Carlos Castaneda - Las Enseñanzas De Don Juan

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Castaneda - Las Enseñanzas De Don Juan» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Эзотерика, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las Enseñanzas De Don Juan: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las Enseñanzas De Don Juan»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Como Lázaro vuelto de la tumba (dijo algún crítico), un antropólogo narra la primera etapa del aprendizaje que lo convertirá en "hombre de conocimientos" bajo la guía de un brujo yaqui. Con diversos medios, don Juan sumerge a su discípulo en una "realidad no ordinaria", tan objetiva como la cotidiana pero totalmente distinta, inexplicable para nuestros esquemas de pensamiento pero no para la sabiduría antigua que el maestro transmite con impecable coherencia lógica y poética. Así, al tiempo que socava la "descripción del mundo" en que Castaneda ha creído, don Juan propone otra -vasta, maravillosa, terrible- y, con lecciones prácticas, enseña a habitarla desde el nivel más inmediato. Conforme pierde defensas, el aprendiz va experimentando el estado de ser al que lo llevan las enseñanzas, la vida de guerrero", y sucumbe ante el primer enemigo de un hombre de conocimiento: el temor. No fue, sin embargo, una derrota definitiva: Castaneda reanudó su aprendizaje y ha publicado otros dos libros sobre él, considerados, como Las enseñanzas de don Juan, clásicos contemporáneos."

Las Enseñanzas De Don Juan — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las Enseñanzas De Don Juan», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Domingo, 21 de abril, 1963

La tarde del martes 16 de abril, don Juan y yo fuimos a los cerros donde están sus daturas. Me pidió dejarlo solo allí, y esperarlo en el coche. Volvió casi tres horas después cargando un paquete envuelto en una tela roja. Cuando iniciábamos el regreso a su casa, señaló el bulto y dijo que era su último regalo para mí.

Pregunté si quería decir que ya no iba a enseñarme. Explicó que se refería al hecho de que yo tenía una planta plenamente madura y ya no necesitaría de las suyas.

Al atardecer tomamos asiento en su cuarto; él sacó un mortero y una mano, ambos de acabado pulido. El cuenco del mortero tenía unos quince centímetros de diámetro. Desató un gran paquete lleno de bultos pequeños, seleccionó dos y los puso sobre un petate, a mi lado; luego añadió otros cuatro bultos del mismo tamaño, extraídos del paquete que trajo a casa. Dijo que eran semillas, y yo debía molerlas hasta convertirlas en polvo fino. Abrió el primer bulto y virtió parte de su contenido en el mortero. Las semillas secas eran redondas, de color amarillo caramelo.

Empecé a trabajar con la mano del mortero; tras un rato don Juan me corrigió. Me dijo que primero empujase la mano contra un lado del recipiente y luego la deslizara sobre el fondo para hacerla subir contra el otro lado. Le pregunté qué iba a hacer con el polvo. No quiso hablar de ello.

El primer lote de semillas resultó extremadamente duro de moler. Tardé cuatro horas en terminar el trabajo. La espalda me dolía a causa de la postura en que había estado sentado. Me acosté y quise dormirme allí mismo, pero don Juan abrió la siguiente bolsa y vació parte de su contenido en el mortero. Esta vez las semillas eran un poco más oscuras que las primeras y se hallaban apelotonadas. El resto del contenido de la bolsa era una especie de polvo, consistente en gránulos muy pequeños, redondos y oscuros.

Yo quería algo de comer, pero don Juan dijo que si deseaba aprender tenía que seguir la regla, y la regla sólo me permitía beber un poco de agua mientras aprendía los secretos de la segunda parte.

La tercera bolsa contenía un puñado de gorgojos negros, vivos. Y en la última había algunas semillas frescas: blancas y casi pulposas en su blancura, pero fibrosas y difíciles de convertir en pasta fina, como don Juan esperaba de mí. Cuando hube terminado de moler el contenido de las cuatro bolsas, él midió dos tazas de un agua verdosa, la virtió en una olla de barro y puso la olla al fuego. Cuando el agua hervía, añadió el primer lote de semillas pulverizadas. Agitó el líquido con un pedazo largo y puntiagudo de hueso o madera, que llevaba en su morral de cuero. Apenas hirvió nuevamente el agua, añadió las otras sustancias una por una, siguiendo el mismo procedimiento. Luego añadió otra taza de la misma agua y dejó la mezcla hervir a fuego lento.

Entonces me dijo que era hora de macerar la raíz, Extrajo cuidadosamente un largo pedazo de raíz de datura del bulto que había traído a casa. La raíz tenía unos cuarenta centímetros de largo. Era gruesa, como de cuatro centímetros de diámetro. Dijo que era la segunda parte, y también la había medido él mismo porque aún era su raíz. La próxima vez que yo probara la yerba del diablo, dijo, tendría que medir mi propia raíz.

