• Пожаловаться

Joyce Oates: Ave del paraíso

Здесь есть возможность читать онлайн «Joyce Oates: Ave del paraíso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Joyce Oates Ave del paraíso

Ave del paraíso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ave del paraíso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Situada en la mítica ciudad de Sparta, en Nueva York, Ave del paraíso es una punzante y vívida combinación de romance erótico y violencia trágica en la Norteamérica de finales del siglo XX. Cuando Zoe Kruller, una joven esposa y madre, aparece brutalmente asesinada, la policía de Sparta se centra en dos principales sospechosos, su marido, Delray, del que estaba separada, y su amante desde hace tiempo, Eddy Diehl. Mientras tanto, el hijo de los Kruller, Aaron, y la hija de Eddy, Krista, adquieren una mutua obsesión, y cada uno cree que el padre del otro es culpable. Una clásica novela de Oates, autora también de La hija del sepulturero, Mamá, Infiel, Puro fuego y Un jardín de poderes terrenales, en la que el lirismo del intenso amor sexual está entrelazado con la angustia de la pérdida y es difícil diferenciar la ternura de la crueldad

Joyce Oates: другие книги автора


Кто написал Ave del paraíso? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Ave del paraíso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ave del paraíso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Con un resto de su antiguo orgullo por adquisiciones tan vistosas, mi padre me estaba dando detalles sobre el automóvil que conducía, un Cadillac modelo 1976 que había comprado justo a tiempo para aquella visita. La pintura exterior era un bermellón «Red Canyon» y el interior estaba tapizado en cuero auténtico de color crema. Aquel sueño de coche incluía, como es lógico, dirección asistida, neumáticos de banda blanca, motor de ocho válvulas, aire acondicionado, radio, pletina, y más kilómetros por litro de combustible que cualquier otro coche de lujo de los Estados Unidos.

Era cierto, concedió papá, que había sido necesario reconstruirle el chasis a raíz de un golpe por detrás, pero el motor estaba muy bien, «mejor imposible, no tienes más que oírlo».

Escuché y lo oí. Asentí, llena de entusiasmo ¡Sí, sí! Lo oigo.

Tartamudeando con emoción de colegiala le dije a mi padre que aquél era el coche más bonito que había tenido nunca. Que yo no había ido nunca en un automóvil tan fantástico.

– Bueno. No andas descaminada, Gatita.

Quizá lo que dije era verdad. Los coches especiales de papá habían sido todos espectaculares. Pero, siempre, cada automóvil espectacular -Oldsmobile Cutlass Supreme, Lincoln Versailles, Chevy Corvair, Thunderbird y Studebaker clásicos- lograba desplazar a su predecesor como los sueños más vigorosos y seductores quedan desplazados por los que los siguen, y comienzan de inmediato a desvanecerse.

Hubo una pausa y supe que a mi padre le habría gustado preguntar qué clase de coche usaba ahora Lucille. Y de manera indirecta La vida que llevas con tu madre es lastimosa. Como el cariño que recibes de ella. Pero a continuación se me ocurrió que Eddy Diehl sabía probablemente con exactitud qué clase de coche usaba Lucille, cuál de los automóviles no nuevos pero en buen estado que algún pariente le había vendido o regalado.

Sí; mi padre debía de saber con toda seguridad qué automóvil usaba mi madre por entonces. Antes de ir a buscarme al instituto habría visto y observado a mi madre en la tienda Second Time Around: se habría detenido en la calle o en el aparcamiento situado detrás. Se sabía que Eddy Diehl vigilaba de cerca a Lucille, su ex mujer, por medio de los diferentes primos Diehl a los que continuaba muy unido, con una relación de complicidad; la mayoría de los Diehl seguían «creyendo» en Eddy y detestaban a su ex mujer por no haberle apoyado cuando tanto lo necesitaba.

De manera que de repente me pareció probable que mi padre supiera más sobre la vida privada de mi madre que Ben y yo, a quienes ni siquiera se nos había ocurrido que nuestra madre, mujer de mediana edad, siempre preocupada y profundamente infeliz, pudiera tener una vida privada.

– … un poco sorprendido, Krista, pero es una sorpresa buena, de ver cómo has crecido. Quiero decir en altura. Vas a ser una chica alta. V bonita. Vas a ser condenadamente bonita. No es que no seas bonita ahora, Gatita, pero…

Hablaba de manera distraída mientras conducía en medio de la lluvia el llamativo Cadillac, que en aquel momento pasaba debajo de un paso elevado del ferrocarril donde abanicos de agua se alzaban como alas detrás de nosotros y yo temía que le sucediera algo a un motor de tanta calidad y nos quedásemos atascados en un palmo de agua.

