Alicia Bartlett - Donde Nadie Te Encuentre

Здесь есть возможность читать онлайн «Alicia Bartlett - Donde Nadie Te Encuentre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Donde Nadie Te Encuentre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Donde Nadie Te Encuentre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un psiquiatra de La Sorbona especializado en mentes criminales viaja a la Barcelona de 1956. Quiere realizar un estudio sobre el caso de Teresa Pla Meseguer, llamada La Pastora, una mujer acusada de veintinueve muertes. Se trata del maquis más buscado por la Guardia Civil, y se ha convertido en una leyenda popular porque sigue libre. Sólo un periodista barcelonés parece tener claves importantes en torno al personaje, pero lo que el viajero francés le propone es algo fuera de lo normal: no desea datos sobre Teresa, sino un encuentro cara a cara.
El idealista Lucien Nourissier y el cínico Carlos Infante emprenderán ese viaje a las tierras del Maestrazgo, donde se esconde su casi imposible objetivo. A lo largo de su investigación deberán sortear la vigilancia de los guardias, distinguir las pistas verdaderas de las falsas y esquivar los mil obstáculos que les salen al paso. La novela se convierte entonces en una búsqueda, en una huida, en una aventura que nos descubre las miserias y la humanidad de una España terrible.
Y en el centro de este relato crudo y fascinante que se lee sin tregua, más allá del mito del guerrillero, emerge el personaje insospechado de la Pastora, histórico y real, que fue tanto mujer como hombre, y siempre estuvo en fuga del mundo y de sí mismo. Donde nadie te encuentre es una novela sobre el redescubrimiento de nuestro pasado y la infinita soledad del ser humano.

Donde Nadie Te Encuentre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Donde Nadie Te Encuentre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Al cabo de una semana lo teníamos todo listo. Nos sabíamos de memoria cómo y cuándo se movían los de la casa. Francisco dijo que no íbamos a esperar ni un momento más. ¿Para qué? No había que hacer ni siquiera planes porque el plan ya sabíamos cuál era, el de siempre: en medio de la cena, sin ponernos nerviosos, él con la metralleta y yo con mi fusil. Llevaríamos también bombas de mano por si acaso. Pensaba pedirles doscientas cincuenta mil pesetas. Si no tenían el dinero en la casa, escoger un rehén y hacer el secuestro mientras fueran a buscarlo. Si algo se ponía de culo, tirar a matar. Pero Francisco estaba muy seguro de que no habría sangre, era gente rica que pagaría por su vida sin rechistar.

La tarde del 2 de agosto nos lavamos a conciencia con mucho jabón. Yo le corté el pelo a Francisco, que siempre le gustaba llevarlo muy corto. Nos afeitamos los dos hasta que nos quedó la cara como a la salida del barbero. Él se puso un pantalón de pana y una camisa de la milicia que tenía. Yo, un traje de pana negra. Nos habíamos traído desde el campamento alpargatas nuevas. En vez de a un asalto, más bien parecía que íbamos al baile.

Esperamos a que se hiciera más oscuro y tiramos para nuestro punto de observación. Allí nos pusimos a esperar tranquilamente. Sólo habíamos llevado agua para beber. A los golpes hay que ir muy sereno. Se hizo de noche por fin. Cenaban siempre a las diez, pero aquella noche empezaron un poco más tarde, no sé por qué. Cuando Francisco vio que sacaban de la casa los primeros platos dijo: «Vamos allá», y bajamos la loma para coger el sendero de entrada. Habíamos quedado en que estaríamos tranquilos, como si fuera un atraco corriente, como tantos habíamos hecho; pero algo nos pasaba por la cabeza porque ninguno de los dos había dicho ni media palabra desde hacía mucho rato.

Al entrar en la finca ladraron los perros, pero debían de estar apartados en un cercado porque no nos salieron al paso. Íbamos con las armas en la mano. El primero con el que topamos fue el capataz, que supimos que era él porque siempre llevaba una camisa blanca muy grande con las haldas por fuera. Francisco le puso la metralleta delante de la cara y le dijo: «Llévanos hasta tu amo y dile que queremos hablarle».

Entramos en el jardín detrás de él, que iba siempre encañonado y no había abierto la boca. La abrió en cuanto fuimos a dar a la gran mesa de piedra donde cenaba la familia. La criada les estaba sirviendo el segundo plato. El capataz habló entonces y dijo lo que Francisco le había mandado. Lo oí: «Señor Nomen, estos señores quieren hablar con usted». Pero, claro, ya vieron que los señores éramos nosotros y que entrábamos con fusil y metralleta, con un cinturón de bombas Francisco.

El hijo mayor del dueño de la masía se puso de pie. Era joven, veintipocos debía de tener. Francisco lo hizo sentarse.

– Todos quietos y callados. No quiero que haya heridos ni muertos.

Estaban comiendo pescado y bebían vino en unas copas tan bonitas como yo no había visto jamás. La cría pequeña se puso a temblar toda ella, como una hoja, como si le fuera a dar un ataque o algo así. Su madre le colocó la mano en el hombro y la tranquilizó.