Empujó hacia mi el gran mortero, y procedí a macerar la raíz exactamente como él había hecho con la primera parte. Me guió a través de los mismos pasos, y nuevamente dejamos la raíz macerada remojándose en agua, expuesta al sereno. Para entonces, la mezcla hirviente se había solidificado en la olla de barro. Don Juan retiró la olla del fuego, la puso dentro de una red y la colgó de una viga a mitad del aposento.

El 17 de abril, a eso de las 8 de la mañana, don Juan y yo empezamos a colar con agua el extracto de raíz. Era un día claro, soleado, y don Juan interpretó el buen tiempo como augurio de que yo le simpatizaba a la yerba del diablo; dijo que, conmigo allí, nada más se acordaba de lo mala que la yerba había sido con él.

El procedimiento que seguimos para filtrar el extracto de raíz fue el mismo que yo había observado para la primera parte. Al atardecer, tras vaciar el agua de encima por octava vez, quedó en el fondo del recipiente una cucharada de sustancia amarillenta.

Volvimos al cuarto de don Juan, donde aún había dos bolsitas sin tocar. Abrió una, metió la mano y con la otra plegó el extremo abierto en torno de su muñeca. Parecía estar sosteniendo algo, a juzgar por la forma como su mano se movía dentro de la bolsa. De pronto, con un movimiento rápido, peló la bolsa de su mano como quitándose un guante, volteándola al revés, y acercó la mano a mi rostro. Estaba sosteniendo una lagartija. La cabeza del animal se hallaba a pocos centímetros de mis ojos. Había algo extraño en el hocico. Observé un momento, y luego me retraje involuntariamente. El hocico de la lagartija estaba cosido con puntadas toscas. Don Juan me ordenó coger la lagartija con la mano izquierda. La aferré; se revolvió contra mi palma. Sentí náuseas. Mis manos empezaron a sudar.

Don Juan tomó la última bolsa y, repitiendo los mismos movimientos, extrajo otra lagartija. También la acercó a mi cara. Vi que los ojos del animal estaban cosidos. Me ordenó coger esta lagartija con la mano derecha.

Para cuando tuve ambas lagartijas en las manos, me hallaba a punto de vomitar. Tenía un deseo avasallador de dejarlas caer y largarme de allí.

– ¡No las apachurres! -dijo, y su voz me trajo un sentido de alivio y de propósito. Preguntó qué me pasaba. Trataba de estar serio, pero no pudo contener la risa. Intenté aflojar las manos, pero sudaban tan profusamente que las lagartijas, retorciéndose, empezaron a escapárseme. Sus garritas agudas arañaban mis manos, produciendo una increíble sensación de asco y náusea. Cerré los ojos y apreté los dientes. Una de las lagartijas ya se deslizaba a mi muñeca; sólo necesitaba dar un tirón para sacar la cabeza de entre mis dedos y quedar libre. Yo experimentaba una sensación peculiar de desesperación física, de incomodidad suprema. Gruñía a don Juan, entre dientes, que me quitara esas porquerías. Mi cabeza se sacudía involuntariamente. El me miró con curiosidad. Gruñí como un oso, sacudiendo el cuerpo. Don Juan echó las lagartijas en sus bolsas y empezó a reír. Yo quería reír también, pero tenía el estómago revuelto. Me acosté.

Le expliqué que lo que me había afectado era la sensación de las garras en mis palmas; él dijo que muchas cosas podían volver loco a un hombre, sobre todo si no tenía la decisión, el propósito necesario para aprender; pero cuando un hombre poseía una intención clara y recia, los sentimientos no resultaban en modo alguno un obstáculo, pues era capaz de controlarlos.

Don Juan esperó un rato y entonces, repitiendo los mismos movimientos, me entregó de nuevo las lagartijas. Me dijo que alzara sus cabezas y las frotara suavemente contra mis sienes, mientras les preguntaba cualquier cosa que quisiera saber.

Al principio no comprendí qué deseaba de mí. Me dijo otra vez que preguntara a las lagartijas cualquier cosa que yo no pudiese averiguar por mi mismo. Me dio toda una serie de ejemplos: podía yo descubrir cosas sobre personas que por lo común no veía, o sobre objetos perdidos, o sobre sitios que no conociera. Entonces advertí que se refería a la adivinación . Me puse muy excitado. Mi corazón empezó a latir con fuerza. Sentí que perdía el aliento.

Me advirtió que esta primera vez no preguntara sobre asuntos personales: dijo que mejor pensara en algo que no tuviese nada que ver conmigo. Debía pensar rápidamente y con claridad, porque no habría modo de revocar mis pensamientos.

Traté frenéticamente de pensar en algo que deseara saber. Don Juan me instaba con imperiosidad, y quedé atónito al darme cuenta de que no podía pensar nada que quisiese "preguntar" a las lagartijas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las Enseñanzas De Don Juan»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las Enseñanzas De Don Juan» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las Enseñanzas De Don Juan»

Обсуждение, отзывы о книге «Las Enseñanzas De Don Juan» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x