Jeffery Deaver - El jardín de las fieras

Здесь есть возможность читать онлайн «Jeffery Deaver - El jardín de las fieras» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El jardín de las fieras: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El jardín de las fieras»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Berlín 1936: Un matón de la mafia es contratado para asesinar al lugarterniente de Hitler
El protagonista de esta historia es Paul Schumann, un matón de la mafia de Nueva York, conocido por su sangre fría y su “profesionalidad”.
Sin embargo, sin que él lo sepa, está en el punto de mira de los servicios secretos de su país: acorralado, tendrá que escoger entre pudrirse en la cárcel o aceptar un “trabajo” prácticamente imposible: asesinar al lugarteniente de Hitler que está dirigiendo el plan para rearmar Alemania.
En cuanto Schumann llega al Berlín de las olimpiadas del 36, los bien trazados planes del Gobierno de Estados Unidos comienzan a torcerse cuando el mejor y más implacable detective de la policía alemana se lance en persecución del sicario americano.
A medida que se va desarrollando la trama, los dos hombres comprenderán que la mayor amenaza que se cierne sobre ellos y sus es el irrefrenable ascenso de los nazis.
Jeffery Deaver consigue atrapar al lector desde la primera página de esta trepidante novela, atípica en su trayectoria, pero consecuente con su talento.

El jardín de las fieras — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El jardín de las fieras», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Ah, señor ministro del Aire. Pase, pase. -Levantó la nota que Göring había escrito algo antes-. Quiero detalles de esto. Es interesante que usted mencione una conspiración. Parece que nuestro camarada, aquí presente, también trae noticias parecidas.

Al otro lado del gran despacho, Göring parpadeó y se detuvo abruptamente al ver que el otro visitante del Führer se levantaba del sillón. Era Reinhard Ernst, quien lo saludó con una inclinación de cabeza y una sonrisa:

– Buenos días, señor ministro.

Göring, sin prestarle atención, preguntó a Hitler:

– ¿Una conspiración?

– Así es -confirmó el Führer -. Estábamos discutiendo el proyecto del coronel, ese Estudio Waltham. Al parecer, ciertos enemigos han falsificado información sobre su colaborador, el doctor profesor Ludwig Keitel. Imagínese, han llegado al extremo de insinuar que el profesor tiene sangre judía. Siéntese, Hermann, por favor, y cuénteme qué es esa otra conspiración que ha descubierto usted.

Reinhard Ernst se decía que en toda su vida jamás podría olvidar la expresión de la cara mofletuda de Hermann Göring en aquel momento.

En esa rojiza y sonriente luna de carne los ojos expresaron una conmoción total. Un matón derribado.

No obstante, aquel golpe no le dio ningún placer a Ernst, pues en cuanto se esfumó la sorpresa su semblante reflejó puro odio.

El Führer , sin que pareciera reparar en ese diálogo silencioso, dio unos golpecitos a varios documentos que tenía en el escritorio.

– He pedido al coronel Ernst información sobre el estudio que está realizando actualmente sobre nuestros militares. Me lo entregará mañana…

Una penetrante mirada a Ernst, quien le aseguró:

– Por supuesto, mi Führer .

– Y mientras lo preparaba descubrió que alguien ha alterado ciertos datos de los parientes del doctor profesor Keitel y otros que trabajan para el Gobierno en Krupp, Farben, Siemens…

– Además -murmuró Ernst-, fue una sorpresa descubrir que el asunto va más allá. Han llegado a alterar registros de los parientes y antepasados de muchos miembros importantes del mismo Partido. Sobre todo han introducido informaciones en Hamburgo y alrededores. Me pareció conveniente eliminar gran parte de lo que descubrí. -Ernst miró a Göring de arriba abajo-. Algunas de esas mentiras se referían a gente que ocupa cargos bastante altos. Insinúan vínculos con judíos hojalateros, existencia de hijos bastardos y cosas así.

Göring frunció el entrecejo.

– Terrible. -Tenía los dientes apretados; estaba furioso, no sólo por la derrota, sino por la insinuación de Ernst en cuanto a que también en el pasado del ministro del Aire podía haber ancestros judíos-. ¿Quién puede haber hecho semejante cosa? -Y comenzó a juguetear con la carpeta que traía.

– ¿Quién? -murmuró Hitler-. Los comunistas, los judíos, los socialdemócratas. Últimamente me preocupan también los católicos. No debemos olvidar que se oponen a nosotros. Es fácil bajar la guardia, puesto que compartimos con ellos el odio por los judíos. Pero quién sabe… Tenemos muchos enemigos.

– Sí, desde luego. -Göring echó otra mirada a Ernst, quien preguntó si podía servirle café o chocolate-. No, gracias, Reinhard -fue la respuesta glacial.

