Patrizia Barrera - Yellow Peril - Aquella Horrible Cara Amarilla

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Yellow Peril: Aquella Horrible Cara Amarilla: краткое содержание, описание и аннотация

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Dos eventos trágicos, la masacre de Los Angeles de 1871 y el abonimable tráfico de las pequeñas esclavas, que resumen la relación difícil entre América y China en los años 1820 y 1945.
Un libro de ingeniosa e inteligente crítica que deja al descubierto verdades ocultas con un estilo simple y eficaz.

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Bilderraine fue herido en la espalda y cayó de rodillas chiflando el silbato para pedir refuerzos; mientras tanto el grupo, viendo la mala situación, hizo marcha atrás. Ni siquiera para hombres adiestrados era aconsejable enfrentarse cara a cara con guerreros Tong, sobre todo en su casa. Sin embargo, Bilderraine afirmo que Thompson, heroicamente, con la pistola empuñada al igual que el “justiciero de la noche” parece que haya dicho “¡Voy yo!” mientras que desde la esquina del edificio Coronel el policía Celsis le estaba gritando “¡Cuidado, están armados!” Desafiando el peligro Thompson se coló SOLO en el callejón oscuro, abrió la puerta de la casa de dónde venían los disparos y aquí recibió una bala en el pecho, que lo condujo a la muerte dos horas después. A este punto los policías Celis y Kerren abriéndose paso entre las balas sacan del callejón el cuerpo sin vida de Thompson y lo llevan a la calle para prestar los espantosos cuidados. La noticia de la herida y de la consiguiente muerte del hombre parece haber reforzado la multitud que dio comienzo a la masacre. Lo demás es historia. Esta fue la versión oficial llevada al proceso, y la ÚNICA a la cual los jueces le dieron credibilidad, aunque muchos testimonios de ciudadanos reputados la renegaron varias veces. Es evidente que se trata de un informe conveniente, que justifica plenamente el trabajo de los oficiales y descarta la furia homicida de la gente, permitiendo el almacenamiento del desafortunado hecho como “una locura colectiva debido al grave periodo de crisis económica y a la competición desleal de los Chinos”. Pero es tan fácil demostrar que las cosas fueron diferentes. En primer lugar, los testimonios; Bilderraine fue el protagonista absoluto y héroe público que en el juicio afirmó “haber visto claramente a Thompson abrir la puerta y caer al suelo con la bala en el pecho”. Nada más lejos de la verdad: de su misma declaración, después modificada, Bilderraine se encontraba en la entrada del callejón cuando pidió ayuda, mientras que la casa de Yuen de donde salieron los disparos estaba precisamente dentro Negro Alley, en una zona oculta del callejón. Además, al menos que Bilderraine no tenga la vista infrarroja, no era materialmente posible ver nada en Negro Alley ya que la zona… no estaba iluminada. Por esto también la Policía se cuidaba muy bien a intervenir en caso de tiroteos y cuando lo hacía iba allí equipada de luces. Lo que suena extraño es la intervención de Celis y Deck, a los que le había sido ordenado de no moverse del Coronel. Se dirá que han violado la orden para salvar al amigo, pero de esta manera no cuadra tampoco: generalmente los guardias heridos eran abandonados en el suelo, sobre todo si en la zona había disparos. Además, no hay que olvidar que Thompson NO ERA un oficial, sino un vigilante, es más un canalla, y normalmente no había una buena relación entre la policía y los ciudadanos improvisados vigilantes. Generalmente a la Policía le importaba mantener una cierta distancia entre ellos, y con gran desprecio: por lo tanto es impensable que los dos grupos hayan violado una orden arriesgando sus vidas para salvar un tal que seguramente le estaba antipático, para llevarlo a la calle y verlo morir. Es probable que Celis y Deck hayan asesinado a Thompson o lo hayan llevado a la boca del lobo, disparando ellos primero para estimular el fuego directo sin cubrirle las espaldas. Algunos testimonios citan un tercer oficial, de nombre Richard Kerren, que parece que estaba en el callejón delante de la tienda de Yuen. Más tarde, cuando el juicio fue archivado, muchos testimonios oculares recordaron haberlo visto salir fuera del callejón justo después de los primeros disparos gritando “¡Han matado a Thompson!” Momentos después aparecieron Celis y Deck con el hombre gravemente herido; entonces los dos estaban ADENTRO de Negro Alley pero no acudieron DESPUÉS, atraídos por los disparos, como testimoniaron. Por último, cabe recordar que en la zona estaban Harris y Gard los dos oficiales heroicos, que tenían el deber de vigilar el edificio. ¿Cómo es posible que siendo cinco no hayan sido capaces de defender a Thompson, que le dispararon dos veces en el pecho a corta distancia? Todo indica que el homicidio de Thompson fue un evento ficticio para justificar una masacre establecida y organizada, que sin duda involucro una multitud de pandilleros pero que actuó ante los ojos de la Policía y de muchos notables del País, que de hecho aquella noche se encontraban en el mismo bando y que de una manera u otra alimentaban viejos rencores contra los comerciantes Chinos. Muchísimos empresarios fueron acusador por el Coronel de haber participado ACTIVAMENTE a la masacre y entre estos hombres destacados estaba el Concejal. George Fall, que fue claramente visto romper un trozo de madera y después un mazo de hierro en la cabeza a dos Chinos. La multitud enfurecida estaba formada principalmente por padres de familia que ejercían los trabajos más diversos y más competitivos con los Chinos como el de campesino, criador de gusanos de seda, comerciante de especias y el agricultor, pero no faltaban los herreros, carpinteros, carniceros y titulares de salones que de una manera u otra habían tenido contactos directos con los mafiosos Chinos. Se calcula que alrededor de 500 personas participaron a la masacre, una décima parte de la ciudad. Las acciones llevadas a cabo tienen un sabor vagamente militar: efectivamente, no se trató de temerarios que, con fusiles y horcas, entran en cantidad en Negro Alley sacando afuera los Chinos a la fuerza, sino de una incursión dirigida y organizada por pocos y que por lo tanto, en contra de lo que el comandante Baker había afirmado en el juicio, podía ser reprimido por las Fuerzas del Orden. Poco después de la muerte de Thompson, que NO HABIA SIDO socorrido, sino que solamente fue llevado a la calle agonizante para que todos lo vieran, un grupo de hombres expertos entró a Negro Alley disparando para llamar la atención a los mafiosos, pero manteniéndose a una distancia de seguridad. Esto permitió a otros subir al techo del edificio Coronel, posicionar tablones de madera para permitir que los disparos de las escopetas hagan agujeros en el alquitrán y abrir fuego directamente contra los Chinos desde adentro, que fueron exterminados fácilmente por la lluvia de balas. El fuego continuo duró uno diez minutos, luego uno desde el techo gritó “¡Hecho, entremos!”. Con esa señal la gente se entró en el edificio y por los callejones escasamente iluminados por las lámparas Chinas, derribando por la fuerza las casas cuya población atemorizada se había puesto a salvo.

