Morgan Rice - Solo los Valientes

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"¡Morgan Rice lo hizo de nuevo! Construyendo un fuerte conjunto de personajes, la autora nos ofrece otro mundo mágico. SOLO LOS DIGNOS está lleno de intrigas, traiciones, amistades inesperadas y todos los buenos ingredientes que te harán saborear cada una de las páginas. Lleno de acción, leerás este libro en el borde de tu asiento".--Books and Movie Reviews, Roberto MattosDe Morgan Rice, la autora número uno en ventas de LA SENDA DE LOS HÉROES (una descarga gratuita con más de 1.000 críticas de cinco estrellas), llega una fascinante nueva serie de fantasía.En SOLO LOS VALIENTES (El Camino del Acero—Libro 2), Royce, de 17 años, huye en busca de su libertad. Se reúne con los campesinos mientras intenta rescatar a sus hermanos y huir para siempre.Genevieve, mientras tanto, aprende un secreto espantoso, uno que afectará el resto de su vida. Ella debe decidir si arriesgar su propia vida para salvar la de Royce, aunque él piense que ella lo traicionó.La aristocracia se prepara para la guerra contra el campesinado, y sólo Royce puede salvarlos. Pero la única esperanza de Royce reside en sus poderes secretos, poderes que ni siquiera está seguro de que tenga.SOLO LOS VALIENTES teje un cuento épico de amigos y amantes, de caballeros y honor, de traición, destino y amor. Una historia de valor, que nos lleva a un mundo de fantasía del que nos enamoraremos, y que atrae a todas las edades y géneros. El libro #3 de la serie - SOLO LOS DESTINADOS- ya está disponible para reservar.

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CONTENIDO

CAPÍTULO UNO

CAPÍTULO DOS

CAPÍTULO TRES

CAPÍTULO CUATRO

CAPÍTULO CINCO

CAPÍTULO SEIS

CAPÍTULO SIETE

CAPÍTULO OCHO

CAPÍTULO NUEVE

CAPÍTULO DIEZ

CAPÍTULO ONCE

CAPÍTULO DOCE

CAPÍTULO TRECE

CAPÍTULO CATORCE

CAPÍTULO QUINCE

CAPÍTULO DIECISÉIS

CAPÍTULO DIECISIETE

CAPÍTULO DIECIOCHO

CAPÍTULO DIECINUEVE

CAPÍTULO VEINTE

CAPÍTULO VEINTIUNO

CAPÍTULO VEINTIDÓS

CAPÍTULO VEINTITRÉS

CAPÍTULO UNO

Royce tomó el primer caballo que encontró y cabalgó, sin importarle los gritos detrás, aferrándose a la espalda del animal mientras flechas pasaban volando frente a sus ojos. Su mente iba casi tan rápida cómo su caballo, pensando en el noble qué acababa de matar con esa lanza.

Peor aún, su mente se llenaba de pensamientos sobre Genevieve, sin poder quitar de su cabeza esa imagen de ella parada ahí, arriba del pozo, a un lado del hombre por el que lo había cambiado. Esos pensamientos eran casi tan fuertes como para querer detenerse y dejar que lo alcanzaran los hombres detrás. Pero lo que lo impulsaba a seguir era su enojo, haciéndolo galopar cada vez más rápido.

Más y más flechas llegaban por detrás, golpeando en las paredes de piedra a su alrededor y clavándose entre la madera y arcilla. La gente saltaba a los lados para intentar esquivar al veloz caballo, y Royce hacía su mayor esfuerzo para evitar chocar contra alguien. Lo qué significaba una constante lucha con las riendas, moviendo la cabeza del caballo de aquí para allá, escuchando el golpeteo de las pezuñas en la piedra debajo.

Más pezuñas se unieron al coro en staccato, con jinetes arriba, intentando alcanzar a Royce. Algunos de ellos parecían ser caballeros, pero más que eso, sargentos de guerra, haciendo el trabajo sucio de sus superiores, mientras los nobles se mantenían seguros.

“¡Vayan tras él!” gritó uno de ellos. “¡Maten al asesino!”

Royce sabía que no tenía esperanza de un acuerdo pacífico si lo atrapaban. La pena por asesinato era la muerte, y había asesinado a un duque frente a los ojos de todos. No se rendirían hasta que se aseguraran de atraparlo, o hasta que no lo pudieran encontrar nunca más.

Por ahora, todo lo que podía hacer era mantenerse al frente de ellos, confiando en un caballo robado, lidiando con los tirones y cambios de dirección, deseando no caerse. Royce sostenía la espada de cristal con fuerza, sin querer aflojar su agarre ni un segundo.

Un jinete se acercó demasiado, con una lanza en posición para clavársela. Royce cortó la cabeza del arma y luego golpeo al hombre que la sostenía. Cayó al suelo desde su caballo, y Royce siguió cabalgando.

Había más de ellos tras él, muchos más. Aún con la fuerza y habilidad que tenía, Royce dudaba poder luchar contra todos ellos al mismo tiempo. En lugar de eso, siguió adelante en su caballo robado, y mientras lo hacía, pensaba en cómo podía escapar de aquí.