En su vida de soldado Ernst había aprendido muy temprano que, de todas las armas del arsenal militar, la más efectiva era una buena información. Insistía en saber exactamente qué se traía el enemigo entre manos. Había cometido un error al pensar que los espías de Göring no controlaban la cabina telefónica instalada a varias calles de la Cancillería. A través de ese descuido suyo, el ministro del Aire había descubierto el nombre del coautor del Estudio Waltham. Por suerte Ernst, aunque parecía ingenuo en el arte de la intriga, tenía buenos colaboradores instalados en lugares en que le eran muy útiles. El hombre que lo informaba regularmente sobre lo que sucedía en el Ministerio del Aire le había advertido la noche anterior, después de recoger del suelo un plato roto lleno de espaguetis, que Göring había desenterrado información sobre la abuela de Keitel.

Disgustado por verse forzado a ese juego, pero consciente del peligro mortal que presentaba la situación, Ernst fue inmediatamente en busca de Keitel. El doctor-profesor suponía que el parentesco judío de su abuela era verdad, pero llevaba años sin mantener relaciones con esa rama de la familia. Ambos habían dedicado horas enteras, esa noche, a crear documentos falsificados donde se insinuaba que comerciantes y funcionarios del Gobierno, de pura sangre aria, tenían raíces judías.

La única parte difícil de esa estrategia era asegurarse de llegar a Hitler antes que Göring. Pero una de las técnicas bélicas que Ernst cultivaba al planificar la estrategia militar era lo que denominaba «ataque relámpago». Consistía en actuar con tanta celeridad que el enemigo no tuviera tiempo para preparar una defensa, aunque fuera más poderoso que uno. A primera hora de la mañana, el coronel se había abierto paso hasta el despacho del Führer para presentarle su propia conspiración y mostrar las falsificaciones.

– Llegaremos al fondo de esto -dijo Hitler. Y se apartó del escritorio para servirse más chocolate caliente y coger varias zwiebacken de un plato-. Y ahora, Hermann, ¿qué decía usted en su nota? ¿Qué es lo que ha descubierto usted?

El hombrón miró a Ernst con una sonriente inclinación de cabeza, negándose a reconocer la derrota. Luego meneó la cabeza, con el ceño muy fruncido, y dijo:

– He sabido que en Oranienburg hay inquietud. Falta de respeto por los guardias. Me preocupa que haya posibilidad de rebeliones. Recomendaría aplicar represalias. Enérgicas represalias.

Eso era absurdo. Ese campo de concentración, rebautizado Sachsenhausen, se estaba reconstruyendo ampliamente con mano de obra esclava y era completamente seguro; no existía la menor posibilidad de que hubiera rebeliones. Los prisioneros eran como animales enjaulados y sin garras. Los comentarios de Göring sólo tenían una finalidad: venganza; quería depositar la muerte de personas inocentes a los pies de Ernst.

Mientras Hitler reflexionaba, el coronel dijo con tranquilidad.

– No sé gran cosa sobre ese campo, mi Führer , y el ministro del Aire tiene razón: debemos asegurarnos de que no haya ninguna disensión.

– Pero… percibo cierta vacilación, coronel – observó Hitler.

Ernst se encogió de hombros.

– Sólo me decía que tal vez sería mejor aplicar esas represalias después de las Olimpiadas. Al fin y al cabo ese campo no está lejos de la Villa Olímpica. Con tanto periodista extranjero en la ciudad, sería muy molesto que se filtraran noticias. Se me ocurre que sería mejor ocultar en lo posible la existencia de Oranienburg hasta más adelante.

La idea no agradó a Hitler; Ernst lo notó inmediatamente. Pero antes de que Göring pudiera protestar, el Führer dijo:

– Estoy de acuerdo. Dentro de uno o dos meses nos ocuparemos de ese asunto.

Ernst esperaba que, por entonces él y Göring se hubieran olvidado de aquello.

– Pero el coronel ha traído buenas noticias, Hermann. Los británicos han aceptado por completo nuestras cuotas de buques de combate y submarinos, según el tratado del año pasado. El plan de Reinhard ha tenido éxito.

– Qué suerte -murmuró Göring.

– ¿Esa carpeta contiene algo que yo deba atender, ministro del Aire? -Los ojos del Führer , a los que rara vez se les escapaba algo, se desviaron hacia los documentos que el hombrón traía bajo el brazo.

– No, señor, nada.

El Führer se sirvió más chocolate y se acercó a la maqueta del Estadio Olímpico.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El jardín de las fieras»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El jardín de las fieras» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jeffery Deaver - The Burial Hour
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - The Steel Kiss
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - The Kill Room
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - Kolekcjoner Kości
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - Tańczący Trumniarz
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - XO
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - Carte Blanche
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - Edge
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - The burning wire
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - El Hombre Evanescente
Jeffery Deaver
Jeffery Deaver - The Twelfth Card
Jeffery Deaver
Отзывы о книге «El jardín de las fieras»

Обсуждение, отзывы о книге «El jardín de las fieras» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x