– Tenía marcas de dientes.
Elle se estremeció y se presionó más cerca.
– Estás todo mojado.
– Y demasiado cansado para hacer nada al respecto. -Le rozó un beso en la cara-. Supongo que podríamos intentar arrastrarnos de vuelta a la casa. -Se quedó en silencio durante un momento-. ¿Recuerdas tu idea de mudarte tierra adentro, lejos del agua? Estoy empezando a pensar que podría ser buena idea después de todo. -Le inclinó la barbilla hacia arriba hasta que sus miradas se encontraron, el breve brillo de diversión se desvanecía en sus ojos-. No va a detenerse, lo sabes.
Ella parpadeó, sus ojos pasaron del verde mar a un místico esmeralda.
– Lo sé. -Suspiró suavemente, sus dedos se deslizaron sobre el traje de neopreno de él, rozándole unas pocas veces, asegurándose de que estaba vivo y bien.
– Llamaré a Dane mañana e informaré. Tal vez podamos juntar nuestras cabezas y se nos ocurra alguna idea para tenderle una trampa. Tiene que haber un modo de atraparle, de conseguir pruebas de las que no pueda escapar. Algo muy público.
Él se quedó en silencio durante un momento, dudando antes de decirle lo que sabía era verdad.
– No dejará de perseguirte, Elle, ni siquiera estando en prisión. -Estaba intentando decirle, sin pronunciar las palabras en voz alta, que sabía lo que había que hacer.
– Jackson, él no lo vale.
– Tú lo vales para mí, nena, y más que eso. No puedo permitir que ese hijo de puta te aterrorice durante el resto de tu vida.
– No puedes dejar que te fuerce a hacer algo que sabes que está mal. El asesinato está mal.
– Tendremos que estar de acuerdo en discrepar, yo lo llamaría más bien ajusticiarle.
Elle cerró los ojos.
– Este ha sido un día realmente malo.
– Tarde -corrigió él.
Elle levantó la cabeza para mirarle.
– ¿Qué?
– Fue un buen día, cariño. Disfruté de cada minuto contigo. No tanto con tus hermanas, sin embargo. Creo que pasaré de nadar con Abbey la próxima vez que quiera ir a bucear.
Elle rió suavemente y se apretó contra él.
– Creo que vamos a tener que aprender teletransportación. ¿No sería guay?
La mano de él subió para descansar entre su cabello, masajeándole el cuero cabelludo.
– Ya eres bastante espeluznante, Elle. No necesitas caminar sobre el agua o atravesar paredes.
– ¿No sabes que Sarah es la que camina sobre el agua?
Jackson abrió los ojos de par en par.
– No me digas cosas así.
– Cuando Damon llegó por primera vez al pueblo, oyó todo tipo de rumores sobre Sarah. Al parecer era muy gruñón y tantos rumores le molestaban así que inventó uno propio y éste se extendió por el pueblo como un reguero de pólvora.
Jackson rió.
– Puedo ver a Damon haciendo algo así. -Rodó-. ¿Puedes llegar a la casa?
– Parecer estar muy lejos.
– Mañana, Kate va a tratar de sanar tu talento.
Ella sacudió la cabeza y obligó a su cuerpo exhausto a sentarse. En el momento en que se movió, sintió como si su cabeza explotara. Estaban tan unidos que Jackson se aferró su propia cabeza y casi se dobló en un intento por combatir el dolor y el mareo. Su mirada encontró la de ella.
– No seas testaruda, Elle. No podemos permitirnos más posibilidades de que te quemes completamente. Sigue con esto y acabarás con un daño permanente. Hasta que nos libremos de Gratsos y sus ataques, seguir utilizando tus habilidades y tu cabeza es una bomba de relojería. Lo sabes.
– No quiero ser una bomba de relojería para Kate. Ninguna de nosotras ha intentando nunca sanar una quemadura psíquica. Es mí problema, no el de ella.
– A mí me curó, así que puede hacerlo.
– Cuando Libby cura, toma una parte de esa enfermedad o herida en sí misma y su cuerpo tiene que tratar con ella. Probablemente sea igual con Kate. No estoy intentando ser testaruda, Jackson. Simplemente no podría soportar que algo le ocurriera a ninguna de ellas por mi culpa.
Él se agachó en la arena junto a ella y le enmarcó la cara con las manos.
