Selma Lagerlöf - Jerusalén

Здесь есть возможность читать онлайн «Selma Lagerlöf - Jerusalén» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Jerusalén: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Jerusalén»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una gran epopeya rural por la primera mujer que obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Jerusalén narra la trayectoria vital de un grupo de campesinos suecos que a finales del siglo XIX, empujados por la fe, abandonaron su país para establecerse en Palestina. Alternando los retratos de aquellos miembros de la comunidad que decidieron quedarse en Suecia con los de los que iniciaron una nueva vida en Tierra Santa, la autora crea, como dijo Marguerite Yourcenar, una epopeya-río que surge de las mismas fuentes del mito. Selma Lagerlöf -la primera mujre que obtuvo el premio Nobel de Literatura- demuestra su genialidad en una novela viva que tiene como escenario un mundo de transición y como protagonistas a unos personajes que reflejan la dualidad del ser humano y su continuo debate entre la esperanza y el miedo, el raciocinio y la pasión.

Jerusalén — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Jerusalén», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Al principio caminaron en silencio bajo la hermosa noche primaveral. Gertrud, recordando sus esfuerzos para aprender a bailar, echaba miradas furtivas a Ingmar. Luego no supo por qué, si era la imagen de Ingmar bailando, o si el hecho de que fueran a un lugar de recreo, pero sus ideas se volvieron ingrávidas y maravillosas y se las ingenió para retrasarse un poco y poder soñar a solas. Compuso entonces un breve relato sobre el posible origen de las hojas de aquel bosque de caducifolias.

Imaginó que seguramente los árboles caducifolios, que habían dormido un sueño apacible durante todo el invierno, de repente comenzaban a soñar. Su sueño consistía en que era pleno verano. Veían prados cubiertos de trigo y hierba mecida por el viento, rosales deslumbrantes con sus capullos recién abiertos, las hojas planas de los nenúfares flotando en ríos y pantanos, el té de Suecia que trepaba revistiendo las piedras, y el suelo del bosque salpicado de solitarias estrellas blancas. [16]Y en medio de toda esta naturaleza revestida y recubierta, se vieron a sí mismos y, como tan a menudo ocurre en los sueños, se avergonzaron de su desnudez.

Los árboles, desconcertados, creyeron que eran objeto de todas las burlas. Que el zumbido de los abejorros les escarnecía, que el graznido de las urracas eran carcajadas, y que el resto de las aves trinaban difamándolos. «¿De dónde sacaremos algo para taparnos?», se preguntaban los pobres árboles desesperados. Pero en sus ramas no crecía una sola hoja y su angustia era tal que al final se despertaron. Adormilados, miraron alrededor pensando: «¡Gracias a Dios sólo era un sueño! Está claro que aquí no es verano. Qué suerte que no nos hayamos retrasado.»

Pero al fijarse más atentamente se dieron cuenta de que los lagos eran navegables, que las anémonas y la hierba surgían ya de la tierra, y que la savia corría espesa y vibrante bajo su propia corteza. «Quizá no sea verano pero ha llegado la primavera -dijeron entonces-, menos mal que nos han despertado. Ya hemos dormido bastante por este año, es hora de ponerse las vestiduras.» De este modo, los abedules hicieron despuntar sus hojitas amarillas y resinosas, mientras los arces sólo florecieron en verde, de momento. Las hojas de los alisos brotaron tan prematuras y arrugadas que parecían abortos; en cambio, las hojas de los sauces salieron de sus capullos lisas y bien formadas desde el principio.

Gertrud iba sonriendo mientras imaginaba todo esto y lo único que la molestaba era no estar a solas con Ingmar para poder contárselo.

El trayecto hasta el predio de los Ingmarsson era largo, les quedaba más de una hora de camino. Seguían la margen del río y Gertrud se mantuvo siempre a la zaga. Ahora su imaginación jugaba con el resplandor rojizo del ocaso, el cual llameaba ora sobre el agua, ora sobre la orilla. El arrebol teñía el gris de los arbustos de aliso y el verde claro de los abedules, haciéndolos arder en rojo unos segundos antes de devolverles su color natural.

Súbitamente, Ingmar se paró dejando una frase a medias y abrió la boca sin pronunciar una palabra.

– ¿Qué pasa? -preguntó Gunhild.

Ingmar miraba al frente completamente lívido. Los otros no vieron otra cosa que una amplia planicie rodeada de colinas. En medio de la planicie se alzaba una magnífica casa de labor. En ese mismo instante la luz roja del crepúsculo cayó sobre la antigua casona, todas sus ventanas destellaron y las viejas paredes y tejados resplandecieron con una luz rosada.

Gertrud avanzó deprisa, echó una mirada rápida hacia Ingmar y se llevó a los otros aparte.

– No hay que hacerle preguntas -les susurró-. Eso de ahí es Ingmarsgården, a él le da mucha pena verlo. Hace dos años que no va, desde el día en que se enteró de que era pobre.

