Sidney Sheldon - Si Hubiera Un Mañana
Здесь есть возможность читать онлайн «Sidney Sheldon - Si Hubiera Un Mañana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Si Hubiera Un Mañana
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Si Hubiera Un Mañana: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Si Hubiera Un Mañana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Si Hubiera Un Mañana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Si Hubiera Un Mañana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Qué pena. Desperdició usted su dinero.
– No necesariamente. -Le dirigió una mirada calculadora-. ¿No le gustaría alzarse con una pequeña fortuna durante el trayecto?
Este hombre es increíble.
– A menos que lleve un submarino o un helicóptero en el bolsillo, no creo que pueda darse el lujo de robarle a nadie en este barco.
– ¿Quién habló de robar? ¿Ha oído hablar de Boris Melnikov y Piotr Negulesco?
– ¿Y a usted qué le importa?
– Son los dos maestros de ajedrez que van a disputar el campeonato. Si logro organizar una partida entre usted y ellos, podemos ganar mucho dinero.
Tracy lo miraba con ojos incrédulos.
– ¿Que yo me enfrente con ellos?
– Ajá. ¿Qué le parece?
– Me encantaría. Pero hay un pequeño detalle.
– ¿Cuál?
– No sé jugar al ajedrez.
Jeff sonrió.
– No hay el menor problema. Yo le enseñaré.
– ¿Quiere que le dé un consejo? Búsquese un buen psicoanalista. Buenas noches.
A la mañana siguiente, Tracy se chocó literalmente con Boris Melnikov. El hombre estaba haciendo aerobismo en la cubierta.
– ¡Mire por dónde camina! -le espetó él, y siguió corriendo.
Indignada, Tracy lo observó alejarse…
– Qué tipo tan grosero…
Se puso de pie.
Un camarero se le acercó.
– ¿Se hizo daño, señorita?
– No, estoy bien, gracias.
Nadie le iba a estropear el viaje.
Al regresar a su camarote encontró un par de mensajes del señor Jeff Stevens, a los que decidió no prestar atención. Por la tarde nadó, leyó un rato, se hizo dar un masaje, y cuando llegó la hora de ir al bar a tomar un cóctel antes de la cena, se sentía espléndidamente bien. Pero la euforia le duró poco. Piotr Negulesco, el rumano, estaba sentado en la barra. Al verla entrar, se levantó y le dijo:
– ¿Puedo invitarla a tomar algo, hermosa dama?
Tracy estaba indecisa, pero acabó aceptando.
– Sí, gracias.
– ¿Qué desea beber?
– Un vodka con agua tónica, por favor.
Negulesco transmitió el pedido al encargado del bar, y se volvió hacia Tracy.
– Soy Piotr Negulesco.
– Lo sé.
– Claro, todo el mundo me conoce porque soy el mejor jugador de ajedrez del mundo. En mi país me consideran un héroe nacional. -Se inclinó sobre ella y le puso una mano sobre la rodilla-. También soy fantástico en la cama.
Tracy pensó que no le había entendido bien.
– ¿Qué?
– Que soy fantástico en la cama.
Su primera reacción fue arrojarle la bebida en la cara, pero se dominó. Se le había ocurrido una idea mejor.
– Discúlpeme -dijo-. Tengo que encontrarme con un amigo.
Fue en busca de Jeff Stevens al «Salón Princesa». Cuando iba rumbo a su mesa, advirtió que Jeff estaba cenando con una preciosa rubia de figura imponente, que lucía un vestido de noche que parecía pintado sobre su cuerpo. Tenía que haberlo imaginado, se dijo. Giró sobre sus talones y se fue. Un segundo más tarde Jeff la alcanzaba.
– Tracy…, ¿quería verme? -preguntó, agitado.
– No quise estropearle la cita.
– Esas mujeres saben esperar -dijo él, con tono intrascendente-. ¿En qué puedo servirla?
– ¿Hablaba en serio cuando me propuso lo de Melnikov y Negulesco?
– Absolutamente. ¿Por qué?
– Creo que a esos dos sujetos les hace falta una lección de buenos modales.
– Lo mismo digo. Y de paso podremos ganar un poco de dinero.
– ¿Cuál es su plan?
– Usted les ganará a ambos una partida de ajedrez.
– Hablo en serio.
– También yo.
– Ya le dije que no sé jugar al ajedrez. No distingo un peón del rey.
– No se preocupe. Le daré un par de clases y los exterminará a ambos.
