– Lo sé. -La sonrisa de Eve desapareció-. Y por eso intentas mantenerme alejada de ese túnel.
– Te mantengo alejada. -Hizo una mueca con los labios-. Ya has hecho tu parte. Déjame ahora hacer la mía.
– No discutí cuando todos hablabais de los detalles, porque sabía que no serviría de nada. -Le puso las manos en sus caderas y apoyó la frente en su pecho-. Pero si piensas que voy a dejar que bajes allí sin mí, estás loco.
– Entonces, estoy loco.
Levantó la mirada.
– No -dijo con firmeza-. Haré todo lo que me digas para no ponerme en peligro, pero voy a estar allí. Dame una pistola. Sabes que sé usarla; tú me enseñaste.
Joe sacudió la cabeza negativamente.
– Tú vas a estar abajo en ese infierno. Jane también. ¿Creéis que podéis mantenerme al margen? O me llevas contigo o iré sola.
Joe suspiró.
– Te llevaré conmigo. -Apretó los labios con fuerza-. Vendrás al pasadizo conmigo. Te estarás callada, y no moverás ni un músculo, pase lo que pase. Dejarás que yo me encargue de todo. ¿Lo has entendido?
Eve no respondió.
– Si no lo haces, lo primero que haré será darte un puñetazo para dejarte inconsciente y asegurarme de que no te matan.
– No te lo perdonaría.
– Me arriesgaré. Es mejor que lo otro. -Le sonrió inquieto-. Me has perdonado por hacer algo mucho peor. Bueno, quizá no del todo, pero me has dejado estar contigo. Y después de todo lo que he hecho, no te voy a perder por ese hijo de puta.
– Es de Jane de quien te has de preocupar.
– No, es de ti. En primer lugar y siempre. Luego viene Jane y después el resto del mundo. -La besó con pasión-. No puede ser de otro modo. Ya deberías saberlo.
Sí, lo sabía y eso había sido su refugio y su fuerza todos estos años. ¡Cuánto le amaba! Le estrechó entre sus brazos.
– Para mí también. Tú primero, Joe.
Joe movió la cabeza.
– Todavía, no. Algún día, quizá, me tocará a mí. -Se frotó contra ella sensualmente-. Pero entretanto… Nunca he hecho el amor contigo en Herculano ni en ninguna otra ciudad antigua. ¿Crees que podríamos arreglarlo? -Miró el cráneo que estaba en el pedestal-. Puesto que la primera reconstrucción de esta dama no va a conllevar ninguna sorpresa, creo que Giulia lo aprobaría.
– Yo también. -Eve empezó a desabrocharle la camisa-. Y, de todos modos, he de demostrártelo. Tú eres lo primero, Joe…
– Ha encontrado el vomitorio. -Trevor cruzó la sala y puso la cinta en el vídeo-. A las cuatro y diecisiete de esta madrugada. Me encantan las cámaras con todas estas sofisticaciones.
– ¿Estás seguro? -preguntó Jane.
– Oh, sí. -Apretó el botón-. Está muy oscuro, pero esta cámara está preparada para grabar con muy poca luz. Puedes distinguirlo.
Sí, podía distinguirlo, pensó Jane con estupor mientras observaba a Aldo agachándose y tocando el terciopelo rojo. ¡Dios mío!, su expresión…
– Es un demonio -susurró-. ¿Cómo puede alguien ser tan perverso?
La imagen desapareció de la pantalla.
– Es suficiente -dijo Trevor tajante-. Sólo quería que supieras que todo esto está sirviendo de algo. Ha encontrado el señuelo y ahora hemos de conseguir que vaya tras él.
– No, he de ser yo quien vaya tras él. -Tragó saliva para aclararse la garganta-. No debería ser tan difícil. Me quiere a mí y a Cira con tanta fuerza que puede saborearlo. Tiene… hambre. Cuando se agachó para tocar la tela parecía un caníbal.
– Entonces de ti depende producirle una indigestión. -Se dirigió hacia la puerta-. Se lo voy a enseñar a Eve y a Joe; les alegrará saber que estamos logrando nuestro objetivo.
– ¿Es ésta la única toma de Aldo?
– Sí, no hay más tomas en el vomitorio, pero te garantizo que estará explorando esos túneles ahora que los ha descubierto.