El camino que tenían que seguir atravesaba la planicie, pasando de largo el predio de los Ingmarsson hasta llegar a la cabaña de Stark Ingmar, situada en el lindero del bosque.

Al poco rato Ingmar alcanzó a los otros y les gritó:

– Es mejor ir por aquí.

Y les condujo por un sendero que serpenteaba siguiendo el lindero del bosque y conducía hasta la cabaña sin tocar la finca.

– Tú, Ingmar, debes conocer bien a Stark Ingmar, ¿no? -le preguntó Hök Gabriel Mattsson.

– Sí, antes éramos muy buenos amigos.

– ¿Sabes si es verdad que hace magia? -le preguntó Gunhild, la hija del concejal.

– Qué va -respondió Ingmar, pero lo dijo pensativo, como si sólo lo creyera a medias.

– Cuéntanos lo que sepas -pidió Gunhild.

– El maestro ha dicho que no hay que creer en esas cosas.

– El maestro no puede prohibirle a nadie que vea lo que ve ni que crea en lo que cree.

A Ingmar le entraron ganas de hablar de su hogar. Al ver la antigua casa de labor, multitud de recuerdos de su infancia se agolparon en su mente.

– Si queréis os contaré una cosa que yo mismo he vivido -dijo, y empezó-: Un invierno, mi padre y Stark Ingmar estuvieron construyendo carboneras en lo más profundo del bosque. Al acercarse la Navidad, Stark Ingmar se ofreció a quedarse sólo cuidando las carboneras para que mi padre pudiese celebrar las fiestas en casa. Así se acordó y el día de Nochebuena mi madre me envió al bosque con comida para Stark Ingmar.

»Salí temprano y llegué a las carboneras al mediodía. Llegué justo cuando mi padre y Stark Ingmar acababan de derribar una pira. Las ascuas estaban esparcidas por el suelo para que se enfriaran. Salía humo del montón de carbón, y allí donde los carbones se tocaban prendía el fuego, cosa que había que evitar. Ésa era la parte más arriesgada del proceso. Por eso mi padre dijo: "Me temo que tendrás que volverte a casa sin mí, hijo. No puedo dejar a Stark Ingmar solo con todo esto." Stark Ingmar se paseaba al otro lado del montón de ascuas humeantes. "Ya lo creo que puede usted irse, don Ingmar, he podido con cosas mucho peores", dijo.

»Al cabo de un rato las ascuas humeaban menos. "Voy a ver qué me envía doña Brita para comer", dijo Stark Ingmar quitándome el hato de las manos. "Ven que verás qué casita más bonita tenemos tu padre y yo", dijo, y me enseñó la choza donde vivían él y mi padre. La pared lateral era una roca grande, pero el resto de las paredes eran de ramas de abeto y palos de endrino. "No te pongas así, muchacho", se rió Stark Ingmar. "¿Acaso creías que tu padre tenía un castillo reservado para estas ocasiones? Mira qué paredes. ¿Has visto cómo aíslan del frío y las ventiscas?", dijo atravesando las ramas de un puñetazo.

»Mi padre venía detrás de nosotros riéndose. Los dos estaban embadurnados de hollín y desprendían un olor agrio a humo; pero nunca había visto a mi padre tan contento y bromista. Ni el uno ni el otro cabían de pie en la choza y ahí sólo había un par de lechos de ramas y unas piedras donde ardía una hoguera; pero los dos estaban radiantes de felicidad. Se sentaron juntos sobre uno de los lechos y abrieron el hato con los víveres. "No sé si me sobrará algo", le dijo Stark Ingmar a mi padre, "esto es mi comida de Navidad". "Como estamos en Nochebuena tendrás que ser compasivo", contestó mi padre. "Es verdad, no voy a dejar que un pobre carbonero se muera de hambre en Nochebuena", respondió Stark Ingmar.

»Y así todo el rato, no paraban de bromear; yo había traído también un poco de aguardiente y me asombró ver que un trago y un poco de comida pudiese hacer tan feliz a la gente. "Dile a tu madre", me dijo Stark Ingmar, "que tu padre se ha zampado toda mi comida. Mañana necesitaré más". "Doy fe de que es verdad", respondí yo.

»En ese momento me sobresalté porque de pronto las llamas crepitaron en la hoguera; más bien sonó como si alguien les hubiese lanzado guijarros. Padre no se dio cuenta pero Stark Ingmar dijo: "Vaya, vaya, conque ésas tenemos." Pero continuó comiendo. Entonces el fuego crepitó de nuevo, esta vez más fuerte. Yo no vi nada pero sonó como si hubiesen tirado un puñado de guijarros a las llamas. "Vaya, vaya, ¿tanta prisa hay?", dijo Stark Ingmar y salió. "Debe de ser que las ascuas se han encendido, pero que nadie se mueva, don Ingmar, ya me las apañaré solo." Mi padre y yo permanecimos callados, a ninguno de los dos nos apetecía decir nada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Jerusalén»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Jerusalén» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Jerusalén»

Обсуждение, отзывы о книге «Jerusalén» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x