– ¿A ambos?
– Oh, ¿no se lo había dicho? Va usted a jugar con los dos al mismo tiempo.
Jeff estaba sentado junto a Boris Melnikov en el bar.
– Le digo que juega fantásticamente al ajedrez. Viaja de incógnito.
El ruso lanzó un gruñido.
– Las mujeres no entienden nada de ajedrez. No saben pensar.
– Ella dice que puede vencerlo a usted fácilmente.
Boris Melnikov soltó una carcajada.
– Nadie me gana a mí.
– Está dispuesta a apostar diez mil dólares en una partida simultánea. Contra usted y contra Negulesco, y terminar en tablas al menos con uno de los dos.
Melnikov casi se atraganta con su bebida.
– ¿Qué? ¡Eso es ridículo! ¿Enfrentarnos en una simultánea? ¿Esa aficionada:?
– En efecto. Apostándole diez mil dólares a cada uno.
– Aceptaría sólo para darle una lección.
– Si usted gana, el dinero le será depositado en el país que prefiera. Una expresión de codicia cruzó por el rostro del ruso.
– Jamás oí mencionar siquiera a esa persona. ¡Y se atreve a medirse con los dos! Debe de estar loca.
– Tiene los veinte mil dólares en efectivo.
– ¿De qué nacionalidad es?
– Norteamericana.
– Eso lo explica todo.
Jeff hizo ademán de ponerse en pie, ofendido.
– Bueno, supongo que tendrá que conformarse con Negulesco -dijo.
– ¿Negulesco va a jugar con ella?
– Sí. ¿No se lo dije? Desea jugar con los dos. Pero si tiene miedo…
– ¡Boris Melnikov jamás teme nada! -Su voz se volvió estentórea-. La destruiré. ¿Cuándo se realizará esta ridícula partida?
– Ella sugirió el viernes, la última noche a bordo.
Boris Melnikov le miró fijamente.
– ¿Dos partidas de tres?
– No. Una partida, nada más.
– ¿Por diez mil dólares?
– Correcto.
El ruso suspiró.
– No tengo aquí tanto dinero en efectivo.
– No se preocupe. Lo único que persigue la señorita Whitney es el honor de haber vencido al gran Boris Melnikov. Si usted pierde, le entregará a ella una fotografía suya, autografiada. Si gana, recibirá los diez mil dólares.
– ¿Quién guardará las apuestas?
Había un dejo de sospecha en su voz.
– El comisario de a bordo.
– De acuerdo. El viernes por la noche. Comenzaremos a las diez en punto.
– Excelente -dijo Jeff.
A la mañana siguiente, Jeff conversó con Piotr Negulesco en el gimnasio.
– ¿Norteamericana? -exclamó Negulesco-. Debí habérmelo imaginado.
– Es una gran ajedrecista.
Negulesco hizo un gesto de desdén.
– No basta con eso para enfrentarse a Negulesco.
– Ésa es la razón de que esté tan ansiosa por jugar contra usted. Si le gana, sólo pretende una foto suya autografiada. Pero si el que gana es usted, tendrá diez mil dólares en efectivo…
– Negulesco no se enfrenta con aficionados.
– … depositados en el país que usted designe.
– Totalmente fuera de discusión.
– Está bien… En ese caso, deberá medirse sólo con Melnikov.
– ¿Qué? ¿Melnikov ha aceptado?
– Por supuesto, pero el deseo de ella era medirse con los dos al mismo tiempo.
– Jamás oí nada tan… -No encontró la palabra-. ¡Qué descaro! ¿Quién es ella para suponer que puede vencer a los dos más excelsos maestros del mundo?
– Es un poco excéntrica -confesó Jeff-, pero cuenta con ese dinero en efectivo.
– ¿Dijo usted diez mil dólares?
– Así es.
– ¿Y Melnikov recibirá la misma suma?
– Si la derrota…
Negulesco esbozó una sonrisita.
– Claro que le ganará. Y yo también.
– Entre nosotros, a mí no me sorprendería en absoluto.
– ¿Quién se hará cargo de las apuestas?
– El comisario de a bordo.
– Trato hecho, amigo. ¿Cuándo y dónde?
– El viernes a las diez de la noche, en el salón principal.
Negulesco sonrió con aire de suficiencia.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Si Hubiera Un Mañana»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Si Hubiera Un Mañana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Si Hubiera Un Mañana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.