John Connolly - El Poder De Las Tinieblas

Здесь есть возможность читать онлайн «John Connolly - El Poder De Las Tinieblas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Poder De Las Tinieblas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Poder De Las Tinieblas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una fría noche de invierno, la paz de Maine se ve perturbada por dos hechos en principio inconexos: un sangriento tiroteo durante el cobro de un rescate y el suicidio de una anciana en pleno bosque. Contra todo pronóstico, todas las pistas apuntan a un mismo hombre. Y Charlie Parker, a quien ya conocimos en Todo lo que muere, deberá actuar con rapidez porque los acontecimientos se suceden a un ritmo vertiginoso, los cadáveres se multiplican y la violencia se extiende como un rastro de sangre por los bosques nevados de Maine. Con esta segunda novela, John Connolly se consagra como un maestro del género negro.

El Poder De Las Tinieblas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Poder De Las Tinieblas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿La buscarás, Bird? No dejo de pensar que se ha metido en algún lío. Quizá recogieron a un autoestopista y algo fue mal, o alguien… -Se interrumpió de pronto y alargó el brazo para estrecharme la mano-. ¿La encontrarás por mí? -insistió.

Pensé en Billy Purdue y en los hombres que lo perseguían, en Rita y Donald, en la nieta de Cheryl Lansing asomando entre una masa de hojas mojadas y podridas. Me sentía comprometido con los muertos, con la joven atribulada que había deseado crear una vida mejor para sí misma y para su hijo, pero ella se había ido y Billy Purdue flotaba a la deriva hacia una especie de juicio final del que yo no podía salvarlo. Quizá debía comprometerme con los vivos, con Ellen, que había cuidado de mi hija durante su corta vida.

– La buscaré -respondí-. ¿Puedes decirme adónde iba cuando telefoneó?

Mientras Lee hablaba, el mundo pareció desplazarse de su eje, proyectando extrañas sombras sobre escenarios familiares y convirtiéndolo todo en una pobre versión de su realidad anterior. Y maldije a Billy Purdue, porque de algún modo que yo aún no podía comprender era responsable de lo ocurrido. En palabras de Lee, mundos en otro tiempo alejados se eclipsaban mutuamente y formas indistintas, como placas deslizándose bajo la tierra, se unían para formar un continente nuevo y oscuro.

– Dijo que se dirigía a un pueblo llamado Dark Hollow.

La llevé al aeropuerto de Portland a tiempo de tomar el vuelo a Nueva York y después regresé a casa. Ángel y Louis estaban en la sala, viendo un pésimo y maratoniano programa de entrevistas en la televisión por cable.

– Se titula «No puedo casarme contigo si no eres virgen» -dijo Ángel-. Como mínimo no afirman ser vírgenes, porque, si no, se titularía «No puedo casarme contigo si eres mentirosa».

– O «No puedo casarme contigo si eres fea» -sugirió Louis, y tomó un sorbo de cerveza Katahdin de la botella, con las piernas apoyadas en una silla frente a él-. Tío, ¿cómo consiguen audiencia para este programa? ¿Pasan por los cámpings de caravanas con billetes de dólar a rastras? -Pulsó el mando a distancia para quitar el sonido del televisor.

– ¿Cómo se encuentra Lee? -preguntó Ángel con repentina seriedad.

– Conserva la calma, pero a duras penas.

– ¿Y qué habéis decidido?

– Tengo que volver al norte, y creo que voy a necesitar que me acompañéis. La última vez que se supo de Ellen Cole iba camino de Dark Hollow, el pueblo en el que se crió Billy Purdue durante un tiempo y adonde creo que volverá.

Louis se encogió de hombros.

– Allá vamos, pues.

Me senté en un sillón a su lado.

– Quizás haya un problema.

– Por Dios, Bird -comentó Ángel-, no puede decirse que andemos escasos de problemas tal como están las cosas.

– ¿Tiene nombre el problema? -preguntó Louis.

– Rand Jennings.

– ¿Y ése quién es?

– El jefe de policía de Dark Hollow.

– ¿Y por qué no le caes bien? -dijo Ángel tomando el relevo de Louis.

– Tuve una aventura con su mujer.

– Eres único -dijo Louis-. Podrías caerte y te costaría encontrar el suelo.

– Hace mucho tiempo.

– ¿Suficiente para que Jennings haya perdonado y olvidado? -preguntó Ángel.

– Probablemente no.

– Quizá podrías escribirle una nota -sugirió-. O mandarle unas flores.

– No me estáis ayudando demasiado.

– Yo no me acosté con su mujer. En cuestión de ayuda, eso me da una clara ventaja sobre ti.

