Holiday se encogió de hombros.
—No lo sabemos.
—Derek puede estar equivocado —dijo Lucas, dejando patente con su tono de voz la poca simpatía que sentía por el medio fae.
Kylie ignoró a Lucas y sus vibraciones, y trató de asimilar lo que implicaban las palabras de Holiday.
—Entonces… ¿Derek y Burnett piensan que el señor y la señora Brighten son unos impostores?
Holiday asintió.
—Si Derek está en lo cierto, y el mensaje fue enviado por la persona que atacó al detective, entonces tendría sentido que esos dos hubieran estado aquí por otras razones.
—Pero son humanos —dijo Kylie—. Lo he comprobado.
—Totalmente humanos —dijo Della.
—Lo sé —explicó Holiday—. Ese es el motivo por el que no los he detenido ni interrogado. Lo último que necesito es atraer más sospechas sobre Shadow Falls. Ya tenemos a los lugareños echándonos el aliento en la nuca. Pero que sean humanos no quiere decir que no puedan trabajar para otra persona, algún ser sobrenatural.
Kylie supo que Holiday se refería a Mario Esparza, el abuelo del vampiro asesino que se había obsesionado con ella.
Durante una fracción de segundo, Kylie vio a las dos adolescentes a las que había conocido en la ciudad, a las que Red, el nieto de Mario Esparza, había matado. La furia y la frustración se abrieron paso a través de la amalgama de sus emociones.
—Pero me trajeron fotos. —Levantó el sobre.
Holiday tomó el sobre y echó un vistazo rápido al montón de fotos. Por alguna extraña razón, Kylie quiso quitárselas, como si la intervención de Holiday fuese de alguna forma irreverente.
—Aquí no hay fotos familiares. Lo normal sería que hubiera una o dos en las que aparecieran con su hijo.
Kylie tomó de nuevo las fotos y las deslizó dentro del sobre, tratando de proteger su cabeza frente a lo que insinuaban. Sus pensamientos se fueron a otro sitio.
—Pero ¿y si son mis verdaderos abuelos y quien haya hecho eso al detective está tratando de llegar hasta ellos? —Recordaba la fragilidad de la palma de la mano de la anciana. La poca vida que le quedaba a la mujer podría serle arrebatada con facilidad.
Sintió una punzada en el pecho. ¿Había puesto en peligro a los padres de Daniel al encontrarlos? ¿Había sido eso lo que Daniel había querido decirle? Sintió el aroma de Lucas a su lado, como si le ofreciera una pequeña porción de tranquilidad.
Holiday habló de nuevo.
—No veo ninguna razón por la que alguien quisiera hacerles daño. Sin embargo, Perry los está siguiendo. Si alguien los ataca, él los protegerá.
—Sí, Perry puede darle una paliza a quien sea si tiene que hacerlo —dijo Della.
—Y estoy seguro de que el detective está trabajando en cientos de casos diferentes —añadió Lucas—. Que lo hayan atacado no quiere decir que sea por Kylie. Podría estar relacionado con cualquiera de sus demás casos. Los investigadores privados están siempre molestando a la gente.
—Cierto —respondió Holiday—. Pero Burnett estaba lo suficientemente preocupado como para querer a los Brighten lejos del campamento. Necesitamos tomar precauciones.
La mente de Kylie dio un giro en forma de U y estacionó en el hecho de que era Perry, uno de sus compañeros cambiaformas, quien seguía a los Brighten.
—¿Qué forma tenía Perry cuando se fue tras ellos?
La última vez que había visto a Perry en una forma alternativa había sido como una especie de pterodáctilo que parecía salido del periodo jurásico. Claro que Kylie suponía que eso era mejor que el león del tamaño de una furgoneta y el unicornio en los que se había convertido antes de eso. ¡Maldita sea! Si no tenía cuidado, Perry podría llegar a provocar un ataque al corazón a la pareja de ancianos.
—No te preocupes —contestó Holiday—. Perry no hará ninguna tontería.
