Anne Rice - La Hora Del Angel

Здесь есть возможность читать онлайн «Anne Rice - La Hora Del Angel» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Hora Del Angel: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Hora Del Angel»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Con La hora del ángel, primer volumen de su nueva serie, Anne Rice retoma su narrativa más oscura para convertir a los ángeles en protagonistas.
Toby O’Dare, un famoso asesino a sueldo, es un hombre despiadado que recibe órdenes del Hombre Justo. Se mueve en un mundo de pesadilla hasta que aparece un forastero misterioso, un serafín, y le ofrece la oportunidad de salvar vidas en lugar de destruirlas.
Viaja atrás en el tiempo hasta la Inglaterra del siglo XIII, y en ese escenario primitivo, comienza su peligrosa búsqueda de la salvación: una odisea llena de lealtades y traiciones, de egoísmo y amor.

La Hora Del Angel — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Hora Del Angel», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Toby nunca dejó de ir a la iglesia durante los años más duros del instituto, y aunque tuvo tentaciones de saltarse la misa dominical, tenía que pensar en su hermano y su hermana, y no podía dejar de darles un buen ejemplo.

De haberle sido posible retroceder en el tiempo cinco generaciones y ver cómo sus antepasados estudiaban la Torá noche y día en las sinagogas de Europa Central, tal vez no habría llegado a ser el asesino en que se convirtió. De haber podido ir más allá incluso para ver a otros ancestros suyos pintando murales en Siena, Toscana, tal vez habría tenido más valor para luchar por sus proyectos más queridos.

Pero no tenía idea de que hubieran existido esas personas, ni de que por el lado materno, varias generaciones atrás, había habido clérigos ingleses mártires de su fe en la época de Enrique VIII, o de que su bisabuelo por parte paterna quiso ser sacerdote, pero no alcanzó las calificaciones escolares que lo habrían hecho posible.

Casi ningún mortal sobre la tierra conoce su ascendencia antes de las llamadas Edades Oscuras, y sólo las grandes familias pueden penetrar en las espesas capas del tiempo para extraer de ellas una serie de ejemplos capaces de inspirarlas.

Y la palabra «inspirar» no habría sido inadecuada en el caso de Toby, porque en su oficio de sicario siempre se mostró inspirado. Y también como músico, antes de eso.

Sus éxitos como asesino se debieron en no escasa parte al hecho de que, alto y esbelto como era, y con las bellas facciones que lo adornaban, no tenía un aspecto especialmente parecido al de nadie.

A la edad de doce años había en sus facciones un sello permanente de inteligencia, y cuando estaba inquieto pasaba por su rostro una sombra fría, una mirada muy característica de desconfianza. Pero se desvanecía casi al instante, como si fuera algo que no quería reflejar, ni guardar en su interior. Tendía siempre a mostrarse tranquilo, y los demás casi siempre lo encontraban notable y atractivo.

Medía casi un metro noventa antes de graduarse en el instituto, y sus cabellos rubios se habían descolorido hasta adquirir un tono ceniciento, y sus ojos grises estaban llenos de concentración y de una leve curiosidad que no ofendía a nadie.

Apenas fruncía la frente, y cuando salía a pasear, simplemente a pasear en solitario, un observador casual podía verlo siempre vigilante, como alguien impaciente por que un avión aterrizara a tiempo, o que esperara con cierto nerviosismo una cita importante.

Si alguien lo asustaba, reaccionaba con resentimiento y disgusto, pero casi de inmediato superaba ese primer impulso. No quería ser una persona infeliz ni amargada, y aunque a lo largo de los años acumuló motivos para ambas cosas, se resistió a ellas con vigor.

Nunca bebió, en toda su vida. Era algo que odiaba.

Desde la infancia vistió con esmero, sobre todo porque los niños de la escuela a la que asistía vestían de ese modo y a él le gustaba parecerse a ellos, y no hacía remilgos a ponerse la ropa usada de sus primos, que incluía blazers azul marino combinados con pantalones claros, y polos de tonos pastel. Esas ropas venían a ser la imagen de marca que distinguía a los chicos de clase alta de Nueva Orleans, y él se empeñó en conocerla y cultivarla. También se propuso hablar como esos chicos, y poco a poco eliminó de su lenguaje los fuertes signos indicadores de la pobreza y las dificultades que siempre habían salpicado los reniegos, los lamentos chillones y las groseras amenazas de su padre. En cuanto a la voz de su madre, era agradable y desprovista de acento, y él fue quien más se aproximó en la familia a la forma de hablar de ella.