Lo primero que hizo Francisco fue atarle las manos al hombre, por detrás y bien prietas. Me mandó cachearlos a todos, a las mujeres también. Ponían más cara de asco que de miedo cuando las tocaba, aunque miedo también se veía que estaban pasando. No llevaban nada encima. Entonces Francisco dijo que se iba con Nomen a dar una vuelta por la casa para ver si tenía armas escondidas. Yo me quedé de guardia, apuntándoles a toda la familia y con un oído en la entrada por si alguien se acercaba desde fuera del jardín. La mujer vieja dijo suspirando: «¡Ay, Dios mío!», y yo le dije que se callara.

La casa era muy grande, así que enseguida me di cuenta de que Francisco no iba a poder registrarlo todo, aunque si había escopetas de caza o armas grandes sí podría encontrarlas. Volvieron al cabo de media hora con una pistola.

Nomen no estaba nervioso. Le dijo a Francisco que nos sentáramos como personas civilizadas para hablar y llegar a un trato porque hablando se entiende la gente y todo se puede arreglar. Francisco tampoco estaba nervioso, y le contestó que justamente era lo que queríamos nosotros, hablar y hacer un acuerdo, porque a lo mejor habían oído por ahí que éramos unos asesinos y gente sin entrañas, pero que no era verdad, que hacíamos lo que hacíamos obligados por las circunstancias y por el franquismo, así lo dijo él. Pero luego siguió hablando y les explicó que habíamos estado vigilando la casa, así que teníamos toda la información de lo que pasaba y de toda la gente que allí vivía. «¡Ni un solo intento de engañarnos o correrá la sangre!», soltó, que hasta a mí se me erizaron los pelos de los brazos por la forma en que lo dijo.

El padre Nomen le pidió que se calmara, que nos sentáramos todos a la mesa, también el capataz, porque él era un hombre de palabra y teníamos que fiarnos de él. Nos sentamos. Era verdad que aquel hombre daba confianza. Entonces Francisco dijo que queríamos doscientas cincuenta mil pesetas.

– Pero ¿tú sabes lo que estás pidiendo? Eso es una barbaridad. ¿Cómo quieres que tenga ese dinero en una casa que es la de veraneo y no en la que vivimos siempre? Ni siquiera en la que vivimos siempre tengo tanto guardado. Hombre, sé razonable, por favor.

Empezó el tira y afloja que yo ya había oído tantas veces. Pero Nomen hablaba despacio, muy tranquilo y como si en el fondo te estuviera diciendo las cosas por tu propio bien. Claro que Francisco no se dejaba ablandar con buenas palabras y seguía en sus trece. «Pero usted es rico.» «Que sea rico no quiere decir que disponga del dinero aquí mismo. Además, soy rico porque he trabajado mucho en la vida.» «A mí eso me da igual -contestaba Francisco-, que yo también he trabajado siempre como una mula y no tengo dónde caerme muerto.» Pasaron así casi dos horas, pero a mí eso no me sorprendía porque yo ya sabía que sería una noche muy larga.

Nomen le dice por fin a Francisco: «Mira, muchacho, en esto todos tenemos que perder, vosotros también, porque si mañana hago sacar doscientas cincuenta mil pesetas del banco y me las llevo debajo del brazo sin dar explicaciones al director, pues van a sospechar que pasa algo extraño y entonces se puede organizar algo que no queremos ni tú ni yo. Te propongo una cosa práctica y sencilla: busco todo el dinero que haya en la casa y el que podamos llevar en los bolsillos, que ya serán tres o cuatro mil pesetas, y os vais tranquilamente sin que yo dé parte a la Guardia Civil». Pero Francisco no estaba para oír coplas de tres o cuatro mil pesetas, porque debía de pensar que con eso no se huye a Francia, ni se compran papeles, ni se empieza una nueva vida ni nada de nada. «No, seguro que en esta casa tiene más. Con tres o cuatro mil pesetas no hacemos nada.» «Se me ocurre una idea -dice Nomen-, os doy también, aparte de las pesetas, un caballo joven que acabo de comprar, precioso, que me ha costado mucho. No tiene precio, es lo más valioso que tengo hoy aquí. ¿Qué me dices?» «Le digo que no; yo con un caballo no sé qué hacer y venderlo es una complicación. Pero para que vea que tengo buena voluntad le bajo la cantidad. Si me da ahora mismo ciento cincuenta mil pesetas nos vamos y no sabe más de nosotros. Palabra de honor.» «Pero ¡hombre de Dios!, ¿por qué no me crees? No tengo cantidades grandes de dinero guardadas en la casa. Ni doscientas cincuenta mil, ni ciento cincuenta mil, ni veinticinco mil tampoco.» «Pues entonces hay que pasar a la acción. No me deja otra salida.»

Francisco se levantó y dio vueltas alrededor de la mesa. De repente se paró detrás de la silla donde estaba sentada la niña que antes había temblado de miedo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Donde Nadie Te Encuentre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Donde Nadie Te Encuentre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Donde Nadie Te Encuentre»

Обсуждение, отзывы о книге «Donde Nadie Te Encuentre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x