LOS VERDADEROS MANDANTES

Un crimen teoricamente decidido
Después comenzó la masacre Una vez más lo sorprendente de todo el evento es - фото 13

Después comenzó la masacre. Una vez más, lo sorprendente de todo el evento es la atenta organización y premeditación. Cuando en el juicio se habló de horquilla s y linchamiento los informes fueron redactados describiendo la cosa como “un gesto descabellado la cual más o menos todos los ciudadanos participaron cada uno contribuyendo para que sucediera”. Se insistió mucho tiempo también sobre las “cuerdas tomadas de los edificios Chinos o adquiridas por los “entusiastas” del lugar, no menos importante de las mujeres entre las cuales la propietaria de una pensión a una cuadra del callejón. Pero no fue así. Testimonios oculares, de los cuales no se supo hasta 140 años después de la masacre, afirmaron delante del Juez de instrucción che “los exaltados llegaron armados y dotados de un equipamiento para el linchamiento y que, una vez capaces de entrar en el callejón, comenzaron a construir las estructuras de ahorcamiento precisamente en Tomlison Corral”, una zona en las inmediaciones del edificio homónimo ya utilizado comúnmente para los linchamientos públicos y que solo el año anterior había sido teatro de ejecución del Francés Miguel Lachenais. Pero no solo eso: algunos se dirigieron directamente a la casa de John Goller, un ex concejal muy conocido por sus batallas contra los abusos de la Policía local sobre los Chinos y los Sudamericanos, que había intentado frenar la masacre advirtiendo que denunciaría lo sucedido a las Autoridades Judiciales. Los dos primeros Chinos efectivamente fueron ahorcados en algunas vigas de su casa, ante los ojos de los hijos atemorizados, la mujer y la anciana madre. Además parece que, ante las súplicas de Goller de detenerse porque dentro de la casa estaban los niños, haya sido amenazado con la escopeta por el valiente policía Kerren, ante el epíteto “¡Ten cuidado, hijo de perra!”

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