban famélicos. Tendría que usar las piedras con gran cuidado. Con suerte, durarían hasta el fin de la guerra. Se preguntó qué diría el zapatero si supiera que al sorprenderla en las sombras junto al alambrado ella no iba a la Appellplatz sino que volvía de allá. Había corrido un riesgo terrible al abandonar a Jan y Hannah, pero no lo lamentaba: había encontrado tres diamantes y el zapatero le había dado otros dos. Evidentemente, dentro del campo o fuera de él, la vida se regía por los mismos principios: los de la economía.

No diría una palabra a su suegro sobre los diamantes. La noche anterior había demostrado que no sabía juzgar el momento oportuno para usar su tesoro. Claro que que había actuado por desesperación, pero Rachel estaba segura de que los diamantes no habrían salvado a Marcus de la selección. El soborno no podía ser una transacción pública. La supervivencia requería aliados, a los que se debía elegir con gran cuidado. Gente como el zapatero o incluso como Frau Hagan. Ya vería la jefa de cuadra lo que estaba dispuesta a hacer una holandesa para sobrevivir.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Gas Letal»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Gas Letal» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Gas Letal»

Обсуждение, отзывы о книге «Gas Letal» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x