– ¿Lo viste la última vez que estuviste allí? -preguntó Louis.

– No.

– ¿Viste a la mujer?

– Sí.

Ángel se echó a reír.

– Eres de lo que no hay, Bird. ¿Existe alguna posibilidad de que mantengas el canario encerrado en la jaula mientras estemos allí, o piensas renovar tus antiguas relaciones?

– Nos encontramos por casualidad. No fue intencionado.

– Ajá. Eso cuéntaselo a Rand Jennings. «Hola, Rand, fue por casualidad. Tropecé y me caí encima de tu mujer.»

Aún lo oía reír cuando salió y se fue a su habitación.

Louis se terminó la cerveza, levantó los pies de la silla y se dispuso a seguir a Ángel.

– Esta noche la hemos cagado -comentó.

– Las cosas se han torcido. Hemos hecho lo que estaba en nuestras manos.

– Tony Celli no va a dejar correr este asunto. Stritch tampoco.

– Ya lo sé.

– ¿Quieres contarme qué ha pasado en el piso de arriba?

– He presentido que me esperaba, Louis. He presentido que me esperaba y he tenido la certeza de que, si entraba a buscarlo, moriría. Aunque todo demuestre lo contrario, no deseo morir. No tenía intención de morir a manos de él, ni allí ni en ninguna parte.

Louis se quedó junto a la puerta pensando en lo que acababa de decirle.

– Si lo has presentido, es que iba a pasar -respondió por fin-. A veces ahí está la diferencia entre la vida y la muerte. Pero si vuelvo a verlo, lo liquidaré.

– No si yo lo veo primero -repuse, y hablaba en serio a pesar de todo lo que había ocurrido y el miedo que había sentido.

Contrajo los labios en una de sus características medias sonrisas.

– Te apuesto un dólar a que no.

– Cincuenta centavos -contesté-. Ya te has ganado la mitad del sueldo.

– Supongo que sí -dijo-. Supongo que sí.

Louis y Ángel se marcharon temprano a la mañana siguiente, Louis camino del aeropuerto y Ángel a echar un vistazo a la caravana de Billy Purdue por si encontraba algo que la policía hubiese pasado por alto. Me disponía a cerrar con llave la puerta de la casa cuando el coche de Ellis Howard entró en el camino de acceso y Ellis en persona se bajó con dificultad del coche. Le echó un vistazo a la bolsa que llevaba yo y la señaló con el pulgar.

– ¿Vas a alguna parte?

– Sí.

– ¿Te importa decirme adónde?

– Sí.

Dio una suave palmada en el capó del Mustang, como para trasladar su frustración al metal del coche.

– ¿Dónde estuviste anoche?

– En la carretera, volviendo de Greenville.

– ¿A qué hora llegaste?

– A eso de las seis. ¿Tengo que llamar a un abogado?

– ¿Viniste directamente a casa?

– No, me reuní con una persona en el Java Joe's. Repito: ¿tengo que llamar a un abogado?

– No, a no ser que quieras confesar algo. Iba a contarte lo que pasó anoche en el complejo de Portland Company, pero quizá ya te hayas enterado, teniendo en cuenta que tu Mustang estaba en la zona del puerto a esas horas.

Era eso, pues. Ellis había venido a tantear el terreno. No sabía nada, y yo no estaba dispuesto a perder el control y suplicar misericordia.

– Ya te lo he dicho. Había quedado con una persona.

– ¿Sigue en la ciudad esa persona?

– No.

– ¿Y no sabes nada de lo que ocurrió anoche en el complejo?

– Procuro eludir los noticiarios. Afectan a mi karma.

– Si creyese que fuera a servir de algo, tu karma se pasaría un rato en una celda. Encontramos cuatro cadáveres en el complejo, todos ellos colaboradores de Tony Celli, más dos federales muertos y un visitante misterioso.

– ¿Un visitante misterioso? -pregunté, pero estaba pensando en otra cosa. Tendrían que haber sido cinco los cadáveres en el complejo: uno de los hombres de Tony había sobrevivido y escapado, y de ahí se desprendía que era muy probable que Tony Celli tuviese noticias de que Louis y yo habíamos estado en el edificio.

Ellis me observaba intentando adivinar qué sabía. Mientras hablaba, esperaba a que yo reaccionase. Se vio defraudado.

– Encontramos al policía de Toronto, Eldritch, muerto. Tres balas, dos armas distintas. El disparo en la cabeza fue una ejecución.

– Estoy esperando el «pero».

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Poder De Las Tinieblas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Poder De Las Tinieblas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Poder De Las Tinieblas»

Обсуждение, отзывы о книге «El Poder De Las Tinieblas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x