– Si no permites que lo intenten, ni siquiera en pequeños incrementos diarios, sólo un poco cada vez para acelerar el proceso, todos estaremos en peligro. Cada vez que él llega hasta nosotros y obtiene sólo un poco de éxito, eso le fortalece y nos debilita. Esta vez le enviaste un mensaje de mil demonios. Dondequiera que esté, tuvo una reacción violenta. No hay forma de que no haya sido así y no estás para nada cerca de tus plenas facultades. Te necesitamos en esta lucha, Elle. Vas a tener que dejar que Kate lo intente.
– Pensaré en ello. -Cuando él continuó mirándola suspiró-. Lo prometo, Jackson. Hablaré de ello con Libby y Sarah y veremos qué dicen antes de preguntar a Katie. Matt es muy protector con Kate y podría poner objeciones.
– Todos ponemos objeciones a las cosas que hacéis vosotras las chicas, pero lo hacéis de todos modos. Si Kate decide que puede curarte sin dañarse a sí misma, nada de lo que diga Matt la hará cambiar de opinión. -Jackson la cogió de los hombros y la ayudó a ponerse en pie.
Elle se tambaleó inestablemente, su cabeza le gritaba.
– Voy a tener que recostarme.
– Yo también. Entremos en la casa por si Gratsos intenta algo más.
– No creo que Stavros esté en forma para intentar nada contra nosotros durante un rato. Va a necesitar un poco de atención médica. -Elle le sonrió burlonamente.
Jackson le rodeó la cintura con el brazo más firmemente y empezó a llevarla hacia la casa. Bomber se colocó en posición a su costado, con el cuerpo relajado, lo cual ayudó a Jackson a respirar un poco más fácilmente. Si Elle decía que Gratsos estaría fuera de combate durante un rato, deseaba que fuera cierto, pero no iba a arriesgarse. Ese hombre seguiría viniendo a por ellos.
– ¿Vas a dejar que tu contacto sepa que estás a salvo? ¿Estás segura de la sabiduría de eso?
– Tengo que hacerlo, Jackson. No es justo para él y podría ocurrírsele un plan que nos ayudara con Stavros.
Jackson permaneció en silencio. Tenía su propio plan para Gratsos y éste no incluía permitir a ese despojo de ser humano vivir.
El cuarto estaba caliente, demasiado caliente, tanto que apenas podía respirar sin escaldarse los pulmones. Era pequeño y no tenía ventanas, ninguna ventilación aparte de un pequeño hoyo cerca del techo. Gran parte del tiempo mantenían una luz brillante sobre él, forzándole a estar de pies durante días, golpeándole cuando caía al suelo o simplemente se sentaba a modo de desafío, bien, más por necesidad que desafío, pero ellos no lo veían de ese modo.
Había estado ahí semanas, sin ningún final a la vista. Solo. Siempre solo. Ocasionalmente traían a otros y los torturaban, podía oír los chillidos y los sonidos de brutalidad, los gritos, generalmente en otro idioma, y estaba seguro de que era él el único norteamericano preso que tenían. Esa era probablemente la razón por la que no le habían matado.
No estaba seguro de que pudiera haber mantenido su cordura sin ella, sin esa voz tan suave y melódica en la cabeza, que le llevaba a otro lugar, diciéndole que estaba con él, compartiendo su mente para que sintiera que no estaba solo en ese pequeño cuarto de dos por dos. Cuando no lo acompañaba componía música en su cabeza, largos conciertos y sinfonías enteras. O desarmaba armas y las recomponía, todo en su cabeza, atendiendo a cada detalle. A veces eran bombas, montándolas y desarmándolas. Complejos problemas matemáticos y luego de vuelta a las armas, en su mente viajaba de aquí para allá, intentando no volverse loco.
Estaban viniendo. Podía oírles. Siempre les oía. Su corazón empezó a bombear y su estomago se revolvió. El aire salió precipitadamente de los pulmones con la anticipación. Este iba a ser malo. Siempre era malo. Le habían reducido a un animal. No, menos que a un animal. Tenía marcas de cuerda por las apretadas ataduras en sus brazos después de que le colgaran durante días, golpeándole con cadenas, látigos y cables. Sabía que sus brazos estaban infectados, ardía de fiebre, pero todo se trataba de quebrarle.
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