Jackson pateó despectivamente una madera flotante sobre las glotonas enredaderas y la corriente retrocedió rápidamente, dirigiéndose hacia el buque anclado en algún lugar más allá de las luces danzantes. La niebla se espesó, tomando un matiz más oscuro, girando ahora. El relámpago ardió en el borde de las nubes más oscuras y el trueno resonó. Otra vez el suelo tembló bajo sus pies.
Elle tensó el cuerpo.
– Viene a por nosotros -advirtió.
Sus hermanas estaban de pie con ella, hombro con hombro, Elle en el centro. Ella apenas podía respirar a causa del miedo. En la lejanía podía ver como se formaba un muro de agua, construyendo una enorme torre. La garganta se le cerró. La ola solitaria se acercaba rápidamente, un monstruo, conducida por la rabia, el odio y la salvaje necesidad de control. Stavros estaba decidido a destruir a todos los que ella amaba.
El aire se espesó alrededor de ellas, la presión crecía, la fuerza las succionaba como si intentara atraerlas a un remolino de violencia. Libby dio un paso adelante, junto con el agua que retrocedía. Sarah y Abigail la agarraron, manteniéndola inmóvil mientras la arena era arrastrada bajo sus pies. Kilómetros de agua se apresuraron a unirse con la ola que se acercaba. Elle echó un vistazo por encima del hombro, dándose cuenta de que había un silencio sobrenatural. Nadie corría. Nadie intentaba salvarse. La gente del pueblo estaba allí, mirando como la ola cobraba fuerza y velocidad. Tenían que saberlo, tenían que darse cuenta de que la ola les mataría a todos, aplastaría sus casas y coches y lo destruiría todo a su paso.
Elle no podía creer que nadie se moviera y entonces comprendió que la estaban mirando con fe, con absoluta confianza. Creían en ella. Creían en sus hermanas.
¡Stavros! No te dejaré. Le lanzó las palabras y alzó los brazos, dando un paso deliberadamente hacia el oleaje. Abrió la mente para conectar con sus hermanas, fundiéndose con ellas, expulsando sus temores porque era ahora o nunca. Tenía que detener a Stavros. No tenía elección. Todos contaban con ella y él no destruiría a su familia. No se llevaría al amor de su vida. Y no se llevaría a sus amigos ni a su amado pueblo.
Sintió que el poder la inundaba cuando utilizó el vasto suministro de energía que había a su alrededor. La fuerza le golpeó fuertemente, estrellándose contra ella con tal vigor que casi perdió el equilibrio, pero se mantuvo firme y encaró esa pared de agua que cobraba más velocidad y se cernía a treinta metros de altura. Mientras la ola se acercaba a ellos, se dividió en dos, viniendo hacia la playa desde ambos lados de la rápida corriente. Había tanto odio vil y rabia mezclados en la torre de agua que tuvo miedo de hacer chocar su propia violencia contra ella. No sabía que sucedería. Necesitaba algo más…
Se tomó un momento para mirar a Ilya en busca de ayuda, pero él estaba girándose lejos de ella, enfrentando alguna otra amenaza que ella no veía, esperando… creyendo… que con la ayuda de sus hermanas ella los mantendría a todos a salvo. Vio a su madre dar un paso para colocarse al lado de Sarah y su tía Carol al lado de Abigail, las sintió esperando sus órdenes. Giró la cabeza una última vez para observar a las personas que tenía a su espalda. Vislumbró a un niño, haciendo pompas con un contenedor en miniatura y giró rápidamente la cabeza para mirar a Jackson. Los ojos de él estaban en ella. Su mente en la suya. Él captó su idea y una lenta sonrisa suavizó los bordes de su boca.
Jackson le había dado inadvertidamente las herramientas que necesitaba con su sermón sobre energía positiva. Una ráfaga de confianza la recorrió y sintió la reacción instantánea en las mentes unidas de sus hermanas. Encaró la ola que se acercaba y una pequeña risa se le escapó. Enfrentar el ataque de Stavros con violencia sólo alimentaría su poder. Tenía que darle algo más, algo que él no podía comprender y que a ella la rodeaba por todas partes. Ni poder. Ni control. Ni siquiera enfado o venganza. Amistad. Amor. Fe.
