Donald Westlake - Un Diamante Al Rojo Vivo

Здесь есть возможность читать онлайн «Donald Westlake - Un Diamante Al Rojo Vivo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un Diamante Al Rojo Vivo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un Diamante Al Rojo Vivo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

John Dortmunder y su banda son contratados por un embajador africano para robar un famoso diamante, conocido como Balabomo, que cobija celosamente otro país africano. Dortmunder es extremadamente hábil y minucioso, pero lamentablemente desafortunado. Siempre fracasa. Con la suerte de espaldas, se ve condenado a planificar el golpe una y otra vez con una inercia y tenacidad casi religiosas. «La vida es un equívoco constante» parece decir el escurridizo diamante a la banda de Dortmunder. Ellos, impasibles, le intentarán dar caza por tierra, mar y aire. Un diamante al rojo vivo es una de las obras maestras del extraordinario Donald Westlake. Sin lugar a dudas, su novela más hilarante e ingeniosa. Una brillante comedia repleta de equívocos y llena de personajes inolvidables, con la que John Dortmunder, ladrón y gafe profesional, se presenta en sociedad. Todo un mito de la novela negra.

Un Diamante Al Rojo Vivo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un Diamante Al Rojo Vivo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Está bien.

Los otros tres subieron escaleras arriba y llegaron a una alfombra oscura, en una oscura superficie abierta. El mostrador del maître y una hilera de plantas artificiales separaban ese recinto del salón comedor principal. El maître en persona, con un acento francés menos encantador que el de la chica de Air France, se acercó y les preguntó cuántos eran. Dortmunder contestó:

– Vamos a esperar a los que faltan, antes de entrar.

– Muy bien, señor. -El maître se inclinó y se fue.

Kelp dijo:

– Allí están.

Dortmunder miró por entre las hojas de plástico. El comedor era amplio y estaba casi vacío. En una mesa, no demasiado lejos y junto a una ventana, estaban sentados el mayor, Prosker y tres robustos muchachos negros. Comían con mucha parsimonia: eran poco más de las cinco y tenían más de dos horas libres antes de su vuelo.

Kelp dijo:

– No me gusta atraparlos aquí. Demasiado público y demasiado cerrado.

– De acuerdo -convino Dortmunder-. Los esperaremos abajo. -Dio la vuelta y se puso en marcha.

– Enseguida estoy con vosotros -dijo Greenwood-. Asunto privado.

Dortmunder y Kelp siguieron caminando y un minuto después Greenwood se les unió. Se encontraron con Murch y los cuatro se distribuyeron por la sala de espera, con los ojos fijos en la escalera mecánica de la Puerta de Oro.

Eran casi las seis y la tarde se había convertido en noche fuera dé las ventanas de la terminal cuando el mayor, Prosker y los muchachos negros, por fin, bajaron. Dortmunder se puso en pie y se dirigió hacia ellos. Cuando lo vieron y se quedaron mirándolo, atónitos, se le dibujó una gran sonrisa en el rostro, extendió las manos y avanzó rápidamente, exclamando:

– ¡Mayor! ¡Qué sorpresa! ¡Qué agradable volver a verle de nuevo!

Tomó la inerte mano del mayor y la sacudió como si fuera una bomba de agua. Manteniendo la amplia sonrisa, dijo en voz baja:

– Los demás están por aquí. Si no quiere que le disparemos, quédese quieto.

Prosker echó una mirada alrededor y exclamó:

– ¡Dios mío! ¡Allí están!

– Dortmunder -dijo el mayor-. Creo que podemos hablar de esto.

– Tiene toda la razón, coño, claro que podemos -respondió Dortmunder-. Nosotros dos solos. Nada de abogados, nada de guardaespaldas.

– ¿No se pondrá… violento?

– Yo no, mayor -contestó Dortmunder-. Pero los demás, no sé. Greenwood mataría primero a Prosker, y es natural; pero creo que Kelp empezaría primero por usted.

– No se atreverán a hacer algo así en un lugar repleto de gente, como éste -dijo Prosker.

– Un lugar perfecto para eso -aseguró Dortmunder-. Tiros. Pánico. Nosotros entremezclados con la gente. El lugar más fácil del mundo para esconderse es entre la multitud.

– Prosker, no lo obligue a demostrarnos si es capaz de hacerlo -indicó el mayor.

– Sí, y lo es, ¡mierda! -exclamó Prosker-. Muy bien, Dortmunder, ¿qué quiere? ¿Más dinero?

– No podemos pagar ciento setenta y cinco mil -dijo el mayor-. Es sencillamente imposible.

– Doscientos mil -le recordó Dortmunder-. El precio subió con el tercer trabajo. Pero no quiero hablar delante de toda esta gente. Vamos.

– ¿Vamos? ¿Adónde?

– Sólo vamos a hablar -respondió Dortmunder-. Esta gente puede quedarse aquí y mi gente puede quedarse donde está. Usted y yo nos iremos por aquí y hablaremos. Vamos.

El mayor se mostraba muy reacio, pero Dortmunder insistió y empezó a moverse. Dortmunder, por encima del hombro, les dijo a los demás:

– Ustedes se quedan aquí, y no se les ocurra provocar ningún pánico póstumo.