Salió del pueblo, el fuerte sobre su cabeza quedaba a su espalda, mientras Royce continuaba a través de campo abierto, tomando las crestas y los surcos del campo a su paso. Pequeños arroyos corrían entre estas, y Royce tomaba las partes más angostas, haciendo saltar a su caballo en lugar de cruzarlos. Cada paso incorrecto era un paso más cerca del grupo de jinetes detrás de él.

Se dirigió hacia las paredes de las granjas, el caballo esquivando la piedra seca sin tocarla. Royce dio un vistazo detrás y vio como uno de los caballos persiguiéndolo chocó con la pared y caía, llevándose consigo al jinete en su espalda. Pero no era suficiente. Otro de los jinetes se puso a un lado de Royce, lanzándose desde su caballo para intentar tirar a Royce de su silla. Royce se aferró a su caballo, su propia fuerza manteniéndolo en su lugar al recibir al soldado con su codo y cabeza. Vio el resplandor de una daga cuando el hombre se preparaba para enterrarla en su espalda, Royce logró voltearse a tiempo, empujando al hombre con todas sus fuerzas.

El guardia cayó del caballo en movimiento, golpeando el suelo en seco, inmóvil. Royce taconeo a su caballo y siguió al frente, pero la brecha entre él y el grupo detrás se había acortado ahora.

Royce sabía que era imposible escapar de los hombres detrás de él solo corriendo. Estaban determinados, y él no tenía idea sí su caballo podría aguantar más que los otros. E incluso si pudiera, sería cuestión de tiempo antes de que la flecha de un arco largo lastimara a la criatura lo suficiente para que no pudiera continuar.

Tenía que pensar en una mejor solución.

Delante de él podía ver un barranco cubierto por un pequeño puente. Royce ignoró el puente, y se dirigió a un lugar donde un gran tronco de árbol se extendía por la brecha. Cuando era niño, él y sus hermanos habían atravesado corriendo ese árbol, hacia la pequeña zona boscosa más allá. Royce no tenía idea si el caballo en el que iba lograría cruzar.

Pero era su mejor opción, guio al animal en dirección al tronco, forzándolo a subir sin dejar de moverse. Royce sintió como una de sus patas resbalaba, y por un momento, se quedó sin aliento, pero se las arregló para mantener al animal sobre el tronco seco.

Más flechas pasaban rozando a Royce mientras él buscaba llegar a tierra sólida. Royce se dio la vuelta, viendo a los caballos detrás frustrados ante la perspectiva de cruzar por ahí. Golpeó el tronco con la espada de cristal, y sintió cómo cedía, cayendo hasta el rio debajo.

“Eso no los detendrá mucho,” le susurró a su caballo, empujándolo hacia delante de nuevo mientras los hombres del otro lado daban vuelta a sus caballos, galopando hacia el lugar en donde se encontraba el puente.

Le daría un minuto o dos a lo mucho, y Royce sabía que tenía que aprovecharlos al máximo para poder huir. Al mismo tiempo, sabía que no podía solo correr. Huir no le conseguiría nada. Huir no cambiaría nada.

Continúo hacía el bosque a toda velocidad, intentando pensar mientras esquivaba las ramas bajas, tratando de no ser descubierto. El bosque estaba en silencio salvo por los sonidos de algunas criaturas pequeñas y el canto de los pájaros, el fluir del agua y el crujido de los árboles. En algún lugar a lo lejos, podía escuchar el sonido de alguien tocando una flauta. Royce esperaba que el sonido no atrajera a los soldados hacia él. No quería traerle problemas a nadie más.

Ese pensamiento lo hizo detenerse entre los árboles. Los hombres detrás de él lo seguirían a la aldea si entra y, sin embargo, si no lo hace, Royce podría nunca conseguir ayuda. Peor aún, los hombres del duque podrían descender sobre ella de todos modos, decididos a castigar a todos aquellos relacionados con el muchacho que había provocado la muerte del duque.

Necesitaba encontrar una forma de distraer a los guardias de ir a la aldea y conseguir suficiente tiempo para hacer todo lo que necesitaba hacer.

El sonido de la flauta llegó a los oídos de Royce de nuevo, y rápidamente se dirigió a esa dirección, guiando a su caballo entre los árboles. Royce iba tan rápido como podía. Tenía muy en cuenta el poco tiempo que le había dado el cruzar el barranco sobre el árbol, y ahora, sentía que necesitaba todos los segundos que pudiera encontrar.

Se encontró con el primer cerdo un minuto después, escondido entre los lechos del bosque buscando fruta u hongos, o algo más. Era tan grande que le hubiera llegado a la cintura de Royce si no estuviera sobre su caballo, olfateaba todo a su paso, totalmente sin darse cuenta.

Más de ellos salían de entre los árboles, olfateando y cazando todo lo que sea que pudieran comer, todos pintados con las marcas de un par de granjas. La música de la flauta se escuchaba más cerca ahora, y entre un grupo de alisos, Royce pudo diferenciar la silueta de un chico sentado en el tronco de un roble caído.

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