La ola se separó, aumentando de velocidad alrededor de la corriente que recorría la superficie del agua de vuelta al yate de Stavros. Sus hermanas se abrieron en forma de V, con Elle en el centro y todas levantaron las manos. Elle comenzó a dirigir, alimentándolas a todas con la energía que la rodeaba, energía positiva, alegre y de celebración.
Justo como en las clases de química de todos aquellos años con sus maestros frunciéndole el entrecejo, Elle comenzó a mezclar los ingredientes necesarios. Espesar el agua, calentar, el calor estallando hacia arriba desde el fondo mientras la ola daba la vuelta, reduciendo la tensión superficial del agua, un poco complicado y prestó a su madre y su tía un poco de ayuda. La ola estaba más cerca pero ahora estaba sobrecalentada y era mucho más gruesa, la composición había cambiado. Podía ver los colores floreciendo, como un arco iris iridiscente que rodaba sobre el agua. Y entonces Hannah y Elle proporcionaron un viento violento, dando un paso juntas, alzando las manos, sonriéndose una a la otra como niñas, agitando la mezcla, soplando con fuerza, y las dos olas comenzaron a romperse.
Grandes esferas subieron hacia el cielo, llenando los espacios abiertos hasta que durante unos pocos momentos el azul se embotó y sólo hubo un dosel de burbujas grandes y brillantes, una miríada de colores brillando a través de las esferas traslúcidas. Detrás de ella pudo oír la risa y el aplauso, como si todos pensaran que esto era una parte asombrosa de la celebración, miles de burbujas flotaban sobre el mar, de vuelta hacia el horizonte, la ráfaga de aire caliente llevó el humor alegre de la celebración a través del océano.
Elle se tambaleó y Jackson estuvo allí, rodeándola con un brazo para estabilizarla, besándole el costado de la cara, vertiendo amor sobre y dentro de ella. Débil, se pegó a él, examinando por encima del hombro a su marido. Risa y conversación estallaron por todas partes a su alrededor mientras empezaba la música y los niños corrían arriba y abajo por la playa como si olas del tamaño de montañas y miles de burbujas fueran un hecho cotidiano. Nadie pareció advertir que la resaca que iba desde la costa hasta el mar ganaba fuerza, que el alga yacía plana ahora mientras la presión de Stavros succionaba el agua de vuelta hacia él para otro intento.
Ilya cerró los ojos brevemente y bajo el agua un pequeño sello explotó en la plataforma continental, expulsando metano en la corriente rápida. La corriente arrastró las burbujas de metano. Él se concentró en empujar la corriente de resaca bajo el yate para que el poder y la energía que Gratsos estaba generando llevaran a su barco más lejos, mar adentro a pesar del ancla. El griego se vio forzado a abandonar la construcción de otra ola durante unos pocos momentos para evitar que su yate se moviera.
Stavros estaba en la parte delantera de su opulento yate, con las manos en la barandilla, frente a la costa donde la celebración continuaba como si él no fuera nada de nada. Nada . Descartado como un fastidio, no como un adversario formidable, un hombre para ser tenido en cuenta. Ella le ridiculizaba con sus burbujas, riéndose de él, haciéndole parecer débil. Era una bofetada, un insulto que no sería perdonado. Le había despachado, no le había tomado en serio, pero aprendería, sabría, poco antes de que destruyera todo lo que le importaba, cuán poderoso era él realmente. La cara le ardía a causa del contragolpe de la primera venganza psíquica de Elle, fue inesperado y sorprendente y el dolor todavía era atroz. Apenas podía andar, cada paso era una agonía. No podría estar con una mujer en mucho tiempo, y ella iba a pagar por su traición… por permitir que otro hombre tocara ese cuerpo que le pertenecía a él… todos aquellos a los que amaba iban a morir.
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