Jane se quedó sentada un momento, después de que Trevor se hubiera marchado, mirando fijamente la pantalla vacía del televisor. No tenía por qué haberle impactado tanto esa breve visión de Aldo. Sabía exactamente lo que era. No necesitaba ese recordatorio.
Pero, ¡Señor!, esa expresión…
Jane estaba sentada en el salón cuando sonó el teléfono a las dos y media del mediodía. Se puso en guardia.
– Responde -dijo Trevor desde la otra punta de la sala-. Ya sabes lo que has de decir.
Sí, lo sabía. Lo había ensayado mentalmente desde que había perdido la anterior oportunidad. Apretó la tecla de descolgar.
– ¿Aldo?
– ¿Has estado esperando mi llamada? Eso es bueno. Así es como ha de ser. Te he estado esperando mucho tiempo. Años.
– No puedes esperar eternamente. No te servirá de nada. Estoy demasiado cerca. En dos días más podrás matar a todas las mujeres que quieras que se parezcan a mí, pero yo sobreviviré. Mi rostro estará en todas partes.
Hubo un momento de silencio.
– ¿Dos días? Eso no es cierto. Hace dos días me dijiste que Duncan acababa de empezar la reconstrucción y que necesitabas…
– Dos días es mucho tiempo para Eve cuando está motivada. Y puedes estar seguro de que la he motivado. Esperaba que creyeras que tenías todo el tiempo del mundo, de ese modo hemos podido llevar a cabo nuestros planes. Trevor se las ha arreglado para convocar a los periódicos más importantes para que vengan al develamiento. Eve ha hecho un trabajo estupendo. El rostro de la reconstrucción es joven y fuerte y cuando lo miro me veo reflejada.
– Eres el diablo.
– No, eres tú quien ve al diablo. Me aseguro la vida y el poder suficiente para librarme de enemigos como tú.
– Jamás te desharás de mí. Yo soy tu Némesis.
– Eres un pobre y desgraciado pervertido con delirios de grandeza.
– No conseguirás hacerme enfadar de nuevo. -Se calló un momento-. ¿Dónde va a ser esa rueda de prensa?
Jane esperó un poco antes de contestar.
– Aquí en la biblioteca de la villa, por supuesto. A las veintiuna horas, pasado mañana. -Intentó fingir un tono de burla-. Estás invitado. ¿No te apetece ver la repercusión de la reconstrucción?
– Estás mintiendo. No va a ser en la villa.
– ¿No? Entonces, ¿dónde va a ser?
– ¿Creías que no iba a encontrar todo ese equipamiento del vomitorio?
– Vaya, querido, me parece que has estado espiando. Tienes razón, por supuesto. Creemos que la sesión fotográfica será mucho más impactante en los túneles. Eso irá a tu favor si decides unirte a nosotros.
– ¿Crees que no sé que habéis estado esperándome?
– ¿Habéis? No necesito a nadie para librarme yo misma de una alimaña como tú. Pero te estaré esperando. He de destruirte antes de que tú me destruyas a mí.
– No iré. No soy estúpido.
– No, eres un cobarde. -Se calló-. Muy bien, no vengas a la rueda de prensa. Nos veremos en el vomitorio mañana por la noche a las nueve en punto. Haré que Trevor lleve allí el ataúd y que se marche. Nos tendrás a las dos, si es que eres lo bastante hombre como para matarme a mí y destruir el esqueleto.
– Mañana por la noche.
– ¿No te tienta? No habrá esqueleto para la rueda de prensa del día siguiente y te desharás de mí.
– Es una trampa.
– Si lo es, ¿no eres lo bastante inteligente como para volverla contra mí? No creo que lo seas. No vendrás. Estás demasiado asustado. Te arrebaté a tu padre. Te robé tu infancia y ahora te voy a demostrar el fracaso que eres…
– Cállate.
– ¿Por qué debería hacerlo? No eres nada. Eres una mierda. No necesito ayuda para aplastarte.
– No, eres demasiado orgullosa -dijo con aire despectivo-. Te has estado preparando para recibir a todos los asistentes. ¿Todavía tienes ese Smith y Wesson del treinta y dos que te dio Quinn?
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