• Пожаловаться

Karin Slaughter: Perseguidas

Здесь есть возможность читать онлайн «Karin Slaughter: Perseguidas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Karin Slaughter Perseguidas

Perseguidas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Perseguidas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hay muchas formas de morir, pero unas son más aterradoras que otras… Un paseo por el bosque se convierte en algo siniestro para el jefe de policía Jeffrey Tolliver y la forense Sara Linton, cuando topan con el cuerpo de una joven. Las evidencias iniciales sugieren que ha sido asustada literalmente hasta la muerte. Pero cuando Sara comienza a hacer la autopsia, algo todavía más horripilante sale a la luz… Algo que incluso conmociona a Sara. La detective Lena Adams es llamada durante sus vacaciones para resolver el caso, y la pista pronto conduce al condado vecino, una comunidad aislada, y a un terrible secreto. Aunque la policia lo ignora, no es la primera vez que ocurre, y quizá tampoco sea la última. Aquella desdichada joven, sepultada en vida no es sólo la víctima de un crimen atroz. Para su asesino es fruto de cumplir con su obligación. Abby Bennett merecía terminar así, y también las otras, perseguidas y condenadas a pagar el precio de sus actos.

Karin Slaughter: другие книги автора


Кто написал Perseguidas? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Perseguidas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Perseguidas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Sólo había otra mujer en la sala de espera, una rubia menuda, de una delgadez casi patética, que no paraba de mover las manos, eludiendo la mirada de Lena casi tanto como Lena evitaba la suya. Era unos pocos años más joven que ella, pero llevaba el pelo recogido en un moño como una vieja. Lena se preguntó qué había llevado a esa chica allí: ¿era una estudiante universitaria cuya vida cuidadosamente planificada se había topado con un obstáculo? ¿Un coqueteo intrascendente que había ido demasiado lejos en una fiesta? ¿La víctima del afecto de un tío borracho?

Lena no se lo preguntó; no se atrevió y no quería exponerse, tal vez porque no quería que le hicieran la misma pregunta a ella. Así que permanecieron sentadas casi una hora, dos presas en espera de una condena a muerte, ambas consumidas por la culpa de sus crímenes. Lena casi se sintió aliviada cuando la llevaron de vuelta a la sala de intervenciones, y se sintió doblemente aliviada al ver a Hank cuando por fin la sacaron en silla de ruedas al aparcamiento. Hank debió de pasarse todo el rato paseándose de un lado al otro junto al coche, fumando un cigarrillo tras otro. El suelo estaba lleno de colillas que había apurado hasta el filtro.

Después, la había llevado a un hotel en la calle Diez, con la idea de que debían quedarse en Atlanta por si ella experimentaba alguna reacción o necesitaba ayuda. Reese, el pueblo donde Hank había criado a Lena y Sibyl y donde él aún vivía, era pequeño y la gente no tenía nada mejor que hacer que hablar de los vecinos. Pero además, ninguno de los dos confiaba en que el médico local supiera qué hacer en caso de que Lena necesitara ayuda. El hombre se negaba a recetar anticonceptivos y a menudo lo citaban en el periódico local donde declaraba que el problema con los jóvenes pendencieros del pueblo era que sus madres trabajaban en lugar de quedarse en casa criando a sus hijos como era el designio de Dios.

Lena nunca había estado en una habitación de hotel tan agradable, una especie de pequeña suite con sala de estar. Hank se había acomodado en el sofá a ver la televisión con el volumen muy bajo; encargó la comida al servicio de habitaciones cuando fue necesario y no salió siquiera para fumar un cigarrillo. Por la noche, dobló su cuerpo desgarbado en el sofá y, aunque sus leves ronquidos no dejaron dormir a Lena, éstos al mismo tiempo la reconfortaron.

Lena había dicho a Ethan que se iba al laboratorio de formación de la delegación del FBI en Georgia para asistir a un curso sobre procedimiento en la escena de un crimen al que Jeffrey quería que fuera. A Nan, su compañera de piso, le había dicho que se iba a casa de Hank a revisar las cosas de Sibyl. En retrospectiva, sabía que tenía que haber contado a los dos la misma mentira para simplificar las cosas, pero por alguna razón a Lena no le había gustado la idea de mentir a Nan. Su hermana y Nan habían sido amantes, habían vivido juntas. Tras la muerte de Sibyl, Nan había pretendido acoger a Lena bajo sus alas, una sustituta pobre de Sibyl. Lena todavía no sabía por qué no se atrevía a decirle a la otra mujer la verdadera razón de su viaje.