Miranda escogió ese momento para unirse al grupo.
—Por favor, Perry y las tonterías van de la mano como los sapos y las verrugas —dijo mientras se echaba su cabello tricolor por encima del hombro, como para acentuar su actitud.
Miranda era una de las siete brujas de Shadow Falls, y también compañera de cuarto de Kylie. Por el tono de Miranda, era evidente que no estaba preparada para perdonar a Perry por ser cruel con ella después de enterarse de que otro cambiaformas la había besado… sobre todo cuando ella se había disculpado. La mirada de la bruja abarcó a todo el grupo.
—¿Qué? —preguntó Miranda—. ¿Va algo mal? —La preocupación se entreveía en sus ojos, una prueba de que aunque siguiese enfadada, todavía se preocupaba por el cambiaformas—. ¿Perry está bien? —inquirió mientras daba vueltas a un mechón de cabello rosa con el dedo índice.
—Sí, está bien —dijeron Kylie y Holiday al unísono. Luego, Kylie se volvió a centrar en la preocupación que tenía por los Brighten, si es que eran de verdad los Brighten.
Miró a Holiday.
—¿Para qué querría nadie hacerse pasar por mis abuelos?
—Para acceder a ti —respondió Holiday.
—Pero parecían tan auténticos —Kylie recordó—. No. No pueden ser impostores. Yo… he visto a los ángeles de la muerte. Me han enviado un mensaje.
—Oh, mierda —dijo Della, y ella y Miranda dieron un paso atrás. Aunque Lucas pareció no inmutarse, abrieron los ojos de golpe. Según la leyenda, los ángeles de la muerte estaban llamados a castigar a las especies no humanas para mantenerlas a raya. Todo ser sobrenatural que se preciase de serlo conocía a un amigo de un amigo que se había portado mal y que luego había sido achicharrado por un ángel de la muerte vengativo.
Aunque Kylie había sentido el enorme poder de estos ángeles, no estaba segura de que su reputación siniestra no fuera exagerada, aunque no es que estuviera ansiosa por comprobar la teoría. Sin embargo, teniendo en cuenta todos los errores que había cometido y que no había sido reducida a cenizas por ello, era escéptica al respecto.
—¿Qué mensaje? —preguntó Holiday con un tono libre de todo recelo. La directora del campamento, que también podía hablar con fantasmas, era una de las pocas personas que no temían a los ángeles de la muerte.
—Sombras… en la pared del comedor, entonces…
—¿Cuando estábamos ahí dentro? —la interrumpió Della—. Y ¿no nos lo has dicho?
Kylie ignoró a Della.
—He escuchado una voz en mi cabeza que me decía que fuera en busca de mi destino. ¿Por qué recibiría ese mensaje si no fueran mis abuelos?
—Buena pregunta —dijo Holiday—. Aunque quizás signifique que esta situación te llevará a la verdad.
—Debería habérnoslo dicho —murmuró Della a Miranda.
Kylie recordó la aparición de Daniel, la urgencia que había notado en su voz a pesar de lo poco que había sido capaz de comunicar. ¿Había malinterpretado completamente lo que le había querido decir? ¿Había venido para avisarla de que aquellos no eran sus padres adoptivos? La duda estaba sembrada, y ya no sabía qué creer.
Kylie respiró profundamente, y otra preocupación se deslizó hasta su banco de problemas.
—¿Se pondrá bien el detective?
—No lo sé. —Holiday frunció el ceño—. Burnett me ha dicho que Derek está con él en el hospital, mientras sigue investigando la escena del crimen.
La preocupación por Derek le oprimía el pecho. Sacó el teléfono de la funda y marcó su número.
No obtuvo respuesta, y no supo si era porque no podía contestar o porque había vuelto a evitar hablar con ella, a expulsarla de su vida.
¡Hombres!
¿Por qué los chicos no paraban de decir que las chicas eran tan complicadas, tan difíciles de entender, cuando ella no había conocido a un solo chico que no la hubiera confundido hasta hacerla gritar?
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