• Пожаловаться

Stuart Kaminsky: Muerte En Invierno

Здесь есть возможность читать онлайн «Stuart Kaminsky: Muerte En Invierno» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Детектив / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Stuart Kaminsky Muerte En Invierno

Muerte En Invierno: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muerte En Invierno»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El detective Mac Taylor es un eficaz investigador del C.S.I. convencido de que todo está relacionado y las personas siempre tienen una historia que contar. Él y su compañera, la detective Stella Bonasera, lideran un equipo de expertos en el cambiante e inestable mundo de la ciudad de Nueva York. Estos dotados investigadores, que ven Nueva York bajo una luz única, siguen las pruebas al tiempo que reúnen pistas y eliminan dudas para, finalmente, resolver los casos. El cuerpo de un hombre de mediana edad aparece en el ascensor de un lujoso edificio del Upper East Side. En un primer momento, Mac Taylor y Aiden Burn no encuentran balas, ni restos de ADN, ninguna pista. Podría tratarse del crimen perfecto Mientras tanto, a unas pocas manzanas, Stella Bonasera y Danny Messer investigan el asesinato de una mujer protegida por el programa de testigos. Los agentes de la ley encargados de su seguridad aseguran que la víctima pasó la noche en su dormitorio del hotel y que la encontraron muerta por la mañana. El equipo C.S.I. de Nueva York deberá reunir las pruebas y resolver estos dos sorprendentes crímenes.

Stuart Kaminsky: другие книги автора


Кто написал Muerte En Invierno? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Muerte En Invierno — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muerte En Invierno», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Y cómo fue?

– Senté las bases -dijo-. Le firmaría los libros. Él no me haría preguntas ni comentarios si nos encontrábamos. Nos sonreiríamos y nos saludaríamos escuetamente.

– ¿Y funcionó?

– A la perfección.

– ¿Alguna vez subió aquí? -preguntó Mac.

– ¿Aquí arriba? No. ¿Ha leído usted alguno de mis libros?

– No. Lo siento.

– No tiene por qué lamentarlo. Ya tengo millones de lectores.

Sonrió ampliamente.

– Uno de mis compañeros de la unidad la admira. Le he visto con sus libros. ¿Oyó usted un disparo esta mañana?

– ¿A qué hora?

– A eso de las ocho, probablemente.

– A las ocho había salido -dijo con seriedad-. Salgo todas las mañanas.

– ¿Adónde fue esta mañana?

– Bueno, cuando hace buen tiempo camino hasta Central Park, pero hoy el tiempo no lo permitía. Compré el periódico, tomé un café en Starbucks y volví a casa.

Se puso en pie y se encaminó hacia la habitación que había señalado como el despacho/biblioteca.

– Venga -dijo-. Le firmaré un ejemplar para ese agente de policía amigo suyo. El nuevo, Cortejando a la muerte. Saldrá dentro de un mes.

Mac se puso en pie para seguirla y dijo:

– ¿Oyó algún ruido esta mañana?

– No -respondió al tiempo que abría la puerta del despacho/biblioteca-. No, pero probablemente no oiría nada aunque alguien disparase frente a mi puerta. Estoy en el despacho desde las seis hasta las ocho, trabajando en un nuevo libro, y después salgo.

– ¿Monta en el ascensor? -preguntó Mac.

– ¿Quiere decir si vi a un hombre muerto en el ascensor? -preguntó-. No. No uso el ascensor. Bajo andando.

– Veintiún pisos -dijo Mac sin cambiar el tono de voz.

– Veinte -corrigió ella-. No tenemos planta trece. Bajo andando por las escaleras cada mañana y, después del paseo, vuelvo a subirlas. Las escaleras y el paseo es el único ejercicio físico real que practico.

El despacho/biblioteca era grande, no tan lujoso como el resto del apartamento, pero lo bastante grande para un escritorio de ébano tallado con las patas curvadas e incrustaciones de marfil, con una silla a juego y dos paredes cubiertas con estanterías repletas de libros, no tantos como los que Lutnikov tenía en su pequeño apartamento, pero en número considerable. Contra otra de las paredes había una vitrina que llegaba hasta el techo, con las puertas de cristal y los estantes de madera. Cuidadosamente ordenados en los estantes había una extraña colección de objetos.

– Mi colección -dijo Louisa Cormier con una sonrisa-. Cosas que he utilizado a modo de investigación para mis libros. Intento usar, o al menos manejar, objetos cruciales para saber de qué estoy hablando.

Mac le echó un vistazo a la colección, que incluía una vieja radio Harbin de los años cuarenta, un hacha de boy scout, un gran cenicero de cristal, un gran libro encuadernado en tela de color rojo, una estatua art decó de Erté que representaba a una mujer elegantemente vestida y muy bien peinada de unos treinta centímetros de altura, un martillo con un extremo para sacar clavos y un mango de madera oscura, una almohada decorativa de color azul con borlas amarillas y las palabras exposición universal de nueva york escritas en el frente, dos cimitarras de unos setenta centímetros con empuñadura dorada, una botella de Coca-Cola de los años cuarenta y otra docena de piezas extrañas.

