El primero de los no-muertos desgarró al primer técnico, cayendo sobre él, tragando la sangre rica y caliente. Los guardias del tejado abrieron fuego. El sonido reverberó una vez más por el bosque y Kiral saltó, girando. Levantó la vista hacia el dosel, exponiendo sus colmillos. Sonó una lluvia de disparos. Los hombres chillaron con horror. La sangre salpicó a través del patio. Los vampiros se atacaron furiosamente, irrumpiendo a través de la guardia de Giles para llegar al banquete.
El relámpago golpeó el suelo, acertando a Kiral, incinerándolo en el lugar. Un vampiro atrapado entre los disparos de los guardias y el relámpago cayó, con agujeros de balas en el cuerpo y la otra mitad del cuerpo quemada. Se arrastró ciegamente por el suelo hacia la sangre que se encharcaba mientras los otros le pisoteaban para llegar a los humanos que se habían acurrucado en un esfuerzo por protegerse a sí mismos.
El clon de Dominic empujó, tironeó y se abrió camino arañando con la manada de frenéticos n-muertos, ansioso por conseguir la sangre que se esparcía por el aire y sobre los aterrorizados humanos. Los guardias dispararon a la masa, añadiendo caos. El relámpago se bifurcó y golpeó, el trueno rugió, añadiéndose al terrible estruendo.
Dominic fluyó a través del suelo, golpeando con el puño en el corazón del vampiro más cercano, su velocidad era tanta que fue una mera mancha. Tomó el corazón y rápidamente lo incineró antes de cambiar de dirección y correr hacia Giles. Los vampiros menores se estaban haciendo trizas, tratando desesperadamente de unirse el banquete y llegar al pozo de sangre para reparar sus cuerpos rotos. Atrapó a Giles dentro de la línea de grandes árboles.
Dominic golpeó con fuerza, hundiendo el puño profundamente, los dedos buscaron el último premio. El vampiro maestro se retorció, arañando la cara de Dominic con las garras, cavando surcos en la mandíbula y el cuello. Se inclinó y hundió los dientes profundamente, forzando a Dominic a retirarse. Los dos se miraron fijamente el uno al otro, la sangre goteaba de la boca y las manos de Giles, y fluía negra por su pecho. El cuello y la cara de Dominic sangraban libremente.
Giles se lamió los labios.
– ¿Cómo puede ser? Eres uno de nosotros.
– Soy Buscador de Dragones, idiota -dijo con desprecio en su voz-. ¿Realmente creíste que escogería abandonar mi alma y unirme a tus despreciables filas?
Giles gruñó, revelando los dientes ensangrentados.
– Eres el responsable de este lío.
Dominic se encogió de hombros.
– Por supuesto. Pero te culparán a ti.
Deliberadamente el vampiro chupó la sangre de Dominic de los dedos.
– Tienes los parásitos. Contestaron a mi llamada. -Mientras hablaba dio un paso a su izquierda.
Dominic no esperó zl ataque; golpeó rápidamente y con fuerza, con un rayo que se estrelló donde el siguiente paso de Giles le llevaría. El maestro vampiro gritó cuando la energía candente le quemó el hombro y bajó por el costado, la cadera y la pierna, un rayo láser que le cortó un cuarto del cuerpo por completo, cauterizando mientras ardía a través de la carne podrida.
Giles cayó, rodando, estirándose hacia su cuerpo cortado, arañando, tratando de arrastrarlo hacia si, mientras Dominic se lanzaba sobre él, dirigiendo su puño profundamente una vez más y hundiendo los dedos a través de la carne descompuesta para alcanzar el corazón marchito. Un siniestro crac fue su única advertencia. Una lanza le golpeó por la espalda, empalándolo, llevándolo al suelo y sujetándolo allí. Las raíces estallaron entre la vegetación para envolverse alrededor de su garganta y enrollarse en torno a su cuerpo, sujetándolo.
