Blake Pierce - Esperando

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¡Una obra maestra del género del thriller y misterio! El autor hizo un trabajo magnífico desarrollando a los personajes psicológicamente, tanto así que sientes que estás en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus éxitos. La trama es muy inteligente y te mantendrá entretenido durante todo el libro. Este libro te mantendrá pasando páginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre Una vez desaparecido) ESPERANDO (Las vivencias de Riley Paige – Libro #2) es el libro #2 en una nueva serie de suspenso psicológico por el autor bestseller Blake Pierce, cuyo libro gratuito y exitoso Una vez desaparecido (Libro #1) ha recibido más de 1. 000 opiniones de cinco estrellas. Riley Paige, la pasante brillante del FBI de 22 años de edad, lucha para descifrar los acertijos del asesino en serie sádico apodado el Asesino Payaso por los medios de comunicación. El problema es que todo se vuelve demasiado personal cuando ella misma se convierte en blanco del asesino y tiene que luchar por su vida. Riley Paige, quien acaba de graduarse de la universidad, es aceptada en el prestigioso programa de prácticas del FBI, y está decidida a hacerse un nombre. Está expuesta a muchos departamentos del FBI y cree que será un verano tranquilo, hasta que un asesino en serie mantiene a todo Washington en ascuas. Conocido como el Asesino Payaso, se viste y pinta a sus víctimas como payasos, y se burla del FBI con acertijos tentadores que envía a los medios de comunicación. Tiene a todos preguntándose si es un payaso. Parece que Riley es la única con una mente lo suficientemente brillante como para decodificar las respuestas. Y, sin embargo, el viaje en la mente de este asesino es demasiado oscura, y la batalla demasiado personal, como para que Riley salga ilesa. ¿Podrá ganar este juego mortal del gato y el ratón?Un thriller lleno de acción con suspenso emocionante, ESPERANDO es el libro #2 de una nueva serie fascinante, con un nuevo personaje querido, que te dejará pasando páginas hasta bien entrada la noche. Transporta a los lectores veinte años atrás, a los comienzos de la carrera de Riley, y es el complemento perfecto a la serie UNA VEZ DESAPARECIDO (Un misterio de Riley Paige), que incluye 13 libros hasta los momentos. El libro #3 en la serie LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE estará disponible pronto.

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Entretanto, Riley miró a la víctima y se preguntó: «¿Cómo murió?»

No había nadie a quien preguntarle ahora mismo. Todo el mundo estaba ocupado con los reporteros, quienes estaban haciendo muchas preguntas.

Riley se inclinó sobre el cuerpo y se dijo a sí misma: «No toques nada».

Riley vio que los ojos y la boca de la víctima estaban abiertos. Había visto esa misma expresión aterrorizada antes.

Recordaba muy bien cómo se habían visto sus dos amigas degolladas en Lanton. Sobretodo recordaba las grandes cantidades de sangre en los pisos de las habitaciones de residencia.

Pero no había sangre aquí.

Vio lo que parecía ser unos pequeños cortes en la cara y el cuello de la mujer que se veían a través del maquillaje blanco.

¿Qué significaban esos cortes? Seguramente no eran lo suficientemente grandes ni profundos como para haber sido letales.

También notó que el maquillaje no había sido bien aplicado.

«No se lo aplicó ella misma», pensó.

No, alguien más lo había hecho, tal vez contra su voluntad.

Luego Riley sintió un extraño cambio en su conciencia, algo que no había sentido desde aquellos terribles días en Lanton.

Se le puso la piel de gallina cuando cayó en cuenta de qué se trataba.

Estaba sintiendo la mente del asesino.

«Él la disfrazó», pensó.

Probablemente le había puesto el disfraz después de que murió, pero todavía había estado consciente cuando le puso el maquillaje. A juzgar por sus ojos muertos y abiertos, había estado muy consciente de lo que le estaba sucediendo.

«Y él lo disfrutó —pensó—. Disfrutó de su terror cuando la pintó.»

Ahora Riley entendía los pequeños cortes.

«La aterrorizó con un cuchillo. Se burló de ella, hizo que se preguntara cómo la mataría», pensó.

Riley jadeó y se puso de pie. Sintió otra oleada de náuseas y mareos y estuvo a punto de caerse otra vez, pero alguien la agarró por el brazo.

Se dio la vuelta y vio que Jake Crivaro no la había dejado caer.

Estaba mirándola directamente a los ojos. Riley sabía que entendía exactamente lo que acababa de pasar.

Con voz ronca y horrorizada, le dijo: —La mató de miedo. Murió de miedo.

Riley oyó a Dahl jadear de sorpresa.

—¿Quién te dijo eso? —dijo Dahl, caminando hacia Riley.

Crivaro le dijo: —Nadie se lo dijo. ¿Es verdad?

Dahl se encogió de hombros y dijo: —Tal vez. O algo parecido, si es que murió como la otra víctima. Encontramos una dosis fatal de anfetaminas en el torrente sanguíneo de Margo Birch que hizo que su corazón dejara de latir. Esa pobre mujer debió haber estado aterrorizada. Tendremos que hacerle un análisis toxicológico a esta nueva víctima, pero… —Su voz se quebró, y luego le preguntó a Riley—: ¿Cómo lo supiste?

