• Пожаловаться

Jane Austen: Sentido y Sensibilidad

Здесь есть возможность читать онлайн «Jane Austen: Sentido y Sensibilidad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Классическая проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Jane Austen Sentido y Sensibilidad

Sentido y Sensibilidad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sentido y Sensibilidad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Reglas y emociones. Deberes y devociones. Ubicada en la Inglaterra de principios del siglo XIX, Sentido y sensibilidad presenta las alegrías y sinsabores de las hermanas Dashwood. Desamparadas tras la muerte de su padre y a merced de su medio hermano, Elinor y Marianne deberán enfrentarse a los contrastes del amor y a las exigencias de la sociedad, siempre acompañadas de su madre y su hermana menor. Están ya en edad casadera y sin embargo, ni su carácter ni sus habilidades las ayudan a concretar una relación. El tiempo sigue pasando y todo parece indicar que no lograrán una estabilidad emocional. Esta novela examina la estructura social de la época donde el papel de la mujer se limitaba al de mera compañía, por no decir objeto decorativo. Para ellas estaba negada la posibilidad de ejercer una profesión o de poseer bienes. Sólo debían de tener y saber lo necesario. En consecuencia, para muchas su mayor ilusión era encontrar a su príncipe azul, aunque éste no siempre viniera acompañado de dicha.

Jane Austen: другие книги автора


Кто написал Sentido y Sensibilidad? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Sentido y Sensibilidad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sentido y Sensibilidad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– En verdad es desagradable -replicó el señor Dashwood- que cada año se escurra de esa forma parte del ingreso de uno. Los bienes con que uno cuenta, como tan justamente dice tu madre, no son de uno. Estar obligado a pagar regularmente una suma como ésa en fechas fijas, no es para nada deseable: lo priva a uno de su independencia.

– Indudablemente; y, después de todo, nadie te lo agradece. Sienten que están asegurados, no haces más de lo que se espera de ti y ello no despierta ninguna gratitud. Si estuviera en tu lugar, para cualquier cosa que hiciera me guiaría por mi solo criterio. No me comprometería a darles nada todos los años. Algunos años puede ser muy inconveniente desprenderse de cien, o incluso de cincuenta libras, sacándolas de nuestros propios gastos.

– Creo que tienes razón, mi amor; será mejor que no haya ninguna renta anual en este caso; lo que sea que les pueda dar ocasionalmente será de mucho mayor ayuda que una asignación anual, porque si se sintieran seguras de un ingreso mayor sólo elevarían su estilo de vida, y con ello no serían un penique más ricas al final del año. De todas maneras, será lo mejor. Un regalo de cincuenta libras de vez en cuando impedirá que se aflijan por asuntos de dinero, y pienso que saldará ampliamente la promesa hecha a mi padre.

– Por supuesto que lo hará. A decir verdad, estoy íntimamente convencida de que la idea de tu padre no era en absoluto que les dieras dinero. Me atrevo a decir que la ayuda en que pensaba era lo que razonablemente podría esperarse de ti; por ejemplo, cosas como buscar una casa pequeña y cómoda para ellas, ayudarlas a trasladar sus enseres, enviarles algún presente de pesca y caza, o algo así, siempre que sea la temporada. Apostaría mi vida a que no estaba pensando en más que eso; en verdad, sería bastante raro e improcedente si hubiera pretendido otra cosa. Si no, piensa, mi querido señor Dashwood, cuán holgadas pueden vivir tu madre y sus hijas con los intereses de siete mil libras, además de las mil libras de cada una de las niñas, que les aportan cincuenta libras anuales por persona; y, por supuesto, de allí le pagarán a su madre por su alojamiento. Entre todas juntarán quinientas libras anuales, y ¿se te ocurre para qué van a querer más cuatro mujeres? ¡Les saldrá tan barato vivir! El mantenimiento de la casa será una nada. No tendrán carruajes ni caballos, y casi ningún sirviente; no recibirán visitas, ¡y qué gastos van a tener! ¡Tan sólo piensa en lo bien que van a estar! ¡Quinientas anuales! No puedo ni imaginar cómo gastarán siquiera la mitad; y en cuanto a que les des más, es harto absurdo pensarlo. Estarán en mucho mejores condiciones de darte a ti algo.

– A fe mía -dijo el señor Dashwood-, creo que tienes toda la razón. De todas maneras, con su petición mi padre no puede haber querido decir sino lo que tú señalas. Me parece muy claro ahora, y cumpliré estrictamente mi compromiso con algunas ayudas y gentilezas como las que has descrito. Cuando mi madre se traslade a otra casa, me pondré a su servicio en todo lo que me sea posible para acomodarla. Quizá en ese momento también sea adecuado hacerle un pequeño obsequio, como algún mueble.

