– Esto no tiene nada de maravilloso.
– El hecho de que sobrevivieses a un ataque y a un secuestro es bastante impresionante. El señor Jargo y sus amigos te han robado tu vida. Pusieron un alambre alrededor del cuello de tu madre y lo apretaron hasta sacarle el último aliento. ¿Cómo te hace sentir eso?
Evan abrió la boca para hablar, pero luego la cerró.
– Ésa es la clase de pregunta que haces en tus películas -continuó Bedford-. Las vi hace un par de meses. ¿Cómo se sentía aquel tipo de Houston, inculpado por la policía? ¿Cómo se sintió aquella mujer cuando su hijo y su nieto no volvieron de la guerra? Me sorprendió muchísimo. Eres un buen narrador de historias. Pero del mismo modo que un reportero sin alma, tienes que hacer la temida pregunta: «¿Cómo te hace sentir eso?».
– ¿Quieres saberlo? Los odio, a Jargo y a Dezz.
– Tienes todos los motivos del mundo para ello. -Bedford bajó la voz-. Por su culpa tu padre y tu madre te mintieron durante años. Sospecho que no fue una elección totalmente suya trabajar para Los Deeps, al menos durante todo el tiempo que lo hicieron.
– Los Deeps.
– Es como Jargo llama a su red.
Bedford juntó las yemas de los dedos.
– Gabriel dijo que era un espía independiente.
– Es cierto; compra y vende información entre gobiernos, organizaciones e incluso empresas, según sabemos.
– No lo entiendo.
– Nunca hemos podido probar de manera concluyente que exista.
– Yo lo he visto, y Carrie también.
– Esto es lo que sabemos. Hay un hombre que utiliza el nombre de Steven Jargo. No tiene registros financieros, no tiene propiedades y no viaja nunca con su propio nombre. Hay muy poca gente que lo haya visto más de una vez. Cambia de aspecto con regularidad. Tiene un chico, que supuestamente es su hijo, que trabaja con él y utiliza el nombre de Desmond Jargo, pero no hay ningún acta de nacimiento, archivos escolares ni ninguna documentación que verifique que llevase una vida normal. Tienen una red. No sabemos si son sólo unos pocos o un centenar. Por las veces que Jargo ha aparecido, sospechamos que tiene clientes, compradores de información y servicios en todos los continentes. -Bedford abrió un ordenador portátil-. Estoy a punto de darte una muestra extraordinaria de confianza, Evan. Por favor, no me decepciones.
Bedford pulsó un botón y activó un proyector conectado al portátil mediante un cable. En la pantalla apareció la imagen de un cuerpo, tendido sobre un suelo de baldosas y con una mano colgando sobre una piscina turquesa.
– Éste es Valentín Márquez. Se trata de un directivo financiero de Colombia al que nuestro gobierno no le tenía mucho cariño; tenía conexiones con los cárteles de droga de Cali, pero no podíamos tocarlo. Encontraron su cuerpo en este patio trasero; también mataron a cuatro de sus guardaespaldas. Surgieron rumores de que un oficial del Departamento de Estado de los Estados Unidos le pasaba dinero a un hombre llamado Jargo, y que fue él quien ordenó asesinar a Márquez. Dada la situación política, no era una actividad que quisiésemos desvelar: oficiales estadounidenses desviando ilegalmente el dinero de los contribuyentes a asesinos a sueldo.
Clic. Otra foto. Un dibujo de un soldado con un prototipo de mono ajustado.
– Éste es un proyecto en el que está trabajando el Pentágono: la nueva generación de chaleco antibalas para las tropas de combate. Uno de nuestros agentes, que intentaba robar datos sobre el programa chino de armas convencionales, encontró este diseño en el ordenador de un oficial superior del ejército en Beijing. Secuestramos al oficial y bajo coacción nos dijo que le había comprado los planos a un grupo llamado Los Deeps. Averiguamos que también intentaron vender el mismo prototipo de antibalas a un agregado ruso tres semanas después. Éste rechazó la oferta y, en lugar de eso, intentó robarle el prototipo al vendedor. El vendedor lo mató a él, a su mujer y a sus hijos. La tía de su esposa sobrevivió al esconderse en el desván, y vio al asesino. Su descripción se corresponde con la de Dezz Jargo, aunque el pelo era de un color diferente y en Rusia llevaba gafas. Dos meses más tarde, un importante vendedor de armas internacional ofreció un chaleco antibalas que coincidía exactamente con estas especificaciones. En resumen, Jargo trabaja a ambos lados de la barrera. Nos roba a nosotros y también nos vende.