Dortmunder y el mayor se alejaron por la galería que daba a la aduana, flanqueada a un lado por tiendas libres de impuestos y al otro por una barandilla desde donde la gente podía mirar abajo y ver a sus parientes que volvían de viaje o cómo humillaban a los visitantes extranjeros.

– Dortmunder, Talabwo es un país pobre -explicó el mayor-. Le puedo dar algún dinero más, pero no doscientos mil dólares. Tal vez cincuenta, otros diez mil por cabeza. Pero no nos podemos permitir el lujo de pagar nada más.

– Así que usted planeó esta traición desde el principio -dijo Dortmunder.

– No quiero mentirle -contestó el mayor.

Atrás, en la sala de espera, Prosker les decía a los tres negros:

– Si corremos en cuatro direcciones distintas no se atreverán a tirar.

– No queremos morir -repuso uno de los negros, y los otros asintieron.

– ¡No se atreverán a disparar, coño! -insistió Prosker-. ¿No saben qué hará Dortmunder? ¡Le quitará el diamante al mayor!

Los muchachos negros se miraron.

– Si no ayudan al mayor y Dortmunder le quita el diamante, recibirán algo peor que un tiro, y ustedes lo saben.

Los muchachos parecían preocupados.

– Contaré hasta tres -ordenó Prosker-, y a la de tres salgan corriendo en diferentes direcciones. Den unas vueltas y diríjanse a donde están Dortmunder y el mayor. Yo correré hacia atrás, usted derecho hacia adelante, usted hacia la izquierda y usted hacia la derecha. ¿Preparados?

No les gustaba hacerlo, pero pensar en el mal humor del mayor era todavía peor. Asintieron de mala gana.

– Uno -dijo Prosker. Podía ver a Greenwood sentado detrás de un ejemplar del Daily News -. Dos. -En otra dirección, podía ver a Kelp-. Tres. -Y echó a correr. Los muchachos negros se quedaron quietos durante un segundo o dos, y también empezaron a correr.

Ver gente que corre en un aeropuerto no llama demasiado la atención, pero esos cuatro habían empezado a hacerlo tan de repente que una docena de personas se quedaron mirándolos con sorpresa. Kelp, Greenwood y Murch también los miraron, y también echaron a correr.

Mientras tanto, Dortmunder y el mayor seguían caminando por el corredor. Dortmunder trataba de encontrar un lugar tranquilo donde poder aliviar al mayor del peso del diamante y el mayor se explayaba sobre la pobreza de Talabwo, sus remordimientos por haber intentado engañar a Dortmunder y su deseo de repararlo lo mejor posible.

Una voz distante gritó:

– ¡Dortmunder! -Reconociendo la voz de Kelp, Dortmunder se volvió y vio a dos de los muchachos negros que corrían en su dirección, empujando a los mirones a izquierda y derecha.

El mayor intentó unirse al grupo de rescate, pero Dortmunder lo agarró por el codo y lo dejó clavado donde estaba. Miró a su alrededor; justo enfrente de ellos había una dorada puerta cerrada, con un «Prohibida la entrada» escrito en letras negras. Dortmunder empujó la puerta, empujó al mayor y lo siguió. Se encontraron al principio de una escalera mugrienta y gris.

– Dortmunder, le doy mi palabra… -dijo el mayor.

– No quiero su palabra, quiero esa piedra.

– ¿Cree que la llevo encima?

– Eso es exactamente lo que usted haría con ella, no se apartaría de ella hasta encontrarse a salvo en su casa -Dortmunder sacó el revólver de Greenwood y lo hundió en el estómago del mayor-. Tardaremos más si tengo que buscársela yo.

– Dortmunder…

– ¡Cállese y deme el diamante! ¡No tengo tiempo para mentiras!

El mayor miró la cara de Dortmunder, a pocos centímetros de la suya, y murmuró:

– Le pagaré todo el dinero, yo…

– ¡Usted morirá, joder! ¡Deme el diamante!

– ¡Está bien, está bien! -contestó el mayor, balbuceando ante la urgencia de Dortmunder-. Guárdelo -dijo, y sacó del bolsillo de la chaqueta el estuche de terciopelo negro-; me pondré en contacto con usted, conseguiré el dinero para pagarle.

Dortmunder le arrebató el estuche, dio un paso atrás, lo abrió y echó un vistazo al interior. El diamante estaba allí. Levantó la mirada: el mayor saltaba sobre él. Al saltar se hundió aún más contra el cañón del revólver y cayó hacia atrás, aturdido.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un Diamante Al Rojo Vivo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un Diamante Al Rojo Vivo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Donald Westlake - The Hot Rock
Donald Westlake
Donald Westlake - Two Much!
Donald Westlake
Donald Westlake - Kahawa
Donald Westlake
Donald Westlake - La Luna De Los Asesinos
Donald Westlake
Donald Westlake - Bank Shot
Donald Westlake
Donald Westlake - Get Real
Donald Westlake
Donald Westlake - Thieves' Dozen
Donald Westlake
Donald Westlake - Bad News
Donald Westlake
Donald Westlake - What's So Funny?
Donald Westlake
Donald Westlake - Why Me?
Donald Westlake
Отзывы о книге «Un Diamante Al Rojo Vivo»

Обсуждение, отзывы о книге «Un Diamante Al Rojo Vivo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x