John Harwood - El Misterio De Wraxfor Hall
Здесь есть возможность читать онлайн «John Harwood - El Misterio De Wraxfor Hall» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Misterio De Wraxfor Hall
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Misterio De Wraxfor Hall: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Misterio De Wraxfor Hall»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El Misterio De Wraxfor Hall — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Misterio De Wraxfor Hall», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Porque es un consuelo falso.
– Ésa es una doctrina muy dura, señor Raphael. Es una religión muy masculina, si me permite decirlo así. ¿Es que usted nunca ha mentido, o ha guardado silencio, para evitar el dolor de otra persona? Si usted hubiera perdido a un hermano, por ejemplo, y su madre llegara a estar tan abatida como la mía, ¿realmente afirmaría usted de un modo tan severo, como hizo mi padre, que ella no podría conseguir ningún consuelo en esas sesiones?
Para ser justos, pareció un tanto avergonzado.
– Le confieso, señorita Langton, que me costaría mucho desengañarla. Pero piense usted en la otra cara de la moneda: ¿qué me dice de todos esos médiums que se aprovechan sin escrúpulos de las personas afligidas, y sólo por conseguir dinero? ¿Cree usted que se les debe dar rienda suelta?
– Supongo que no -contesté de mala gana-. Pero no todos son así.
– Habla por experiencia, evidentemente.
– Sólo un poco… ¿Así que no hay nadie, entonces, que usted pueda decirme…?
– Verá, señorita Langton: lo que su madre necesita es la ayuda de un doctor, no de un médium.
– Durante los últimos doce años la ha estado visitando un doctor -le dije-, y no ha conseguido que se sintiera ni un poquito mejor…
– Ya entiendo… La dificultad, señorita Langton, es que si le sugiriera un lugar donde sé que se cometen fraudes, incluso aunque sólo lo sospechara, yo estaría incumpliendo mi deber para con la Sociedad de Investigaciones Físicas. Y, además, se considera que la señorita Carver es la mejor de Londres; usted ha visto con sus propios ojos cómo la defienden sus celosos admiradores…
– Pero probablemente, después de lo que ha ocurrido hoy, habrá perdido la reputación para siempre -le dije.
– En absoluto -dijo jovialmente-. Se formará un verdadero escándalo en la prensa espiritista, y algunos de sus seguidores abandonarán, pero otros los reemplazarán. Es parte del juego.
– ¿Es así como lo ve?
Su contestación se perdió bajo las voces de un vendedor ambulante; nos estábamos acercando a Oxford Street y el ajetreo callejero aumentaba por momentos.
– Señorita Langton -dijo-, pensaba volver a mis aposentos en la Sociedad, en Westminster, pero puedo acompañarla a casa… si es que va hacia allí…
– No, gracias. Estoy muy acostumbrada a caminar sola.
– Entonces… tal vez pueda verla de nuevo…
– Lo siento -contesté-, pero eso es completamente imposible. Adiós, señor Raphael.
Regresé a casa decidida a no participar más en sesiones con manifestaciones de espíritus, pero una simple mirada a mi madre, acurrucada en el sofá del salón, con las cortinas echadas, fue suficiente para que cambiara de idea. Pensé que a Vernon Raphael no se le permitiría volver al salón de la señorita Carver y, con la desolación de mamá infectando la casa como si fuera la peste, creí que no tenía nada que perder… Y así, al día siguiente, volví a Marylebone High Street. La señorita Lester, como yo pensaba, no se había dado cuenta de que me había ido durante la sesión anterior y cortésmente aceptó mis elogios hacia la señorita Carver, así como un donativo de tres guineas (todos mis ahorros) para la causa espiritista. Le conté la grave situación de mi madre, y le pregunté si era verdad que los espíritus se podían materializar a diferentes edades. Y le dije anhelante que si mi madre pudiera coger a Alma tal y como la había cogido cuando estaba viva, podría encontrar la paz al fin. La señorita Lester me preguntó, entre otras cosas, si yo podía recordar qué perfume utilizaba mamá cuando Alma aún estaba entre nosotros. Los perfumes, dijo gravemente, pueden ser de gran ayuda a la hora de invocar espíritus. Pero, por supuesto, añadió, la señorita Carver desearía entrevistarse con mi madre antes de la sesión. Los vergonzosos embustes del señor Raphael habían puesto en grave peligro su salud, y por tanto, desgraciadamente, debían mantenerse en guardia ante posibles injerencias peligrosas.