Nan era lesbiana y, a juzgar por el correo que recibía, también debía de ser una especie de feminista. Habría sido más fácil ir a la clínica con ella que con Hank, pues habría expresado su apoyo en lugar de reconcomerse de desprecio en silencio. Probablemente Nan habría levantado el puño para amenazar a los manifestantes que gritaban en la puerta «Asesina de bebés» y «Criminal» cuando la enfermera llevó a Lena al coche en una vieja y chirriante silla de ruedas. Seguramente Nan habría consolado a Lena, tal vez le habría dado un té y la habría obligado a comer algo en lugar de dejar que siguiera aferrándose al hambre como si se impusiera un castigo, regodeándose en el mareo y el ardor de estómago. Desde luego no habría permitido que Lena se quedara todo el día en la cama mirando por la ventana. Y ésa era una razón tan buena como cualquier otra para no decírselo. Nan ya sabía demasiadas cosas malas sobre Lena. No había necesidad de añadir otro fracaso a la lista.

– Tienes que hablar con alguien -dijo Hank.

Lena apoyó la mejilla en la palma de la mano y miró por encima del hombro de él. Estaba exhausta, le pesaban los párpados. Cinco minutos. Le concedería cinco minutos y luego volvería a la cama.

– Lo que has hecho… -Se le apagó la voz-. Entiendo por qué lo has hecho. De verdad.

– Gracias -dijo ella mecánicamente.

– Ojalá fuera capaz… -empezó a decir él, apretando los puños-. Haría trizas a ese muchacho y lo enterraría donde a nadie se le ocurriese buscarlo.

Ya habían mantenido esa conversación. En general, Hank hablaba y Lena se limitaba a mirarlo, esperando que su tío se diera cuenta de que ella no iba a participar. Hank había asistido a demasiadas reuniones, había visto a demasiados borrachos y adictos que se desahogaban delante de un grupo de desconocidos sólo a cambio de meterse en el bolsillo una pequeña ficha de plástico.

– Yo lo habría criado -dijo él, no por primera vez-. Igual que os crié a ti y a tu hermana.

– Sí -asintió Lena, ciñéndose la bata-. Y ya ves lo bien que lo has hecho.

– Nunca me has dado una oportunidad.

– ¿Una oportunidad para qué? -preguntó ella.

Sibyl siempre había sido su preferida. De niña era más dócil, siempre dispuesta a complacer. Lena era la incontrolable, siempre dispuesta a ir más allá de los límites.

Se dio cuenta de que se estaba frotando el vientre y se obligó a parar. Ethan le había dado un puñetazo en el estómago cuando ella le dijo que no, que en realidad no estaba embarazada, que había sido una falsa alarma. Le había advertido que si alguna vez mataba a un hijo de los dos, él la mataría a ella. Le había advertido acerca de muchas cosas que ella no escuchó.

– Eres fuerte -señaló Hank-. No entiendo por qué dejas que ese muchacho te domine.

Lena se lo habría explicado si hubiese sabido cómo hacerlo. Los hombres no lo entendían. No entendían que no importaba lo fuerte que una fuese, mental o físicamente. Lo que importaba era esa necesidad que se sentía en las entrañas, y cómo hacía desaparecer el dolor. En otro tiempo, Lena despreciaba a las mujeres que se dejaban maltratar. ¿Qué les pasaba? ¿Por qué, en su debilidad, dejaban de preocuparse por sí mismas? Eran patéticas y recibían su merecido. A veces habría deseado abofetearlas ella misma, decirles que espabilaran, que dejaran de ser un felpudo.

Desde dentro, lo veía de otro modo. Pese a lo fácil que le era odiar a Ethan cuando no lo tenía delante, cuando estaba con ella y se comportaba con dulzura, no quería que se marchara nunca. Por mala que fuera su vida, él podía hacer que fuera mejor o peor, según de qué humor estaba. Darle ese control, esa responsabilidad, era casi un alivio, algo que se quitaba de encima. Y, para ser sincera, a veces ella le devolvía los golpes. A veces ella pegaba primero.

Toda mujer que había recibido palizas decía que se las había buscado, que había provocado a su novio o a su marido enfureciéndolo o dejando que se quemara la cena o dando cualquier pretexto para justificar que las apalearan, pero Lena sabía con certeza que ella sacaba lo peor que había en Ethan. Él había querido cambiar. Cuando Lena lo conoció, hacía verdaderos esfuerzos para ser una persona distinta, para ser una buena persona. Si Hank conociera ese detalle en concreto, se llevaría una sorpresa, o incluso un disgusto. Ethan no era el culpable de las magulladuras; era Lena. Era ella quien lo obligaba a reincidir una y otra vez. Era ella quien lo acosaba y lo abofeteaba hasta que él se enfadaba tanto que estallaba, y cuando estaba sobre ella, pegándole, follándosela, se sentía viva. Se sentía renacer.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Perseguidas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Perseguidas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Karin Slaughter: Faithless
Faithless
Karin Slaughter
John Connolly: Todo Lo Que Muere
Todo Lo Que Muere
John Connolly
Karen Rose: Muere para mí
Muere para mí
Karen Rose
Chris Mooney: Desaparecidas
Desaparecidas
Chris Mooney
Karin Slaughter: Temor Frío
Temor Frío
Karin Slaughter
Отзывы о книге «Perseguidas»

Обсуждение, отзывы о книге «Perseguidas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.