– … y jugando al baloncesto con esas chicas… grandes, fuertes, de aspecto indio… francamente, Gatita, tu padre estaba… -en una especie de asombro de progenitor jovial su voz se fue apagando. Era el tipo de alabanza que le puedes hacer a una menor sobre la que estás pensando cosas muy distintas.

Cuando mi padre no utilizaba su voz de papá, una voz sonora, fanfarrona, dominante, yo había llegado ya a oír otra clase de voz: una que encerraba una dulzura herida. A veces me despierto de sueños tumultuosos oyendo esa voz, sin recordar frases coherentes pero estremecida de nostalgia. Al observar a mi padre en aquel momento -algo, por supuesto, que no tendría que haberme sorprendido- vi que parecía más viejo. La cara se le había ensanchado a la altura de las mejillas y tenía unas arrugas que hacían pensar en un pan demasiado cocido. El pelo, de color rojo de óxido, en el que habían aparecido hebras de un gris luminoso, se le empezaba a clarear por la coronilla, lo que le permitía no verlo si no quería, como tampoco estaba obligado a ver, y mantenía oculto al mundo, el abundante tejido cicatricial, en forma de remolinos, de color manteca de cerdo, que desfiguraba buena parte de su pierna y rodilla derechas.

Eddy Diehl nunca se ponía pantalones cortos, ni siquiera en los días más cálidos del verano. Tampoco había ido nunca a nadar con nosotros en el lago Wolf's Head.

Aunque yo había vislumbrado alguna que otra vez la pierna dañada, había tenido que preguntarme si mi madre la veía con frecuencia en el dormitorio matrimonial; si su amor aumentaba por los sufrimientos de mi padre durante la guerra o si sentía una sutil repugnancia ante aquella carne desfigurada.

Si sentía una sutil repugnancia por la masculinidad de mi padre. Por su sexualidad.

Papá me estaba diciendo lo mucho que me había echado de menos. Lo mucho que había echado de menos a su «preciosa hija», lo «condenadamente deprimido y desesperado» que se había sentido por faltarle la hija a la que quería «más que a nada en el mundo».

Conducía el coche a través de charcos profundos de agua de lluvia con sólo una mano en el volante mientras que con la otra buscaba la mía para, al final, apresarme las dos con una sola mano, con mucha fuerza.

Me esforcé por no hacer un gesto de dolor. ¡Me gustaba sentirlo así de repente!

– También yo te he echado de menos, papá -dije con timidez-. No sé por qué mamá…

– Nada de «mamá», Krista. Ahora mismo, no.

Pese a que estaba sin afeitar y pese a su pelo algo canoso y ligeramente despeinado, mi padre estaba guapo, pensé. Incluso con su rostro maltrecho, con las bolsas bajo los ojos como si no durmiera bien, o como si se los hubiese frotado con los puños, y con las arrugas en la frente del mucho pensar o debido a las preocupaciones, Eddy Diehl era un hombre apuesto. La chaqueta de ante que llevaba parecía estar acolchada con un forro como de lana semejante a una gran lengua vertical: ¡qué consuelo podía proporcionar una prenda tan mullida si alguien te apretaba contra ella! Y luego el vello oscuro pero con algo de gris que le brotaba del pecho y resultaba visible en la garganta: ¡qué consuelo sería apretar mi cara contra aquella garganta, escondiéndola allí!

Habíamos subido desde la oscuridad, acribillada por la lluvia, de Depot Street, hasta el distrito de los almacenes, hasta la orilla cubierta de maleza del Black River, para torcer luego por Highlands Bridge, que era un precioso puente suspendido sobre el río, con un suelo de enrejado metálico que vibraba bajo los neumáticos de nuestro coche. Una alocada felicidad se apoderó del Cadillac Seville 1976 con el interior de cuero color crema, pintura bermellón «Red Canyon» y neumáticos de bandas blancas. «¡Abróchense los cinturones! ¡Despegamos!» Papá se estaba riendo, de puro júbilo o desafío; también yo me oí reír, emocionada e intranquila.

¿Adónde me llevaba? Al otro lado del puente suspendido, bajo una lluvia que ya era ligera, con la niebla surgiendo de la corriente invisible debajo de nosotros y un borroso panorama de luces a lo largo del río, el oscuro tramo con fábricas de ladrillo y otros edificios industriales en mal estado que no funcionaban ya desde que yo tenía uso de razón: medias de lujo Link para señoras; artículos de papel Reynolds Brothers; conservas de tomate Johnston.

Hitos familiares de Sparta que había visto durante toda la vida antes de que el problema destruyera a mi familia.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ave del paraíso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ave del paraíso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «Ave del paraíso»

Обсуждение, отзывы о книге «Ave del paraíso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.