A las ocho de la tarde del sábado siguiente me encontraba sentada junto a mi madre en el salón de sesiones de la señorita Carver, estudiando disimuladamente los rostros de los asistentes que se encontraban alrededor de la mesa. Yo había intentado persuadir a mamá de la necesidad de guardar el secreto, para no herir los sentimientos de la señora Veasey, pero no estaba completamente segura de que me hubiera entendido. Observé cómo llegaban los últimos asistentes con la sensación de haber añadido demasiados pisos a mi castillo de naipes.
Como en la ocasión anterior, la señorita Carver quedó atada a su butaca. La señorita Lester cerró las cortinas y nos invitó a unir las manos y a cantar «Guíame, luz de bondad» [13]. Cuando se apagaron las luces sentí que la mano de mi madre temblaba en la mía. Ya habíamos acabado prácticamente «El Señor es mi pastor» cuando un débil haz de luz anunció la aparición de Arabella. Los cánticos se apagaron. Oí un crujido de sillas y sentí que las respiraciones se agitaban; pero esta vez la luz permaneció informe, flotando como los fuegos fatuos en el hueco del gabinete. Después de unos breves instantes, comenzó a flotar hacia mí, siguiendo, pensé, la circunferencia de la mesa, aunque en aquella absoluta oscuridad ni siquiera podría haber sabido si las paredes que nos guarecían se habían desvanecido a nuestro alrededor.
Entonces, desde algún lugar, por encima de nosotros, una voz comenzó a cantar con una vocecilla aflautada el himno «Todas aquellas cosas brillantes y maravillosas». Yo le había contado a la señorita Lester todo acerca de las canciones de Alma, pero, aun así, sentí un escalofrío, y la mano de mi madre se sacudió convulsivamente.
– ¡Alma…! -gritó.
Aquel canturreo cesó y un perfume de agua de violetas se derramó sobre nosotras. Era un perfume que mi madre no había utilizado desde el día en que Alma murió. Aquella débil mancha luminosa se estremeció, brilló y pareció abrirse como una flor en la silueta resplandeciente de Arabella, que nos miraba desde el otro lado de la mesa. Acompañada por murmullos de asombro, vino el espíritu flotando alrededor de la mesa hasta que estuvo exactamente detrás de nosotras.
– Alma ha venido del Cielo para consolar a su mamá -dijo una voz de mujer desde lo alto, en la oscuridad-, pero sólo puede quedarse un instante…
El perfume de agua de violetas se hizo más penetrante. Mi madre ya había soltado mi mano, y aunque sólo podía entrever su perfil, supe que se volvía en la silla y alargaba sus brazos hacia la pequeña forma reluciente, la cual se estremeció débilmente cuando mi madre la cogió. No era un simple muñeco: ¡era un verdadero niño envuelto en pañales luminosos!
– Alma… -murmuró-. Por fin, por fin, por fin…
Oí que alguien estaba llorando en la oscuridad, cerca de mí. Las lágrimas anegaron mis ojos, y tuve que reprimir el impulso de darle las gracias a la señorita Carver con un susurro; estaba de pie, entre nosotras, y tan cerca que yo podía sentir el calor de su cuerpo. Así permanecimos, quizá durante veinte segundos, antes de que la señorita Carver tendiera sus brazos de nuevo y mi madre, para mi sorpresa, le devolviera al niño sólo con un profundo suspiro, que tuvo su eco alrededor de la mesa cuando la resplandeciente figura se volvió, se apartó y se desvaneció en la oscuridad.
Mi madre sonreía y lloraba alternativamente mientras caminábamos hacia casa, dándome las gracias una y otra vez.
– ¡Por fin…! -volvió a exclamar-. Por fin puedo descansar en paz…
Recuerdo que abracé a Lettie cuando nos abrió la puerta; y recuerdo también haberme preguntado cómo demonios iba a conseguir que mamá no se lo contara todo a nuestros compañeros de sesiones espiritistas en Lamb's Conduit Street, y si valía la pena intentar que no lo hiciera. Quizá, después de todo, ya no tendríamos ninguna necesidad de acudir a más sesiones. Intenté persuadir a mamá de que tomara un vaso de vino durante la cena, pero no quiso.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Misterio De Wraxfor Hall»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Misterio De Wraxfor Hall» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Misterio De Wraxfor Hall» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.