Dominic hizo explotar la energía hacia el exterior, quemando las raíces leñosas. Mientras lo hacía, las raíces formaron una jaula de madera gruesa, que lo mantenía prisionero. Sólo era una táctica dilatoria, una oportunidad para que Giles reparara su cuerpo podrido. Dominic se apoyó y empujó la lanza a través de su cuerpo, cauterizando la herida mientras lo hacía. El dolor le atravesó. Oyó el eco del grito desgarrador de Solange y la expulsó de su mente, atemorizado de que sintiera ese dolor abrumador.
Obligó a su cuerpo a controlarse, rodó, viendo la multitud de murciélagos que le miraban fijamente con ojos hambrientos. Se dejaron caer, cubriéndole la cara y la cabeza, mordiendo ferozmente mientras hacía explotar la jaula de raíces para liberarse. Se las arregló para ponerse de rodillas, lanzando a un lado a las criaturas que mordían y se tambaleó un poco cuando se puso de pie.
Giles se levantó,con el su cuerpo cosido de cualquier modo, un cuarto del mismo ennegrecido y grotesco. Gruñó, la baba le corría por la cara, los ojos le ardían rojos.
– Mi cuerpo está muerto, Buscador de Dragones. Puedo ser cortado en un millón de pedazos y todavía derrotarte. Tu cuerpo es de carne y hueso. Sientes dolor.
La ceja de Dominic se disparó hacia arriba. Estaba debilitado por utilizar la energía para sostener la tormenta y para mantener su clon donde los otros vampiros lo pudieran verlo claramente. No quería que se comprometiera la información. Sabía que algunos de los emisarios escaparían y no podía correr el riesgo de que cambiaran el plan. Eso significaba ser visible para que no hubiera ninguna oportunidad de que alguien descubriera que él había provocado la destrucción del laboratorio y de todos los que habíaen él.
– Te adulas, Giles. Siempre lo hiciste. Pareces estar intentando ganar tiempo. ¿Crees que tus peones vendrán a protegerte? -Mantuvo su tono con una provocación baja. Giles se había creído invencible, pero estaba sorprendido. Dominic sabía que su reputación era legendaria y el maestro vampiro prefería que fueran sus acólitos los que combatieran contra el Buscador de Dragones en vez de él mismo. También era bien consciente de que el no-muerto tenía un ego inmenso y, aunque era verdad, la provocación insultaba.
Estoy yendo hacia ti. Solange tenía un sollozo en la voz.
No, permanece lejos de aquí. Le derrotaré.
No estoy en posición de ayudarte.
Elimina a tantos como sea posible, pero dispara sólo cuando lo hagan los guardia. No estaré allí para rematarlos, así que pueden detectar tu presencia.
Dominic mantuvo su atención centrada en Giles. La cara del vampiro se retorcía en una máscara de puro odio. Dominic le aguijoneó más.
– ¿Perdiste el control de ellos, verdad? En vez de proteger a los humanos, los están desgarrando a trozos, engullendo sangre. Y de algún modo creo que si te las hubieras arreglado para escapar, Ruslan hubiera estado muy, muy enfadado. No es el hombre más indulgente que he conocido.
Los ojos rojos comenzaron a arder, pero el vampiro tenía el genio bajo control.
– Este incidente sólo hará que los humanos estén mucho más ansiosos por unirse a nosotros para cazar a los no-muertos. Les señalaremos la preciosa aldea del Dubrinsky.
Dominic había logrado apartar el dolor lo bastante cómo para poder respirar otra vez. Solange trataba de hacerlo por él, emparejando el ritmo de los ardientes pulmones a su respiración.
Dominic se inclinó ligeramente y ondeó la mano, asegurándose de que Giles siguiera el gesto con su mirada furiosa mientras Dominic reunía la energía poderosa que crepitaba y crujía en lo alto del cielo. Permitió que el poder llenara su cuerpo agotado y, dejando un segundo clon atrás, se alejó de su cuerpo, dejando el clon expuesto y abierto.
Quedándose delante, insustancial y transparente, esperó a que Giles hiciera su movimiento. Su clon se encorvó un poco y se apretó la palma contra el agujero ennegrecido del pecho, a la izquierda del corazón. Podía sentir cómo le abandonaban las fuerzas. Dos clones y una tormenta drenaban su energía rápidamente, pero mantuvo su forma transparente.
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