Эжен Сю - Plick y Plock
Здесь есть возможность читать онлайн «Эжен Сю - Plick y Plock» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: literature_19, foreign_antique, foreign_prose, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Plick y Plock
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Plick y Plock: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Plick y Plock»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Plick y Plock — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Plick y Plock», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– ¡Oh! ¡oh! – decía el pirata – , se pone al pairo, arría su pabellón, el bribón está atemorizado; ya es nuestro. Zeli, haz armar la chalupa y la canoa grande; yo voy a hacerme cargo de cómo está aquello.
Y Kernok, poniéndose las pistolas a la cintura, y armándose de un largo cuchillo, se plantó de un brinco en la embarcación.
– Y si es una emboscada, si el navío hace un solo movimiento – gritó al segundo – , forzad los remos y poneos a distancia de garfio.
Diez minutos después, Kernok saltaba sobre el puente del San Pablo con sus pistolas en la mano y el cuchillo entre los dientes.
Pero lanzó una tal carcajada, que su excelente hoja le cayó de la boca. La causa de su risa era el ver al capitán español y a su tripulación arrodillada ante una grosera imagen de San Pablo, que se golpeaban el pecho reiteradamente. El capitán, sobre todo, besaba una reliquia con fervor siempre creciente, y murmuraba: «San Pablo, ora pro nobis …»
Pero San Pablo ¡ay! no se daba por entendido.
– Acaba con tus monerías, viejo cuervo – dijo Kernok cuando hubo acabado de reír – , y llévame a tu nido.
– Señor, no entiendo – respondió temblando el desgraciado capitán.
– ¡Ah! es verdad – dijo Kernok – ; tú no entiendes el francés.
Y como Kernok poseía de todas las lenguas vivientes justamente aquello que se relacionaba y era necesario a su profesión, repuso socarronamente:
– El dinero, compadre.
El español intentó balbucear aún un no entiendo .
Pero Kernok que había agotado todos sus recursos oratorios, reemplazó el diálogo por la pantomima y le puso bajo la nariz el cañón de su pistola.
A esta invitación, el capitán lanzó un profundo, un doloroso, un desgarrador suspiro, e hizo signo al pirata de que le siguiese.
En cuanto al resto de la tripulación, los marineros del brick los habían agarrotado para que no les estorbasen en sus operaciones.
La entrada del local, donde estaba depositado el dinero de don Carlos, se encontraba bajo la estera que cubría el piso. De modo que Kernok se vio obligado a pasar por la habitación donde yacían los restos sangrientos de los dos esposos. El pobre capitán apartó la vista y se puso la mano sobre los ojos.
– ¡Toma! – dijo Kernok dándole con el pie al cadáver – ; ésta es la obra de Melia. ¡Pardiez! ¡hermosa labor! ¡Ah!.. pero el dinero … el dinero , compadre , eso es lo importante.
Abrieron el pañol; entonces Kernok estuvo a punto de desmayarse a la vista de centenares de toneles con aros de hierro, sobre cada uno de los cuales se leía: Veinte mil piastras (cincuenta mil francos).
– ¡Es posible! – exclamó – . ¡Cuatro, cinco… quizá diez millones!
Y en su alegría, abrazaba al segundo, abrazaba a los marineros, abrazaba al capitán español, abrazaba a todo el mundo, hasta los cadáveres ensangrentados de Carlos y de Anita.
Dos horas después, una embarcación conducía a bordo de El Gavilán los últimos toneles de dinero, resto de los despojos del San Pablo , donde Kernok había dejado a diez de sus hombres, la tripulación española agarrotada sobre el puente y el capitán amarrado al palo mayor.
– Muchachos – dijo Kernok – , yo os doy esta noche nopces et festin , como se dice, y después, si sois juiciosos, una sorpresa.
– ¡Caray! ¡voto a tal! capitán, seremos juiciosos, juiciosos como vírgenes – dijo el maestro Zeli haciéndose el amable.
IX
ORGÍA
Hic chorus ingens
…Colit orgia.
Avienus.– ¡Vino! ¡voto a tal! ¡vino!
Las botellas chocan entre sí, los frascos se rompen, los juramentos y los cantos estallan por todas partes.