– Me dijeron -señaló Louisa- que si firmaba las piezas y subastaba la colección en eBay alcanzarían un precio total cercano a un millón de dólares entre los admiradores más leales.

– No hay pistolas.

– Tengo que recurrir a las armerías y a los catálogos de armas cuando escribo sobre pistolas -dijo-. No las colecciono.

Había un mueble con seis cajones en línea, también de ébano, contra la pared que había tras el escritorio. En la pared, encima de los archivadores, había catorce premios enmarcados y una fotografía en blanco y negro de treinta y cinco por veintiocho centímetros en la que se veía a una joven muy bonita delante de una tienda de productos de limpieza.

– Ésa era yo -dijo-. Mi padre trabajaba en esa tienda. Yo trabajaba allí al salir del colegio y también los sábados. En Buffalo. No andábamos muy desahogados por aquel entonces, lo que fue toda una bendición, porque yo sé lo que significa tener dinero y disfruto gastándolo. Aquí está.

Estaba frente a un estante que le llegaba a la altura de la cara en la esquina derecha de la estancia. Sacó un libro, lo abrió por la página del título, y le preguntó:

– ¿A quién se lo dedico?

– Sheldon Hawkes -dijo Mac.

Su escritura era un tanto floreada, después cerró el libro y se lo entregó a Mac.

– Gracias -dijo tomando el libro.

Había un ordenador, un Macintosh, encima del escritorio, y también una impresora. No había escáner ni otra clase de accesorios.

– ¿Algo más? -preguntó ella cruzando las manos. Su sonrisa era amplia, cálida.

– Nada más, por ahora -dijo Mac-. Gracias por dedicarme su tiempo.

Le acompañó hasta la puerta y la abrió. Aiden estaba en el rellano, con la caja de metal en la mano.

– Si puedo ayudarles en algo más… -recalcó Louisa Cormier.

– ¿Tiene a alguien contratado a su servicio?

– No -dijo ella-. Viene una brigada de limpieza cada tres días.

– ¿Tiene secretaria?

Louisa ladeó ligeramente la cabeza hacia la izquierda, como un pájaro curioso y delicado, y dijo:

– Ann Chen. Se encarga de mi agenda de actos sociales y de mis negocios, me protege de periodistas, admiradores y ociosos entrometidos. También se ocupa de mi correspondencia y de mi página web.

– ¿Trabaja aquí?

– Habitualmente, no. Suele trabajar en su apartamento del Village. Mi número no aparece en el listín telefónico, pero aun así hay gente que lo consigue. Las llamadas las desvían a Ann, quien tocando un botoncito me las reenvía después de comprobarlas.

Aiden y Mac captaron que Louisa se estaba planteando formularles una pregunta, pero finalmente decidió no hacerlo.

– ¿Eso es todo? -preguntó en su lugar.

Aiden abrió la puerta que daba a las escaleras. El ascensor donde habían encontrado al muerto seguía estacionado en la planta baja.

– Por ahora -dijo Mac con una sonrisa-. Estoy seguro de que a Sheldon le encantará el libro.

Mac alzó el libro. Siguió a Aiden y salieron por la puerta, dejando a sus espaldas a la sonriente Louisa.

Cuando la puerta se cerró, Aiden dijo:

– ¿Hawkes lee novelas de misterio?

– No lo sé -dijo Mac empezando a bajar las escaleras-. Dame una bolsa grande. Quería tener las huellas de nuestra famosa escritora. ¿Sacaste las muestras de sangre de la moqueta?

Aiden asintió.

– Y ahora -dijo Mac-, veamos si encajan con las de Charles Lutnikov.

– ¿Ella sabía algo? -preguntó Aiden. Su voz hizo eco mientras descendían lentamente.

Mac se encogió de hombros y dijo:

– Sabe algo. Es muy parlanchina, habla demasiado, y cambia de tema todo el rato. Se esforzó demasiado por mostrarse como una anfitriona entregada que no tiene nada que ocultar.

– Pero mintió -dijo Aiden. Mac tenía un sexto sentido para el engaño y la falsedad. Aquellos que trabajaban con él habían llegado a entenderlo, a veces por las malas: era mejor no mentir a Mac.

«Todo el mundo miente cuando le habla a la policía», le había dicho Mac en una ocasión.

– ¿Encontraste algo? -le preguntó a Aiden.

Cuando llegaron al vestíbulo, Aiden sacó un pequeño contenedor de plástico de su chaqueta y se lo entregó a Mac. Él lo alzó hacia la luz para ver el contenido.

– ¿De qué se trata? -preguntó.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muerte En Invierno»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muerte En Invierno» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


James Patterson: Luna De Miel
Luna De Miel
James Patterson
Stuart Kaminsky: Dead of Winter
Dead of Winter
Stuart Kaminsky
Stuart Kaminsky: Blood On The Sun
Blood On The Sun
Stuart Kaminsky
Elizabeth George: Cuerpo de Muerte
Cuerpo de Muerte
Elizabeth George
Отзывы о книге «Muerte En Invierno»

Обсуждение, отзывы о книге «Muerte En Invierno» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.