Riley no tenía idea qué decir.

Crivaro dijo: —Es lo que hace. Es por eso que está aquí.

Riley se estremeció ante esas palabras y se preguntó: «¿Realmente quiero ser buena en esto?»

También se preguntó si tal vez debió haber enviado esa carta de renuncia después de todo.

Tal vez no debería estar aquí.

Estaba segura de que Ryan estaría horrorizado si supiera dónde estaba en este momento y lo que estaba haciendo.

Crivaro le preguntó a Dahl: —¿Qué tan difícil sería para el asesino hacerse con esta anfetamina en particular?

—Desafortunadamente, es muy fácil de encontrar en las calles —respondió el médico forense.

El celular de Crivaro sonó y él lo miró. —Es el agente McCune. Tengo que tomar esta llamada.

Crivaro dio un paso atrás y contestó la llamada. Dahl siguió mirando a Riley como si fuera un monstruo.

«Tal vez tiene razón», pensó.

Entretanto, escuchaba algunas de las preguntas que los reporteros estaban haciendo:

—¿Es cierto que el asesinato de Margo Birch fue parecido a este?

—¿Margo Birch estaba disfrazada igual?

—¿Por qué este asesino está disfrazando a sus víctimas de payasas?

—¿Esto es obra de un asesino en serie?

—¿Habrá más asesinatos como este?

Riley recordó lo que uno de los policías acababa de decir: —Hemos logrado mantener lo del otro asesinato bajo cuerdas.

Sin embargo, muchos rumores habían circulado ya. Y ya no tenía sentido seguir negando la verdad.

Los policías estaban tratando de decir lo menos posible en respuesta a las preguntas. Pero Riley recordó lo agresivos que habían sido los reporteros en Lanton. Entendía por qué Jake y los otros policías se molestaron cuando llegaron. Los medios solo le dificultarían aún más las cosas.

Crivaro caminó de vuelta a Riley y Dahl y se metió el celular en el bolsillo. Luego dijo: —McCune habló con el esposo de la mujer desaparecida. El pobre está muy preocupado, pero le dijo a McCune algo que podría ser de ayuda. Dijo que tiene un lunar justo detrás de la oreja derecha.

Dahl se inclinó y miró detrás de la oreja de la víctima. —Es ella —dijo. —¿Cómo dijiste que se llamaba?

—Janet Davis —dijo Crivaro.

Dahl negó con la cabeza. —Bueno, al menos identificamos a la víctima. Deberíamos sacarla de aquí. Ojalá no tuviéramos que lidiar con rigor mortis.

Riley vio al equipo de Dahl cargar el cadáver en una camilla. No les resultó fácil. El cuerpo estaba rígido como una estatua, y las extremidades hinchadas sobresalían de debajo de la sábana blanca que lo cubría.

Los reporteros miraron boquiabiertos mientras la camilla traqueteaba hacia la furgoneta del forense.

A lo que el cuerpo desapareció en la furgoneta, Riley y Crivaro se abrieron paso entre los reporteros y regresaron a sus propios vehículos.

Riley le preguntó a dónde iban ahora.

—A las oficinas —dijo Crivaro—. McCune me dijo que algunos policías han estado registrando el parque Lady Bird Johnson, donde Janet Davis desapareció. Encontraron su cámara. Debió habérsele caído cuando fue secuestrada. La cámara está ahora en las oficinas del FBI. Vamos a ver lo que los de tecnología pueden encontrar. Tal vez tengamos suerte y nos proporcione alguna prueba.

La palabra «suerte» sacudió a Riley.

Parecía extraño usar esa palabra dado lo desafortunada que había sido esta mujer asesinada.

Pero Crivaro obviamente lo había dicho en serio. Se preguntó cuánto lo había endurecido este trabajo con los años. ¿Estaba completamente inmune al horror? No lo sabía.

—Además, el esposo de Janet Davis dejó a McCune mirar las fotos que había tomado durante los últimos meses. McCune encontró unas fotos que había tomado en una tienda de disfraces —continuó Crivaro.

Riley sintió un cosquilleo de interés.

Ella preguntó: —¿Te refieres a una tienda que podría vender disfraces de payaso?

Crivaro asintió con la cabeza y dijo: —Suena interesante, ¿no es así?

—¿Qué significa eso? —dijo Riley.

Crivaro dijo: —Es difícil de decir. Sin embargo, Janet Davis estaba lo suficientemente interesada en disfraces como para tomarle fotos. Su esposo recuerda que le habló de eso, pero no recuerda dónde fue que tomó las fotos. McCune ahora está tratando de encontrar la tienda en donde las tomó. Me llamará cuando la encuentre. No creo que le tome mucho tiempo.

Crivaro se quedó callado por un momento.

Luego miró a Riley y le preguntó: —¿Cómo lo llevas?

—Bien —dijo Riley.

—¿Estás segura? —preguntó Crivaro—. Te ves pálida, como si no te sintieras bien.

Obviamente eso era cierto. Estaba afectada por las náuseas matutinas y el shock de lo que había visto. Pero no quería decirle a Crivaro que estaba embarazada.

—Estoy bien —insistió Riley.

Crivaro dijo: —Supongo que tienes algún presentimiento respecto al asesino.

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