Es tan pronto el ruido sordo que hace un pirata borracho cayendo sobre el suelo, como la voz temblorosa de los que aun tienen el vaso en una mano y con la otra se agarran a la mesa.
– ¡Vino aquí, grumete, vino, o te aplasto!
Y los hay que luchan entre ellos pie contra pie, frente contra frente. Se estrechan, se enlazan; el uno resbala y se cae; se oye el crujido de un hueso que se rompe, y las imprecaciones reemplazan a la risa.
Otros están acostados ensangrentados, con el cráneo abierto, a los pies de alegres compañeros que cantan con voz de trueno una delirante canción báquica.
Los de más allá, en el último grado del embrutecimiento y de la embriaguez, se entretienen en machacar entre dos balas la mano de un marinero a quien la borrachera ha matado.
Y una porción de juegos más, a cual más original y delicado.
Los gemidos, los gritos de rabia y de loca alegría se confunden y se acuerdan.
El puente está enrojecido de sangre o de vino. ¡Qué importa! El tiempo huye rápido a bordo de El Gavilán : todo es locura, arrebato, delirio. De prisa, de prisa, gozad de la vida, que ella es corta. Los malos días son frecuentes; ¡quién sabe si el de hoy no tendrá mañana para vosotros! Divertíos, pues, asid el placer allá donde le encontréis.
No es ese placer moderado, decente, de alas doradas y azules, que se parece a una joven tímida y dulce; ese placer delicado que gusta de sacudir su cabeza fresca y rubia ante los mil espejos de un boudoir , o de desflorar con sus labios rosados una copa llena de un licor helado; ese sibarita, en fin, que no quiere a su alrededor más que flores, perfumes y pedrería, mujeres jóvenes y amables, música melodiosa y vinos exquisitos. ¡No, pardiez! se trata de ese otro placer robusto y bestial, de ojo de sátiro, de risa de demonio, que llena las tabernas y los bodegones, que bebe y se emborracha, muerde y desgarra, golpea y mata y después rueda y se retuerce entre los restos de una comida grosera, lanzando una carcajada que parece el aullido de un chacal.
De prisa, de prisa, gozad de la vida, porque os digo que es corta. Gozad, pues, de la vida a bordo de El Gavilán .
Era ya noche cerrada; los faroles que guarnecían los empalletados esparcían una viva claridad sobre el puente del buque, que Kernok había hecho cubrir de mesas para festejar su afortunada presa.
A la comida sucedieron las diversiones. El grumete Grano de Sal, después de haberse frotado de alquitrán de los pies a la cabeza, había encontrado conveniente revolcarse sobre un saco de plumas, de modo que, al salir de allí, parecía un volátil de dos pies, sin alas.
Y qué placer el verle dar zancadas, voltear, saltar, danzar, enardecido por los aplausos de la tripulación, y excitado por los latigazos que el maestro Zeli le administraba de cuando en cuando para conservar su agilidad.
Pero de pronto uno de aquellos hombres, un bromista, creo que era un alemán, queriendo que la fiesta fuese completa, aproximó una mecha encendida al penacho de estopa que se balanceaba con gracia sobre la frente de Grano de Sal…
Después el fuego se comunicó de la estopa a los cabellos, de los cabellos a las plumas, y el acróbata improvisado, el desgraciado Grano de Sal, absorbió tanto calórico, que su piel se resquebrajó y crujió bajo su ardiente envoltura.
Al principio todos reían, hasta derramar lágrimas, a bordo del Gavilán . Sin embargo, como el grumete lanzaba gritos espantosos, una buena alma, un alma compasiva, porque las hay en todas partes, lo agarró y lo arrojó al mar diciendo: «Voy a apagarlo.»
Afortunadamente Grano de Sal nadaba como un salmón; e incluso tuvo la coquetería de prolongar el baño, paseándose alrededor del brick como un tritón o una náyade, a vuestra elección; por fin entró por la porta de popa, diciendo con su acostumbrado estoicismo: «Prefiero eso que haber sido quemado vivo; a pesar de todo, me he divertido de lo lindo.»
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Plick y Plock»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Plick y Plock» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Plick y Plock» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.