– Por supuesto -replicó la señora Dashwood-. Pero, no obstante, hay una cosa que debe tenerse en cuenta. Cuando tu padre y madre se trasladaron a Norland, aunque vendieron el mobiliario de Stanhill, guardaron toda la vajilla, cubiertos y mantelería, que ahora han quedado para tu madre. Y así, apenas se cambien tendrán su casa casi completamente equipada.

– Indudablemente, ésa es una reflexión de la mayor importancia. ¡Un legado valioso, claro que sí! Y parte de la platería habría sido aquí una muy grata adición a la nuestra.

– Sí; y la vajilla para el desayuno es doblemente hermosa que la de esta casa. Demasiado hermosa, a mi juicio, para los lugares en que ellas pueden permitirse vivir. Pero, de cualquier modo, así es la cosa. Tu padre sólo pensó en ellas. Y debo decir esto: no le debes a él ninguna gratitud en especial, ni estás obligado con sus deseos, porque bien sabemos que, si hubiera podido, les habría dejado casi todo lo que poseía en el mundo a ellas.

Este argumento fue irresistible. En él encontró John Dashwood toda la fuerza que antes le había faltado para llevar a cabo sus propósitos; y, por último, resolvió que sería por completo innecesario, si no totalmente inadecuado, hacer más por la viuda y las hijas de su padre que esos gestos de buena vecindad que su propia esposa le había indicado.

CAPITULO III

La señora Dashwood permaneció en Norland durante varios meses, y ello no porque no deseara salir de allí una vez que los lugares que tan bien conocía dejaron de despertarle la violenta emoción que durante un tiempo le habían producido; pues cuando su ánimo comenzó a revivir y su mente pudo dedicarse a algo más que agudizar su dolor mediante recuerdos tristes, se llenó de impaciencia por partir e infatigablemente se dedicó a averiguar por alguna residencia adecuada en las vecindades de Norlarid, ya que le era imposible irse lejos de ese tan amado lugar. Pero no le llegaba noticia alguna de lugares que a la vez satisficieran sus nociones de comodidad y bienestar y se adecuaran a la prudencia de su hija mayor, que con más sensato juicio rechazó varias casas que su madre habría aprobado, considerándolas demasiado grandes para sus ingresos.

La señora Dashwood había sido informada por su esposo respecto de la solemne promesa hecha por su hijo en favor de ella y sus hijas, la cual había llenado de consuelo sus últimos pensamientos en la tierra. Ella no dudaba de la sinceridad de este compromiso más de lo que el difunto había dudado, y sentía al respecto gran satisfacción, sobre todo pensando en el bienestar de sus hijas; por su parte, sin embargo, estaba convencida de que mucho menos de siete mil libras como capital le permitirían vivir en la abundancia. También se regocijaba por el hermano de sus hijas, por la bondad de ese hermano, y se reprochaba no haber hecho justicia a- sus méritos antes, al creerlo incapaz de generosidad. Su atento comportamiento hacia ella y sus hermanas la convencieron de que su bienestar era caro a sus ojos y, durante largo tiempo, confió firmemente en la generosidad de sus intenciones.

El desdén que, muy al comienzo de su relación, había sentido por su nuera, aumentó considerablemente al conocer mejor su carácter tras ese medio año de vivir con ella y su familia; y, quizá, a pesar de todas las muestras de cortesía y afecto maternal que ella le había demostrado, las dos damas habrían encontrado imposible vivir juntas durante tanto tiempo, de no haber ocurrido una circunstancia particular que hizo más aceptable, en opinión de la señora Dashwood, la permanencia de sus hijas en Norland.

Esta circunstancia fue un creciente afecto entre su hija mayor y el hermano de la señora de John Dashwood, un joven caballeroso y agradable que les fue presentado poco después de la llegada de su hermana a Norland y que desde entonces había pasado gran parte del tiempo allí.

Algunas madres podrían haber alentado esa intimidad guiadas por el interés, dado que Edward Ferrars era el hijo mayor de un hombre que había muerto muy rico; y otras la habrían reprimido por motivos de prudencia, ya que, excepto por una suma baladí, la totalidad de su fortuna dependía de la voluntad de su madre. Pero ninguna de esas consideraciones pesó en la señora Dashwood. Le bastaba que él pareciera afable, que a mara a su hija y que esa simpatía fuera recíproca. Era contrario a todas sus creencias el que la diferencia de fortuna debiera mantener separada a una pareja atraída por la semejanza de sus naturalezas; y que los méritos de Elinor no fueran reconocidos por quienes la conocían, le parecía inconcebible.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sentido y Sensibilidad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sentido y Sensibilidad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sentido y Sensibilidad»

Обсуждение, отзывы о книге «Sentido y Sensibilidad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.