Evan cerró los ojos.
– Ésos son los casos en los que podemos involucrar más claramente a Jargo. Hay otros en los que sospechamos que está relacionado, pero no podemos probar nada.
– No es posible que mis padres estuvieran relacionados con un hombre así. No puede ser.
– Eso es lo mismo que pensó Carrie; estoy seguro -dijo Bedford-. Su padre trabajaba para Jargo, y éste mató a su madre y a su padre. Mejor dicho, hizo que los mataran.
– Mierda.
– Su verdadero nombre es Caroline Leblanc. Después de una larga carrera en la inteligencia militar, su padre fundó una empresa de seguridad privada. Vino a la agencia y se reunió conmigo para informarme de que Jargo tenía agentes trabajando en la agencia, y que había gente de aquí dentro que compraba sus servicios. Le pedí que se quedase donde estaba y siguiera trabajando para Jargo, pero que me mantuviera informado. O bien éste lo averiguó o bien el padre de Carrie cometió un error. Jargo le hizo creer a ella que la CIA era responsable de la muerte de su padre, pero después de eso, Carrie vino a vernos y la informamos de algunos detalles adicionales que la convencieron de que Jargo estaba detrás del asesinato de sus padres. Pese a correr un gran riesgo personal, Carrie se unió a nosotros y se convirtió en una agente doble infiltrada en Los Deeps.
Evan recuperó la voz después de un momento.
– Jargo mató a su familia… y ella siguió trabajando para él. ¡Dios mío!
– Sí. Era difícil, pero sabía que había que hacerlo. Carrie es el único de nuestros agentes que se ha acercado a Jargo, aunque le ha visto cara a cara menos de cinco veces.
– Entonces, ¿quién la metió en mi cama? ¿Vosotros o Jargo?
Bedford dejó que las palabras se evaporaran en el aire.
– Un hombre como tú, que busca la verdad en el mundo, sabe que la vida es complicada. Yo le pedí que te vigilase. No le ordené que te besase ni que se acostase contigo, ni que cuidase de ti. No es quien tú creías que era pero… sigue siendo Carrie. ¿Tiene esto sentido para ti?
Yo no lo sabía.
– ¿Por qué estabais Jargo y tú interesados en mí?
– Por mí parte, sólo porque Jargo envió a Carrie a vigilarte. -Bedford se aclaró la voz-. Él quería saber cuál era tu próxima película.
– ¿Mi película? No lo entiendo. ¿No me vigilaba por mis padres?
– Eso es lo que cualquiera habría pensado. Pero lo que quería era que Carrie averiguase tus planes cinematográficos. Ése parece haber sido el origen de su interés por ti.
– Me quería para su red; como a Carrie.
– Posiblemente. Pero si así fuese habría hecho que tus padres te reclutasen, del mismo modo que John Walter habló con su amigo y con su hijo para que se convirtiesen en espías para los rusos.
Evan intentó recrear la imagen de sus padres y él manteniendo esa conversación, pero no pudo.
– Pero… Jargo nunca me dijo ni una palabra sobre mis películas. Dijo que tenía unos archivos que necesitaba. Quería intercambiarlos por mi padre.
– Le dijo a Carrie que los archivos eran información sobre sus clientes, sobre la gente de la CIA y sobre la que lo contrataba para hacer sus trabajos sucios. No sé por qué tu madre fue contra Jargo, pero lo hizo. Creemos que se puso en contacto con Gabriel para sacaros a ella y a ti. A cambio, le daría la lista de clientes de Jargo. Gabriel habría sacado a la luz la lista, para acabar con Jargo y avergonzar a la CIA… Lo despedimos porque nadie creía sus historias de que había espías independientes operando dentro de la agencia.
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