Leía The Official Preppy Handbook, el Manual Oficial del Preparatorio, no con cinismo, sino como algo que se había de acatar. Y sabía cómo buscar en las rebajas de los grandes almacenes la más adecuada cartera de cuero para libros.

En la parroquia del Santo Nombre de Jesús, caminaba por los senderos gloriosamente verdes desde la parada del autobús de St. Charles, y las casas hermosas y recién pintadas delante de las que pasaba despertaban en él anhelos vagos y soñadores.

Palmer Avenue, en su parte alta, era su calle favorita, y a veces le parecía que, si algún día podía vivir en una de sus casas blancas de dos pisos, conocería la felicidad perfecta.

También entró precozmente en contacto con la música, en el Conservatorio Loyola. Y fue el sonido del laúd, en un concierto público de música del Renacimiento, lo que lo apartó de su deseo ardiente de tomar el hábito.

Pasó de monaguillo a estudiante apasionado tan pronto como encontró a una profesora amable que se ofreció a darle clases gratis. La pureza del tono que extraía de su laúd la asombró. Su digitación era ágil, y la expresión que daba a su música, excelente, y su maestra se maravillaba de las hermosas melodías que podía tocar de oído, incluidas las que he mencionado antes, que una y otra vez volvían a su cabeza. Cuando las tocaba, oía cantar a sus abuelas. A veces, sin decirlo, tocaba en honor de sus abuelas. Tocaba con mucha habilidad canciones populares al laúd, y les daba un toque distinto y una ilusión de integridad.

En cierto momento, uno de sus maestros puso en manos de Toby los discos del cantante Roy Orbison, y él descubrió muy pronto que podía tocar las piezas más lentas de ese gran músico, e imprimirles al laúd la misma ternura que Orbison les daba con la voz. Pronto se supo de memoria todas las baladas que Orbison había grabado a lo largo de su carrera.

Y mientras interpretaba la música popular con su propio estilo, aprendió a dar una forma compositiva clásica a todas las canciones populares, de modo que podía pasar de una otra, o bien pasar de la belleza alegre y contagiosa de Vivaldi, en un momento, a los tiernos lamentos tristes de Orbison en el siguiente.

Llevaba una vida atareada, entre el estudio en casa después de la escuela y las exigencias del currículum para la escuela superior de los jesuitas. De modo que no le era tan difícil mantener a distancia a los chicos y chicas ricos que conocía, porque aunque muchos de ellos le gustaban, estaba decidido a que no entraran nunca en el apartamento desastrado en el que vivía, con dos padres alcohólicos que podían causarle una humillación irremediable.

Era un niño exigente, del mismo modo en que más tarde llegaría a ser exigente como asesino. Pero lo cierto es que creció asustado, guardando secretos y con el temor permanente a una violencia innoble.

Más tarde, como hombre echado a perder sin remedio, medró en el peligro, y a veces recordaba divertido las series de televisión a las que en tiempos tan aficionado era, en la conciencia de que ahora vivía algo más siniestramente glorioso de lo que nunca imaginó. Por más que nunca lo admitió ante sí mismo, se sentía en cierto modo orgulloso por su particular forma de maldad. Fuera cual fuera la explicación que se diera a sí mismo sobre sus actividades, por debajo y muy hondo fluía una corriente de presunción vanidosa.

Aparte de su pasión por la caza, había en él un rasgo realmente precioso que lo distinguía netamente de otros vulgares asesinos. Era éste: no le importaba vivir o morir. No creía en el infierno porque no creía en el cielo. No creía en el diablo porque no creía en Dios. Y aunque recordaba la fe ardiente y en ocasiones hipnótica de su juventud, aunque sentía por ella un respeto muy superior a lo que nadie habría supuesto, esa fe no daba el más mínimo calor a su alma.

Insisto, antes había querido ser un monje, y ninguna pérdida de la gracia lo llevó a alejarse de esa vocación. Incluso cuando tocaba el laúd, rezaba constantemente para extraer de él una música hermosa, y a menudo imaginaba nuevas melodías para las oraciones que amaba.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Hora Del Angel»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Hora Del Angel» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Hora Del Angel»

Обсуждение, отзывы о книге «La Hora Del Angel» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x